-->
El tema de las competencias en Educación está sin duda en el centro del
debate y de los cambios educativos en nuestros días, no solamente en nuestro
país sino a nivel internacional.
Si se mira la influencia que está teniendo este enfoque en todos los niveles
educativos, se puede afirmar sin duda que puede constituirse en un nuevo
paradigma pedagógico. Sin embargo, como sucede con todo lo nuevo, cabría
preguntarse si la introducción de las competencias en el mundo escolar y
universitario implicará un cambio real de fondo en los procesos de
enseñanza-aprendizaje o si estamos frente a un cambio de formas que será, como
otros cambios vividos en el pasado: "más de lo mismo".
El tema, como ya se afirmaba, es polémico por naturaleza, tanto por sus
orígenes como por sus múltiples posibilidades de interpretación y aún de
distorsión ideológica. Es por ello que vale la pena que los actores de la
educación dediquen tiempo y espacios suficientes para la discusión, el debate
abierto y la construcción crítica de significados más o menos comunes sobre el
qué y el cómo de las competencias.
En cuanto a los orígenes del tema, la versión más conocida habla del nacimiento
y desarrollo del tema en el mundo de la empresa -como muchos otros elementos
que han llegado al campo educativo- y su enfoque esencialmente técnico, puesto
que en el mundo industrial se acuñó el término para establecer "normas de
competencia" y "normalización de competencias" para la
producción de objetos con calidad.
Sin embargo es necesario aludir a otro origen menos conocido del término, que
se encuentra en la obra del lingüista estadounidense Noam Chomsky -a quien
menos se puede acusar de ser tecnócrata o simpatizante del capitalismo-, que
hace ya algunas décadas habló de la "competencia lingüística" como
una característica compleja de los seres humanos en relación al ámbito
comunicativo.
Pero independientemente de su origen, el término sin duda ha tenido y sigue
teniendo en muchos ámbitos escolares y universitarios un sustento y definición
teórica y metodológica muy apegadas a la llamada "tecnología
educativa" e incluso se la ha señalado como una especie de "neoconductismo"
por centrar la mirada del proceso educativo en "desempeños"
observables -en muchos casos con pretensiones de medición- de los educandos que
han desarrollado determinadas competencias.
Estas visiones propias de la indudable influencia de la visión tecnocrática
imperante en la Economía, la política y la sociedad de la globalización del
mercado y el consumo, son indudablemente reduccionistas, puesto que enfatizan
de manera casi absoluta el desarrollo de habilidades prácticas -centradas en el
"saber hacer"- y dejan fuera muchas otras dimensiones humanas y
sociales del educando -"saber conocer", "saber ser",
"saber convivir"- que son indispensables para hablar de una auténtica
educación y trascender la mera capacitación o instrucción.
La crítica a estas interpretaciones reduccionistas de las competencias en el
campo educativo, sesgada sin duda por la ideologización del tema que se ha
producido por la polarización social y política que vive nuestro sistema
educativo por factores internos -propios del proceso de descomposición de las
estructuras educativas- y externos -la polarización política que se ha
producido a partir de la elección presidencial del 2006-, ha llevado a muchos
profesores, directivos y aún investigadores educativos a señalar el enfoque de
competencias como si fuera un "engendro del neoliberalismo"
construido para producir deliberadamente una educación de personas adaptadas
ciegamente al sistema socioeconómico injusto en que vivimos y funcionales y
eficientes para este sistema.
Sin embargo, una revisión a las definiciones que más han per-meado el ámbito de
la reflexión pedagógica, la revisión curricular, la formación docente y aún las
dimensiones de gestión directiva y de políticas públicas en los últimos años,
muestran que esta interpretación reduccionista no es la imperante y que la idea
de competencia y la conceptualización sobre el trabajo curricular y docente con
este enfoque ha experimentado una importante modificación crítica y
enriquecimiento pedagógico que resulta indispensable revisar y valorar para,
como decía la Dra. Benilde García en una conferencia reciente en la UIA Puebla,
"tomar postura" frente al tema.
En efecto, las definiciones de competencias que se han adoptado muestran que
este énfasis en desempeños lleva siempre como adjetivos los términos
"reflexivo", "ético", "integral",
"crítico" y contienen la idea de que una competencia no es la simple
suma de "conocimientos, habilidades, actitudes, valores..." sino que
son la "resultante compleja" de una articulación igualmente compleja
de estos componentes. Como afirma Perrenoud: "Las competencias no son
conocimientos o habilidades sino que ponen en, juego los conocimientos y las
habilidades..."
