lunes, 9 de julio de 2012

¿Volverán a convertir el triunfo en derrota?: fijando mi postura 2


2.-El falso dilema entre el masoquismo y el fraude: durante.

            Así llegamos a las campañas del 2012 que en realidad, en el caso de EPN y de AMLO habían empezado seis años antes. Del lado de EPN a través de la estrategia ya descrita de creación de un personaje de telenovela o de una estrella de rock, del lado de AMLO a través de la construcción de MORENA (movimiento de regeneración nacional) y de un recorrido sistemático por todo el país para generar la estructura territorial que el PRI ha tenido siempre y que el PAN y la izquierda no han podido construir. Opacidad y posible ilegalidad del lado de EPN que gastó muchos millones de pesos en contratos con los medios que disfrazaron de información lo que era abierta propaganda. Opacidad por parte de AMLO que nunca ha revelado la cantidad, el origen y el uso de los recursos de los que vivió y con los que hizo campaña –por muy austera que haya sido, fueron seis años- por todo el territorio nacional y pagó también spots en medios a través del PT.
            Del lado del PAN llegamos a la campaña con una candidata surgida de un proceso electoral interno entre siete precandidatos muy pequeños –“caballada flaca” decían los priistas clásicos- en el que a pesar de tener en contra al presidente y su equipo pudo triunfar y obtener con ello un capital democrático y una valoración mediática que se dedicó a dilapidar con sus errores.
            Contra lo prometido por los defensores de la reforma electoral de 2007 respecto a que se iba a acabar con la spotización, vivimos una saturación impresionante y agotadora de spots de todos los candidatos. En este proceso hubo un estricto seguimiento de la proporción de spots por partido y un monitoreo muy detallado de la cobertura de cada medio y el tiempo dedicado a cada candidato.  En esta etapa del proceso, a pesar de lo que se diga, hubo equidad en la cobertura de los medios, salvo el “detalle” del error de las encuestas que se equivocaron por diez puntos o más en la ventaja que obtendría Peña Nieto y en su predicción de que el PRI obtendría la mayoría en el congreso, que siempre quedará como una sombra de duda sobre este proceso porque este error generalizado se asume en muchos ciudadanos como un factor de sesgo de la votación e incluso se menciona por otros como una especie de complot deliberado para generar el triunfo de EPN.
A pesar de la equidad en cuanto a spots y cobertura durante los 90 días de campaña, es claro sin embargo que “el daño ya estaba hecho” con toda la propaganda y posicionamiento de EPN durante seis años en los principales medios electrónicos e impresos del país.
            La campaña fue corta y hubiera sido totalmente tediosa e incluso quizá hubiera tenido resultados muy cercanos a lo que decían las encuestas si no hubiera sido por la generación, a partir de un hecho aleatorio e imprevisto –la desafortunada presencia y actuación de EPN en la Ibero México-, del movimiento #yosoy132 que inyectó dinamismo, frescura, criticidad y beligerancia a la etapa final. Entre los logros principales del movimiento y que creo que quedan ya para la historia futura de México estuvieron sin duda, en primer lugar, la convocatoria y organización del primer debate no organizado por el IFE en toda la historia electoral del país y la movilización de miles de ciudadanos que exigieron y siguen exigiendo la democratización en los medios. Es de celebrarse esta participación de los jóvenes que ojalá sigan, a pesar de las lógicas divisiones y pluralidad de movimientos dentro del movimiento y de las previsibles intenciones de manipulación por parte de grupos políticos radicales, dentro de la ruta pacífica y apartidista que plantearon desde su origen.
            Todo iba moviéndose relativamente bien hasta pocos días antes de la campaña donde AMLO volvió a plantear el discurso del fraude. Durante varios días cuestionó nuevamente la credibilidad del IFE y de las instituciones electorales del país y como previendo ya su derrota –a pesar de volver a inventar que iba tres puntos arriba, según unas encuestas propias que nunca dio a conocer-, anunció que si perdía, se iba a deber a que había ya un fraude en marcha.
