jueves, 1 de octubre de 2009

En el ocaso de un gran día

Nasofibroscopía.

Tu lucha es mi lucha
tus miedos me dan miedo
me ilusiona tu ilusión y
caminan mis pasos junto
a tus pasos,
otro sendero
pero el mismo camino,
ese que duele a veces
por las piedras y quema
como arena ardiente de sol
y otras veces refresca como un río
de presencias misteriosas que nos regalan
probaditas del misterio de misterios.
Tu lucha es mi lucha
batallo contigo en tus batallas
aunque sea a la distancia y sin tiempo
apenas para vernos en una pantalla
media hora, a las ocho, día a día,
noche a noche,
despertar a depertar
hasta que llega por la herradura
el sábado de reencuentros
con domingo de visitas,
entre el café internet
-qué nombre tan elegante para ese
salón vacío donde apenas caben
nuestra esperanza y nuestros llantos-
las fotos para el blog y el oxímetro,
ese aparato incomprensible, indispensable
inolvidable como el sonido
que se mete hasta el alma.
Tus pasos son mis pasos
y tu alegría cambia mis días,
me devuelve a la vida que añoro
y me regresa los sueños suspendidos
desde un verano largo como tres vidas
hasta un invierno que será luminoso y cálido
gracias a tu regreso...
porque tu regreso será nuestra vuelta
nuestro retorno a otro lugar,
pero siempre a nosotros, juntos,
como en aquéllos tiempos tan lejanos
como julio visto desde octubre que nace
o renace junto contigo.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Crisis económica y calidad de la educación

Frente al análisis y debate del presupuesto de egresos que envió el presidente al congreso, vale la pena plantear la pregunta: ¿El mejoramiento de la calidad de la educación es una cuestión de más presupuesto?
El pasado domingo, en un diario nacional, se publicaron tres notas que pueden ayudarnos a pensar elementos para una respuesta. La primera plantea que en una escuela de Oaxaca, los alumnos tienen que tomar clases en autobuses chatarra que se han adaptado como aulas. En la segunda nota se reporta que la Secretaría de Educación Pública no conoce el número de profesores que integran la nómina del sistema educativo nacional y que entre ellos hay alrededor de 500 que tienen ingresos superiores a los 100,000 pesos mensuales y 522 que cobran sueldo en dos entidades distantes entre sí. La tercera es un editorial donde Eduardo Andere critica el hecho de que el presidente diga en su tercer informe y en dos entrevistas que la calidad de la educación debe contemplar la transparencia y el mejoramiento de la infraestructura de las escuelas.
El editorialista sustenta la tesis de que Calderón no será el presidente que mejore la educación del país debido a estas concepciones erróneas de la calidad educativa, puesto que, según él, la calidad de la educación es resultado de lo que pasa en las aulas y no de “unas aulas bonitas” ni de una idea proveniente del “movimiento gerencialista” de la educación, propio del siglo XX.
Es evidente que la calidad de la educación tiene como principal escenario el aula y como actores centrales a los educadores y educandos. Pero cabe preguntarse: ¿Es posible tener educación de calidad en escuelas que no cuentan con los mínimos de dignidad? ¿Es concebible una mejor calidad invirtiendo más recursos a un sistema educativo donde priva la opacidad y en el que no se sabe ni el número exacto de docentes? ¿Es posible una educación de calidad con más dinero cuando ese dinero se destina a pagos dobles de algunos docentes privilegiados o a sueldos inexplicablemente altos de otros?
Lo criticable de la gestión presidencial no es declarar la necesidad de transparencia o de mejoramiento de la infraestructura escolar sino el no atreverse a romper con la alianza cupular que impide que estas y otras reformas sucedan en la realidad.

