miércoles, 30 de junio de 2010

Educación, fútbol y elecciones

Cuando escribo este artículo han pasado unas cuantas horas de que se produjo la derrota ante Argentina, que dejó fuera del mundial a la selección mexicana. En la TV se repiten, una y otra vez los mismos análisis, las mismas reacciones del entrenador y de los jugadores de nuestro equipo nacional.

"Estamos tristes...pero hay que seguir adelante. Hoy la suerte no estuvo con nosotros", "Es muy difícil asimilar este resultado, pero dos errores cambiaron el rumbo del juego y esa era una losa muy difícil de cargar...", "Nuevamente fracasamos, pero hoy las cosas no se dieron a nuestro favor, aunque tratamos de que no se dieran todas en nuestra contra.." Este es el tono que predomina entre Javier Aguirre y sus jugadores al expresar lo que sienten ante esta repetición de la historia del "no se pudo..." o del "ya merito..."
En ningún momento escucho que alguien asuma su responsabilidad personal, ni la persona que tuvo a su cargo la preparación, selección y organización táctica del equipo, ni los que estuvieron en la cancha y tuvieron en sus pies la posibilidad de obtener un resultado positivo. En ningún momento se oye tampoco que se asuma una responsabilidad institucional por parte de los directivos que tuvieron a su cargo el proceso de la selección nacional en este periodo de cuatro años.
Lo sucedido después del partido me recuerda también las declaraciones de los jugadores y el entrenador que desde los días previos mostraban una mezcla de desmoralización y de derrota anticipada ante la que se planteaba que se podía "hacer el milagro" de vencer a un rival a todas luces más poderoso, y de voluntarismo -como el "es Argentina...y qué...se le puede ganar-" de Rafael Márquez- que asumía que con puros deseos y buena voluntad se podía ganar.
Ante la inminencia del proceso electoral del próximo domingo, resulta significativo, -en tanto el fútbol y la selección son de alguna manera un reflejo de nuestra situación sociopolítica y de nuestra cultura nacional-, analizar estas declaraciones a la luz de lo que el sistema educativo debería tener como prioridad: la educación para la toma de decisiones informada, inteligente, crítica y libre y la formación de ciudadanos capaces de afrontar su propia responsabilidad personal y de reflexionar sobre la responsabilidad colectiva.
Ante los procesos electorales se ven muchas veces actitudes similares a las de los seleccionados nacionales: Es evidente por un lado la desmoralización de muchos que se sienten víctimas de la clase política que no se interesa por el bienestar del pueblo y que ante la falta de opciones reales que representen un cambio se asumen derrotados de antemano: "hay que votar por alguien, pero esto no va a generar ningún cambio..." o de plano: "yo no pienso votar porque esto no marca ninguna diferencia..."
Por otra parte, también se percibe la actitud voluntarista de ciudadanos que se ilusionan con cualquier rostro, nombre o logotipo novedoso y que piensan que basta con querer y con ir a votar y el cambio de operará como por arte de magia y desde el líder que asuma el poder, sin necesidad de hacer ningún esfuerzo para que la situación realmente mejore.
Sin embargo, elección tras elección los ciudadanos quedamos saturados de propaganda y discursos, de promesas de campaña y de ilusiones de transformación incumplidas y apenas alcanzamos a reaccionar, como nuestros jugadores y entrenador, diciendo "que la suerte no estuvo con nosotros", "que hubo errores que fueron como losas que no logramos cargar", "que el árbitro nos robó..." o que "las cosas no se dieron favorablemente".
Es momento de empezar a educar a las nuevas generaciones en la escuela y la universidad. Es tiempo de reeducarnos desde los medios de comunicación y los espacios sociales en que vivimos. Es urgente que aprendamos que una democracia tiene un momento importante en las elecciones y que el voto se debe ejercer con responsabilidad bien informada y comprometida y no dejándose llevar por ilusiones y promesas fugaces, por que una sociedad democrática se construye todos los días, no con "suerte", no esperando que "las cosas se den" solas, sino con el ejercicio cotidiano de la libertad responsable y haciendo que las cosas sucedan.
Ni víctimas "del destino o la mala suerte", ni catalizadores que refuercen un sistema que todavía tiene tantas carencias para poder llamarse democrático sino "ciudadanos contrapunto", ciudadanos que asuman la realidad concreta que tenemos con todas sus carencias y que a partir de ella y de su análisis crítico permanente se decidan a ser protagonistas y a buscar la resistencia y la transformación estratégica de esta sociedad que reclama la responsabilidad cívica de todos.

Publicación: 29/06/2010 en Puebla on line.

*El artículo expresa la opinión personal del autor, que es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla
**Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...