lunes, 19 de noviembre de 2012

La Educación como conjunción de ambientes, presencias y encuentros.

-->
MENSAJE DE MARTÍN LÓPEZ CALVA.


Un testimonio personal agradecido.
(Una ceremonia significativa más por el cariño familiar con que se otorgó el reconocimiento que por el nulo merecimiento de él por mi parte)


Para la Dra. Mónica Gendreau Maurer
Por su testimonio de vida
Aún frente a la muerte.


         Si el ser humano no es un problema que tiene solución, sino un misterio que nos enfrenta progresivamente a nuevas preguntas como afirma Marcel, la Educación, entendida como intervención sistemática y planificada que busca  la humanización de las nuevas generaciones a través de la comunicación de la herencia cultural y de la facilitación del descubrimiento por parte de las generaciones presentes, tiene  que concebirse como un proceso misterioso en el que más que enseñar respuestas, se tienen que suscitar preguntas que promuevan este desarrollo que es simultáneamente individual y colectivo, biológico-psicológico-ecológico-social-intelectual-moral y espiritual.
         Si el ser humano es misterio, la Educación que es una de las actividades más profundamente humanas, porque como dice Savater: “La principal asignatura que se enseñan los seres humanos es en qué consiste ser humano”, tiene sin duda mucho de saber científico y de sabiduría práctica pero también, indudablemente, una fuerte dosis de misterio.
         Porque como dice Fullat, cuando la Educación se concibe desde una antropología que ve al ser humano simplemente como una combinación de procesos de maduración psico-biológica (Physis) y de socialización e inculturación (Polis), tendremos como resultado Pedagogías que pueden tener un alto grado de cientificidad y eficiencia en la formación técnica de profesionales, pero que sin lugar a dudas, dejan fuera la parte más distintiva de lo humano que es la que lo hace misterio.
         Es necesario, en palabras del mismo autor, concebir al ser humano como la integración armónica de esa Physis y esa Polis que nos dan como resultado procesos de maduración y de incorporación a una civilización determinada –una adaptación al mundo, un hacerse cargo de sí mismos en la realidad- , pero también de una Ruah o desmesura del espíritu, que le da a ese ser humano la capacidad de potenciar su desarrollo orgánico y su adaptación civilizatoria hasta límites  creativos que siempre están rompiendo las barreras de lo imaginado –una adaptación creativa del mundo, un hacerse cargo de la realidad que le toca vivir para hacerla más humana-. Este tercer elemento combinado con los otros dos, es lo que le da a la Educación su dimensión plenamente humana y su talante de proceso creativo: la educación es un proceso creativo porque persigue la creación y recreación continua del mundo y del ser humano en el mundo. En ese sentido de liberación desmesurada, podemos entender la afirmación de Freire de que el educador “…renombra el mundo, recanta el mundo, repinta el mundo, redanza el mundo …”
         La ruah o desmesura del espíritu humano que se despliega, o a veces se bloquea en las instituciones y sistemas educativos, es seguramente lo menos “científicamente explicable” del proceso educativo, pero sin duda, es lo esencial en este proceso, lo que le da su sentido profundo.
         Esta es una manera de decir lo que tiene como sustento una auténtica educación humanista, que es la que yo he aprendido y he tratado de reflexionar y promover entre los educadores y educandos en mi corta y aún muy frágil trayectoria académica, que hoy, inmerecidamente recibe este reconocimiento que agradezco infinitamente.
         ¿Cómo desarrollar esta RUAH que potencie armónicamente el desarrollo psico-biológico y del desarrollo socio-cultural de los educandos?
         Desde mi particular experiencia y reflexión, este desarrollo tiene que darse en la combinación de tres aspectos clave en todo proceso educativo: ambiente (s), presencia (s) y encuentro (s).
         No hay posibilidades de Educar si no existe un ambiente propicio que haga que los educandos y los educadores estén motivados al compromiso y abiertos a la confianza mutua. No hay posibilidades de educar, si no se dan encuentros significativos entre educadores y educandos, entre grandes saberes o tradiciones o enfoques y educandos deseosos de saber, entre educandos y educandos en búsqueda común. No puede haber educación si no hay presencias que sean en sí mismas, educadoras de las generaciones futuras, testigos de la humanidad que facilitan el aprendizaje de lo que es ser humano y vivir humanamente en una realidad concreta.
         Estos tres elementos se alimentan mutuamente. Son como un sistema articulado en el que se forma un todo que no es nada sin las partes, en el que cada parte es imprescindible, pero no tiene sentido si no es en el todo.