            Previamente al discurso del fraude, AMLO había planteado que su derrota sería el producto de un “masoquismo colectivo” –con esa humildad que lo caracteriza, asumía que todos deberíamos votar por él, a menos que nos gustara sufrir- y que en caso de que así fuera, él aceptaría la derrota porque la decidiría el pueblo, aunque estuviera equivocado.
            De este modo, la alternativa quedó clara: AMLO tenía que ganar y si perdía, se iba a deber al masoquismo colectivo o a un fraude orquestado que ya estaba en marcha. Pero como la premisa mayor es siempre que el pueblo es sabio, quedaba implícita la hipótesis del fraude. Esto desató toda una ola de rumores y falsedades en las redes sociales: Se cuestionó por ejemplo que el IFE de manera “malévola” quería anular los votos por AMLO porque había puesto los logos de los partidos por separado y si se tachaban dos o más logotipos el voto se anularía. Esta acusación basada en la ignorancia absoluta sobre el nuevo COFIPE, se aclaró cuando el IFE promovió públicamente la manera en que se iba a votar según las nuevas reglas. Se cuestionaron supuestas boletas falsas aunque el IFE aclaró que había algunas boletas con folios equivocados como sucede en toda elección y que se habían detectado y anulado. Se cuestionó unas horas antes de la elección el uso de lápices especiales que se produjeron especialmente para la votación porque según esto, el IFE iba a borrar los votos por AMLO. Esto también fue aclarado en su oportunidad, aunque mucha gente contagiada por la desconfianza ante este discurso del fraude, llevó sus plumas y plumones para votar.
            Sin embargo, días antes de la elección, presionado por organismos civiles, AMLO acudió junto con los demás candidatos a firmar el “pacto de civilidad” que lo comprometía a aceptar los resultados.
            El día de la jornada electoral, como hace seis años, AMLO y su equipo participaron sin ningún cuestionamiento. Las casillas se abrieron razonablemente bien. Hubo un récord histórico en el número de casillas instaladas, solamente DOS CASILLAS! No pudieron instalarse en todo el país. Las votaciones se desarrollaron con tranquilidad, sin mayores incidentes salvo en algunos casos muy contados de violencia e irregularidades graves. Se reportaron menos de dos mil irregularidades en casillas, menos de la mitad que en 2006.
            Por la noche todo parecía en orden. No había mayores quejas. Pero cuando empezaron a fluir los resultados de conteos rápidos y se inició el PREP, ante la inminencia del triunfo de EPN se empezaron a desatar todo tipo de rumores, muchos de ellos basados también en la ignorancia o incluso en deliberados intentos de distorsionar las cosas para alegar ese fraude previamente inventado por el candidato de las izquierdas.
            Algunas de ellas:
            1.-¿Por qué el IFE dio a conocer resultados y dijo que EPN iba a obtener entre un 6 y un 7% más de votos que AMLO si el PREP reportaba un porcentaje muy bajo de captura de casillas? Esto se asumía como fraude cuando en realidad partía de la ignorancia de la diferencia entre el conteo rápido y el PREP. Mucha gente pensaba y sigue pensando que son lo mismo. El IFE había explicado que el conteo rápido era un proceso muestral, estadísticamente válido, muy cuidadosamente diseñado y que aportaría resultados muy precisos y cercanos al conteo final porque iba a tomar, directamente de las actas de 7500 casillas elegidas científicamente en todo el país, los resultados para hacer una proyección estadística. El resultado que dio a conocer el consejero presidente no tenía nada que ver con el PREP, era el resultado del conteo rápido y tenía por tanto una alta confiabilidad.
            2.-¿Por qué durante la noche empezaron a disminuir los porcentajes de votos a favor de AMLO y a aumentar los de EPN? Esto también se manejó como parte del fraude –y AMLO mismo lo avaló en una conferencia de prensa el lunes 2- y es otro producto de la ignorancia. Resulta obvio que las primeras casillas en reportar resultados sean las de la ciudad de México y el centro del país donde AMLO tiene más seguidores y que las regiones apartadas y las poblaciones pequeñas que es históricamente donde el PRI tiene más simpatizantes, vayan llegando más tarde. Esto explica claramente el comportamiento del IFE.
