domingo, 8 de diciembre de 2013

Celine Armenta: una rebeldía con proyecto.




Cuando pienso en Celine Armenta me viene a la mente la palabra rebeldía. Rebeldía contra un mundo injusto, excluyente, en el que el respeto a la diversidad o quizá mejor dicho, a las diversidades está muy lejos de ser logrado. Rebeldía contra una sociedad que educa para aceptar lo semejante, lo propio, lo cercano y para rechazar todo lo diferente, lo que se sale de lo establecido.
            En ese sentido la trayectoria de Celine es ejemplar porque no cabe en ningún molde, porque deliberadamente no quiere caber en ningún molde y asume las consecuencias de ello. Basta leer Misereres y exultates –el libro con el que ganó el premio nacional DEMAC en el 2007-2008- para vibrar con algunas estampas de una vida rica, densa, contradictoria y sobre todo libre y fiel a convicciones profundas que de muchos modos rompen los moldes y cuestionan los esquemas.
            Pero al mismo tiempo que pienso en rebeldía, evocar a Celine me hace pensar en inteligencia y pensamiento estratégico, rebeldía inteligente, rebeldía con estrategia. Porque si algo la caracteriza es su brillante inteligencia, su capacidad analítica y creativa por encima del promedio. Celine no es de los rebeldes superficiales o viscerales que se oponen a todo lo establecido simplemente porque está establecido. Celine es rebeldía con proyecto, rebeldía con propuesta, rebeldía con causa que va más allá de pasiones momentáneas –aunque a veces mande señales de vaivén en los detalles porque también viven en ella y qué bueno, las pasiones momentáneas- y que tiene una visión de largo aliento, una visión que responde al deseo de humanizar este mundo bello pero en muchos sentidos inhumano.
            Tal vez por esa rebeldía es una educadora de vocación, una profesional de la esperanza convencida hasta los huesos de que el mundo no tiene remedio pero que sin embargo tenemos que seguir día a día dispuestos a cambiarlo, como decía Fitzgerald que se manifiestan las inteligencias superiores.
            Tal vez por esta rebeldía con causa, por esta urgencia de cambiar el mundo que no tiene remedio es que Celine siempre tiene prisa, siempre está en movimiento, no descansa en sus afanes y no se da tregua ni da tregua en sus proyectos. Por ello Celine puede al mismo tiempo mantenerse informada de lo que pasa en el mundo, estar al día –en la medida en que esto es posible- en las lecturas literarias que le interesan, revisar diez tesis al mismo tiempo, adelantar horarios de sus programas para los próximos dos años, tejer, seguir tejiendo en las juntas, seguir tejiendo las juntas y los proyectos y las ideas y las utopías que le sirven y sirven a muchos al convivir con ella para continuar caminando, para no desfallecer en el intento de que la educación sea realmente educativa y esperanzadora y que el mundo se vuelva aunque sea un milímetro más incluyente y gozosamente plural.
            Como tiene prisa, a los que estamos a su alrededor nos parece que se está jubilando muy rápido, tal vez porque pensamos que todavía tiene mucho que hacer, que podría haber coordinado las maestrías muchos años más y seguirían funcionando como reloj de precisión al mismo tiempo que continuarían avanzando lenta pero firmemente. Sin embargo, estoy seguro que como siempre, Celine nos lleva ya mucha ventaja y tiene perfectamente trazado el camino hacia adelante, el camino del exultate que vendrá con la jubilación y la liberación de los esquemas rígidos del empleo fijo, el camino del miserere que pasa siempre por la comprensión y la compasión hacia todo lo que le rodea y hacia todos los que le rodean.
Felicidades y éxito en lo que sigue, querida Celine.
061213.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...