miércoles, 23 de diciembre de 2009

Mi anti-credo


No creo en un Dios que nos manda pruebas que tenemos que soportar,

como si fuéramos las ratas de su laboratorio universal,

como si él-ella fuese, un profesor conductista o aún peor,

un verdugo bienintencionado.

No creo en un Dios que nos pide que soportemos los ajusticiamientos injustos

de la vida,

sin chistar ni rebelarnos, sin poder siquiera desahogar la frustración y la ira

por temor a enfadarlo.

No creo en un Dios que tiene como "su voluntad" tener a una joven bella y buena

tumbada en una cama, en el filo de la navaja por meses enteros,

jugando con su esperanza, desdeñando su fortaleza, su lucha cotidiana y fiera.

No creo en un Dios que "hace que nos pasen" enfermedades, injusticias,

cosas absurdas, miedos infames, noches eternas de angustia, llantos que brotan

en cualquier sitio, a cualquier hora, con cualquier pretexto.

No creo en un Dios que usa su poder para aplastarnos,

ni siquiera como dice Sabines, porque es torpe y a veces "se le pasa la mano

y nos rompe un brazo o nos aplasta definitivamente..."

No creo en ese Dios que pretende educarnos desde fuera, viendo como reaccionamos

ante la propia tragedia del diario vivir, ante el infierno en que a veces se convierten los otros,

ante el anticipo de cielo que vivimos por instantes y que son los otros también cuando nos miran

desde lo profundo.

Prefiero pensar, creer, apostar -no hay razón ni lógica en esta preferencia- que el universo y la vida tienen sus procesos y sus reglas, que en el diario vivir también juegan un papel el azar, el alea, las circunstancias y los imprevistos,

prefiero pensar, creer que él-ella se conmueve cuando este azar del mundo nos agobia, cuando sentimos que está a punto de aplastarnos...

Prefiero pensar, creer, apostar, que él-ella está al pie de la cama de Mariana todo el tiempo,

que nos ha ido acompañando en este dolor profundo y duradero, que se hace uno con nuestra impotencia a pesar de todo su poder,

que nos ama y compadece, que vibra con nosotros en lo bello y en lo horrible, en lo bueno y en lo malo, en lo justo y lo injusto, en los momentos que vivimos para vivir -probaditas de eternidad- y en los largos días que simplemente le pedimos que nos ayude, que nos dé mínimas fuerzas

para sobrevivir...

Volverse adulto


Alguna vez en una clase de posgrado que impartí, uno de mis profesores-alumnos -que regularmente saben igual o más que yo- mencionó a un autor del campo de la Psicología que decía que nos hacemos adultos cuando accedemos a la comprensión cabal -aunque jamás completa ni exenta de miedo a lo desconocido- de que nos vamos a morir...

Durante mucho tiempo le he dado vueltas a esa idea que me parece muy sensata. La pensé aplicada a mí y creo que ese episodio no resuelto de la muerte de mi hermano Ray a los siete años en un absurdo accidente (ver el texto correspondiente en "Textos íntimos" de este blog) me había dejado un bloqueo que Lonergan llamaría "dramatic bias", un punto ciego inconciente que me impidió por mucho tiempo acceder a esta comprensión. Soy mortal, algún día, tarde o temprano me voy a morir, no soy eterno, soy indigente, prescindible, humano pues. Esta idea había sido un concepto abstracto que incluso es recurrente en mis cursos, conferencias y escritos, pero que no había sido comprendida a cabalidad, ni mucho menos llevada al nivel del juicio, es decir, a trascender la idea de que me voy a morir y llegar a la afirmación cierta: "Me he de morir un día..." y a la aceptación existencial de este juicio para llegar hasta mi tejido afectivo y reflejarse en mis actitudes ante la vida.

En ese sentido puedo decir que quizá Mariana, mi hija mayor, operada de un tumor cerebral en julio 16, que ha pasado cinco meses sin poder deglutir ningún alimento o bebida, que ha vivido milagro tras milagro hacia su recuperación para poder llegar a vivir para vivir, se volvió adulta antes que yo...

Diciembre 18, casi las nueve de la noche, en una charla donde según sus propias palabras "nos dijimos nuestras netas", Mariana me suelta de pronto: "Le dije hoy a mami que me acaba de caer el veinte de que me pude morir" ( en la operación o en el proceso postoperatorio, sobre todo en el paro cardio-respiratorio que vivió) "...y eso es algo muy duro de entender y aceptar". Después me confía enmedio del llanto: "¿Sabes?, el día de la misa de acción de gracias por mis veinte años, de lo que más le agradecí a Dios, es que no me morí...el llanto aumenta, refleja desesperación, impotencia, aceptación de la realidad central de la vida humana.

Ya he contado que algo de lo más duro que he vivido es la pregunta de Mariana: ¿Me voy a morir? en una visita a terapia intensiva unos días después de su operación. En ese momento yo le dije tajante: "!Por supuesto que no te vas a morir!" y salí con las piernas temblando, sabiendo que yo no podía asegurarle eso a mi propia hija y sintiendo que esa es la mayor impotencia que un ser humano puede vivir.

Sin embargo la charla con Mariana me hizo comentarle: "Fíjate que hoy estaba yo justamente pensando en eso y llegué a la conclusión de que no solamente tú te pudiste morir, sino que Pau, Daniela, mami o yo, estamos en la posibilidad constante de morir...todo el tiempo...en cualquier sitio...a cualquier hora y por cualquier motivo, desde el más serio hasta el más tonto...De manera que como tú dices, hay que aprender a vivir, a disfrutar cada minuto, sabiendo que no solamente quien está enferma en un hospital como tú ahora de nuevo, puede morirse, sino que todos nos vamos a morir en algún momento y por ello no se vale, no es de humanos, tenerle miedo a la vida como reacción a nuestro miedo a la muerte.

Creo que en ese momento, a los cuarentayocho años de edad, mi hija de veinte logró que yo me volviera adulto.

martes, 1 de diciembre de 2009

educación para la paz

Espacio Ibero
Educación para la Paz

Por: Martín López Calva
Publicado en: http://www.laprimeradepuebla.com/ el 1 de diciembre de 2009


“Tiempos violentos” fue el título que le asignaron en la traducción al español a “Pulp Fiction”, uno de los primeros films que fueron construyendo la fama del director Quentin Tarantino.El “estilo Tarantino” se caracteriza por exponer escenas y situaciones de extrema violencia con un tono desmitificador e irónico, incluso cómico que hace al espectador, reír o aplaudir situaciones de extrema crueldad por la manera en que son presentadas. Es una especie de “tratamiento light” de la violencia que le quita su impacto afectivo negativo y la vuelve prácticamente indolora.Algo semejante está sucediendo con todos nosotros, ciudadanos del México del siglo XXI, del mundo del tercer milenio, que asistimos diariamente a escenarios de extrema crueldad y violencia a través de las pantallas de la televisión o la computadora, en las páginas de los periódicos y los noticiarios de radio, sin sentir ya ninguna indignación o dolor frente al dolor humano.Tiempos violentos son los que vive nuestro mundo y se pasean por la vida cotidiana de nuestra nación sin que como ciudadanos sepamos qué hacer más allá del comentario con la familia, los amigos o el vecino. La impotencia provoca que vayamos construyendo una especie de “escudo blindado” frente a la violencia que crece en frecuencia e intensidad a nuestro alrededor.¿Qué hacer frente a una situación de “tiempos violentos” que llega inevitablemente a nuestras escuelas y universidades y se manifiesta en el “bullying”, el acoso, la construcción microsocial de un espejo de la sociedad en que vivimos?Indudablemente una de las respuestas es el retorno de la preocupación por la llamada “Educación en valores” en el campo educativo. Por ello este tema se ha posicionado entre los profesores, directivos, investigadores de la educación como uno de los ejes prioritarios para la educación actual. “Aprender a ser” y “aprender a convivir” son dos pilares básicos de la educación para este siglo, según señala el famoso “informe Delors” para la UNESCO.Uno de las dimensiones principales de la “Educación en valores” en nuestros tiempos violentos es sin duda alguna la de la “Educación para la paz”. Si queremos revertir el proceso de violencia creciente y cada vez más irracional de nuestra sociedad actual es urgente que vayamos invirtiendo recursos, tiempo, reflexión y creatividad en una auténtica educación para la paz. La educación para la paz tiene como objetivo “…plantear y promover, entre la gente, la convicción de que es necesario un cambio del sistema para poder resolver los conflictos existentes, así como conseguir un compromiso por parte de esta misma gente de trabajar a favor de la paz y por la abolición o reducción de las diferentes manifestaciones existentes de violencia…” Porque la paz no es la simple ausencia de guerra o de violencia, porque la guerra o la violencia no son solamente físicas sino también psicológicas, sociales, culturales, incluso religiosas es necesario que nuestro sistema educativo se ocupe eficazmente de la educación para la paz, es decir, de una educación que genere el compromiso activo por la erradicación de la violencia y la construcción de la paz.La paz es una construcción social frágil y siempre inestable pero necesaria para que el ser humano se haga más humano y para que la humanidad se humanice. Se requiere entonces una educación para el trabajo activo por la construcción cotidiana de la paz, por el mantenimiento de la paz alcanzada y por el continuo desmontaje de los posibles gérmenes de violencia a nivel micro o macro.La construcción y sostenimiento de la paz requiere de una educación capaz de generar respeto, tolerancia, empatía y solidaridad. En estos aspectos deberían fijarse los padres de familia cuando elijen una escuela para sus hijos, más que en el nivel académico –que es también importante- o los cursos de computación e inglés. En la educación de hoy nos estamos jugando el futuro, el tipo de sociedad humana que podemos construir entre todos o incluso, si fracasamos, la destrucción de la especie humana. Resulta por todo ello muy importante que CIMABP organice, estos días (2,3 y 4 de diciembre) el “Primer Congreso Panamericana de Educación para la Paz” (Por una América nueva), con el fin de reflexionar y compartir experiencias de formación en esta línea que cada vez se vuelve más urgente para tratar de revertir estos “tiempos violentos” que nos ha tocado vivir.*El artículo expresa la opinión personal del autor, que es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla**Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com.Sus comentarios son bienvenidos.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Algunos poemínimos educativos

“No desearás la docencia de tu prójimo”

“No desearás al diez de tu prójimo”

Para el profesor: “No desearás el grupo de tu prójimo”

“El que quiera azul celeste… que memorice (o que copie)”

“Ahorita vengo, voy a dar una vuelta alrededor de mi escuela… ¿Cómo le hacen para que no entre la realidad?

