lunes, 9 de julio de 2012

¿Volverán a convertir el triunfo en derrota?: fijando mi postura 3 y 4


3.-“Voy a salvar a México, aunque no quiera el infeliz”[1]: después.
           
Así como Calderón se empeña tercamente en decir que quienes cuestionamos su estrategia de combate al crimen organizado por ser ineficaz y estar condenada al fracaso además de generar costos altísimos de violencia, somos gente que quisiéramos que no se combatiera a los criminales y que se negociara con ellos; así también AMLO y sus seguidores tienen por cierto que quienes nos oponemos a su invención del fraude y a su descalificación sistemática al IFE y a las instituciones somos gente que le niega su legítimo derecho a acudir a las instancias legales para denunciar las irregularidades detectadas en el proceso electoral.
            En mi caso al menos, y creo que en el de mucha gente, esto no es cierto. No le niego a AMLO y a los partidos que lo postularon el legítimo y legal derecho a denunciar las irregularidades del proceso presentando las pruebas correspondientes. A lo que me opongo de manera tajante es a la manipulación que está haciendo de la gente que lo sigue con su discurso de descalificación a las instituciones, con su soberbia declaración de que quienes votaron por el PRI son quienes apoyan el régimen de corrupción, con su muy astuto manejo de la ambigüedad que no cierra el paso de manera clara a los sectores duros de sus seguidores y permite y alienta la “toma del IFE” , las marchas que denuncian un fraude que él mismo sabe que no existió, las declaraciones y acciones intolerantes, la participación con insultos en las redes sociales.
            Lo que resulta claramente condenable de este AMLO es su doble discurso que por un lado dice que se mantiene dentro de los cauces legales y por otro estimula la participación de su gente en movilizaciones y manifestaciones que no se enfocan a condenar lo condenable y a exigir lo exigible sino que se pronuncian por “impedir la imposición de EPN” o “no reconocerlo como presidente” cuando todo apunta a que las instancias legales van a declarar válida la elección, no porque haya un complot sino porque los votos se emitieron y contaron bien y porque no existe ya en la legislación electoral la “nulidad abstracta” y por ello la inequidad no es causa de nulidad, además de que resulta prácticamente imposible documentar que se compraron tres millones doscientos mil votos, que son más o menos la diferencia entre él y EPN.
            Lo que resulta condenable es su insistencia en dividir el país en buenos y malos, generar la percepción de que hubo votos legítimos e ilegítimos, alentar las expresiones que condenan como tontos, manipulados o corruptos a los ciudadanos que votaron por el PRI, en fomentar el reclamo y la acusación de cómplices o miembros del complot a quienes votaron por el PAN.
            Esta actitud muchas veces declarada y evidentemente contagiada a sus seguidores de que son moralmente superiores porque “él y los suyos sí quieren a México y él y los suyos sí quieren salvar al país” y todos los que ven otras opciones como mejores son masoquistas, corruptos o inconscientes es altamente dañina para un país que quiere ser democrático y generar una sociedad tolerante y respetuosa de todas las posturas. Es emblemático de esta postura el famoso tuit de Epigmenio Ibarra a las 17:44 del 1 de julio: “Quedan 16 minutos para salvar al país”.
            Seguir jugando a la polarización, continuar generando la “tolerancia selectiva”, seguir alentando a los partidarios de la violencia resulta muy peligroso porque puede en cualquier momento, salirse de sus manos.

