Para Don Carlos Muñoz Izquierdo, por su testimonio de vida y
obra nacidas de la
convicción profunda.
Filosofía educativa e
impacto educativo: contexto.
En la primera conferencia de
Cincinatti de 1956, cuya compilación fue publicada con el título Topics in
Education y traducida al español como
Filosofía de la Educación (1998), Bernard Lonergan analiza la postura de John
Dewey acerca de la relación entre filosofía y educación y plantea que en la
visión del pedagogo estadounidense de mayor influencia, “educar es hacer
operativa una filosofía”.
En efecto, Lonergan afirma que según
Dewey, la filosofía es el componente reflexivo y la educación el componente
operativo del proceso por el cual los seres humanos promueven la formación de
las nuevas generaciones. De manera que detrás de todo conjunto de prácticas
educativas existe siempre una filosofía explícita e implícita.
El problema está ahí precisamente,
en que este componente reflexivo –la filosofía que sustenta a una educación
determinada- puede ser explícitamente definida y promovida o bien, estar
implícita y no ser clara para los sujetos que protagonizan estas prácticas
educacionales.
De manera que no resulta ocioso sino
todo lo contrario en un sistema de universidades como el jesuita de México,
preguntarse cuál es la filosofía que se está haciendo operativa a partir de los
procesos formativos realmente vividos por sus estudiantes y qué impacto y
permanencia tiene esta filosofía en la vida profesional y ciudadana de estos
estudiantes una vez que egresan de la universidad.
Esta es mi interpretación personal
del objetivo y sentido de la investigación que aquí se comenta. No se trata,
desde mi punto de vista, de una investigación convencional de seguimiento de
egresados sino de un ejercicio de autoanálisis, de auto revisión y en el fondo
de autoevaluación del impacto de su filosofía educativa explícita en la
cosmovisión que guía la vida profesional de sus egresados.
Para el Sistema Universitario
Jesuita (SUJ), que tiene claramente definidos un ideario, una filosofía
educativa, unas orientaciones fundamentales que afirman como una de sus
prioridades formativas la “el fomento de una conciencia viva y operante de la
justicia social” (cfr. Ideario UIA, 2.3) resulta fundamental el planteamiento
de la pregunta: ¿Cuál es la filosofía que se está haciendo realmente operante
entre nuestros estudiantes y cómo se manifiesta esta filosofía en su vida
profesional al egresar de la universidad? ¿Es la filosofía explícita que quiere
“contribuir a la construcción de cambios acordes con la justicia social” en el
país o es la filosofía implícita –la del curriculum oculto- que privilegia el
éxito, el poder y el dinero como elementos centrales orientadores de la vida de
un buen profesional?
Este es el sentido que yo encuentro
a este proyecto y la validez y pertinencia que tiene “replicar” la
investigación coordinada por el Dr. Muñoz Izquierdo en 1992, “réplica” –así
entre comillas por lo que más delante se abordará- que debería realizarse
periódicamente con fines de mejora, ajuste y reorientación de las estrategias
formativas.
¿Una réplica o una inspiración? :
Antecedentes.
Para realizar este comentario he
recibido como insumos: el protocolo de la investigación, el cuestionario y la
guía de entrevista propuestas, así como un informe sintético preliminar
realizado por el equipo de investigadores con información al 30 de septiembre
de 2012 y una ponencia de la Dra. Isabel Royo Sorrosal, coordinadora del
proyecto en la Ibero Puebla.
En el protocolo del proyecto se hace
un planteamiento del antecedente directo de este trabajo, que es la muy
conocida y consultada investigación realizada por Muñoz Izquierdo en 1992, que
fue replicada en Ibero Puebla e Ibero León y se hace una justificación de las
razones por las cuales se considera pertinente hacer una réplica de esta
investigación.
Entre las razones que se mencionan
están: los cambios curriculares y la creación de nuevas carreras en el SUJ, el
cambio en las condiciones socioeconómicas de los estudiantes, la conveniencia
de conocer cómo evolucionan los valores sociales y profesionales en los
egresados al pasar un tiempo en el que ya consolidaron su estabilidad económica
familiar y la oportunidad de conocer diversos factores de la trayectoria como
estudiantes de los sujetos a estudiar.