“Ahorita vengo: voy a dar una vuelta alrededor de mis dieces”

“Todos los lunes, descubro que llegué demasiado tarde a mi fin de semana…” (Este sí es igual, porque el poeta seguramente lo hizo en un lunes de regreso a clases)

“Todos los viernes descubro que las clases no son eternas”

martes, 3 de noviembre de 2009

Presencia de Dios II

Amadísima Mariana:
Aunque he escrito varias cosas a partir de todo tu proceso desde la operación hasta esta recuperación milagrosa en muchos sentidos que estás teniendo y que todos creemos que vas a seguir teniendo y cada vez con más fuerza y rapidez, no había escrito cosas para tu blog específicamente, salvo el texto sobre “nuestro ángel particular” que subí hace varias semanas.
Pero ahora que he compartido contigo varios días en el centro y que tengo un ratito de calma en la noche en que tú ya has empezado a dormir después de orar juntos y de regalarme esa mirada y esa sonrisa que me hacen presente a Dios y me transparentan la paz que da el amor profundo, no quiero dejar pasar la oportunidad de compartirte unas ideas y sentires que he ido asimilando desde hace varias semanas, a partir de que una amiga de León me mandó un texto teológico bastante denso pero muy rico en significados para lo que estamos viviendo como familia y de charlas que he tenido con personas que me preguntan por ti y comparten conmigo su solidaridad y sus pensamientos.
La primera cuestión es que nos han reiterado mucho a tu mamá y a mí que lo que estamos viviendo es porque “somos muy especiales”, “muy fuertes” y que por eso Dios nos mandó esta prueba, que “Dios no le manda cosas así a quien no tiene la fuerza para afrontarlas” y varias ideas en esta línea. En mi blog subí un texto bastante espontáneo y guiado por el impulso que trataba de responder a estas cuestiones. Ese texto se titula: “No soy, no somos” y en él trato de desmentir, con apasionada rebeldía, esta idea de que somos especiales y por eso nos ha pasado lo que nos ha pasado y estamos viviendo lo que estamos viviendo.
No niego ahí, -ni sería tan malagradecido para no valorarlo-, que todo el cariño que hemos recibido de muchas personas conocidas, medio conocidas o aún casi desconocidas, se debe, en gran parte, a que a lo largo de nuestra vida hemos tratado de ser personas decentes, auténticas, serviciales y reflejar de alguna manera la fe que tenemos, es decir, -como dice una monja amiga mía de la UIA León: “la convicción de que Dios nos ama”- y a pesar de que por supuesto tenemos que reconocer que somos como decía Carlos Castillo Peraza: “pecadores estándar” porque nadie es perfecto, pues hacemos nuestra lucha por ser –otra cita, ni modo-, como dice Machado en su hermoso poema autobiográfico: “en el buen sentido de la palabra, buenos”.
Esto no quiere decir, que no reconozca – y por ahí iba el texto del blog- que también sé y lo reafirmo cada vez más, que ese cariño es en mucho gratuito, regalado, “don” o “gracia” que Dios nos manda, testimonios o medios para mostrarnos palpablemente su presencia en estos momentos dolorosos, como nos la ha mostrado en momentos gozosos y que en buena medida, todo este “escudo de amor” no es algo merecido sino simplemente recibido.
Una segunda idea es esa tan extendida en el decir popular de que: “Dios no le manda cosas a las personas que no tengan la fuerza de soportar”…nada más falso que esto, lo digo con la seguridad que nace de la propia experiencia comprendida y reflexionada. Le decía a mi amiga María el otro día que me dijo esto, que yo creo que más bien “a uno le pasan a veces cosas –inexplicables, porque el mundo es también azar, alea- superiores a sus fuerzas, pero que Dios se muestra y se une a nosotros cuando nos pasan estas cosas, de tal manera que nos da fuerzas suficientes para poder afrontarlas”. Así ha sido en nuestro caso, al menos en el mío. Tú has descubierto la gran fuerza que tienes a partir de este acontecimiento doloroso, yo siempre dije cuando sabía de cosas así que le pasaban a otras personas, que si a mí me pasaran no tendría las fuerzas para soportarlas y sin embargo, aquí estoy…aquí estoy, aquí estamos…”y ahora resulta” que somos muy fuertes y por eso aguantamos todo…
Un aprendizaje más tiene que ver con la pregunta tan humana y tan común cuando algo malo nos pasa de: ¿Por qué a mí me tiene que pasar esto? ¿Por qué a tal persona que es buena le pasa esto y no a los malos? Pues eso lo aprendió el “pueblo de Dios” desde los libros “sapiendiales” (Eclesiástico, Eclesiastés, Sabiduría, etc.) y desde la experiencia de Job. Ellos pensabann en un tiempo que al que hacía el bien le iba bien y al que hacía el mal le iba mal…pero resulta que luego se dieron cuenta de que no era necesariamente así. A Job que era una persona justa, le pasaron muchas desgracias. ¿Eran estas calamidades pruebas de Dios? Pues retóricamente o metafóricamente la Biblia dice que sí, pero si entendemos más a fondo el asunto, tendremos que llegar a algunas conclusiones como estas: La vida no es justa e incluso a veces es muy injusta, la vida no es controlable o predecible y hay sucesos que pasan al azar, porque sí, aleatoriamente, no porque sea uno bueno o malo y, finalmente, Dios no es un “profesor tradicional” que nos pone pruebas para saber si somos fieles o no, para ver si aprobamos o reprobamos. Dios simplemente se manifiesta, nos acompaña tanto en los momentos buenos como en los malos, si lo sabemos descubrir.
¿Sabes? En el texto del teólogo (de apellido impronunciable y por tanto no recordable, si quieres luego te lo checo) que me mandó mi amiga Antonieta, la tesis fundamental consiste en que el ser humano tiende a preguntarse, cuando pasan las cosas malas (y esto lo reflexiona incluso con la pasión y muerte de Jesús), el por qué Dios permite o manda esas cosas, incluso llega a veces a preguntarse el para qué –sentido- de eso que ocurre. Pero la pregunta que deberíamos hacernos en los momentos difíciles no es: ¿Por qué Dios permite esto? Sino: ¿Dónde está Dios en este acontecimiento? El cambio de la pregunta cambia todo el sentido al hecho.
Yo he respondido a amigas y amigos que me dicen: “No logro entender por qué les pasó eso a ustedes que son buenas personas” con la pregunta: ¿Y por qué no? es decir: ¿No por ser personas estamos en el mismo juego de probabilidades que todos los demás en el mundo tanto para las cosas buenas como para las malas? Si trascendemos la visión mágica de la vida o la perspectiva simple de análisis, tendríamos que decir: ¿por qué no?
Pero en estos meses que ya llevamos con tu enfermedad, con tu dolor y sufrimiento, con el escudo de amor y sobre todo con la experiencia de Dios que tuviste en terapia intensiva, yo he comprendido esto que plantea el teólogo en su escrito: No debemos preguntarnos por qué sino ¿Dónde estaba Dios en este suceso? Mi respuesta y creo que es nuestra respuesta, es que Dios ha estado al lado de nosotros todo este tiempo, que ha estado y sigue estando sentado al pie de tu cama en el hospital, en el centro y pronto, muy pronto en la casa. Que ha estado con nosotros desde que el Dr. Pintos te diagnosticó el tumor, en el modo en que llegamos al Dr. Klériga, en el tener dos seguros médicos que nos permitieran afrontar esta situación con sacrificios pero posibles, en el apoyo de pensamiento, oración, acción, compañía física o virtual de todos los conocidos cercanos y no tan cercanos que han estado tejiendo este “escudo de amor”, construyendo esta red de ángeles que te protegen y nos dan energía cuando se siente que se agota, esperanza cuando llega la desesperación, consuelo en el momento del llanto, abrazos en el momento de los avances y los signos de recuperación.
Gracias a Dios estás de regreso. Gracias a Dios va ganando la vida. Gracias a Dios ganará la vida y volverás pronto, lentamente pronto a recuperar tu vida cotidiana que sin duda será más honda, más alegre, aún más amorosa de lo que ha sido hasta ahora desde el día en que Dios nos bendijo con tu nacimiento casi dos breves décadas atrás y con tu renacimiento hace ya tres larguísimos meses.
Te quiero mucho, gûera.
Papi

martes, 6 de octubre de 2009

Educación: de la ilusión a la decepción

La educación: de las ilusiones a las decepciones
E-Mail

Por: Martín López Calva
lunes, 05 de octubre de 2009

"Yo sugeriría a quienes ocupan posiciones de responsabilidad sobre la educación cuestionarse permanentemente los límites que nos hemos autoimpuesto en nuestras concepciones educativas, y explorar tenazmente posibilidades distintas, más ambiciosas. La medida de la vitalidad de una secretaría de Educación…sería el número y calidad de "proyectos radicales", heterodoxos, que alienta y emprende; ellos son vías eficaces para romper tradiciones viciadas y abrir nuevos horizontes".
Pablo Latapí Sarre