            3.-¿Por qué “la prisa” del consejero presidente del IFE y del presidente Calderón para salir a anunciar al ganador cuando no se había terminado el conteo? En todo país democrático civilizado, cuando se tienen los resultados de proyecciones estadísticas serias y oficiales y estos resultados plantean una diferencia entre el primer lugar y los que siguen que es superior al margen de error estadístico, las autoridades electorales y las autoridades constituidas hacen anuncios sobre el resultado para evitar vacíos de información y generar certeza a nivel nacional e internacional. Esto ocurrió exactamente igual en el 2000 cuando los resultados de conteos rápidos daban una victoria para Fox más o menos igual en porcentaje que la de ahora para Peña. El presidente del IFE, José Woldenberg y el presidente de la república Ernesto Zedillo, salieron a dar mensajes con el resultado. Nadie en ese entonces reclamó fraude ni habló de “prisa” por dar a conocer el resultado. En 2006 en cambio, como la distancia entre primero y segundo lugar era tan corta, menor al margen de error, Luis Carlos Ugalde, cumpliendo un acuerdo del consejo general, no salió a dar la información. Esto generó el vacío que hizo que AMLO sacara públicamente la mentira de que iba 500,000 votos arriba con la consecuente crisis postelectoral. Hasta hoy se sigue criticando a Ugalde por no haber informado los resultados.
4.-¿Por qué JVM reconoció tan pronto su derrota electoral si todavía no había resultados oficiales? En todo país democrático civilizado, los perdedores reconocen su derrota el mismo día de la elección, si los resultados de conteos rápidos no les favorecen por una distancia mayor al margen de error. Esto hizo también Francisco Labastida en el 2000 y nadie habló de fraude. Obviamente AMLO no lo iba a hacer. Legalmente no tendría por qué hacerlo, pero esto no implica que haya que criticar a la candidata del PAN por haberlo hecho. Hay que reconocer su actitud democrática.
5.-Hubo muchas inconsistencias, detectamos que los resultados de las sábanas pegadas en las casillas no correspondían a los del PREP en muchos casos. Esta y otras inconsistencias son naturales en un proceso en el que son ciudadanos los que llenan las actas y personas imperfectas las que alimentan el sistema del PREP. Sin embargo para eso está contemplado legalmente el conteo distrital. Normalmente, como pasó esta vez y como sucedió en el 2006, el resultado del conteo distrital no arroja diferencias significativas respecto a lo que arroja el PREP y a lo que dice el conteo rápido. Es una muestra de transparencia que el PREP pueda consultarse por cualquier ciudadano vía internet y que se hayan escaneado y puesto también a disposición de todos las actas de todas las casillas. ¿Qué mejor candado para evitar el fraude que este? En esta ocasión, con una total flexibilidad se decidió abrir cerca de la mitad de los paquetes electorales y recontar los votos. Los resultados, como era previsible, no variaron casi en nada respecto a lo anunciado en el conteo rápido y el PREP.
            A partir de estos elementos mi postura ha sido y sigue siendo muy clara: como afirmó el ex consejero presidente José Woldenberg, académico de izquierda y miembro del IFE histórico de la transición democrática, el sistema electoral mexicano está tan bien organizado y normado y tiene tantos candados y auditorías que es prácticamente imposible un fraude electoral, en el sentido de lo que estrictamente es un fraude electoral: un acuerdo centralmente planificado y llevado a la práctica para alterar el proceso de emisión, conteo e información de los votos obtenidos para cada candidato. Lo digo con toda claridad: No hubo fraude.