         Los ambientes propicios generan sin duda mayores probabilidades de que las presencias significativas se vayan actualizando y desarrollando hasta ser reconocidas. Las presencias auténticas generan al interrelacionarse ambientes positivos y generadores de crecimiento. Las presencias educadoras promueven o facilitan de maneras muy pertinentes y adecuadas para cada educando, los encuentros necesarios con el pensamiento, la ciencia, la cultura y la historia humanas. Los encuentros significativos con los grandes testimonios de humanidad, propician el crecimiento y el despliegue de presencias que testifican lo humano en la realidad actual. Los encuentros profundos y transformadores generan sin duda también, ambientes de búsqueda, de valoración y de diálogo crítico y creativo que van alimentando una mejor educación.
         La Educación como proceso humano depende entonces en mayor medida mas que de los contenidos, las instalaciones, el presupuesto, las bibliotecas o los grados académicos, de la combinación adecuada e integrada de: Ambientes de crecimiento, presencias auténticas y encuentros significativos.
         Aunque la investigación educativa, sobre todo de corte psicológico o sociológico, ha documentado la importancia y algunos rasgos del clima, atmósfera o ambiente propicio para que suceda el misterio de la educación, este proceso sigue teniendo muchos rasgos ocultos para la ciencia o las ciencias de la Educación y es un proceso que, aunque tiene muchos rasgos empíricamente observables, solamente puede ser explorado y comprendido cabalmente, aunque nunca del todo, desde una investigación reflexiva o filosófica.
         A pesar de que existen muchos estudios sobre los perfiles de los docentes, sus procesos de conocimiento y de toma de decisiones, sus historias de vida, los métodos predominantes o el tipo de relaciones que establecen con sus educandos, el análisis comparativo de las docencias exitosas no dará nunca información suficiente para comprender este fenómeno misterioso de la empatía, la comunicación profunda, el amor mutuo y el compromiso fraterno que se da entre un docente y su grupo de estudiantes. Este es un fenómeno, en palabras de Fullat, “metaempírico”, que tiene que ser estudiado y reflexionado filosóficamente.
         No obstante que existen muchos estudios teóricos, metodológicos, didácticos, científicos, que han ido progresivamente aportando elementos para la selección, dosificación y presentación de los contenidos que hay que incluir en la educación de los distintos niveles y modalidades del sistema educativo, es aún un misterio por desvelar el proceso por el cual un contenido, un tema, un enfoque teórico, un autor o escuela de pensamiento, se convierten en verdaderos encuentros que transforman la perspectiva y aún la vida de los educandos. Este es, un fenómeno más, que manifiesta esa RUAH o desmesura del espíritu humano, un proceso paulatino de liberación de lo humano a través de la educación que tiene nuevamente, que ser estudiado desde una perspectiva filosófica.
         En algún artículo el gran maestro del pensamiento educativo y padre de la investigación educativa en México, el Dr. Pablo Latapí Sarre, dice que en la Secretaría de Educación Pública, más que políticos o administradores que se ocupen de organizar, controlar, planear y evaluar o aún inspeccionar lo que sucede en las instituciones educativas del país, debería haber filósofos que se ocupen de pensar continuamente y de manera sistemática, holística y normativa sobre el ser y las finalidades de la Educación y de construir creativamente la visión de futuro que queremos para nuestro país.
         Esta relevancia de la filosofía en la educación, hasta ahora poco reconocida en México, debe ser un motor de lo que muchos académicos del campo educativo, puedan ir trabajando para mejorar los procesos educativos en el país, que a pesar de que las pruebas internacionales parezcan decir que la solución está en la capacitación práctica, requieren de reflexión permanente y de largo plazo más que de soluciones pragmáticas e inmediatistas, necesitan lo que Lonergan afirma : “Ser supremamente prácticos, renunciando a lo que se piensa que es lo práctico”.
         Esta ha sido, más llevada por el azar y las circunstancias que quizá por una decisión deliberada, mi búsqueda en el campo de la Educación y lo seguirá siendo en tanto recibo el doctorado honoris causa como una especie de anticipo o pagaré que tengo que ir solventando o cubriendo con el trabajo permanente y cada vez más profesional y comprometido en esta tarea de ir construyendo una perspectiva filosófica de la educación y sobre todo, una valoración del aporte de la filosofía a la educación en este cambio de época en que nos ha tocado vivir.
         ¿Por qué el desarrollo de mi vocación educadora? ¿Cómo se fue dando el proceso de mi propia educación? Creo que esta es una ocasión propicia para reflexionarlo y hacer un breve recuento del camino recorrido hasta ahora.