Época de crisis en todas las dimensiones del quehacer humano. Época de incertidumbre generalizada. Tiempos difíciles los que atraviesa el mundo y dentro de él, un México que en algunos momentos parece que se deshace entre las manos de nuestros dirigentes y de todos los que conformamos la sociedad de esta primera década del siglo XXI.
Violencia, inseguridad, crisis económica, desastres naturales que afectan especialmente a los millones que viven en condiciones de vulnerabilidad, crisis sanitaria por la emergencia del nuevo virus AH1N1 que está resurgiendo, crisis de gobernabilidad por la visión miope de una clase política que sigue peleando por sus intereses personales y de grupo cuando más urge que cambie su visión para trabajar realmente por el bienestar del país, en fin: una democracia sin demócratas.
Todas estas situaciones se reflejan sin duda en el sistema educativo nacional que está también atravesado por la crisis económica, que está empezando a reproducir los esquemas de violencia, que padece la amenaza de la crisis de influenza y que reproduce también los esquemas de luchas de poder entre grupos que se da en el escenario nacional.
Toda educación produce la sociedad que la produce y en la educación mexicana parece que estamos en el círculo vicioso en el que la sociedad se des-organiza y produce fragmentación y desigualdad generando un sistema educativo igualmente des-organizado y re-generador de fragmentación y desigualdad, donde los pobres se educan para seguir siendo pobres y los poderosos se educan (¿Se educan realmente?) para heredar el poder. Baste con ver las listas de los "nuevos empresarios exitosos" y de las "nuevas generaciones de políticos" para ver que siguen siendo los mismos, que heredan sus posiciones a sus descendientes sin importar su talento o falta de él, tal como se cuestiona que los profesores hereden sus plazas a sus familiares.
Llamó poderosamente la atención de quien esto escribe, la conferencia de clausura del X Congreso Nacional de Investigación Educativa del COMIE en Veracruz que fue presentada por el Dr. Roberto Rodríguez (UNAM) y cuyo título: "Después de las ilusiones del milenio: ¿una década perdida para la educación de México?" llevaba una orientación similar a la de estas líneas.
Después de las ilusiones del milenio, de los sueños de un cambio educativo de fondo para el siglo XXI por parte de todos los estudiosos de la educación y de los dirigentes de las naciones, estamos casi al final de la primera década y parece que no trascendemos ese círculo vicioso entre des-organización social y des-organización educativa.
Este paso de la ilusión a la decepción parece tener como una de sus causas principales la carencia de visión y fuerza de los líderes del sistema educativo para atreverse a trascender "los límites autoimpuestos" y explorar posibilidades nuevas de acción. La tibieza en las concepciones y acciones de cambio ha detenido -desde la propia secretaría, el sindicato y los directivos, docentes, padres de familia e investigadores educativos-, la reforma profunda que necesita nuestra educación para responder a los retos del mundo actual.
En el marco de la clausura del congreso se hizo un homenaje muy emotivo y merecido al Dr. Pablo Latapí Sarre, prácticamente el "padre de la investigación educativa en México" y uno de los creadores del COMIE. En ese homenaje, su viuda dijo que "la mejor herencia de Pablo no son sus escritos o su obra sino ustedes, que continúan con la búsqueda que él encarnó durante su vida".
En efecto, el mejor homenaje que se puede hacer a la vida y obra de Latapí, es continuar con su búsqueda y responder a los retos educativos del cambio de época con la suficiente cantidad y calidad de "proyectos radicales, heterodoxos" que abran nuevos horizontes a una educación encerrada en tradiciones viciadas. ¿Estaremos los actores de la educación a la altura de este desafío?

*El artículo expresa la opinión personal del autor, que es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla
**Este texto se encuentra en:http://circulodeescritores.blogspot.com.
Sus comentarios son bienvenidos.
***Este artículo fue publicado el lunes 5 de octubre en el periódico digital e-consulta:
http://www.e-puebla.com/#

jueves, 1 de octubre de 2009

En el ocaso de un gran día

Nasofibroscopía.

Tu lucha es mi lucha
tus miedos me dan miedo
me ilusiona tu ilusión y
caminan mis pasos junto
a tus pasos,
otro sendero
pero el mismo camino,
ese que duele a veces
por las piedras y quema
como arena ardiente de sol
y otras veces refresca como un río
de presencias misteriosas que nos regalan
probaditas del misterio de misterios.
Tu lucha es mi lucha
batallo contigo en tus batallas
aunque sea a la distancia y sin tiempo
apenas para vernos en una pantalla
media hora, a las ocho, día a día,
noche a noche,
despertar a depertar
hasta que llega por la herradura
el sábado de reencuentros
con domingo de visitas,
entre el café internet
-qué nombre tan elegante para ese
salón vacío donde apenas caben
nuestra esperanza y nuestros llantos-
las fotos para el blog y el oxímetro,
ese aparato incomprensible, indispensable
inolvidable como el sonido
que se mete hasta el alma.
Tus pasos son mis pasos
y tu alegría cambia mis días,
me devuelve a la vida que añoro
y me regresa los sueños suspendidos
desde un verano largo como tres vidas
hasta un invierno que será luminoso y cálido
gracias a tu regreso...
porque tu regreso será nuestra vuelta
nuestro retorno a otro lugar,
pero siempre a nosotros, juntos,
como en aquéllos tiempos tan lejanos
como julio visto desde octubre que nace
o renace junto contigo.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Crisis económica y calidad de la educación

Frente al análisis y debate del presupuesto de egresos que envió el presidente al congreso, vale la pena plantear la pregunta: ¿El mejoramiento de la calidad de la educación es una cuestión de más presupuesto?
El pasado domingo, en un diario nacional, se publicaron tres notas que pueden ayudarnos a pensar elementos para una respuesta. La primera plantea que en una escuela de Oaxaca, los alumnos tienen que tomar clases en autobuses chatarra que se han adaptado como aulas. En la segunda nota se reporta que la Secretaría de Educación Pública no conoce el número de profesores que integran la nómina del sistema educativo nacional y que entre ellos hay alrededor de 500 que tienen ingresos superiores a los 100,000 pesos mensuales y 522 que cobran sueldo en dos entidades distantes entre sí. La tercera es un editorial donde Eduardo Andere critica el hecho de que el presidente diga en su tercer informe y en dos entrevistas que la calidad de la educación debe contemplar la transparencia y el mejoramiento de la infraestructura de las escuelas.
El editorialista sustenta la tesis de que Calderón no será el presidente que mejore la educación del país debido a estas concepciones erróneas de la calidad educativa, puesto que, según él, la calidad de la educación es resultado de lo que pasa en las aulas y no de “unas aulas bonitas” ni de una idea proveniente del “movimiento gerencialista” de la educación, propio del siglo XX.
Es evidente que la calidad de la educación tiene como principal escenario el aula y como actores centrales a los educadores y educandos. Pero cabe preguntarse: ¿Es posible tener educación de calidad en escuelas que no cuentan con los mínimos de dignidad? ¿Es concebible una mejor calidad invirtiendo más recursos a un sistema educativo donde priva la opacidad y en el que no se sabe ni el número exacto de docentes? ¿Es posible una educación de calidad con más dinero cuando ese dinero se destina a pagos dobles de algunos docentes privilegiados o a sueldos inexplicablemente altos de otros?
Lo criticable de la gestión presidencial no es declarar la necesidad de transparencia o de mejoramiento de la infraestructura escolar sino el no atreverse a romper con la alianza cupular que impide que estas y otras reformas sucedan en la realidad.

De miedos y esperanzas

Peguntas.
“Total misterio a cada instante la vida
¿Quién soy, para qué estoy aquí.
Qué va a pasar de ahora en adelante conmigo?
No lo sé,
Nunca lo sabré.
Vivir
Es encarnar esta ignorancia sin fondo”
José Emilio Pacheco
Escuchaba ayer una conferencia en la que se decía que había en la vida, en diferentes medidas, una mezcla de miedo y esperanza. Morin dice que la dinámica que sigue la toma de decisiones existenciales que implican nuestro ser ético es la dinámica rriesgo.precación. Todo esto suena muy bonito y conceptualmente lo he manejado e incluso ,,,sin embargo, a partir del infausto día en que se detectó el tumor cerebral de Mariana, lo he vivido en carne propia y lo he sentido con toda su dolorosa pero también esperanzadora intensidad.
Sí, llevo dos meses viviendo, conviviendo cotidianamente con el miedo. No es un invitado cómodo, ni siquiera es un invitado sino más bien una especie de intruso que llega y se instala en la conciencia y se mete hasta los huesos. Un intruso al que se va tratando de echar de la casa pero no se va…se esconde solamente en el olvido temporal –porque si no nos volveríamos locos o no podríamos vivir-y resurge de cuando en cuando, en el momento menos pensado y toma forma de vacío en el estómago, de ganas de llorar que a veces se vuelven lágrimas y otras nudo en la garganta y opresión en el pecho.
El miedo a la muerte, a la pérdida, emergió desde el momento mismo del diagnóstico cuando de manera poco ética aunque aparentemente profesional el radiólogo daba un nombre –muy grave, aterrador- al tipo de tumor detectado en la resonancia magnética cuando en las placas no se puede saber eso, según nos comentaron todos los neurocirujanos que visitamos. Este es el peor miedo, el que nos hace caer en la cuenta de la profunda fragilidad que tiene la vida. El miedo a la muerte regresó con progresiva y creciente intensidad desde el momento en que después de seis horas o siete, sin darnos información de la cirugía que estaba aún en marcha, el encargado del banco de sangre del hospital nos pidió ¡Quince donadores de sangre! (porque el doctor había pedido dos unidades en reserva y ya a usado seis y va a pedir más). Después volvió ese miedo, al día siguiente de la operación, cuando Mariana no despertaba y le tuvieron que poner un catéter en el cerebro para drenarlo e intentar que regresara del sueño profundo que empezó con la anestesia. Reapareció luego con más fuerza cuando se presentó lo del paro cardíaco o cardio-respiratorio una semana después de la operación. Esa noche fue la más oscura que he tenido en la vida.
No hay experiencia más fuerte, al menos no la conozco hasta ahora, que entrar a visitar a tu hija a terapia intensiva y que te pregunte: ¿Me voy a morir? En ese momento el piso se pierde y el que se quiere morir es uno mismo aunque tenga que y tienda a, contestar tajante: “!!NO!! Por supuesto que no te vas a morir. Ni lo pienses”
De ahí en adelante han seguido los miedos y las preguntas. La segunda etapa era la de ¿Me voy a recuperar? ¿Saldré algún día de hospital? Y nuevamente las respuestas de ánimo que parecen ser las indicadas aunque quizá no sean las adecuadas: “”Claro que sí”, Dios ya te lo dijo: ¿te acuerdas? Sí. Yo le pedí que me dejara vivir porque tengo todavía mucho amor que dar. Pues eso lo va a cumplir. Ya te mandó de regreso a la vida…pero el miedo sigue ahí aunque se esconda o se duerma por un rato…
El miedo de la recuperación se va ramificando: ¿Podré caminar? ¿Podré volver a hablar? Y bueno, el cuerpo se va ejercitando y se recupera, se reintegra y se van viendo señales del milagro de Dios que es nuestra vida compleja: ya la bañan sentada, ya aguanta más tiempo sentada sin apoyos, ayuda a cambiarla de lugar, se mueve en la cama, las manos controlan un poco más el movimiento…y ahora ya la pusieron en andadera en la terapia física: Gran paso!! Es como una bebé reaprendiendo a caminar…ese miedo se va acallando. Y el cuerpo sigue reaccionando, cambio por cánula fenestrada un par de horas, todo el día, ejercicio de foniatría, y de pronto llega la voz, Mariana estrena voz…aún le fallan la CH, la L o la S, sobre todo la R según ella misma dice, pero va…ya habla…es emocionante volver a escucharla…otro miedo que se va desvaneciendo…pero todos esos miedos dejan algunas secuelas…
¿Volveré a comer? “Creo que preferiría no recupera la vista que perdí en un ojo o no volver a mover las manos bien pero poder comer”…desde la llegada a la clínica Mariana ha estado muy obsesionada con comer…y ese miedo sigue…lleva dos estudios de nasofibroscopía y aunque hay algún avance, no es suficiente. Las terapeutas del lenguaje dicen que va demasiado lenta, que otras personas han reaccionado más rápido…que no pueden asegurar nada, aunque sí se han movido algunas cosas, pero la saliva sigue saliendo por la tráquea…en fin, ese miedo sigue ahí, lo compartimos calladamente, lo lloramos a veces junto con ella, lo callamos muchas otras para darle ánimo, es difícil trabajar con el miedo, saber qué decirle o que no, saber incluso qué decirse a uno mismo, qué está uno sintiendo…de miedo a miedo…esa es una dimensión de estos dos meses de pascua familiar, la resurrección plena aún no llega. Seguimos viviendo con el miedo, quizá tengamos que aprender a vivir con él a largo plazo, para toda la vida tal vez…porque esto será un proceso largo y para todos, no solamente para Mariana…
Vivir en la compleja relación entre miedo, esperanza y fe –convicción de ser amados por Dios y por ello seguridad y paz en el caminar cotidiano con todo y las injustas aleatorias malas jugadas que tiene también la vida-…caminar con miedo, pero tratar de asumirlo, compartirlo y saber que Dios es un papá-mamá que nos ama y que nos va acompañando en este caminar oscuro…Saber preguntar no: ¿Por qué Dios permite esto? Sino ¿Dónde está Dios en todo esto? Y responder convencidos que está justo aquí, en nuestro miedo y en nuestra esperanza, en nuestro dolor y en nuestra lucha. Este es el principal desaprendizaje y reaprendizaje que tendremos que asimilar para poder vivir desde ahora una nueva vida, una nueva vida que no elegimos sino que nos eligió.
Martín
24/09/09