Sin embargo, aunque se plantea como
réplica, al revisar los documentos citados se cae en la cuenta de que no es una
réplica convencional en la que se realiza nuevamente la misma investigación
ajustando algunos detalles de los instrumentos aplicados y del método de
análisis a realizar, a partir de la experiencia previa.
El caso que comentamos es el de una
investigación que se inspira en las finalidades y estrategias de la que
realizaron Muñoz Izquierdo y su equipo en los noventas pero a partir de esa
inspiración y de la visión del mismo Muñoz Izquierdo y del nuevo equipo de
investigación, en esta nueva ocasión, interinstitucional, se diseña
prácticamente un proyecto nuevo, cuidando que tenga elementos de comparación
con el trabajo anterior y simultáneamente pueda ser comparable en sus
resultados con una investigación externa internacional como es la European
Social Survey. Esta doble posibilidad de comparación de resultados es un gran
acierto de este segundo ejercicio, lo mismo que su carácter interinstitucional
desde el diseño y la participación de prácticamente todas las universidades del
SUJ.
En el informe de septiembre se
detalla también un cambio en el marco teórico que sustenta el proyecto que en
el original de 1992 era predominantemente sociológico y desde las teorías de la
reproducción propuestas por autores franceses como Pierre Bordieu (1977) y que
ahora se sustenta esencialmente en la teoría psicosocial de los Valores humanos
básicos de Shalom H. Schwartz, profesor de la Univeridad Hebrea de Jerusalem.
Lo anterior muestra también una reestructuración profunda del trabajo a partir
de la puesta al día de los enfoque teóricos que resultan más pertinentes para
una adecuada comprensión del tema de los valores en la sociedad actual.
El lugar desde donde los egresados leen la
realidad: la meta del proyecto.
“Hay
un lugar en la conciencia, un locus implícito desde donde cada persona lee la
realidad. Está definido por los propios valores, intereses y expectativas; la
educación, la familia, las amistades, el carácter personal y sobre todo la
posición social confluyen en él…”
(Latapí,
2009; 143)
La meta del proyecto es en esencia
el estudio de ese locus implícito desde donde los egresados leen la realidad.
Ese lugar que se va conformando a partir de la familia, las amistades, la
educación, el carácter personal y SOBRE TODO, la posición social.
Ya el estudio de 1992 mostraba que
los egresados leían la realidad desde la dinámica de la consolidación de su
posición económica personal y familiar y el estudio cualitativo de historias de
vida realizado por Bazdresch en el ambiente generado por esta investigación,
daba cuenta de que la posición social resultaba inversamente proporcional a ese
lugar desde donde se lee la realidad, de manera que los egresados con mejor
posición social tenían una visión más individualista y los de posición social
menos favorecida tenían una mayor afinidad con la visión del solidarismo
cristiano (Bazdresch, s/f).
El estudio de 1992 que por cierto
despertó una interesante polémica al interior de la UIA México, no contemplaba
sin embargo elementos como la familia, las personas cercanas que influyeron
para bien o para mal en esta visión del mundo ni exploraba explícitamente los
elementos del proceso de formación universitaria que pudieran haber sido
determinantes en la conformación, consolidación o aún cambio de este locus
valorativo de la realidad social.
La propuesta actualizada sí
considera explícitamente estos elementos, cosa que despierta un interés
especial porque desde mi punto de vista permitirá construir una comprensión más
amplia y detallada de todos los elementos tanto relacionados con el tránsito
por la universidad como los ajenos a ella que inciden en la formación de una
conciencia social más o menos operante.
Una novedad importante en este
proyecto respecto al que lo inspira es el diseño de una segunda etapa
cualitativa en la que con base en entrevistas a una muestra más pequeña,
obviamente no representativa estadísticamente, se profundizará en los
resultados de la encuesta para tener un panorama más amplio de explicación del
fenómeno.
La formación en valores sociales y
profesionales como proceso práctico.