De miedos y esperanzas

Peguntas.
“Total misterio a cada instante la vida
¿Quién soy, para qué estoy aquí.
Qué va a pasar de ahora en adelante conmigo?
No lo sé,
Nunca lo sabré.
Vivir
Es encarnar esta ignorancia sin fondo”
José Emilio Pacheco
Escuchaba ayer una conferencia en la que se decía que había en la vida, en diferentes medidas, una mezcla de miedo y esperanza. Morin dice que la dinámica que sigue la toma de decisiones existenciales que implican nuestro ser ético es la dinámica rriesgo.precación. Todo esto suena muy bonito y conceptualmente lo he manejado e incluso ,,,sin embargo, a partir del infausto día en que se detectó el tumor cerebral de Mariana, lo he vivido en carne propia y lo he sentido con toda su dolorosa pero también esperanzadora intensidad.
Sí, llevo dos meses viviendo, conviviendo cotidianamente con el miedo. No es un invitado cómodo, ni siquiera es un invitado sino más bien una especie de intruso que llega y se instala en la conciencia y se mete hasta los huesos. Un intruso al que se va tratando de echar de la casa pero no se va…se esconde solamente en el olvido temporal –porque si no nos volveríamos locos o no podríamos vivir-y resurge de cuando en cuando, en el momento menos pensado y toma forma de vacío en el estómago, de ganas de llorar que a veces se vuelven lágrimas y otras nudo en la garganta y opresión en el pecho.
El miedo a la muerte, a la pérdida, emergió desde el momento mismo del diagnóstico cuando de manera poco ética aunque aparentemente profesional el radiólogo daba un nombre –muy grave, aterrador- al tipo de tumor detectado en la resonancia magnética cuando en las placas no se puede saber eso, según nos comentaron todos los neurocirujanos que visitamos. Este es el peor miedo, el que nos hace caer en la cuenta de la profunda fragilidad que tiene la vida. El miedo a la muerte regresó con progresiva y creciente intensidad desde el momento en que después de seis horas o siete, sin darnos información de la cirugía que estaba aún en marcha, el encargado del banco de sangre del hospital nos pidió ¡Quince donadores de sangre! (porque el doctor había pedido dos unidades en reserva y ya a usado seis y va a pedir más). Después volvió ese miedo, al día siguiente de la operación, cuando Mariana no despertaba y le tuvieron que poner un catéter en el cerebro para drenarlo e intentar que regresara del sueño profundo que empezó con la anestesia. Reapareció luego con más fuerza cuando se presentó lo del paro cardíaco o cardio-respiratorio una semana después de la operación. Esa noche fue la más oscura que he tenido en la vida.
No hay experiencia más fuerte, al menos no la conozco hasta ahora, que entrar a visitar a tu hija a terapia intensiva y que te pregunte: ¿Me voy a morir? En ese momento el piso se pierde y el que se quiere morir es uno mismo aunque tenga que y tienda a, contestar tajante: “!!NO!! Por supuesto que no te vas a morir. Ni lo pienses”
De ahí en adelante han seguido los miedos y las preguntas. La segunda etapa era la de ¿Me voy a recuperar? ¿Saldré algún día de hospital? Y nuevamente las respuestas de ánimo que parecen ser las indicadas aunque quizá no sean las adecuadas: “”Claro que sí”, Dios ya te lo dijo: ¿te acuerdas? Sí. Yo le pedí que me dejara vivir porque tengo todavía mucho amor que dar. Pues eso lo va a cumplir. Ya te mandó de regreso a la vida…pero el miedo sigue ahí aunque se esconda o se duerma por un rato…
El miedo de la recuperación se va ramificando: ¿Podré caminar? ¿Podré volver a hablar? Y bueno, el cuerpo se va ejercitando y se recupera, se reintegra y se van viendo señales del milagro de Dios que es nuestra vida compleja: ya la bañan sentada, ya aguanta más tiempo sentada sin apoyos, ayuda a cambiarla de lugar, se mueve en la cama, las manos controlan un poco más el movimiento…y ahora ya la pusieron en andadera en la terapia física: Gran paso!! Es como una bebé reaprendiendo a caminar…ese miedo se va acallando. Y el cuerpo sigue reaccionando, cambio por cánula fenestrada un par de horas, todo el día, ejercicio de foniatría, y de pronto llega la voz, Mariana estrena voz…aún le fallan la CH, la L o la S, sobre todo la R según ella misma dice, pero va…ya habla…es emocionante volver a escucharla…otro miedo que se va desvaneciendo…pero todos esos miedos dejan algunas secuelas…
¿Volveré a comer? “Creo que preferiría no recupera la vista que perdí en un ojo o no volver a mover las manos bien pero poder comer”…desde la llegada a la clínica Mariana ha estado muy obsesionada con comer…y ese miedo sigue…lleva dos estudios de nasofibroscopía y aunque hay algún avance, no es suficiente. Las terapeutas del lenguaje dicen que va demasiado lenta, que otras personas han reaccionado más rápido…que no pueden asegurar nada, aunque sí se han movido algunas cosas, pero la saliva sigue saliendo por la tráquea…en fin, ese miedo sigue ahí, lo compartimos calladamente, lo lloramos a veces junto con ella, lo callamos muchas otras para darle ánimo, es difícil trabajar con el miedo, saber qué decirle o que no, saber incluso qué decirse a uno mismo, qué está uno sintiendo…de miedo a miedo…esa es una dimensión de estos dos meses de pascua familiar, la resurrección plena aún no llega. Seguimos viviendo con el miedo, quizá tengamos que aprender a vivir con él a largo plazo, para toda la vida tal vez…porque esto será un proceso largo y para todos, no solamente para Mariana…
Vivir en la compleja relación entre miedo, esperanza y fe –convicción de ser amados por Dios y por ello seguridad y paz en el caminar cotidiano con todo y las injustas aleatorias malas jugadas que tiene también la vida-…caminar con miedo, pero tratar de asumirlo, compartirlo y saber que Dios es un papá-mamá que nos ama y que nos va acompañando en este caminar oscuro…Saber preguntar no: ¿Por qué Dios permite esto? Sino ¿Dónde está Dios en todo esto? Y responder convencidos que está justo aquí, en nuestro miedo y en nuestra esperanza, en nuestro dolor y en nuestra lucha. Este es el principal desaprendizaje y reaprendizaje que tendremos que asimilar para poder vivir desde ahora una nueva vida, una nueva vida que no elegimos sino que nos eligió.
Martín
24/09/09

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...