lunes, 7 de septiembre de 2009

Respuesta con disculpas, aclaración y agradecimiento

Esta es una aclaración que envié a una muy querida amiga, a uno de esos ángeles que han estado haciéndonos llevadera esta pruebla al transparentarnos a Cristo a través de sus oraciones, sus palabras y sus acciones...la publico porque creo que el texto: "No soy, no somos..." puede haber herido la sensibilidad de varios (si es que leen mi blog, cosa totalmente improbable) y no quiero dejar de aclarar el sentido de este escrito que nada tiene que ver con un reclamo a nuestra gente querida sino con un reclamo a mí mismo...va...

Cuando te dije que "se aceptaban todos los reclamos" no pensé que fuera tan en serio...gulp...La verdad es que no pensé lo suficiente quizá cuando decidí subir ese texto a mi blog, aunque viéndolo bien pues ese blog tiene de todo y es como mi libreta de borradores o mi diario nada más que abierto a quien desee leerlo...Aún así, creo que debí haber pensado mejor cómo se podrían llegar a sentir algunas personas que leyeran mi texto "de rebeldía interior" al ser de ese grupo cercano, íntimo, que ha estado todo este tiempo dentro del proceso de Mariana y de toda la familia y que nos ha dicho, porque lo siente de veras, que le han impactado nuestros textos o que le ha movido la situación y cómo hemos reaccionado como familia o como personas Gaby y yo ante esta prueba tan dura. Por eso te envío mi más sentida disculpa. De verdad te pido perdón y a todo aquél que haya leído eso y haya sentido algo parecido a lo que tú me expresas tan honesta y abiertamente en tus mensajes.
Ante lo que argumentas no tengo nada que replicar: Tienes toda la razón y estoy plenamente de acuerdo con cada uno de los argumentos y razonamientos que haces. Somos indigentes pero indigentes privilegiados porque Dios nos ama y se nos regala y nos regala posibilidades de ser instrumentos suyos. No soy, no somos...pero es Él-Ella que actúa a través de nosotros y por ello debemos y realmente estamos muy agradecidos por toda su bondad y su misericordia en estos tiempos tan difíciles. Solamente de él pueden haber salido las fuerzas, la esperanza y la unión necesarias para afrontar todo lo que ha pasado. Quizá sea muy arrogante o malagradecido entonces decir lo que digo en mi texto, quizá vaya en contra de la humildad siendo que pretende ser una muestra de humildad...paradojas de los seres humanos que somos tan pero tan defectuosos...
Pero el texto nace más bien, no como un reclamo hacia todos los que de manera muy sincera y generosa me han dicho o nos han dicho que les hemos sido significativos como amigos, maestros, padrinos, familiares, etc. y que nuestra familia de alguna manera ha sido un referente para ellos o ellas, no como un reproche a quienes han tenido la bondad de decir que mis textos o el de Gaby les han movido profundamente o los han hecho reflexionar y llorar con nosotros...De ninguna manera he querido rechazar estas muestras de cariño sino hacer un texto donde básicamente dialogo conmigo mismo y expreso lo que realmente siento: si normalmente me siento incómodo y trato de desviar la conversación hacia otro lado cuando alguien me empieza a alabar como profesor o a hablar demasiado bien de algún libro o artículo mío, me siento mucho más incómodo cuando lo hacen respecto de estos textos que han nacido del dolor más profundo que he tenido en mi vida.
En efecto, me he sentido abochornado, apenado, muy mal conmigo mismo porque de pronto digo: "No se vale que ante el gran dolor y la gran prueba de fe, de fortaleza, de paciencia, de desesperación, etc. de Mariana que es la verdaderamente ejemplar, ahora sea yo y mis textos el que destaque o el que sobresalga o seamos Gaby y yo como matrimonio -que de verdad nos hemos sentido siempre muy contentos de ser testimonio de pareja y familia ante los que nos quieren y muy comprometidos con esto- los que nos llevemos las palmas o las alabanzas". De manera que eso es lo que en el texto ME DIGO A MÍ MISMO, NO A LOS DEMÁS QUE ME QUIEREN Y ME EXPRESAN LO QUE HAN SENTIDO sino a mí, a mi ego, a mi necesidad de reconocimiento, de autoafirmación, a mi "locus de control externo": NO! No te la creas! No se vale! Mariana es el ejemplo en este momento, es ella el testimonio de la presencia de Dios y no tu texto que apenas intenta balbucear esa experiencia incomunicable (ni siquiera de Mariana hacia nosotros, menos de nosotros que no la vivimos hacia los demás) que es el paso de Dios por nuestra historia familiar (la pascua que hemos estado viviendo en estos meses).
De manera que en resumen: Perdón. De acuerdo. Alabado sea Dios por usarnos de instrumentos suyos. Ojalá nunca nos hubiera usado como instrumentos suyos en estas circunstancias. Gracias a todos y todas los que me han dicho que le somos significativos o que mis textos le han con-movido, pero no soy, no somos...es Mariana, es Dios en Mariana, es Dios finalmente, es Dios...y ese misterio que llamamos vida.

p.d. Me atrevo a transcribir algunos fragmentos de los argumentos que me ha enviado esta amiga, porque creo que son una verdadera lección de fe reflexionada y vivida...o sea de Teología...que realmente es eso...

martes, 1 de septiembre de 2009

No soy, no somos

No, no soy, no somos fuertes tu mamá y yo,
Somos simplemente dos padres indigentes
Haciendo lo que pueden y más de lo que pueden
Por acompañar a una hija en su retorno de la frontera entre la muerte y la vida.
No, no soy, no somos fuertes, no somos ejemplo de nada,
Ni familia ideal, ni pareja perfecta,
Dos débiles, titubeantes balbuceos que claman a Dios sin saber las palabras
O la fórmula para ser escuchados…
No soy, no somos, ni el asomo de lo que deben ser los apoyos de un ángel
Que se niega al olvido y se aferra a la vida y ve a Dios cara a cara,
Y lo enfrenta y le dice que no es el momento, que falta mucho
Amor para dar, para darse en este mundo mendigo de amor.
Por eso me siento tan mal, tan incómodo cuando ese indeseable
Tumor es motivo de alabanza hacia nosotros,
Cuando escucho que tú eres fuerte y positiva y luminosa
Porque lo heredas de un papá, de una mamá, de una familia ejemplar…
Como si fuera natural esta batalla cotidiana, como si todo fuera tan sencillo
Como mamar la fe, la esperanza, la fortaleza ante la adversidad…
Por eso no soporto que unos desahogos que se tuvieron que compartir
Para no estallar por dentro, sean ahora lo que hace llorar, lo que impacta,
Lo que produce admiración…
¿qué son unas palabras más o menos bien encadenadas frente a la experiencia
De estar en el límite y de ganar la vida en cada respiración que se tiene que ver
En un oxìmetro?
¿Qué es una expresión del dolor y de la angustia externa frente a la huella
Del dolor y de la angustia que nace de lo más hondo de ti?
¿Qué hacer, qué decir, qué sentir, cuando se ponderan las reflexiones,
Los abstractos ejercicios de verbalización de lo inefable, de los tímidos intentos
Por compartir lo incompartible?
No soy, no somos ni la sombra de eso que dicen que somos…
¿Qué daríamos por no haber escrito lo que escribimos porque tú siguieras sana,
Rebosante de vida y de alegría como siempre?
¿Qué haría yo por quitarte ese tubo de la tráquea, esa sonda de tu estómago
Esas lágrimas de tus ojos, esa desesperación por volver a comer?
¿Qué hacer para no estorbar el reflejo luminoso de tu vida ganada en cada
Suspiro, en cada movimiento de los brazos, en cada intento de que el cuerpo
Vuelva a obedecerte, de que la lengua que parece lo màs bobo, pueda moverse
De nuevo con la fuerza suficiente para traerte de regreso a tu vida cotidiana?
No soy, no somos nada de lo que parece que somos…
Soy, somos, en la medida en que tú nos das sentido con una sonrisa y un nuevo
Movimiento…
Soy, somos, por tì, contigo, para ti. Desde tì para el mundo y desde el mundo
Que te reclama de vuelta para ti…
Soy, somos…lo que quieras y te haga falta para volver a ser en el mundo
A estar plenamente parada sobre el mundo, a dar amor a manos llenas,
A brazos llenos, a aquél que te hizo bajar a la oscuridad y regresar
Para dar todo el amor que te falta y que sin duda va a servir para seguir cambiando el mundo…

Lo único que importa es amar...

