lunes, 19 de agosto de 2013

“Sin querer queriendo…”



Publicado en Puebla on line.
Jueves, 07 de Julio de 2011 22:21
 
 "No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana” y “no hagas tú lo que puedan hacer otros”. Estos dos principios se mencionan de modo humorístico refiriéndose a la “cultura del  menor esfuerzo” que parece caracterizarnos a los mexicanos.
 
Una manifestación moderna de esta cultura distorsionada en la que tratamos de evadir nuestros compromisos es la del copiar y pegar en la realización de tareas escolares y ensayos académicos encargados por los profesores.
 
En mi experiencia como docente y en el trato cotidiano con los maestros con quienes trabajo en cursos y talleres de formación, es cada vez más frecuente encontrar y comentar los múltiples casos de estudiantes que entregan trabajos plagiados de artículos que bajan de  internet.
 
En efecto, el copiar-pegar se ha convertido en toda una cultura que afecta los procesos de aprendizaje en todos los niveles y modalidades educativas como una plaga que pareciera imposible de detener. Cuando digo “en todos los niveles y modalidades educativas” no estoy haciendo una falsa generalización sino reflejando una realidad que por desgracia es cada vez más común en la vida cotidiana de las escuelas y universidades.
 
Como docente en activo he vivido en carne propia este mal, al recibir trabajos copiados y pegados de internet no solamente por alumnos de licenciatura sino incluso por profesores en talleres y diplomados de formación docente, lo cual resulta terrible si pensamos que son precisamente estos profesores los que están educando a las nuevas generaciones. ¿Qué aprenderán los alumnos de educación básica, media superior o superior de un profesor que no es capaz de realizar un trabajo por sí mismo o que siendo capaz no quiere hacer el esfuerzo de pensar y escribir sino que copia las ideas de otros? ¿Cómo evitar que los alumnos cometan plagio si están diariamente en el aula con “profesores pirata”?
 
Los dos casos que creía más graves los viví recientemente con  alumnos de doctorado que plagiaron, en un caso, un gran porcentaje de un ensayo final de una asignatura y en el otro, gran parte del borrador del marco teórico de su proyecto de investigación. 
 
Sin embargo y para que no pensemos que este mal es exclusivo de nuestro país, está el caso de un escándalo que está causando gran polémica en Alemania. Se trata nada menos que del Ministro de defensa Karl-Theodor Zu Guttenberg quien ha sido descubierto y acusado a principios de este año 2011 de haber plagiado un gran porcentaje de su tesis doctoral.
 
El ministro ha reconocido este plagio y ha renunciado “temporalmente” a su grado de doctor por la Universidad de Bayreuth, pero no a su cargo.
 
“Sí. Cometí errores, graves errores que lamento. Pero no incurrí en plagio, ya que no hubo por mi parte, intención de engañar”, declaró el ministro al reconocer el “corta y pega” realizado en su tesis doctoral que fue denunciado por un periódico.
 
Esta declaración llama poderosamente la atención porque parece ser el común denominador de los que cometen este tipo de fraude intelectual. La constante tiene siempre estos dos elementos: El primero, suavizar el hecho llamando “error” a un acto inmoral y el segundo, exculparse apelando a que “no hubo mala intención” en la acción cometida.
 
De manera que por una parte, las acciones dolosas y el comportamiento no ético ya no es considerado con toda la fuerza negativa que tienen, sino como simples “errores” de quienes los cometen y por otra parte, siempre hay una excusa –exceso de trabajo, combinación de muchas actividades, falta de tiempo, etc. – que justifican el plagio y buscan negar o reducir la responsabilidad y las consecuencias de estos hechos.
 
Algo estamos haciendo mal en la formación ética de los niños y jóvenes de hoy, no solamente los profesores y las escuelas sino los padres de familia, los medios de comunicación, los políticos y la sociedad en general donde estamos llegando a construir esta cultura distorsionada en la que no solamente es cada vez más frecuente robar las ideas de otros sino que se empieza a mirar este patrón de comportamiento como menos grave y hasta “natural”.
 
Este es un gran desafío para la educación en valores de nuestro tiempo. Formar la conciencia sobre la gravedad de las acciones no éticas y la responsabilidad para asumir las consecuencias de estas acciones, consecuencias que no pueden atenuarse o borrarse diciendo como aquel personaje cómico de nuestra infancia: “fue sin querer queriendo”.
 


**Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com 
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