domingo, 9 de octubre de 2016

XIV.-”Tratarlos como adultos” o hacia una cultura sin niños.






*Fragmentos de mis memorias de vida en Boston (1997-1998)

            Pensé de inmediato en Mariana y Paulina, pensé en Gaby enfrentando algo así al ver la fotografía de la maestra asesinada por salvar la vida de una de sus alumnas, al ver las fotografías de las niñas víctimas de esa violencia irracional que está llegando hasta las escuelas elementales, hasta los niños. Cuatro niñas de entre once y trece años muertas, cinco más, heridas de bala y una maestra de treinta y dos años, con una hija de dos y uno más en camino también asesinada, fue el saldo de este increíble, doloroso, indignante suceso. ¿El lugar? Jonesboro, Arkansas, la middle school del pueblo, ¿El día? martes 24 de Marzo, ¿el motivo? nadie quizá lo sabrá nunca...
            Los hechos fueron así: a mediados de esa mañana de martes, un niño de once años, alumno de esa escuela, entró a los baños y accionó la alarma contra incendio corriendo de inmediato hacia afuera de la escuela donde, escondido entre los árboles lo esperaba su compañero de trece años. Ambos vestían traje militar como de camuflaje que parece que usaban para ir de cacería con sus papás, seguramente allí aprendieron a usar las armas de alto poder que usaron para disparar indiscriminadamente y a mansalva a todos los alumnos y profesores que salían de los salones para evacuar la escuela por efectos de la alarma de incendios.
            Un tristísimo episodio para ese  pequeño poblado. Nadie se explica cómo pudo ocurrir algo semejante. Los niños agresores parecían normales, así lo atestigua entre llanto el abuelo de uno de ellos.  Un hecho que ya se había dado de manera similar en otro pueblo de Kentuky y en uno más en otro estado.
            A partir de allí el morboso seguimiento de los medios: todo lo que se cubre es la tragedia, los protagonistas, los papás de los agredidos y de los agresores, los servicios funerarios, etc. El pueblo se queja de la súbita invasión de reporteros, cámaras y equipos que se inmiscuyen en su vida privada todo el tiempo. Algunos lo justifican: hay necesidad de esto.
            Sin embargo lo más sorprendente para ojos extranjeros como los míos es el hecho de que se hable solamente de dos cosas: de los programas que se están instrumentando en algunas escuelas para hacer que los niños puedan enfrentar estas situaciones de violencia en las escuelas que según dicen, no pueden evitarse; y por otra parte, la mayor cantidad de tiempo dedicada a hablar y discutir sobre el aspecto legal: ¿Cómo pueden las leyes evitar esto? ¿limitar la venta y uso de armas? ¿Cómo reglamentar estas cosas en los colegios donde algunos alumnos ya han sido suspendidos en otros lugares por llevar armas de fuego? y sobre todo ¿Cómo se va a enfrentar legalmente la situación de estos dos pequeños asesinos?
            Como me decía un amigo, Bob, la mayoría de la gente quiere que a estos niños los encierren en la cárcel para toda su vida. Sin embargo él mismo me decía: ¿cómo condenar a estos dos niños tan pequeños a la cárcel de por vida?
            Los medios discuten un aspecto para ellos muy importante que es el hecho de que para estos casos se les de trato de adultos a los agresores y no se aplique la ley de menores que les permitiría salir libres al cumplir dieciocho años. ¿Tratarlos como adultos? ¿No será que el problema es que precisamente nadie los ha tratado como niños desde que nacieron: ni su familia, ni los medios mismos, ni la escuela, ni esta sociedad precoz y sobreestimulada? ¿no será que el problema es esta sociedad donde los niños ya no son niños, donde como dice Yadira, ya no tienen mirada inocente de niños, ya no juegan como niños, ya se burlan de aquéllos que se comportan como niños?
            Otra cosa es sorprendente : todos hablan de estos aspectos legales pero nadie trata de investigar el por qué de estas tragedias y la razón de estos comportamientos. Nadie habla de que esta sociedad está enferma, nadie cuestiona el culto a la violencia en el cine, en la televisión, en los mismos deportes de este país y hasta en los jueguetes de los niños, nadie habla de la trivialización del valor de la vida que se ve por todos los rincones de esta sociedad en la que como un laboratorio neodarwinista solamente sobreviven los más fuertes. Nadie dice que por ejemplo, las mascotas cibernéticas hacen que el niño vea como algo tan natural la muerte y como algo tan sencillo el “revivir” o sustituir a una mascota por otra que en la vida real se reflejan estos significados en comportamientos concretos como el que dió origen a esta tragedia. Nadie es capaz de pensar siquiera que esta sociedad está mal, que tiene algún error, ¿cómo, si esto es el paraíso de la libertad y la democracia?
            Pensé de inmediato en Mariana y Paulina, pensé en Gaby, pensé en que ellas asisten a una escuela como esta de los crímenes aquí en Boston, una escuela donde para terror de los latinoamericanos que llegamos no existen rejas ni bardas ni nada que impida la entrada de cualquier desconocido aunque sea con armas ni la salida de cualquier niño que inocentemente puede desaparecer. Pensé sobre todo en la educación, la educación acá pero también la de México. No tardaremos en llegar a estos extremos si nos seguimos empeñando en imitar ciegamente a estas sociedades “desarrolladas”. No tardaremos en llegar a esto si seguimos empeñados en que la escuela forma solamente las mentes y no tiene nada que ver con los afectos, las emociones, los valores y las decisiones de los alumnos.

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Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...