domingo, 13 de marzo de 2011

¿Puede el enfoque de competencias cambiar nuestra educación?

“No se puede reformar la institución


sin haber reformado previamente los espíritus,

pero no se pueden reformar los espíritus

si no se han reformado previamente las instituciones”:

Edgar Morin

Muchas veces se habla de que algo es un “discurso”, o “se queda en el discurso”, para referirse a que una idea, concepto, proyecto o iniciativa no llega a concretarse en la realidad de las aulas y las instituciones educativas sino que se reduce meramente a palabras “agradables” para “decorar” intenciones políticas.

Este es un riesgo presente en la introducción del enfoque de competencias en la Educación en México: que se trate solamente de una propuesta “discursiva” en el sentido superficial, que se quede simplemente en palabras que se usan para aparentar que las cosas están cambiando cuando en realidad seguimos en la dinámica de la “locura” que mencionaba Einstein: “haciendo las cosas de la misma manera y esperando encontrar resultados diferentes”.

Sin embargo, también cabe la posibilidad y esto sería lo deseable, de que el “discurso” pedagógico de las competencias sea discurso en el sentido que lo planteaba Michel Foucault. Para este autor el discurso es “un orden en virtud del cual se circunscribe el campo de la experiencia y el del saber posible…” En este sentido, todo discurso “…es como el paradigma según el cual se organiza el mundo” .

Esta es una visión mucho más compleja de discurso que si bien tiene también riesgos -porque el discurso se vuelve el límite entre lo admitido y lo no admitido, entre lo legítimo y lo no legítimo- representa sin duda una oportunidad real de cambio educativo.

Una oportunidad para construir verdaderamente otra forma de organizar el campo de la experiencia educativa y el saber, otro paradigma de organización del mundo de la escuela –uno más refrescante, más complejo, más relacionado con la vida-, otra mirada que nos lleve a entender y vivir de maneras novedosas y más pertinentes el proceso de enseñanza –aprendizaje.

Sin embargo existen muchas concepciones sobre lo que son las competencias. Es por ello fundamental elegir un enfoque integral y pertinente para que las competencias lleguen a constituirse en el motor de un cambio real. Un enfoque muy adecuado para este fin, es el de la complejidad y el pensamiento complejo desarrollado por Edgar Morin en su obra.

Lo complejo es multidimensional y dinámico, está compuesto por elementos que pueden ser “concurrentes, complementarios y/o antagonistas” pero que para poder ser comprendidos a cabalidad, tienen que ser pensados en conjunto y de manera inseparable y articulada. Cabe aquí hacer la distinción entre complejo y complicado. Lo complejo no es lo complicado. Lo complicado es lo que presenta dificultades para ser abordado o comprendido o resuelto, lo que tiene muchos ángulos o elementos. Lo complejo en cambio, no puede ser reducido a un principio simple

Algunos principios esenciales guían esta noción de complejidad y nos permiten comprender de una mejor manera el modo en que funciona este sistema de sistemas y cada sistema en particular. Los principios más importantes de la complejidad son: El principio sistémico u organizacional, el principio hologramático, el princiio de retroactividad, el principio de recursividad, el principio de autonomía-dependencia, el principio dialógico, el principio de reintroducción del cognoscente en todo conocimiento y finalmente, el principio de ecología de la acción.

Para este análisis del discurso de competencias en la educación nacional, tomaremos el principio hologamático como eje principal, aunque es importante subrayar que al no estar separados estos principios, estarán presentes de manera implícita en estas reflexiones los demás principios de la complejidad.

El principio hologramático sostiene que en todo sistema o realidad compleja, el todo está incluido en las partes que están a su vez, incluidas en el todo.

La introducción del enfoque o discurso de competencias en las reformas educativas del país en los últimos años, no puede ser entendida sin hacer referencia al todo del sistema educativo mexicano, así como ese todo que es el sistema educativo no podrá ser comprendido en la actualidad sin la analizar esta “parte” fundamental en el currículo de todos los niveles de educación pública y privada.

En efecto, el enfoque de competencias tiene la característica de ser un discurso que ha permeado desde la educación básica hasta la educación universitaria en prácticamente todas las modalidades educativas. Encontramos la presencia de competencias en la “Reforma Integral de la Educación Básica “ (RIEB), en la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) y en las reformas curriculares de un gran número de instituciones de educación superior públicas y privadas.

Esta puede ser una señal de viabilidad para que el cambio en el discurso entendido como el mero cambio superficial en las palabras y los documentos, se vuelva un verdadero cambio de discurso, entendido a la manera de Foucault, es decir, en un cambio de forma de organización de los saberes y las dinámicas que ocurren en el día a día de las escuelas y universidades a nivel nacional.

Sin embargo, tal como afirma Morin, esto requiere un cambio simultáneo en los niveles macro y micro. Un cambio en el “espíritu” de los educadores y un cambio en las estructuras que organizan y rigen el sistema educativo nacional.

Como “las partes están en el todo”, al lograrse el “cambio en el espíritu” de los actores de la educación se irá transformando gradualmente el sistema educativo de nuestro país y apuntando, deseablemente, hacia una mejora en la calidad y la significatividad de los aprendizajes tanto disciplinares como metodológicos y ético-ciudadanos.

Pero para que este cambio en los espíritus pueda hacerse realidad, es necesario también que ocurra un cambio en las instituciones, tanto en las instituciones idividuales como pueden ser las escuelas y universidades, como en las instituciones entendidas como las estructuras instituidas para encargarse del “gobierno educativo” del país. En la medida en que prevalezcan las instituciones de baja complejidad –centralizadas, verticales, controladoras, sobrenormadas, inflexibles y burocráticas- que gestionan el sistema educativo nacional, en la medida en que siga existiendo un “gobierno educativo” débil y no prioritario en la agenda política nacional, será imposible que el discurso de competencias pueda tener viabilidad real.

Por el contrario, si las instituciones que rigen nuestro sistema educativo se transforman en instituciones de alta complejidad –democráticas, abiertas, horizontales, flexibles, creativas- y el “gobierno educativo” se transforma en un gobierno fuerte y arraigado hacia arriba en las prioridades de la agenda gubernamental y hacia abajo en la conciencia colectiva de nuestra sociedad, será posible que el discurso de competencias se convierta realmente en un elemento de transformación profunda que contribuya a la reforma que requiere nuestra educación para contribuir a la reforma urgente de nuestro país.

El todo está en las partes y por ello hay que buscar transformar el sistema educativo completo. Las partes están en el todo y por ello hay que hacer el mayor esfuerzo por cambiar nuestro “espíritu” educador para transformar profundamente nuestras prácticas cotidianas.

Artículo escrito para publicarse en El Columnista. 7 de marzo de 2011. Pendiente de publicación.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...