lunes, 30 de junio de 2014

SER UNIVERSITARIO EN EL SIGLO XXI




*Publicado en Síntesis, Enero de 2005.

            1.-“El vaso medio vacío o medio lleno”.

            Crisis de futuro o cambio de época. Estas dos frases parecen sintetizar dos maneras opuestas de ver el horizonte en que nos ha tocado vivir en este cambio de siglo y milenio. Por una parte, las visiones pesimistas afirman que estamos en una tremenda crisis civilizatoria que amenaza la existencia misma de la humanidad. Por otro lado, visiones más esperanzadas afirman que estamos en un cambio de época y que la crisis es precisamente el reflejo de dicha transición.
            El hecho es que nos encontramos en un momento especialmente complicado de la historia donde somos testigos de una crisis económica mundial, fruto de un modelo excluyente,  una crisis política que amenaza con la pérdida de libertades en aras de la seguridad, una crisis cultural que se manifiesta en una carencia de sentido de la vida. Sin embargo, al mismo tiempo que se viven estas crisis profundas, nos encontramos en un mundo en el que emergen nuevos tipos de conciencia hasta ahora inexistentes.
            En este escenario, la pregunta por el tipo de formación universitaria que se necesita para responder a esta crisis, cobra especial relevancia.

            2.-El sujeto: algunos rasgos dialécticos.

            Para saber el tipo de formación universitaria que se requiere hoy, es necesario pensar en el sujeto de nuestros días. Nuevamente vemos que existen rasgos encontrados que nos muestran un proceso dialéctico en esta concepción actual del sujeto humano.
            Por una parte, nos encontramos en un horizonte donde el sujeto, más que un ciudadano, es un consumidor. El sujeto pasa a ser un número de tarjeta de crédito, un potencial comprador del mercado, un demandante de satisfactores.
            Esta dinámica de nuestra sociedad llena de satisfactores y comodidades, marca también a un sujeto que prolonga su adolescencia y que no puede asumir compromisos duraderos. Pero paradójicamente, este sujeto tardíamente adolescente, es un sujeto prematuramente viejo para el mercado laboral donde las personas tienen una vida útil cada vez menos duradera y una persona de treinta y cinco o cuarenta años resulta ser muy vieja para encontrar trabajo a pesar de su experiencia.
            Este sujeto es también un producto de la masificación y el debilitamiento de las identidades y carece por tanto de una identidad sólida y de modelos de referencia que lo guíen.
            Sin embargo, al mismo tiempo nos encontramos con un sujeto en búsqueda, libre de ataduras del pasado y de dogmatismos paralizantes, un sujeto que revalora cada vez más lo humano y que busca afanosamente gozar de la vida sin culpabilidades que le daba la moral de la sociedad del pasado. Un sujeto que precisamente por no tener identidad fuerte y valores absolutos, es capaz de entender la pluralidad.
            Esta visión dialéctica del sujeto de nuestro tiempo presenta algunos retos que enlisto brevemente:
            -La búsqueda de su ser humano personal en un mundo de consumidores.
            -El reto de poder establecer compromisos sólidos sin partir de normas o valores inflexibles.
            -El reto de disfrutar el presente pero ser capaz de planear el futuro.
            -El compromiso de emprender más que de depender.
            -La tarea ardua de ser uno mismo en un mundo que tiende a  homogeneizar.
            -El reto de construir comunidades de significados y valores respetando la pluralidad.

            3.-La Educación: los cuatro pilares.

            La comisión Delors de la UNESCO, en su informe publicado bajo el título: “La educación encierra un tesoro”, plantea cuatro grandes pilares para la Educación del siglo XXI que son muy pertinentes para dar respuesta a estos grandes retos del sujeto de nuestro tiempo.
            El primer pilar que es “Aprender a conocer” nos implica que la educación universitaria del siglo veintiuno no puede ser una educación transmisora de conocimientos como la ha venido siendo hasta hoy. Los procesos de formación universitaria, tienen que capacitar al estudiante para construir conocimiento y adaptarse de manera continua a los cambios del conocimiento.
            El segundo pilar que es “Aprender a hacer”, implica una educación universitaria que además de brindar teorías sólidas, enfrente al alumno con la necesidad de aplicar reflexivamente lo aprendido, de resolver problemas, de insertarse en el mundo laboral y social con una capacidad para responder a los retos que se le vayan presentando.
            “Aprender a convivir” es el tercer pilar, que desde luego tiene que ver con la capacidad de construir en equipo, de relacionarse y dialogar con los diferentes y de resolver las diferencias, de abrirse al otro y tratar de entenderlo.
            El cuarto pilar, finalmente, es el de “Aprender a ser”. Este pilar nos enfrenta a la necesidad de formar universitarios que sean ante todo personas capaces de autoconstruirse, de ir forjando un proyecto sólido de vida y carrera.
            Una educación de este cambio de época que no contemple seriamente el trabajo en estos cuatro pilares, será una educación caduca, que no responda a la sociedad en la que nos ha tocado vivir.


Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...