domingo, 21 de agosto de 2011

Y ahora: ¿Qué hacemos?


Escribo un día después de la balacera que interrumpió el partido de fútbol entre Santos y Morelia ayer en Torreón. Estoy bastante afectado por la noticia por lo que implica este hecho inédito y por la constatación de que casi cada semana ocurre un hecho inédito en la historia de la violencia en México. En efecto, casi cada semana escuchamos o leemos que “esto no había pasado nunca en el país”, de tal manera que nos estamos acostumbrando a que cotidianamente pase lo que nunca había sucedido, a ver como normal la crueldad y la indefensión en la que empezamos a vivir todos.

Estoy también afectado porque tengo muy buenos y queridos amigos en Torreón, gente de la ibero que siempre me ha brindado su apoyo, su afecto y solidaridad y a ellos especialmente quiero enviarles a través de este texto un gran abrazo que quiere simplemente decirles: “estoy con ustedes, los comprendo, pero igual que ustedes no sé qué hacer”.
Soy de los que están en contra del tan traído y llevado calificativo de “la guerra de Calderón”, o sea que los que sean panistas o calderonistas –si es que queda alguien en este país con ese perfil- no crean que voy a caer en este cliché.
Estoy en contra de ese término porque me parece simplificador –una lucha contra la delincuencia organizada que se apodera de la vida del país no es algo que sea del presidente exclusivamente-, porque hace que los demás actores políticos evadan su responsabilidad –los gobernadores que se lavan las manos y no avanzan en la reestructuración de las policías en un mando único estatal por ejemplo o los legisladores que viven en la posposición de las reformas urgentes- y porque también de alguna manera un tanto infantil nos hace creer a los ciudadanos que el problema es Calderón y cuando se vaya y el ejército regrese a sus cuarteles todo estará solucionado y viviremos en paz.
Sin embargo estoy totalmente en contra de la estrategia que se ha seguido en esta lucha necesaria y urgente porque creo que ha tenido muchas víctimas inocentes, porque no veo que se avance en resultados de seguridad para los ciudadanos, porque se han violado derechos humanos de manera no tan excepcional sino cada vez más sistemática y porque día a día se muestra la ineficiencia y falta de inteligencia de quienes encabezan esta lucha.
Sobre las víctimas inocentes estoy cierto que tampoco es justo ni inteligente hablar de las “cincuenta mil víctimas de Calderón o de la guerra contra el narco” puesto que un altísimo porcentaje de los muertos han sido gente que pertenece a los cárteles y está extorsionando, secuestrando, cobrando derecho de piso, traficando con drogas, etc. y en esta actividad ilícita y en la guerra entre los cárteles y grupos ha perdido la vida (lo cual resulta también lamentable por ser vidas humanas, pero no se puede poner a todos en el mismo saco). Sin embargo tenemos casos como los de los estudiantes del Tec de Monterrey, los de Villas de Salvárcar en Chihuahua, los niños Almanza –Brian y Martín-, el otro joven regiomontano más reciente, de mi estimado José Luis Martínez en Veracruz, del arquitecto Serrano hijo en Ixtapa o el hijo de Javier Sicilia y sus compañeros por mencionar los más conocidos, que han sido víctimas inocentes de este absurdo social en el que hoy estamos atrapados y sin salida aparente.
Sobre la violación de derechos humanos acabamos de saber del allanamiento de la casa del poeta Efraín Bartolomé y de la bióloga de la UNAM y sus padres pero hay señales de que este tipo de acciones ilegales se cometen cada vez más sistemáticamente por la policía federal, las policías estatales, etc. es decir, por las autoridades que están luchando por el estado de derecho violando el estado de derecho y dejándonos a todos en una situación de temor y vulnerabilidad extrema.
Sobre la falta de inteligencia puedo decir que aunque no soy experto, me parecen verdades obvias las que he leído y escuchado de gente que sabe del tema: no se puede atacar solamente por el lado de las armas si no se afecta la economía de los cárteles y grupos delictivos, no se puede ganar esta guerra si no se depuran las policías –si esto no se da, el ejército no regresará a los cuarteles-, no se puede ganar la batalla si solamente se ataca a los policías y mandos policíacos corruptos pero no se toca a los personajes políticos de todos los partidos que estén involucrados en este tipo de actividades delictivas, no se puede obtener resultados favorables si el poder legislativo no cambia las leyes y si el poder judicial no se reforma también y se castiga por ejemplo a los jueves corruptos, no se puede ganar la batalla si la impunidad es el signo de nuestro sistema de “justicia” y los criminales atrapados salen libres por cualquier motivo y las cárceles están llenas de inocentes como lo mostró recientemente el documental: “Presunto culpable”.
El caso de ayer en Torreón ilustra para mí esta falta de inteligencia. Suponiendo sin conceder que el incidente de la balacera se produjo porque un vehículo no se detuvo en un retén policíaco cercano al estadio, uno se pregunta si no habrá sentido común en los mandos policíacos como para haber podido evitar este enfrentamiento sabiendo que el retén estaba justamente en las afueras del estadio y que a esa hora había miles de personas allí reunidas y que una estampida por el pánico colectivo pudo generar muchísimos muertos y heridos. ¿Se calculan estas cosas al pretender perseguir y enfrentarse a tiros con un vehículo que no se detuvo en un retén?
Ahora que si el incidente fue, como dicen otras versiones, causado deliberadamente para generar este pánico en la multitud reunida en el estadio y los disparos fueron allí al aire o incluso hacia el estadio mismo. Si los escoltas de la “gente importante” que estaba viendo el partido respondieron a balazos desde dentro del estadio, entonces la situación sería todavía más terrible e incomprensible.

Hoy por la mañana ví en Facebook (Fesibucólicos públicos) una entrada muy pertinente y realmente angustiante. Decía allí algo como: “Ok. Hoy todos somos Torreón y estamos hasta la madre de la violencia, pero: ¿ahora qué hacemos?”.





Esta es la pregunta que ronda mi consciencia, mi mente y mi corazón el día de hoy y me llena de miedo por mí y por los míos y por el país que se nos va de las manos y porque empieza apenas el año electoral y este puede ser otro factor importante para que la situación se agrave: ¿y ahora qué hacemos?

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...