“Ser profundamente prácticos
renunciando a lo que se considera lo práctico” dice Lonergan para sintetizar su
invitación al compromiso con la Cosmópolis, es decir, al compromiso con la
transformación humanizante del mundo a partir del ejercicio de la inteligencia
directa, reflexiva y existencial. Ser profundamente prácticos abriéndonos a la
búsqueda constante, permanente, sin cuartel de lo que resulta más inteligente,
más razonable y más responsable para construir una sociedad humana, es decir,
justa, equilibrada y fraterna.
Este es un elemento que se extraña o
que yo personalmente extraño en el protocolo y en el cuestionario donde parece
predominar implícitamente la idea de que los valores sociales se forman
exclusivamente en espacios curriculares o extra curriculares de carácter
práctico: el servicio social, las prácticas profesionales o la pertenencia a
organizaciones o agrupaciones con causas diversas o bien que se forjan también
en la dimensión práctica de las relaciones interpersonales con sujetos que
resultan significativos para la vida de cada sujeto.
Sin negar la relevancia que tiene la
experiencia de contacto directo con realidades de pobreza y exclusión o de
comunicación interpersonal de significados con personas cercanas, profesores,
directivos, compañeros, etc. que inciden principalmente en las dimensiones
afectiva y operativa o de acción de los valores, es notoria la ausencia de
preguntas que indaguen acerca del impacto de la reflexión teórica realizada en
asignaturas específicas o en actividades de carácter intelectual, propias de la
vida universitaria en la conformación de los marcos valorales desde donde los
egresados interpretan la realidad en la que viven.
Aún cuando en el protocolo se
menciona que se han reforzado en los años que van desde el primer estudio de
egresados a la fecha las materias de formación humanista –integración antes,
hoy reflexión universitaria- estas asignaturas diseñadas específicamente para
la formación de los valores humanos básicos y de la conciencia social operante
en los estudiantes no se incluyen como una experiencia significativa posible en
la formación valoral. No se diga ya, las asignaturas propias de cada profesión,
que bien planeadas y vividas pueden ser fundamentales para la construcción de
un marco conceptual sólido y crítico sobre la realidad social que se vive y
sobre el ejercicio ético de la profesión con miras a transformarla.
En su muy conocido discurso
Educación y valores, pronunciado en la UIA México en 1990, Kolvenbach señalaba
ya que los valores se construyen y asimilan en tres dimensiones: la de los
conocimientos y la razón, la de los sentimientos y la de la acción. La
concepción que parece imperar en la investigación enfatiza las dos últimas
dimensiones y olvida la primera. La valoración adecuada de la teoría y la
reflexión en el currículo de ARU y en el de las materias profesionales y el
diseño de experiencias que no solamente sensibilicen sino que promuevan la
recuperación, el análisis y la contrastación con teorías sólidas de las
realidades socio profesionales es un elemento fundamental que tendría que
destacarse.
En los límites estrechos: educación y
justicia.
“…los
límites en los que la educación puede inducir cambios estructurales a favor de
la justicia son muy estrechos…”
(Latapí,
2009; 61)
Si bien es cierto lo que afirma
Latapí respecto a las enormes limitaciones de la educación y según muchos
autores en especial la educación superior en la modificación de los valores que
la sociedad dominante imprime en los educandos, resulta indispensable, sobre
todo en un país que sigue viviendo enormes injusticias y padece una desigualdad
históricamente lacerante y en un mundo que tiende a sobre valorar la cultura
del éxito, la eficiencia y la competencia, que existan instituciones que
persistan en la misión de promover una conciencia social viva en sus
estudiantes y generar valores sociales y profesionales que apunten hacia el
respeto a la dignidad de todas las personas y hacia la convivencia justa y
armónica en democracia real.
En tiempos de crisis civilizatoria
son indispensables las instituciones educativas comprometidas con modelos que
operen en esos límites estrechos que tratan de operativizar la filosofía que
relaciona educación y justicia como elementos inseparables.
Para persistir en el esfuerzo y
hacerlo con alguna probabilidad de incidencia real se requiere investigar y
generar conocimiento sobre los elementos que están ayudando y los que están
obstruyendo la operativización de esa filosofía para a partir de ese conocimiento
generar creativamente procesos de mejora continua.
La formación de élites responsables.