“Lo único que importa es amar”…o lo que se aprende de lo que los hijos aprenden
-¿Has tenido algún aprendizaje de todo este proceso?
-Que soy fuerte…que tengo fuerza…
-Mira…este es un aprendizaje muy importante y que te tienes que llevar para toda la vida…ya nada de que Mariana es la débil y Paulina es la fuerte de las hermanas…tú tienes fuerza y la has demostrado en todo este tiempo…mucha gente te admira por esa fuerza…conserva eso para toda tu vida…lo que venga por delante, cuando te cases y tengas hijos…¿Te gustaría casarte y tener hijos?...
-Sí
-Pues cuando tengas a tus hijos y haya problemas que enfrentar, esto que has aprendido aquí y esta fuerza que has sacado de dentro, que quiere decir que ya eras una mujer fuerte pero no te habías dado cuenta, esa fuerza interior te va a servir para enfrenar todos los problemas que tengas cuando seas mayor y tengas una familia…Cuídate mucho, Mariana…Adiós…
-Adiós…
Algo así sucedió unos días antes de que Mariana dejara el hospital donde estuvo internada por mes y medio, casi un mes completo en terapia intensiva después de la difícil operación de su tumor cerebral…la charla fue entre ella y Mauricio, un Psicólogo del equipo de apoyo y terapia familiar que tiene como servicio “gratuito” –entre comillas pues todo cuesta en este hospital aunque aparezca como una cortesía- el Ángeles, en el área de terapia intensiva y terapia intermedia. Este equipo fue realmente un gran apoyo y nos acompañó en momentos difíciles por la intensidad de la preocupación o por la desesperante espera y ausencia de información o por los momentos de depresión o de no respuesta positiva de Mariana ante todos los detalles grandes y pequeños que tuvo que enfrentar durante su batalla por la vida, por mantenerse en la vida…
Este ha sido un gran aprendizaje para todos, un aprendizaje que como el mismo Mauricio nos dijo, tendrá que cambiar “la narrativa familiar” y el discurso que sobre Mariana hemos venido construyendo por años y que ella misma llegó a creer respecto a su fragilidad y dependencia frente a la fortaleza y autonomía de Pau –la que en los hechos “parece ser la hermana mayor” decía Mariana en el video que Jorge le regaló a Paulina en su cumpleaños número dieciocho- que nos ha hecho muchas veces sobreproteger un tanto a una y dejar un poco desprotegida a la otra…sin darnos cuenta, de buena fe, como la mayoría de los papás y las mamás del mundo…
Sin embargo, con todo y lo grande de este aprendizaje, hay otro que es sin duda el fundamental y que fue el que salvó la vida de Mariana, el que ahora la está ayudando a regresar poco a poco a la vida y el que le dará sentido en el futuro a los muchos años –esperamos todos- que le quedan de vida. Este otro aprendizaje me lo contó Mariana delante de Gaby, una tarde en la que estábamos solos –cosa no muy frecuente entre terapias, revisiones médicas, “procedimientos” de las enfermeras, visitas y otros etcéteras- platicando respecto a la ya próxima alta del hospital.
Recordábamos en la plática ese día en que “Dios vino a ver a Mariana” y que curiosamente, a pesar de lo que dicen muchos acerca de que lo que pasa en terapia intensiva se olvida, ella sigue recordando con nitidez (aunque ignoramos hasta ahora los detalles de la “visita” pues no hemos tenido oportunidad de preguntarle); recordábamos entonces ese día, ella acababa de tener un recordatorio sobre el paro cardíaco que sufrió, justamente una semana después de la operación, aunque me dijo que no recordaba si coincidía o no la visita de Dios con este día…es lo de menos…en fin, que en eso estábamos y surgió una conversación más o menos en esta línea:
-Pablo – uno de los terapeutas físicos- me asustó mucho porque me dijo que tuve un paro cardíaco y que casi me muero… ( las imprudencias de los que se supone son profesionales de la salud)
-No te preocupes, Mariana. Eso ya pasó y saliste bien de allí. No hay ninguna secuela. Tu corazón está muy sano y Dios te envió de regreso y te hizo saber ahí que tienes todavía mucho que hacer aquí…¿No es cierto?
-No recuerdo si fue ese día…pero sí, me vino a ver…me acuerdo…en terapia intensiva me dí cuenta de pronto que lo único que importa es amar…y yo le pedí a Dios cuando vino, que me dejara vivir porque todavía tenía mucho amor que dar a la gente aquí…y por eso me dejó…
-Es cierto, Dios te dejó porque sabe que tienes mucho amor que dar…eso lo tienes que recordar toda la vida…será tu misión desde ahora…
-Sí…así es…
-Te queremos mucho…eres una gran mujer…no lo olvides nunca…
Dentro de todos los aprendizajes. Este es el crucial: más que ser fuerte lo que importa es ser amoroso…amar a todo y a todos …amar por sobre todas las cosas…Este aprendizaje se lo debo a Mariana…hasta antes de esto, sabía teóricamente que el amor es lo central…ahora lo he experimentado y lo he aprendido “en carne propia”, a partir de la experiencia de Mariana, ese ser luminoso que ya era y que ha florecido aún más después de esta prueba en la que entendió que Dios la ponía en la circunstancia de demostrar y demostrarse que era fuerte, pero en realidad la puso en la línea entre la vida y la muerte para que cayera en la cuenta de que la fuerza es lo de menos…que el amor es lo vital…o quizá para que entendiera que finalmente uno es fuerte en la medida en que ama y es amado, que la fuerza nace del amor y que por eso ella ha sido, es y será una mujer fuerte, un ejemplo de fortaleza para todos los que la rodeamos y que somos simples aprendices, repetidores de huecos discursos sobre el amor…

jueves, 27 de agosto de 2009

“CAMINITO DE LA ESCUELA”**

“El principio de la locura es seguir haciendo lo mismo
una y otra vez ,y esperar obtener resultados diferentes.”
Albert Einstein
El regreso a clases implica para los educandos un sentimiento ambiguo que contiene al mismo tiempo alegría y curiosidad ante lo nuevo y desencanto y pereza frente a lo de siempre. Desgraciadamente lo nuevo tiene que ver muchas veces con factores externos y de muy corta duración –estrenar uniforme, tenis, cuadernos o libros, ver qué compañeros nuevos hay en el grupo, quién y cómo será el nuevo profesor o profesora, etc.- y lo rutinario con el contenido y el fondo, mucho más permanentes, de lo que sucede cotidianamente en las aulas, en los patios, en la biblioteca o el laboratorio escolar.
No es el caso de los educadores que en muchas ocasiones experimentan solamente el sentimiento que contiene lo desagradable de volver a una rutina con poco o nulo sentido y conexión con la vida, muy desconectado de lo que se puede llamar vocación por educar (Como dice Hansen: La vocación implica que un sujeto encuentre en la actividad que desempeña elementos de autorrealización y de aporte al cambio social).
Este hastío ante la visión repetitiva de los rituales escolares entre docentes y directivos es lo que desafortunadamente se respira en muchas escuelas, universidades, instituciones educativas de todos los niveles. Tal parece que el proceso educativo ha ido cayendo paulatinamente en este principio de la locura que señala Einstein: continuar haciendo lo mismo una y otra vez y pretender obtener resultados diferentes.
Los discursos educativos en todos los congresos, conferencias, cursos de actualización, pactos y acuerdos oficiales, procesos de planeación o evaluación de escuelas públicas o privadas, hablan de la necesidad de obtener resultados radicalmente distintos en el proceso educativo. Los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales piden a gritos un cambio en los resultados de nuestra educación nacional.
Sin embargo estos resultados no llegan, es más, ni siquiera se aproximan al escenario de construcción de un nuevo país más democrático, más justo, más productivo, más equitativo, más respetuoso de los derechos humanos, en fin, de un México más acorde con lo que los mexicanos soñamos y merecemos.
¿Cuál es la causa de que no estemos en camino de cambiar estos resultados del proceso educativo? Fundamentalmente se debe a que en nuestro sistema educativo nacional estamos haciendo lo mismo una y otra vez, sin darnos cuenta de que en esta dinámica rutinaria se pierde lo auténticamente educativo que es el encuentro humano que renueva, cuestiona, despierta el deseo de conocer, aviva el deseo de vivir más humanamente. Una educación centrada en el programa que esclaviza y no en la estrategia que orienta pero reta a la creatividad es la causa de que estemos muy lejos de encontrar resultados educativos más positivos que se reflejen en la dinámica social.
La verdadera educación necesita del deseo humano para realizarse y de la utopía colectiva para tener un horizonte hacia el cual caminar, decía el Dr. Pablo Latapí Sarre, padre de la investigación educativa en el país, fallecido recientemente. La verdadera educación requiere de un arraigo profundo en la experiencia humana que mueve individual y comunitariamente hacia la búsqueda de desarrollo. Pero este deseo humano ha sido sepultado entre trámites burocráticos, documentación agobiante, ritos vacíos, luchas de poder y ambiciones personales, desánimo y falta de motivación por parte de los actores. De ahí la repetición continua que impide la regeneración del sistema educativo y promueve su cada vez más acelerada degeneración.
Ante la entrada a clases para el nuevo ciclo escolar que van a vivir millones de alumnos y profesores en estos días, cabe sin duda la reflexión: ¿Será posible cambiar esta dinámica guiada por el principio de la locura, esta dinámica de hacer lo mismo una y otra vez, pretendiendo obtener resultados diferentes? ¿Cómo poder impulsar un cambio en lo que hacemos en la educación que genere un cambio en los resultados que de ella se obtengan? ¿De qué manera se pueden ir transformando las prácticas educativas, las estructuras organizacionales de la educación y la cultura que guía el modo de vivir la educación para apuntar hacia una educación auténtica, movida por el deseo humanizante y orientada hacia la utopía de un país mejor?

**Artículo publicado en: "La primera de Puebla". 270809

sábado, 8 de agosto de 2009

Dios es el mismo, nosotros…también.