         AMBIENTES:

         Un ambiente educativo tiene que cumplir con algunas condiciones: aceptación incondicional de las personas, valoración de los afectos y las ideas de los protagonistas, reconocimiento de las historias personales, ánimo de crecimiento, fomento de la cooperación y la solidaridad.
         ¿Cuáles son los ambientes que me educaron y de algún modo me hacen estar hoy aquí, recibiendo este reconocimiento?
         Una familia, dos familias, tres familias que son una sola familia. López Calva, López Gonzalez, Gonzalez List… De algún modo esta ceremonia tiene una fuerte connotación familiar y de homenaje, no tanto a personas concretas de una familia concreta sino al núcleo familiar con todas sus contradicciones y desviaciones pero también y sin duda, con todas sus riquezas y potencial de crecimiento.
         Estos ambientes familiares donde predomina el amor incondicional y el testimonio del trabajo apasionado, la educación como camino, el estímulo intelectual, la fe siempre debate pero también siempre testimonio, y entre Gaby, Mariana, Paulina, Daniela y yo, siempre sustento y motivo para pensar y pensarnos, para sentir y sentirnos, para dar y darnos…estos ambientes familiares son sin duda la raíz de mi propia educación.
         Un patio enorme y siempre lleno de niños –de todas las clases sociales- jugando, haciendo todos los deportes posibles, un coro que canta pero sobre todo hace crecer en comunidad, unas misas con batería y guitarra eléctrica pero sobre todo con un entusiasmo que es verdadera presencia de Dios, un grupo de “exploradores” o alpinistas, unos maestros y un director que conocen a todos, juegan con todos, cantan con todos, suben la montaña con todos…un ambiente de colegio salesiano, muy al estilo genuinamente Don Bosco: la Fe es alegría y tiene que vivirse con alegría…
         Una prepa que enseña a investigar, que promueve la búsqueda, la convivencia, la preocupación por los demás, la conciencia social a la que muchos compañeros eran impermeables, la alegría en la celebración y el sentido de formación intelectual con finalidades, no siempre logradas pero siempre buscadas, de mucha seriedad académica. Un colegio jesuita en el que se respira la tradición y sin embargo se busca siempre estar a la vanguardia (hasta la incomprensión de la sociedad tradicional de Puebla). Un colegio que tiene “algo” en el ambiente, que no importando profesores buenos, regulares o malos, deja siempre una huella muy honda.
         Un grupo juvenil de evangelización que nos cambia la vida y nos da una orientación de vida imposible de cambiar, un grupo de amigos a los que casi no vemos pero seguimos queriendo entrañablemente, un sacerdote, Hilario, y dos hermanos, Pedro y Arturo, que son amigos y testimonios de entrega a los pobres más allá y aún en contradicción con  el snobismo de un templo de moda y de la sensibilidad a flor de piel de una forma de celebrar la fe que a veces cruza la línea del fanatismo y la magia.
         Un ambiente de trabajo que seduce, una Ibero tan atractiva y pertinente en su búsqueda eterna y siempre nueva que nos hace resonar, identificar nuestro proyecto de vida hasta casi confundirlo con ella, una universidad que nos atrapa, nos absorbe, nos desgasta, nos enoja, nos hace gozar, nos pone a vibrar juntos, nos divide, nos separa pero nos hace sentir siempre juntos…un ambiente educativo permanente en el que siempre hay preguntas nuevas, presencias renovadas y sugerentes, testimonios impactantes…
         A estos ambientes debo agradecer mi vocación educadora, híbrido de pedagogía preventiva salesiana, de pedagogía ignaciana y de un poquito de teología de la liberación…sin duda transformadas, interpretadas o malinterpretadas a la luz de una práctica que ya va para veintitres años en la docencia, diecisiete de ellos de tiempo completo –o repleto., a pesar de que me siguen preguntando que si soy arquitecto por qué no trabajo y nada más estoy en la universidad.
        
         PRESENCIAS:

         Una presencia educadora tiene como rasgo fundamental la autenticidad, que no es otra cosa que el diario esfuerzo y la capacidad en desarrollo de ser cada día más uno mismo, más allá de máscaras, imitaciones o intereses. Por eso no importan los distintos temperamentos (desde el padre Cacho hasta el capitán León, por ejemplo) o los métodos diversos y aún los contenidos o campos temáticos, una presencia educadora, comunica humanidad no importando los modos y los medios. Una presencia educadora deja huella más allá de que se olvide lo que enseñó.
         De estas presencias hay sin duda muchas en mi trayectoria. Por supuesto que desde la familia: papá, mamá, hermanos y hermana, Gaby y mis hijas, los amigos de verdad, son presencias educadoras fundamentales en mi vida. Me gustaría sin embargo, recordar especialmente a algunos de mis maestros más significativos en la vida, a aquellos que dejaron huella en mí, no importando el tiempo que compartieron conmigo ni la edad a la que lo hicieron.
         En mi camino de formación he tenido magníficos profesores. Sin embargo y en primerísimo lugar, reconozco desde siempre a dos grandes maestros en mi vida: Carlos Castro Páramo (q.e.p.d.) con su eterna juventud y su espiritualidad salesiana siempre congruente con la pedagogía del acompañamiento cercano, de la convivencia alegre, del ánimo fraterno y del esfuerzo por hacer de la vida una auténtica aventura. Ricardo Avilés Espejel, el pop, como lo conocemos sus amigos-discípulos o sus discípulos-amigos. El pop que es la sabiduría en el sentido profundo y trascendente, es la comunicación siempre presente de significado personificado que enseña autenticidad con la vida y no con los libros.
         Sin duda hay una lista pequeña de otros maestros significativos: en mis años de la Ibero y por orden de aparición, el Dr. Juan Bazdresch S.J. y su talento filosófico impresionante, el Mtro. Xavier Cacho S.J. y su sabiduría con visión histórica y mística, el Mtro. Miguel Manzur y su erudición llena de humor y de entrega,  el padre Joe Flanagan S.J. con su testimonio de jesuita-académico-ser humano siempre generoso y abierto a aprender y a compartir sus aprendizajes, la Dra. Marylin Cochran-Smith y su pasión rigurosa por investigar la práctica docente y algunos otros que ahora no menciono pero que sin duda influyeron decisivamente en mi educación.
         Presencias educadoras que sin ser mis profesores me han ido mostrando caminos de humanidad como el Fís. Gabriel Anaya S.J., amigo entrañable y jesuita ejemplar, el Dr. Armando Rugarcía, ejemplo de pasión educadora y gestión democrática, mi amigo Willy Cabello (q.e.p.d.) y su pasión por el arte y por la vida: así como el Mtro. Javier Sánchez, mis homólogos David Martínez, Martha Mora, Rosa Alicia Esténs, cada uno a su modo y en su estilo, maestros en la visión y la gestión del proyecto universitario.
         ENCUENTROS:
         Un encuentro educativo es sobre todo un momento o un proceso simbólico que transforman el modo de ver el mundo. No importa la duración del encuentro sino la profundidad de su huella, esto es lo que nos marca y alimenta búsquedas que nos van construyendo como sujetos humanos. En un encuentro intervienen de manera igualmente importante, el sentido y la profundidad de aquélla persona o búsqueda con la que nos encontramos, y el momento que estemos viviendo al suceder se encuentro.
         Destaco algunos encuentros que han marcado mi vida significativamente: el encuentro con Don Bosco en la alegría y el canto, el encuentro con Ignacio simbolizado en mi memoria afectiva en una tarde de 1979 en el patio del Oriente y una imagen: la del padre Pedro Arrupe S.J., entonces prepósito general de la Compañía de Jesús, hablando desde el pasillo de la planta alta, el encuentro con aquello que leía, dialogaba e idealizaba como visión de iglesia al conocer a Dom. Hélder Cámara en los pasillos del seminario palafoxiano durante el CELAM de Puebla, el encuentro con un icono de la educación en México, Don Pablo Latapí en su casa del DF  a propósito de la cátedra organizada en su honor en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, son sin duda encuentros que me han ido configurando como académico y como persona.
         Pero sin duda el encuentro más significativo es el encuentro con la invitación a la autoapropiación que nos hace a través de su obra filosófica Bernard Lonergan S.J.. Este es un encuentro que orientó todo lo que he pensado y en modesta medida aportado a la reflexión educativa y a la formación de docentes en ejercicio y de futuros profesionales de la Educación en estos cortos años de trayectoria. El encuentro con esta invitación que es en el fondo la invitación al encuentro conmigo mismo, el encuentro más complejo y lleno de tensiones y contradicciones, pero el que seguramente resulta, en términos educativos el encuentro imprescindible y definitivo.
         Hoy es un día para agradecer que he sido educado y por ello puedo dedicarme a tratar de educar. Por eso reconozco ante ustedes este entramado de ambientes, de presencias y de encuentros que me han configurado y los invito a recuperar los propios para poder ser cada día más capaces de educar, es decir: de generar ambientes propicios, de convertirnos en presencias significativas, de facilitar encuentros profundos en cada uno de nuestros educandos.
         Muchas gracias a la Universidad Mesoamericana, que hoy me otorga este reconocimiento que me compromete a trabajar a partir de lo que soy, en la promoción del ser de otros y del ser humano de todos.

 9 de enero de 2005. 
Ceremonia de doctorado honoris causa
Universidad Mesoamericana de Puebla








Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...