“Hoy
me sigo preguntando si México cuenta con los recursos para orientar debidamente
a sus élites; lo comparo con otros países de tradiciones más maduras y concluyo
que no. Me temo que seguiremos a la deriva y nuestra patria seguirá siendo un
proyecto colectivo fallido, un país “que no la hizo” y perdió sus oportunidades
históricas”.
(Latapí,
2009; 42)
Así como los sueños y los ideales
juveniles muchas veces desbordados e inviables se van matizando con los años,
así podría ser que el SUJ, que las universidades jesuitas vayan acotando sus
finalidades educativas respecto al tema de la justicia social y los valores
sociales.
Tal vez después de más de cuarenta años
del mítico sesenta y ocho la idea de formar líderes sociales contraculturales
que se inserten en los sectores más pobres y oprimidos del país y desde ahí
promuevan el cambio social necesario se ha ido modificando ante los cabios que
la misma realidad ha venido sufriendo y ante las evidencias de estudios como el
de 1992 y otros.
Quizá sea el momento de decir, a
partir de lo que muestra la investigación, que las universidades jesuitas en
particular y las universidades de inspiración cristiana en general deberían
dirigir sus esfuerzos a ser eficientes en la tarea de orientar debidamente a
las élites del país (aún los alumnos de clase media, que predominan hoy en
nuestras universidades son parte de las élites que tienen acceso a los
satisfactores básicos) para que a partir de valores sociales y profesionales
humanistas orienten su práctica hacia la promoción de cambios graduales pero
firmes hacia la equidad y la justicia. Tal vez investigaciones como la que hoy
comentamos nos muestren que avanzamos en ese camino o tal vez nos indiquen que,
como afirma Latapí, tenemos que ser más bien pesimistas y constatar que
seguimos a la deriva, siendo un proyecto colectivo fallido y perdiendo
oportunidades históricas.
Ojalá no sea así. Ojalá los
resultados de este estudio muestren que la educación superior humanista de
inspiración cristiana no ha sucumbido del todo a los embates del sistema
economicista de consumo deshumanizante y que está logrando tener algún impacto
en sus egresados en la línea de construcción de un lugar desde donde mirar la
realidad que se ubique cerca de los que padecen la historia en lugar de
protagonizarla.
Sea cual sea el resultado, el
conocimiento que esta investigación va a aportar puede servir para afinar las
estrategias, hacer una reflexión profunda y seria sobre la distancia entre el
discurso humanista y de compromiso social y las prácticas educativas
cotidianas, la filosofía implícita en las estructuras organizacionales y las
prioridades de gestión, la cultura universitaria que muchas veces, al modo de
Penélope globalizada teje por un lado lo que desteje por otro.
Cualquiera que sea el resultado,
resulta deseable que el conocimiento que de él se obtenga no sea interpretado
institucionalmente como una evaluación en blanco y negro acerca de la
pertinencia de la educación universitaria con sello jesuita sino desde el
análisis complejo que permita probar que la universidad es capaz de
inteligencia superior y por ende de aceptar –como afirma Scott Fitzgerald- dos
ideas contrarias y seguir funcionando, que cuenta con la madurez necesaria para
“aceptar que las cosas no tienen remedio y continuar, sin embargo, dispuesta a
cambiarlas”.
REFERENCIAS.
Bordieu, P. &
Passeron, J.C. (1977). Reproduction in education, society
and culture. Beverly
Hills, CA. Ed. Sage.
Kolvenbach, P. H. (1990). “Educación y valores”. En Cuadernos del sistema UIA: Peter Hans Kolvenbach S. J. en México. México. Sistema Educativo
Universidad Iberoamericana.
Latapí, P.
(2009). Finale prestissimo. Pensamientos,
vivencias y testimonios. México. Fondo de Cultura Económica.
Lonergan,
B. (1998). Filosofía de la educación, México, Universidad
Iberoamericana.
Muñoz Izquierdo,
Carlos y Maura Rubio (1993). Formación
universitaria y compromiso social: algunas evidencias derivadas de la
investigación. México: Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Muñoz Izquierdo,
Carlos y Joaquina Palomar (1994) Un acercamiento cualitativo al estudio de la
formación valoral de los egresados de una universidad privada de la ciudad de
México. Revista Latinoamericana de
Estudios Educativos (México) vol. XXIV, núms.1 y 2, pp.39-82.
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