lunes, 8 de febrero de 2016

XIII.-TU PRESENCIA QUE TRAE LA NIEVE, COMO ETERNIDAD QUE CAE DEL CIELO.



*Como por casualidad, explorando mis archivos antiguos para actualizar este blog, me encuentro los textos de unas memorias que escribí con algunas experiencias significativas la primera vez que estuvimos en Boston por un año en estancia de investigación. Aquí comparto la entrada XIII, que recuerda a un gran amigo que acababa de morir cuando nos fuimos.



            Está nevando afuera, por la ventana puedo ver la imperceptible caída del blanco polvo de cielo. Está nevando la primera nevada de mi vida en Boston, la primera nevada de mi vida...y de pronto, escribiendo aquí detrás del doble cristal que me cubre del frío imaginario aún, ajeno a mi experiencia pero pronto presente, mientras escribo y miro por la ventana que empañan la nostalgia y la esperanza, recuerdo a Amaury, ¿te acuerdas?, lo recuerdo narrando una situación similar en algún lugar de la Europa del Este, la de la ahora mítica “cortina de hierro”, describiéndose a sí mismo, mirando caer la nieve por la ventana y escribiendo: “si yo pudiera llevarte a ocultas donde voy y regalarte toda la nieve de un día gris...si yo pudiera de dónde estoy, hacerte venir...”
            Nieve y recuerdos, nieve y este sentimiento que se cuela por la música en la mente, “si yo pudiera de donde estoy...hacerte venir...” y este deseo se cruza con el recuerdo marcado hasta el fondo de tu propio irresistible, pero al final vencido, deseo de vivir: “¡jálenme, no me dejen, llévenme con ustedes!”... y al escribir esto, algún resorte oculto hace que broten las lágrimas que aún no acaban de salir por este motivo. ¿Por qué volver a este dolor, por qué el retorno recurrente? No sé por qué regresas de la foto colgada enfrente de mi escritorio y vuelves y vuelves en imágenes que mi mente compone...No es el vulgar romanticismo de la idealización del amigo al que quise y quiero tanto que no me dí cuenta, que quizás tú nunca te diste cuenta o tal vez, hacia el final, cuando me mirabas con esa mirada que angustiaba por venir desde muy adentro y me decías: “no tienes que hablar, sólo estar conmigo, me encanta que estés aquí...”, no es el mito del amigo al que no me dí, no nos dimos tiempo suficiente para conocer y disfrutar de la vida...entre tanto “trabajo” y tanto “proyecto”, entre tantas “cosas importantes”.
            Quizá es sólo el recrear esta amistad, el querer a Luisa como Gaby y yo la queremos en esta distancia que ahora empieza a volverse blanca y helada. Quizá es que ayer te ví en el Shuttle de Boston College, al subir, cuando alguien leía una tragedia de Eurípides y al voltear luego la cara hacia el otro lado del autobús... estabas allí, sentado con tu mismo gesto, con la mirada absorta en un libro que nunca, a pesar de la curiosidad, pude ver qué contenía. Te veías bien con la barba de candado y el “nuevo look “ del cabello con patillas a la moda y la raya de lado. Estabas contento y tranquilo y sin mirarme nunca en todo el trayecto, como que me dijiste: “sigo aquí, aquí vengo yo también contigo, a “devolverte las visitas a Jalapa”, a consolarte de mi ausencia y de la ausencia que ahora empiezas a vivir por unos meses. Quizá es porque anoche, al hablar de esto en la cena, Maru, Gaby y yo, volvimos a convocarte y a decirte: “síguenos jalando en la vida, ayúdanos a que aquello en que creemos y tú seguramente sigues creyendo, sea poco a poco más real,  tenga más presencia en nuestro pequeño mundo, en el horizonte en el que podemos incidir aunque sea con milímetros de consciencia humana...”
            Quizá sea solamente por eso, o porque afuera cae la primera de muchas nevadas en estos meses por venir, y porque en mi propio porvenir vas a ocupar siempre un lugar, una especie de “coordinación de asesores” para decirlo al estilo “yuppie”, una especie de sabiduría y eternidad que harán falta siempre cuando lo urgente de cada día me vaya absorviendo y se nuble de nueva cuenta mi capacidad de contemplación de los amores y del Amor de Aquél que te debe tener entre sus consentidos, allá donde no sabemos, ni tenemos idea,  pero seguramente algún día nos volveremos a ver cara a cara, con tu rostro y tu voz de siempre, para decirnos lo que no alcanzamos a decirnos por acá en las reuniones del plan, o en aquélla histórica por única “comida de trabajo”, o en Guadalajara en el interuias, o cenando dos días antes en tu casa de “Los sapos”.
            Quizá porque tu presencia simbólica de ayer vino a traernos la nieve, como eternidad que cae del cielo silenciosamente...Quizá porque al caer la nieve, empecé a cantar por dentro: “si yo pudiera de donde estoy...hacerte venir...”
14-11-97

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...