lunes, 17 de marzo de 2014

EDUCAR PARA UN MUNDO MEJOR.



 
“La renuncia al mejor de los mundos no es de
 ninguna manera la renuncia a un mundo mejor”.
Edgar Morin

            La educación genera a la sociedad que la genera. Esta es la idea compleja con la que hoy debemos ver la relación del sistema educativo con la realidad social si queremos comprender de manera acertada el fenómeno educativo que  es siempre al mismo tiempo un producto de la sociedad establecida y un generador de renovación social.
 Por lo tanto si se persigue la construcción de una sociedad-mundo que trascienda la crisis en que hoy vive la especie humana, es necesario trabajar por la transformación de la educación. Pero para lograr esta transformación de la educación es necesario impulsar al mismo tiempo una transformación profunda de la sociedad. 
El camino hacia esta mutua transformación requiere del compromiso de todos los actores sociales y de todos los sujetos involucrados en la educación, pero lo más complicado es que supone una moral alta para poder dinamizar el círculo virtuoso del cambio educativo para el cambio social.
Los tiempos que corren en el mundo y en nuestro país no parecen ser propicios para emprender esta tarea transformadora porque estamos en una situación de gran desmoralización en la sociedad y esta baja moral se refleja de manera inevitable en el sistema educativo.
Porque la época en que vivimos es una época sin utopías, una etapa de la historia en la que la humanidad ya no cree en la posibilidad de construir “el mejor de los mundos” y  parece por ello renunciar al reto cotidiano de construir “un mundo mejor”.
Pero la educación está intrínsecamente ligada a la esperanza. Educamos porque creemos en las posibilidades de mejoramiento del ser humano y en las posibilidades de desarrollo de la humanidad.
 Resulta por ello imprescindible que los diversos actores que intervienen en el proceso educativo –padres de familia, estudiantes, profesores, directivos, gobernantes, investigadores, formadores de maestros, etc.-  remonten la desmoralización imperante y vuelvan a asumir el desafío de transformar a la sociedad desde la trinchera educativa.
            Para poder emprender este camino es necesario dejar atrás visiones simplificadoras y destructivas como:
-La visión ingenua tradicional que ignora la orientación e influencia social, política y cultural que tiene todo conocimiento.
-La visión de la adaptación acrítica al sistema vigente en la que se plantea abiertamente la relación educación y sociedad en términos funcionales: el sistema educativo es creado para servir al sistema social por lo cual tiene que enfocarse al mantenimiento del orden establecido.
-La visión determinista de la reproducción en la que se afirma que toda educación está irremediable y absolutamente determinada por las estructuras sociales y los grupos que detentan el poder por lo que es prácticamente imposible intentar cualquier cambio.
-La visión de la liberación utópica que surge como oposición a las visiones deterministas y a las de adaptación acrítica pero cae a menudo en las miradas en blanco y negro acerca de lo social y en las posturas radicales del “todo o nada” que conducen a la impotencia o la frustración.
            Frente a estas visiones simplificadoras que impiden una trans-formación educativa acorde con el cambio de época, resulta indispensable generar una visión compleja de la relación educación-sociedad que tendría que sustentarse en:
            1.-La aceptación de que el conocimiento está unido por todas partes a la estructura de la cultura y de la organización social y que por lo tanto es imposible pensar en una educación aislada o neutral frente al fenómeno social, cultural y político.
            2.-La comprensión profunda y convencida de que esta liga irrenunciable entre conocimiento y sociedad, genera no solamente que el conocimiento sea determinado y producido por las condiciones socio-políticas y culturales sino también determinante y productor de estas condiciones.
            3.-Una toma de postura firme al carácter reproductor-liberador o liberador-reproductor de la educación frente al fenómeno social y a la necesidad de que el sistema educativo sea un actor social dinámico y responsable.
            4.-Una actitud de compromiso complejo que reconozca que la educación tiene un papel conservador y un papel revolucionante de la cultura.
            5.-Una posición de vanguardia y retaguardia que asuma que el sistema educativo tiene que ir delante y detrás del proceso social, de manera que juegue un papel de reflexión sosegada de los fenómenos sociales y también de vanguardia creativa que visualiza nuevos horizontes sociales.
6.-Una conciencia operante acerca de la realidad de que el conocimiento es poder y da poder en esta época de la “sociedad de la información”, que conduzca a una activa orientación del sistema educativo hacia la democratización del conocimiento.
            Solamente así podremos retomar el camino para regenerar el círculo virtuoso que nos conduzca a educar para un mundo mejor.

*Publicado en el diario Síntesis, el 1 de octubre de 2007.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...