            Alguno de mis amigos en FB me ha dicho que si tengo miedo de cuestionar a las instituciones. No. No tengo ningún miedo a cuestionar a las instituciones electorales o no electorales que sean cuestionables. Pero me produce un enojo muy grande que por la palabra de un candidato irresponsable y ambicioso (él dice que no es un ambicioso vulgar. Le creo, es un ambicioso bastante sofisticado) se esté por segunda vez dinamitando una institución confiable, transparente, bien construida y que ha hecho un trabajo profesional y honesto. Ninguna institución es perfecta, no estoy diciendo que el IFE sea una institución pura. Es una institución que está cruzada por el conflicto de intereses y búsqueda de poder de todas las fuerzas políticas del país. Pero es una institución con la normatividad y los candados suficientes para que este conflicto se pueda equilibrar y que hace que ninguna de estas fuerzas por si sola pueda controlar el proceso y mantiene fuera de las decisiones y acciones al gobierno. Esto no sucedía en el pasado donde la Secretaría de Gobernación era la que organizaba las elecciones y el gobierno en turno era juez y parte. Mucho hemos avanzado con este IFE que es la institución más adecuada que podemos tener aunque no sea la ideal ni pueda ser perfecta.
            Resulta cuando menos curioso que siendo la misma elección, se diga igual que en 2006 que la elección presidencial fue fraudulenta pero no las de senadores y diputados que favorecieron a la izquierda, no las de gobernadores que ganaron ellos.
            Cuando se aportan estos elementos, la gente entonces desvía la atención hacia la compra de votos, la coacción, la inequidad por la asociación medios o Televisa-EPN y llama a eso fraude.
            No hubo fraude. Hubo una profunda y clarísima inequidad. Inequidad por la construcción de una candidatura del PRI a partir de un claro contubernio con los medios. Inequidad por el muy posible rebase de tope de gastos de campaña por parte del PRI. Inequidad por la compra de votos que parece ser real en muchas ciudades del país, aunque resulta imposible de probar y sobre todo, de medir en su dimensión real. Lo que incidió fuertemente –no totalmente, puesto que creo firmemente que lo determinante fue el voto de castigo al PAN que hubiera tenido un cauce natural hacia la izquierda de no haber cometido los errores del 2006 y por ello se canalizó hacia el PRI- en el triunfo de EPN no fue lo que pasó en las urnas o en el conteo de los votos, no fue responsabilidad del IFE. Lo que influyó en la elección fue lo que pasó antes de la emisión de los votos por parte de los ciudadanos.
            Desperdiciar la energía social, la indignación social que se ha generado por esta inequidad, por el manejo no democrático de los medios, por la compra de votos, etc. en alegatos de fraude, es perder una enorme oportunidad de enfocarnos como sociedad hacia la exigencia de cambios profundos en la normatividad y en la práctica de los procesos electorales en lo que sigue siendo un lastre del sistema corporativo y del “ogro filantrópico” que creó una cultura de mezcla de miedo, conveniencia y dádivas.
            La inequidad en la contienda, el inmoral manejo de los medios, la compra de votos, etc. que son elementos que sin duda sesgaron la elección no son controlables por el IFE ni comprobables en el conteo de votos. En las urnas cuenta lo mismo un voto interesado, un voto comprado, un voto coaccionado que un voto libremente decidido. Esto es algo que tendríamos que asumir los ciudadanos que no simpatizamos con el PRI que hoy ha ganado la elección aunque no nos guste.
            Luchar por cambios legislativos para sancionar con mayor dureza y con más agilidad procesal los elementos de inequidad, la compra o coacción del voto, el exceso en gastos de campaña y otros elementos que se realizan antes de la emisión del voto e inciden en su sentido, es una prioridad que puede perderse de vista si el objetivo de las protestas es la invalidación de la elección por la derrota de AMLO.
            Trabajar por completar la reforma electoral pendiente y hacer que exista la segunda vuelta electoral para que el presidente llegue con mayor legitimidad al cargo, la reelección de legisladores y presidentes municipales, un mayor rigor para evitar en lo posible los partidos franquicia o parásitos, una reducción sensible de los diputados y senadores plurinominales que no son electos democráticamente y por tanto no rinden cuentas más que a sus partidos, es otra prioridad hacia donde debiera canalizarse la indignación social.

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Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...