-“Hola, buenas noches. ¿Podemos hacer oración con ustedes?”
El saludo suena amable y la petición suena extraña, pero en el contexto de una sala de espera en el área de terapia intensiva de un hospital, con varias familias preocupadas por la situación de salud de un esposo o esposa, hija, padre o madre, la oferta no puede rechazarse.
Quienes están parados frente a nosotros –yo, que tengo a mi hija recién operada de un tumor cerebral y con un cuadro postoperatorio muy complicado, mi hermano Pablo, mi primo Salvador que nos visita- son dos personas de alrededor de cincuenta años. Ella, una mujer muy arreglada que sigue siendo atractiva para su edad, él, un hombre de traje y corbata, bien afeitado y peinado, dos personas muy amables y empáticas a pesar de ser la primera vez que nos ven.
-Sí, ¿Por qué no? Contestamos los tres casi a coro. Siéntense.
El hombre del traje obscuro abre una biblia encuadernada con forro de piel, de esas que tienen un cierre para que sus hojas no se maltraten. Inicia leyendo un salmo en el que se exalta la bondad infinita de Dios y cómo los humanos debemos sentirnos siempre confiados cuando oramos en que seremos escuchados. Al finalizar la lectura, cerramos los ojos y él hace una oración de petición por Mariana, para que se vaya restableciendo de su operación (previamente había preguntado por el nombre de nuestra hija y la razón de su estancia en el hospital). No hay más. Termina la oración y se despide. Me dice que su esposa se llama Mariana también y que tendrá muy presente a mi hija en sus oraciones de los próximos días.
El y la mujer que se llama Gail, se despiden muy amables. Ella con un tono muy maternal y cariñoso, rayando incluso en lo cursi, nos dice que confiemos en Dios plenamente y que su versículo favorito de la Biblia es Romanos, 8, 18: “Si Dios es conmigo, quién contra mí”.
Este mismo versículo nos lo repetirá varias veces en otros encuentros. Ella dijo ser hermana de Rubén, el esposo de Jeanette, quien está en el cuarto de junto a Mariana en terapia intensiva. Cuando le preguntamos que cómo está su hermano, nos dice: “No es mi hermano en realidad, es mi hermano en Cristo, porque somos cristianos”, lo dije para que me dejaran pasar a verlo. La segunda tarde en que la vimos nos presentó a su esposo y estuvimos comentando cosas sobre la salud de Rubén y de Mariana y sobre cómo la fe en Dios nos puede dar fortaleza en momentos tan duros como los que vivimos. Ella nos reiteró que Mariana iba a ponerse bien y que seguirían orando por ella. Al saber que éramos católicos, nos comentó al igual que su esposo: “finalmente, es el mismo Dios”. Tanto ella como Jeanette, la esposa de Rubén, siguieron preguntando constantemente por Mariana, Jeanette y Rubén incluso nos fueron a visitar cuando él ya había sido dado de alta y Mariana seguía en terapia intensiva.

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Es domingo y son cuarto para las once. La pequeña capilla del hospital empieza a llenarse. Gaby llega temprano al salir de la visita de las diez. Apunta a Mariana entre los enfermos por los que hay que pedir en la misa dominical. En la lista se van escribiendo los nombres de otras personas, entre ellas el de la señora Yolanda, una mujer de unos sesenta y dos años que ingresó hace un par de días por un problema pulmonar, complicado con un trastorno cardíaco. Al llegar la persona que ayuda al sacerdote, tacha de la lista a esta señora. --Gaby, extrañada le pregunta: “ ¿Por qué quita de la lista a esta persona?”
- “Es que ella es judía”.
- “¿Y por ser judía no podemos pedir a Dios por ella?”.
Sin responder, tacha a la señora Yolanda y en la misa no se le menciona.

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Luces y sombras de lo humano que salen a flote en estas situaciones de crisis: por un lado, la solidaridad y el deseo auténtico del bien del prójimo, no importando si es de la misma religión o no. Por otra parte, la exclusión y la intolerancia religiosa que cierran las puertas de la verdadera com-pasión que humaniza por sinrazones ideológicas que pretenden que Dios se puede atrapar entre los muros de un credo o un culto específico, meras expresiones culturales e históricas de la más honda experiencia humana: eso que se llama la fe y que no es otra cosa que la apertura al misterio que nos trasciende por completo o en palabras de la madre Aurora, una profesora-amiga de la ibero León: “La convicción profunda de que Dios nos ama”. Como decían Gail y su marido: “es el mismo Dios” o Dios es el mismo” para todos, pero como podemos comprobar en nuestras cegueras dogmáticas: “los seres humanos somos también los mismos”, los que no han aprendido nada, a pesar de los siglos, de las guerras santas, de los suicidios colectivos de algunas sectas, de la inquisición y las cruzadas, de la Yihad y “la congregación para la doctrina de la fe”.

Cambiar el mundo

II

La revolución quiere cambiar al mundo
Pero no ha podido…
La Educación puede cambiar el mundo
Pero no ha querido…

Mariana y las montañas


Un grano de mostaza es tan pequeño que puede fácilmente pasar desapercibido. Sin embargo, Jesús dijo que si tuviéramos la fe del tamaño de un grano de esos, podríamos hacer que un árbol saliera de la tierra y fuera a plantarse en el mar…moveríamos montañas si nuestra fe fuera del tamaño ínfimo de un granito de esos…
Tan sencilla y tan complicada es la cuestión de la fe. La misma palabra es tan pequeña que solamente tiene dos letras y sin embargo, es tan difícil tenerla…tan tremendamente escasa que hoy vemos cómo el mundo se nos cae a pedazos por falta de fe, por no creer en el potencial que lo humano y los humanos tienen para humanizar la tierra, por pensar que lo que sucede es la norma, que en efecto el hombre es el lobo del hombre, como si lo descriptivo fuese lo prescriptivo…
En los momentos críticos de la vida, es cuando más notamos qué tan pequeña es nuestra fe, qué tan lejos estamos de tener ese granito de mostaza que podría transformar la vida y cambiarnos nuestra vida.
En este tiempo en que Mariana, mi hija mayor, ha estado en el proceso postoperatorio del tumor que le extirparon del cerebro, he descubierto cómo eso que ella en alguna ocasión escribía acerca de mí diciendo que admiraba la gran fe que tengo, era simplemente una ilusión de hija que ama a su papá.
En efecto, en estos días de espanto, incertidumbre, espera, miedo, solidaridad, necesidad, impotencia, indigencia, he experimentado varias veces esta sensación de ser un indigente en cuestiones de fe. Me he derrumbado, he llorado, cuestionado –no el por qué a nosotros o por qué a Mariana sino el ¿Qué quiere decir Dios con esto? ¿Cómo entender su voluntad? Y sí, sin duda, el ¿por qué no a mí en vez de a ella si yo soy el egoísta, el sobreprotegido, el temeroso?- y sentido rabia pero sobre todo temor, mucho temor a perder a mi hija.
No, mi fe no es grande, no es mediana, no es pequeña, es microscópica, es infinitamente más pequeña que un simple grano de mostaza. Se derrumba fácilmente, se deja invadir por pasiones desordenadas, por la duda y el pensamiento negativo que vienen del “mal espíritu”, del “diabolus” –el que separa-, el que nos desalinea de la sintonía con la voluntad de Dios.
Sin embargo desde el diagnóstico que cayó como golpe seco en nuestra conciencia personal y familiar, Mariana ha mostrado una fe digna de admiración. Fue ella quien informó personal y tranquilamente a sus abuelos del tumor que tenía y les infundió calma para poder aceptar esta terrible realidad. Fue ella quien nos dijo que no nos preocupáramos, que ella no quería mirarnos “como nosotros la mirábamos a ella”, fue Mariana misma la que avisó a sus amigas que lloraban, mientras ella las consolaba, fue ella la que puso el ejemplo de cómo afrontar esta situación.
Después de la operación fue también ella, ha sido ella la que nos ha dado el ejemplo de lo que significan estas dos letras: efe, e, FE, con mayúsculas, con letras doradas, con “muchos huevotes” como le dijo Chío, con la efe de fuerza que ha sido paciencia, obediencia a los médicos, resistencia, tenacidad, ganas de vivir, tolerancia al dolor y a la incomodidad, recuperación de cada golpe pequeño o grande en el camino. Con la E de esperanza que ha sido constancia, decisión, valentía, salto al vacío con plena confianza…
De manera que fe, lo que se dice fe, la de Mariana. No hay otra explicación para esa mirada luminosa, para esa sonrisa que nace del alma, para esa paz interior que se refleja como luz en toda ella desde que regresó de esta crisis en la que tocó fondo.
Mariana es la que ha movido montañas, desde el momento en que se dio cuenta de que “Dios vino a verla”, es decir, desde que cayó en la cuenta de que siempre ha estado allí, tomándola de la mano y llevándola hacia la recuperación plena, por el camino del retorno a la vida que aunque tenga tropiezos, no tiene regreso.
Muchos granos de mostaza se necesitan para medir el tamaño de la fe de Mariana. Muchos árboles podrían ser arrancados de su sitio y plantados en el mar si ella se los pidiera. Pero su petición es tan sencilla como poder regresar a casa, hacer muchos brownies de agradecimiento a todos los ángeles que la acompañaron en este tránsito, traerle la receta del pay de plátano a la doctora de terapia intensiva, retornar a su carrera de diseño gráfico y poder aportar muchas cosas bellas y buenas para el mundo, ser una “mejor” mujer, poder hacer “maratones” viendo Friends, Gilmore girls o la final de “So you think you can dance”, ver a sus amigas, querer y cuidar a sushi, soñar con tener muchos perros y un tigre en su casa cuando tenga su propia familia…
Con una fe de este tamaño, seguramente Dios escuchará a Mariana y le dirá que no tema, que el camino sigue, que como dijo José Pablo, “la vida la está invitando a tomar un café”.

Presencia de Dios.


