Hay
imágenes de nosotros mismos que no nos gustan, que rechazamos porque
pretendemos que ignorándolas vamos a hacer que no existan o quizá porque nos
incomodan en exceso dado que si las aceptamos tendríamos que hacer algo para
cambiarlas. Es el caso del documental De panzazo que se estrenó el 24 de
febrero en los cines del país.
Desde
que inició la publicidad de esta película dirigida por Juan Carlos Rulfo y
Carlos Loret de Mola se suscitó una gran
polémica y una campaña que llevó incluso a docentes afiliados al SNTE a colocar
mantas tratando de boicotearla, asumiendo que se trataba de una campaña de
desprestigio de los profesores por los pésimos resultados de nuestros educandos
en las diversas pruebas de rendimiento académico a nivel nacional e
internacional.
Sin
embargo para quien ha visto el documental resulta evidente que todo lo que se
muestra a lo largo de 76 minutos de proyección corresponde a la triste realidad
de las escuelas mexicanas –públicas y privadas, porque la película deja muy
claro que ambas están “igual de mal”- y de un sistema educativo urgido de
reformas estructurales profundas.
Si
bien como producto cinematográfico no es una obra que aporte mucho al espectador
porque claramente imperó la lógica
periodística de Loret y su visión afín a Televisa sobre la mirada
cinematográfica de Rulfo, De panzazo tiene un gran valor como reflejo de la
crítica situación en que se encuentra la educación en nuestro país y de la corresponsabilidad
de los docentes, estudiantes, padres de familia, autoridades, liderazgos
sindicales y sociedad en general sobre lo que ocurre cotidianamente en las
aulas y está condenando a las futuras generaciones a no poder enfrentar los
desafíos de la sociedad en que vivimos.
Poner
a la educación en el escenario, generar opinión pública y conciencia para
empezar a cambiar esta situación. Este es su aporte fundamental y estoy
convencido de que hay que agradecerlo.
Publicado en: Síntesis. 4 de marzo de 2012.