Por otra parte, si se analizan las competencias definidas como deseables en el
perfil del egresado que se plantea en varias de las reformas curriculares
recientes en nuestro sistema educativo (la Reforma Integral de la Educación
Media Superior -RIEMS-, la Reforma del modelo curricular de la Universidad
Veracruzana, la "Nueva estructura curricular" de la Universidad Iberoamericana
Puebla, entre otras) se puede constatar que no se dejan fuera competencias
genéricas referidas a la dimensión ética, a la conciencia ecológica, al
compromiso social del estudiante, cosa que desmiente la crítica de simplificación
tencocrática que se sigue haciendo en muchos medios académicos y de
comunicación social.
Tomando postura, coincido con la Dra. García en que la noción de competencia es
un elemento "heurístico" que puede aproximarnos progresivamente a una
visión más compleja del proceso de enseñanza-aprendizaje si cumplimos con
determinadas condiciones en el proceso de construcción de su definición,
características y traducción al diseño curricular y didáctico.
Es una noción heurística porque es una noción abierta y polisémica que lo que
quiere brindar al proceso educativo es una exigencia de replanteamiento que
reoriente el diseño, la instrumentación y la evaluación de los procesos
curriculares y de enseñanza-aprendizaje hacia metas o intenciones de búsqueda de
una formación que: se centre en el estudiante y su aprendizaje más que en el
docente y en la enseñanza, busque una formación compleja que involucre la
articulación de conocimientos, habilidades o conjuntos de habilidades
cognitivas, afectivas, sociales, ecológicas, etc. y las actitudes y valores de
los educandos en formas reflexivas, responsables y concientes de enfrentar las
situaciones que la vida real les van presentando en el día a día tanto en lo
académico o profesional, como en los ámbitos personal, familiar y ciudadano.
La principal condición para que el enfoque de competencias constituya realmente
un paso progresivo desde una visión simple de la educación hacia una visión
compleja es la actitud abierta pero simultáneamente crítica y creativa de los
sujetos de la educación para que sean capaces de procesar, adaptar,
resignificar y llevar a la práctica -en el diseño curricular, la planeación del
aprendizaje, la instrumentación didáctica y la evaluación educativa- las
competencias con una perspectiva amplia, integral y transformadora de las
rutinas docentes tan arraigadas.
Cerrarse a esta perspectiva, atribuyéndole una especie de "maldad
neoliberal" intrínseca, resulta sin duda, mucho más cómodo.
*Publicado originalmente en: El columnista.
**Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
Cfr. Perrenoud, Ph: Diez nuevas competencias para enseñar. Grao. Biblioteca
para la actualización del maestro. SEP, México 2004.
Este blog fue creado para compartir algunos elementos sintéticos del trabajo de investigación reflexiva sobre "educación personalizante", término creado para invitar a pensar la educación como dinamismo histórico-socio-cultural complejo, desde una perspectiva fundada en el pensador jesuita Bernard Lonergan S.J. (1904-1984)y el intelectual francés Edgar Morin (1921- )que alimentan mi propia búsqueda de una educación que contribuya a la humanización,
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Tres imágenes para el día del maestro.
*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...
-
“No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón”. Jaime Sabines. [3] “Una pregunta ...
-
Tengo como un hábito adquirido desde hace más de quince años, la salida cada domingo a mi puesto de periódicos para adquirir El País, sobre...
-
--> “…Yahvé es quien da muerte y vida quien hace bajar al lugar de los muertos y volver a la vida…” (I Sam. 2, 6)...
1 comentario:
Como siempre, visitar tu blog, estimado Doctor, ayuda a la reflexión y la revisión de la práctica docente de tus lectores.
Tienes razón. Apostarle a la gestión de aprendizajes por competencias exige tomarlas en serio, debatir inteligentemente, precisar su aporte, reconocer sus límites, apuntar las circunstancias y los modos en que puede palparse su carácter humanizante...
Personalmente, creo que las comunidades de educativas deberían incorporar las competencias, no sólo a su discurso, sino en su cultura, dando paso a las modificaciones curriculares y administrativas (entre otras) necesarias para que funcionen.
Y antes de despedirme, aprovecho para agradecer tu generosidad y tu constancia en las publicaciones de este blog.
Un abrazo.
Publicar un comentario