“…Yavé es quien da muerte y vida
quien hace bajar al lugar de los muertos
y volver a la vida…”
(I Sam. 2, 6)

Al momento de escribir estas líneas Mariana, mi hija mayor –desde hace diez días nuevamente mi bebé de siempre y por siempre- continúa dando la batalla de su vida en el área de terapia intensiva del hospital. No sé pues, en qué terminará esta terrible pesadilla, la peor de toda mi vida –incluyendo la muerte de Ray, mi hermano pequeño siendo yo un niño- que ha sido la detección de un tumor cerebral a partir de una “simple” visita al oftalmólogo el lunes de la semana pasada.
El diagnóstico fue demoledor para ella y para toda la familia. Sin embargo, Mariana tardó algo así como una hora y media en asimilar la noticia y con toda valentía comentarme en el coche, camino a casa de sus abuelos Ray y Coca para darles la noticia: “¿Sabes? En el consultorio del doctor me acaba de caer el veinte. Dios me pone esta prueba porque yo siempre que vamos a misa le pido que me permita demostrar que soy fuerte, tan fuerte como Pau que se atreve a muchas cosas, incluyendo a irse estudiar la universidad a la ciudad de México. Todo saldrá bien. Sé que voy a poder mostrar esta fuerza”.
De ahí en adelante, ella fue la que notificó y trató de tranquilizar a toda la familia y a sus amigas. Todavía el día que veníamos al DF a ver a un neurocirujano que nos recomendaron y que es el que finalmente la operó, pasó a la universidad a darle la noticia a su coordinadora y a pedirle asesoría sobre qué materias podría inscribir –aunque sea dos, para no quedarse totalmente inactiva- en el período de otoño.
Llegamos al hospital y esta fuerza siguió presente, quizá con una pausa en que con ojos llorosos me miró antes de que la camilla saliera hacia el quirófano. La operación fue muy complicada, el tumor estaba muy “vascularizado” y sangró mucho, tanto que tuvieron prácticamente que ponerle más sangre de la que tiene en total su espigada figura de cuarenta y tantos kilos.
Quizá por eso o por cosas que nunca sabremos, el proceso en terapia intensiva ha sido desgastante y tremendamente difícil. Al día siguiente de la operación nos llamaron al consultorio del doctor que nos dijo que “le preocupaba mucho” que Mariana no estuviera reaccionando como se esperaba, que sin sedantes no despertaba y que iban a tratar de hacerla reaccionar poniendo un catéter en el lóbulo cerebral para drenar exceso de líquido y sangre que había en los lóbulos y en el lugar que ocupó el tumor extirpado, por fortuna benigno.
De ese susto pasamos a una reacción maravillosa a los veinte minutos de que le hicieron ese procedimiento. De allí a la angustia que precede a cada visita –tres solamente por día y muy breves- en terapia intensiva y a días mejores y peores, días de tranquilidad y otros de desesperación evidente en ella; y luego a un intento de retirar el respirador que duró unas cuántas horas porque ella se cansó de respirar sola y más visitas con temor a cómo encontrarla y luego un segundo intento de extubarla que duró un par de días, pero que culminó en una salida del doctor del área de terapia intensiva para avisarnos que había tenido un espasmo y tuvieron que volver a intubarla.
“Montaña rusa emocional” dicen varios de los que nos visitan, esos ángeles que Gaby ha descrito en un texto hermoso que nació en una noche como esta de encierro en el cuarto contiguo a terapia intensiva, esperando que las horas pasen para volver a otro día de incertidumbre y batalla dentro –de Mariana- y fuera –de la familia y amigos-. Eso ha sido nuestro “viacrucis” en esta semana y piquito que parece un siglo…
El jueves de la semana que siguió a la operación, es decir ocho días exactos después de la intervención quirúrgica, el médico que coordina el proceso –el que la operó está en un congreso largo como la angustia de los que nos quedamos- nos informó que iban a hacer el intento de cerrar la válvula del catéter para ver si reaccionaba bien en veinticuatro horas. Si ocurría así, se tomaría una tomografía de control y si no había acumulación de líquido, se retiraría este drenaje del cerebro al exterior. Todos los signos eran favorables: no había ya hidrocefalia, la sangre que quedaba en el cerebro era muy poca y se reabsorbería sola por el organismo, ella estaba neurológicamente avanzando, etc. El día pasó bien. El médico nos alcanzó en el comedor del hospital para decirnos, a eso de las seis de la tarde, que acababa de verla y que todo iba bien, que no tenía dolor de cabeza ni síntomas de que hubiese algún problema con el cerebro. Si todo seguía así, se le retiraría el catéter después de la tomografía de la mañana siguiente.
Para la visita de las ocho algo empezó a inquietarme al igual que a la esposa del “vecino” de Mariana en terapia intensiva. Por alguna razón desconocida, no llamaban a nadie para entrar a ver a sus familiares enfermos. “Es habitual que nos pasen tarde, no pasa nada” dijo Gaby. “Pero siempre van llamando a los familiares de algún paciente y luego a los demás y en esta ocasión no ha pasado nadie”, contestó Jeanette, la esposa de ese vecino.
Hacia las nueve de la noche salió apresuradamente el neurocirujano a cargo de Mariana y desde la puerta del pasillo que comunica a quirófanos y terapia intensiva nos hizo señas a Gaby y a mí de que pasáramos. Algo estaba mal. Mi corazón saltó como salta ahora que lo describo. Lo peor que pensé es: “No funcionó lo del catéter y nos va a decir que ya tuvieron que abrir la válvula”. Sin embargo, algo mucho peor salió de sus labios: “El corazón de Mariana entró en paro, tuvimos un susto tremendo, ya logramos revivirla y se está estabilizando, pero abrimos la válvula de inmediato porque la hipótesis más viable es que el organismo no aguantó el cierre y al subir la presión cerebral el corazón reaccionó deteniéndose”. Hubo otras dos hipótesis que no recordamos y que no importan ante la gravedad del caso. Nos dijo que ya venía en camino un médico muy bueno que trabaja siempre con el equipo del Dr. Klériga –el que la operó- y que él la valoraría. En cuanto supiera más, nos llamaba para hablar con ese otro médico.
Regresamos pálidos y temblorosos a la sala donde estábamos sentados con Pau, Jorge –su novio- y mi hermano Pablo. Gaby les dijo lo que escuchamos y rompió en llanto, Pau y yo lo hicimos un minuto después. Jorge y Pablo también muy preocupados nos veían en silencio compasivo y solidario. Nos derrumbamos. ¿Qué estaba pasando? ¿Por dónde iba la voluntad de Dios? ¿Por qué esta reacción del corazón de Mariana? Mil preguntas vinieron a nuestra mente y mil sentimientos encontrados explotaron en nuestro corazón.
Algo así como media hora después o quizá más, salió el cirujano con el Dr. Zambito –el que está a cargo de Mariana hasta hoy que escribo- y nos explicó que ya estaba controlado todo, que le había tenido que poner a Mariana un “tubito” en el pulmón izquierdo que se había colapsado por las violentas “maniobras de resucitación” que se tuvieron que hacer para regresar a trabajar el corazón de Mariana. Todo estaba ya en orden, los signos vitales bien, durante los veintitrés minutos que duró la resucitación Mariana estuvo bien oxigenada –la ventaja de que tuviera el respirador- y parecía no haber daño neurológico, lo del pulmón era secundario y se iría recuperando sin dejar secuelas, el corazón es “el corazón sano de una niña joven de diecinueve años”, no hay daño en el corazón, el corazón solamente reaccionó ante un desequilibrio fuerte del organismo…
No recuerdo si fue antes o después…Pau, Gaby y yo sentados en la parte de arriba de la capilla del hospital, llorando desconsolados, abrazándonos fuerte, muy fuerte, diciendo que no podía ser, que cuál era la voluntad de Dios, que por qué si el doctor decía que el personal de terapia intensiva había estado platicando con Mariana una hora antes, su corazón reaccionó así, que si no sería ya demasiado esfuerzo para Mariana que es muy delgadita y frágil, que no la subestimen –decía Pau- porque ella tiene la fuerza para salir, etc. Etc.
En medio del llanto incontrolable, Gaby nos dijo: “¿No será lo que decía ayer papi? ¿Qué tenemos que dejar de decir “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” solamente de dientes para afuera? ¿Qué debemos aceptar que Mariana y nuestras otras dos hijas son prestadas y él es el que decide cuándo y cómo quiere llevarlas de aquí? Traté de completar entre sollozos esta reflexión. “Sí, dejemos de luchar contra la corriente…abandonémonos en los brazos de Dios, aceptemos que es él quien tiene la última palabra sobre si Mariana se va o se queda con nosotros por más tiempo…que solamente él, ni los médicos, ni nosotros podemos determinar esta situación límite…” algo así fue saliendo de la boca de los tres…lloramos más, lloramos con más amargura, con rabia, con resignación, con aceptación finalmente, a pesar del miedo…es como saltar al vacío...empezamos a aceptar esta realidad, dijimos en voz alta, oramos, que aceptábamos que se hiciera la voluntad de Dios en el cielo y también en la tierra…y también en nuestras vidas…que le dábamos gracias a Dios por habernos regalado a Mariana, por su vida plena, feliz, por su testimonio de hija, de hermana, de estudiante, de amiga, de universitaria enamorada de su carrera, por todo lo que ella había sido hasta el momento en nuestras vidas…pero que eso no significaba que dejaríamos de pedirle, pedirle con todas nuestras fuerzas que nos la dejara, que nos la prestara por muchos años más porque ella tenía aún mucho que dar…oramos…lloramos…llegó la liberación que da este abandono radical, la liberación no exenta de miedos, de egoísmos, de cierta rebeldía, pero liberación al fin.
No recuerdo el tiempo, antes, después, ¿Qué importa? Me vino a la mente algo que también compartí con Gaby y Pau, creo que también con Jorge…que quizá fuera el producto de ver muchas películas cursis sobre esta vida y la otra y sus conexiones…que quizá era el producto de una fe ingenua, pero que podría ser, ¿Por qué no? Que Dios hubiera hecho ese llamado radical a Mariana para decirle: “Animo, no desfallezcas, yo te quiero allá todavía…tienes mucho que hacer en la tierra…regresa con ánimo renovado, recupérate ya…”
Quizá era un sueño guajiro pero me ayudó…me ayudó a convencerme de que si Mariana había logrado salir de algo tan terrible como un paro cardíaco de veintitantos minutos era porque Dios le tenía todavía tareas por hacer con nosotros, que era porque nos iba a ayudar para que se curara.
Hoy es sábado, han pasado dos días de este enorme susto, de la pesadilla dentro de la pesadilla. En estos dos días, tres por dos seis, así se miden los días de encierro en el hospital entre los familiares de los de terapia intensiva (tres visitas por día), Mariana se nos ha mostrado con otro rostro, con mucha paz interior que se refleja en su cara, en su actitud, en sus respuestas.
Hoy es sábado, en mi primera visita le estuve platicando y ella me respondía moviendo los labios que cuesta trabajo adivinar con el tubo atravesando su boca. Ha estado sonriente, se rio de que yo le dije que era domingo y luego corregí diciendo que ya se me iba la onda de en qué día estaba por el encierro en el hospital, sonrió mucho cuando le hablé de Daniela, me respondió afirmativamente cuando le dije que si se sentía ya en recuperación, volvió a afirmar cuando le dije que Dios le había dicho: “Vamos Mariana, regresa que tienes muchas cosas por hacer”, volvió a afirmar sonriendo, con una sonrisa luminosa de esas que solamente ella puede regalar.
Hoy es sábado y antes de la visita de las cuatro, platicando con Carmelita, la recepcionista-ángel de terapia intensiva, ella me decía: “Yo he visto muchísimos casos aquí…muchos pacientes tienen crisis fuertes como la de Marianita y a veces pensamos que es cosa de telenovelas, pero yo, por mi experiencia de años aquí, puedo decir que viéndolo con otros ojos, estos momentos como el de Mariana en paro cardíaco, tienen que ver con un llamado de más allá, con un ir y escuchar o ver que le dicen a uno: qué haces aquí, regresa, cree en tu recuperación…y a partir de esto yo he visto cosas que parecen milagros auténticos”.
Sábado, cuatro treintaytantos, estoy con Mariana en su cuarto de terapia intensiva. Está conversando –en su estilo limitado de conversar en estas condiciones- y platicamos de muchas cosas: de las visitas que están afuera y le mandan saludos, de toda la gente que ha llamado y la quiere mucho, de que le gustaron los tenis que le escogió Pau para ponérselos y evitar que los pies se “vayan cayendo” por tanto tiempo en cama…platicamos y le vuelvo a preguntar si ella siente que ahora sí ya va a mejorarse, si lo cree profundamente. Asiente otra vez. Insisto en decirle: “Dios ya te dijo que tienes que mejorarte porque te tiene muchas cosas para hacer aquí con nosotros”…su respuesta me deja helado, sonríe y me dice en su cuarto de lengua: “Vino a verme”, le pregunto: ¿Vino a verte? ¿Dios?, Sí, me dice con la boca y con la cabeza y con la sonrisa. ¿Y te dijo que regresaras porque tienes mucho que hacer? Le reviro asombrado, “No me habló” me dice. ¿No te habló? ¿Pero te lo dijo con la mirada? ¿Te dijo que regresaras? Sí, vuelve a decir con la cabeza y con los labios…sigue la charla, le doy, como acostumbro, la bendición y varios besos (“aventados”, no se puede besar en terapia intensiva aunque no aguante uno las ganas) y le digo que siga echándole ganas y pidiéndole a Dios y a la virgen que se vaya recuperando todo su cuerpo y su mente. Me quitó la bata, el cubrebocas lo tiro en el bote, me lavo las manos, salgo de terapia intensiva…salgo con una mezcla de júbilo, paz, llanto de alegría, confianza, temor, incertidumbre…salgo y me digo que si antes de palabra creía que mi vida y mis discursos tenían que dar testimonio de la presencia de Dios, ahora tengo que hacerlo con la convicción profunda, desde lo más hondo de mis entrañas, hasta lo más insignificante de mi actuar cotidiano…
Mi vida tiene que dar testimonio de la presencia de Dios, porque la he palpado, se me ha mostrado en lo ambivalente del vivir de muerte y morir de vida en que nos hemos movido como nunca en estos días, en la contradicción del ver sufrir a un a hija sin razón y creerle lo que quizá jamás recordará: que Dios la vino a ver…que Yavé, el ser sin nombre, “la llevó al lugar de los muertos y la hizo volver a la vida”…¿Por cuánto tiempo más? No lo sé y aún me da miedo. Por eso ruedan abundantes lágrimas por mis mejillas al terminar estas líneas…