4.-Todo o nada: el futuro, entre el arte de lo posible y la obsesión de lo inalcanzable.
            Una visión simplificadora y maniquea ha perdido a la izquierda históricamente. Puede resumirse en la disyuntiva: todo o nada. En efecto, la izquierda tradicional ve como traición la negociación con “el enemigo”, como claudicación el acuerdo con los que piensan distinto –porque son “la mafia en el poder”-, como renuncia a los ideales el planteamiento de algunas concesiones para obtener avances en el proyecto de transformación de la sociedad que se plantea.
            En la izquierda marxista, la del Partido Comunista, se acusaba de revisionistas a quienes hacían alguna crítica o presentaban alguna propuesta de flexibilización o negociación con la realidad. La utopía del mundo perfecto, de la sociedad ideal, del bien abstracto estaba por encima de cualquier bien concreto, por encima incluso de los derechos humanos de los que no estaban de acuerdo con esta visión utópica.
            En México ocurrió con el ejército zapatista de liberación nacional que logró obtener planteamientos muy favorables para su causa en las negociaciones con el gobierno, que incluso ganó esa guerra pero no fue capaz de darse cuenta y capitalizar ese triunfo porque se cerró en esa disyuntiva: todo o nada. Se quedó sin nada.
            El ejemplo más reciente lo tenemos en el 2006 donde la izquierda fue la segunda fuerza en el congreso pero atrapada en el todo o nada desperdició este avance histórico, se cerró en el juego de la presidencia legítima, de la no negociación con “el espurio”, de la descalificación total, lo que hizo que el PRI se fortaleciera hasta llegar hoy de nueva cuenta a la presidencia y que no se pudiera plantear una agenda legislativa con las propuestas de la izquierda  y que no se pudiera pactar con la fuerza obtenida por ese 0.56% menos de votos, una negociación que hiciera al ejecutivo federal adoptar los programas que AMLO había planteado como prioritarios para el cambio en el país.
            Estamos hoy en la misma coyuntura. A pesar de los enormes “negativos” de AMLO y de la izquierda por los errores del 2006, la ciudadanía volvió a ubicarlos como segunda fuerza electoral por encima del PAN en un claro voto de castigo a los gobiernos de los últimos doce años.
            Este reposicionamiento podría hacer que la izquierda pudiera reconstituirse, fortalecerse, imponer la agenda en el legislativo, al menos en la cámara de diputados y proponer y negociar, con el PAN debilitado y necesitado de posicionarse o con el mismo PRI, débil por los escándalos de las irregularidades cometidas en la campaña y necesitado de legitimarse, los programas y reformas que considera indispensables para la transformación del país.
            La nueva fortaleza de la izquierda podría hacer que el PRD, el partido mayoritario y con más fuerza y presencia, se reunificara a partir de nuevos liderazgos como el de Marcelo Ebrard, Miguel Angel Mancera e incluso Juan Ramón de la Fuente y preparara desde hoy una candidatura fuerte y muy competitiva para 2018.
            Esto requeriría que AMLO y sus seguidores y los demás miembros de la izquierda mexicana vieran esta elección como un triunfo a partir de lo avanzado y no como una derrota por no haber obtenido el “todo” que incluía la presidencia.
            ¿Serán capaces de hacerlo? ¿Podrá AMLO ahora sí, ver por el bien de la izquierda por encima de sus ambiciones particulares? O bien ¿Convertirán otra vez el triunfo en derrota?


[1] Tuit de Guillermo Sheridan

1 comentario:

Hermes dijo...

Estimado Martín, he leído este post con mucho interés. Incluso puedo decirte que aún no he revisado a fondo las correcciones de mi tesis y sin embargo no he podido evitar leer estos 3 últimos mensajes describiendo tu postura. Me parecen reflexiones afortunadas. Y ahora que ya tenemos el fallo previsible del Trife y que diversos grupos se preguntan cómo manifestarse en contra de EPN, y que en las redes siguen pululando mensajes rayando en lo agresivo..., esta lectura me pareció refrescante, necesaria. Gracias. Me quedo con la tentación de intentar responder a la pregunta del título, y pienso que algunos efectivamente convertirán el triunfo en derrota, pero más de tipo individual. En lo colectivo, pienso que a pesar de esas derrotas individuales la sociedad saldrá ganando, siempre que superemos las polarizaciones. Pienso en el caso de las protestas de acá en Cuernavanca contra la construcción de un Costco, y en cómo los que protestaron lo consideraron un fracaso, sin embargo ahí se abrió un museo, se reforestó con muchos árboles y se sentó un precedente por el que las nuevas construcciones son más cuidadosas en criterios ambientales. Creo que algo similar sucedió con el EZLN, pues aunque ellos entraran en la dinámica del "todo o nada" sin obtener el todo, la sociedad empezó a mirar a los indígenas de manera diferente. Las causas sociales aprendieron a utilizar medios electrónicos; las guerrillas empezaron a considerar más la posibilidad seria del diálogo; los modelos de gobiernos locales autónomos se volvieron una posibilidad más lejana a la utopía.
Cambiando un poco de tema (aunque no del todo), recuerdo que leí una opinión tuya sobre el documental de Loret de Mola, y me gustaría saber si escribirías alguna opinión sobre el documental que salió a mediados de este agosto llamado "la educación prohibida", que en algunos sentidos me parece una cara opuesta al de panzazo. Un saludo y un abrazo. Es un gusto leerte.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...