domingo, 31 de mayo de 2015

La evaluación no duele. ¿o si?




*Artículo publicado en La primera de Puebla a principios de mayo de 2012.

            En este mes de junio empezaría el proceso de evaluación universal de los docentes del país, acordado y firmado por la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, con la Secretaría de Educación Pública (SEP) como parte de los puntos fundamentales de la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE).
            Sin embargo,  hace ya unas semanas que primero los maestros disidentes del sindicato, afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se manifestaron con marchas en la ciudad de México y en otras ciudades donde tienen mayor número de seguidores para exigir que se derogara esta medida. Posteriormente los maestros afiliados al SNTE empezaron a manifestar la misma oposición hasta que la profesora Gordillo afirmó categóricamente en Baja California que el SNTE se oponía a la evaluación a pesar de que ella avaló con su firma este proceso.
            La posición oficial en las declaraciones tanto de la CNTE como del SNTE es que los maestros del país no se oponen a ser evaluados sino a la forma, para ellos incorrecta en que se va a realizar la evaluación y a la posible afectación de sus derechos laborales como resultado de la misma.
            Según lo manifestaba el jueves pasado uno de los dirigentes del SNTE en una entrevista radiofónica, lo que los docentes exigen a las autoridades educativas es que se cree un instituto de evaluación totalmente autónomo del gobierno para que las evaluaciones sean objetivas y de carácter formativo y no tengan consecuencias laborales y además, que los procesos de capacitación y actualización del magisterio que se realizan, se planeen adecuadamente y no en la forma actual en la que miles de profesores reciben talleres que luego “multiplican” o replican entre grupos de sus compañeros.
            “La evaluación no duele” ha sido el lema manejado por el movimiento ciudadano “Por la educación” en una campaña que trata de impulsar, como parte de otras reformas fundamentales que buscan que el SNTE tenga las facultades y obligaciones que corresponden a un sindicato y que la SEP recupere la autoridad en los campos que le competen y que ahora están tomados por la dirigencia sindical.
            La unanimidad entre los académicos, los movimientos y asociaciones civiles y la opinión pública en pro de la evaluación proviene de varios factores: por una parte, de la reiterada constatación en pruebas nacionales e internacionales de la mala calidad de la educación que reciben los niños y jóvenes del país. Por otra parte, por la visión cada vez más compartida de que la evaluación es un proceso necesario para la mejora continua y para la toma de decisiones en cualquier trabajo e institución.
            Prácticamente en todas las actividades profesionales, técnicas o prácticas, se instrumentan ahora procesos de evaluación. Se evalúa a los académicos en las universidades, a los políticos a través de encuestas de opinión, a los empleados de cualquier empresa y hasta a los establecimientos comerciales como hoteles y restaurantes. ¿Por qué no se ha de evaluar a los profesores que tienen un trabajo de altísima responsabilidad social y son en última instancia servidores públicos?
            Los mismos profesores hacen continuamente evaluaciones a sus estudiantes. ¿Con qué autoridad moral pueden evaluar a los alumnos si ellos no se someten a procesos de evaluación de tu eficacia docente?
            Es indudable que la evaluación es necesaria en dos vertientes: Por un lado, la vertiente formativa que tendría como finalidad detectar las necesidades de formación de los profesores para instrumentar procesos de actualización y mejora continua. Por otra parte, la vertiente de toma de decisiones laborales que requeriría que la contratación, promoción y remoción de los docentes no estuviera en manos del SNTE sino de la SEP que es la autoridad educativa en el país. Ambas evaluaciones son indispensables y no deben mezclarse, pero tampoco deben dejarse de lado por presiones políticas. Si el proceso inicial de evaluación tiene deficiencias hay que mejorarlo, pero no es pertinente para el país posponer o aún echar abajo un avance en este sentido.
            Para ello es necesario convencer al SNTE de que la evaluación no duele cuando se tiene una actitud abierta a la mejora y centrada en educar mejor a los alumnos. Aunque sin duda la evaluación duele si de lo que se trata es de mantener los privilegios de una cúpula sindical opaca, que no rinde cuentas y que piensa más que en los niños, en la “estrategia política”, como declaró su lideresa abiertamente en “De panzazo”.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...