*De mi columna Educación personalizante en Lado B, publicado en febrero de 2012.
“Los hombres han nacido
los
unos para los otros;
edúcales
o padécelos.”
Marco Aurelio.*
1.-Padecernos.
Si
circulamos por las calles de Puebla al volante de nuestro auto y continuamente
podemos observar la creciente falta de respeto de los automovilistas por la
señales de tránsito: autos pasándose el alto “porque no viene nadie y yo tengo
prisa”, vehículos detenidos en la esquina invadiendo el área de cruce peatonal
“porque no sirven para nada”, coches circulando en sentido contrario “porque
así cortamos camino”, personas que se estacionaron en doble fila “porque es muy
rápido, nada más espero que mi hijo salga de la escuela, solamente voy a
comprar mis papás del ruso, voy a dejar un papel y regreso” y una larga lista
de etcéteras.
Si
pretendemos estacionarnos en un centro comercial, resulta que por la flojera de
caminar vemos a medio mundo dejando su
coche en los lugares de discapacitados o parados justo enfrente de las tiendas
ancla al lado de la banqueta, donde no hay cajones de estacionamiento. Pero no
importa, como esas personas van a comprar y “el cliente siempre tiene la
razón”, Angelópolis y otros centros comerciales han preferido pintar los
cajones donde la gente se estaciona imprudentemente antes que sancionar de alguna manera a los
clientes que cometen estas faltas de respeto al reglamento. En el hospital más
Angeles los visitantes no respetan los lugares para discapacitados, destinados
a quienes llegan con enfermos y ahora incluso se estacionan en la rotonda de
circulación frente a la puerta, también con la complacencia de las autoridades
del lugar. (http://yfrog.com/hwu7hepj )
Si
por el contrario somos peatones también estamos continuamente dejando de
respetar las normas viales y cruzando la calle corriendo en vez de usar el paso
peatonal elevado o ir a la esquina a cruzar en la zona destinada para hacerlo,
etc.
En
las tiendas o supermercados vemos continuamente también cómo la gente se mete
indebidamente en la fila al menor descuido de quienes están formados, trata de
sacar ventaja de cualquier situación y obstruye el paso de personas que
requieren apoyo especial sin importarles mayormente cualquier cosa que vaya más
allá de su prisa.
2.-Educarnos.
Nos
hemos referido en este espacio a uno de los “cuatro pilares de la educación del
siglo XXI”: el aprender a convivir (http://ladobe.com.mx/2012/01/aprender-a-convivir-el-pilar-y-sus-cimientos/
). Es importante ahora referirnos a otro de estos pilares fundamentales que
señala la comisión Delors por encargo de la UNESCO: Aprender a ser (http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF).
Aprender
a ser implica la educación de la individualidad de cada estudiante para
capacitarlo en la construcción de su propia existencia, que es quizá el mayor
desafío personal que todo ser humano tiene que enfrentar . Orientar la educación hacia el desarrollo
humano de cada sujeto que vive cotidianamente en las aulas no es una tarea
fácil en una sociedad con rasgos posmodernos en los cuales, en nombre de una
recuperación de la subjetividad se ha caído en el subjetivismo cognitivo y
moral y con el pretexto de la educación para la realización y la felicidad de
cada individuo se ha llegado a un individualismo aplastante que rompe la
búsqueda de comunidad y pone en grave riesgo la convivencia democrática.
Este
pilar fundamental para la educación de una humanidad que sea capaz de salvarse
realizándose, tiene como tarea básica, según el texto de Delors, educar “ para
que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con
creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal…” (http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF
p. 36)
Lo
anterior implica una labor conjunta entre maestros, padres de familia,
directivos escolares, medios de comunicación y otras instancias sociales para
formar personas que realmente sean autónomas, es decir, capaces de
autodeterminarse en medio de las circunstancias que les toca vivir según su
contexto histórico-social-económico-político-cultural. Esta autonomía no
significa de ninguna manera personas que “hagan lo que se les antoje” o que
impongan su voluntad o sus intereses egoístas a los demás porque implica, como
dice esta obra, el juicio y la responsabilidad personal.
Sin
embargo el contexto subjetivista e individualista en que vivimos parece
confundir aprender a ser con imponer nuestro parecer a los demás y ser
autónomos con hacer lo que nos plazca sin ser contrariados. Muchos padres de
familia se enfrentan hoy a los docentes o a la escuela de sus hijos porque “se
atrevieron” a corregirlos o a ponerles límites o a enfrentarlos a la
frustración para desarrollar la tolerancia, cuestión fundamental en el
aprendizaje del ser auténticamente humanos y verdaderamente autónomos, es
decir, responsablemente libres.
La
moda nos dice que nuestros hijos deben ser felices a toda costa y no se les
puede contrariar so pena de generarles traumas y problemas de autoestima para
el resto de su vida. Paradójicamente con esta forma de actuar les estamos
condenando a la infelicidad porque no tendrán herramientas para enfrentar la
vida que no es siempre como queremos ni nos consiente que hagamos absolutamente
lo que se nos antoje.
Educarnos
o padecernos, era la disyuntiva que planteaba Marco Aurelio a partir de que
aprendemos a ser siempre con otros y no podemos ser si pasamos por encima o
ignoramos a esos otros. Educarnos o padecernos sigue siendo el desafío de un
aprendizaje sano para el desarrollo de la individualidad en los tiempos
ególatras que vivimos.
Ojalá
reflexionemos sobre este desafío y tratemos de enfrentarlo en la educación de
las nuevas generaciones para no padecerlas en el futuro como estamos
padeciéndonos hoy en cada escenario de nuestra vida social.
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