Desde la educación de la libertad hacia una ética planetaria



Hablamos de “teoría”, cuando sabemos todo, pero las cosas no funcionan.
Hablamos de “práctica” cuando las cosas funcionan pero no sabemos por qué.
Aquí hemos podido reunir teoría y práctica: nada funciona y nadie sabe por qué”
A. Einstein

1.-Contexto: Crisis-cambio-globalización.
La relación entre educación y eticidad, el ethos mismo de la educación en este cambio de época se encuentra cruzada por la relación recursiva, complementaria, antagonista entre crisis, cambio y globalización. Toda educación genera la sociedad que la genera, de manera tal que es inevitable que los sistemas educativos actuales estén marcados con el “signo de estos tiempos” en los que esta tríada de elementos que conforman una unidad, una “triunidad” de características, sellan con una impronta todos los aspectos de la vida humana.
La crisis produce y reproduce cambios y profundiza la globalización del mismo modo en que los cambios generan y regeneran la crisis y ahondan la globalización mientras que la globalización es fuente de crisis nunca vistas y de cambios no vividos antes por la especie humana.
Esta dinámica “triunitaria” produce y es producida por la educación en México y en el mundo entero, a pesar de ser históricamente la educación un subsistema del sistema social que parece ser muy lento de reacción frente a los acontecimientos del entorno macrosocial.
Crisis en lo ecológico, en lo económico, lo político, lo social, lo cultural y lo espiritual. Crisis como conjunto de elementos problemáticos por desentrañar y como oportunidad o momento de decisión para reorientar el sentido de la existencia individual y colectiva.
Cambios en los modos concretos de vida porque los significados y valoraciones que orientan estos modos de vivir están transformándose de manera vertiginosa y aún indiferenciada.
Globalización de los procesos económicos que generan también globalización de la pobreza y la desigualdad, de la violencia y el descontento, del terror y el temor, del sinsentido y del ansia de buscar sentido.
Esta combinación de elementos que se manifiestan en todos los campos de la vida humana están marcando con el sello de la incertidumbre a nuestras sociedades y a nuestras vidas. “El futuro se llama incertidumbre”, señala Edgar Morin (2003). Esta reducción del mundo por la vía de las comunicaciones, los transportes, las redes informáticas, está también marcando con el signo de la diversidad el presente y el futuro. “La pluralidad es la ley de la tierra” dice Arendt (1984) La educación no puede y no debe escapar a esta revolución que se presenta al enfrentarnos a un mundo crecientemente incierto y cada vez más evidentemente plural.
El ethos educativo no puede ser el mismo del pasado sustentado en certezas y en una sociedad más homogénea u homogenizante. La escuela no puede ni debe seguir funcionando con base en la uniformidad de los sujetos y los procesos de aprendizaje ni en la certeza que dan las verdades absolutas y universales incuestionables que se manejan en sus aulas o en sus textos.
Es por esto que en el terreno educativo estamos a veces conjuntando teoría y práctica en el sentido que lo dice Einstein: Nada funciona y nadie sabe por qué.
Es por esto que la educación actual se enfrenta a la urgente necesidad de una reforma profunda que sea capaz de dirigir la “reforma del espíritu” humano (Morin, 2006) que debe reconducirnos a “salvar a la humanidad, realizándola”. ¿Por dónde construir una nueva eticidad en la educación?
Este trabajo propondrá una meta: la ética planetaria y un camino: la educación de la libertad para lograr responder a esta pregunta.
2.-Experiencia: Distinciones fundamentales.
Para construir una ética planetaria desde la educación de la libertad es necesario partir de nuestra experiencia como sujetos humanos y plantear desde ella algunas distinciones fundamentales:
-En primer lugar, la distinción necesaria entre “la moral como contenido” y “La moral como estructura” que podemos tomar de Aranguren (1995) siguiendo a Zubiri y a la que Lonergan (1999) nos ayuda a describir con detalle. Esta distinción consiste en el reconocimiento de que lo que llamamos valores o normas morales son productos histórico-culturales (moral como contenido) de una estructura moral, de una operación valorativa que está impresa en la consciencia humana (moral como estructura) de la que no podemos escapar. Existen sujetos humanos que pueden vivir rechazando o manteniéndose al margen de los contenidos morales de la sociedad de su tiempo, pero no existen ni pueden existir sujetos humanos a-morales, en el sentido de sujetos humanos que no tengan que valorar y tomar decisiones sobre lo que consideran bueno o valioso para su existencia y la de sus semejantes. La mayoría de los enfoques éticos de la educación y la mayoría de los métodos de educación moral están sustentados en la visión de la moral como contenido y no en la de la moral como estructura. Este es el primer viraje educativo que hay que dar.
-En segundo lugar, de esta primera distinción podemos inferir lo que afirma Melchin (1993) respecto a que en el terreno moral “podemos vivir con las respuestas correctas pero las preguntas equivocadas”. Todas las normas morales o los valores morales son respuestas correctas a determinadas preguntas que se hicieron nuestros antepasados. Sin embargo, en el proceso de transmisión cultural, las respuestas son enseñadas e inculcadas pero las preguntas se quedan en el olvido. La moral como estructura debe recuperar las preguntas morales y dar relevancia no tanto a las respuestas que nos han sido heredadas sino a las preguntas para la deliberación (Lonergan, 1988) que es pertinente hacerse para poder aspirar a aprehender el valor a elegir en una situación determinada. De esta manera, como se verá más adelante, el valor adquiere la dimensión no de un concepto abstracto sino de un desconocido-conocido concreto. (Lonergan, 1998)
-En tercer lugar, es necesario distinguir que la vida moral no se presenta en la forma de elecciones entre un valor y un antivalor sino en la compleja estructura de un tejido de valores en conflicto en medio de los cuales hay que tomar decisiones. El ser humano vive en su experiencia “cuatro grandes deberes morales” (Morin, 2006) que son muchas veces la fuente de conflictos morales.
-En cuarto lugar, es preciso descubrir en la experiencia de la estructura moral humana que existen tres grandes fuentes de lo ético: la fuente anterior (la historia), la fuente interior (la conciencia) y la fuente exterior (la cultura). Tres fuentes que están siempre en relación dialógica, complementaria y antagonista y que son también fuente de conflictos o confusiones morales.
-En quinto lugar, es necesario descubrir en nuestra experiencia humana los cuatro grandes deberes éticos antes mencionados (Morin, 2006): el deber genocéntrico (el deber con nuestros antepasados, con nuestros genes), el deber egocéntrico (el deber para con nosotros mismos, para mantenernos en la vida), el deber sociocéntrico (el deber para con nuestra sociedad, con lo que mantenga en condiciones más humanas esta sociedad en que vivimos) y el deber antropocéntrico (el deber para con la especie humana a la que pertenecemos y debemos procurar mantener también en la vida). No siempre coinciden estos cuatro deberes. Esto, como ya se dijo, es fuente de conflicto moral.
-De estos cuatro deberes en su articulación en un equilibrio siempre en tensión se desprenden los rasgos de una ética planetaria que es la meta que planteamos para construir una nueva eticidad. Estos rasgos son: la ética planetaria será siempre una autoética, una ética del deber de buscar lo que nos mantiene en la vida humana y nos mantiene humanamente viviendo (no viviendo para sobrevivir sino viviendo para vivir). Una ética planetaria será siempre una socioética, es decir, una ética que busque el bien colectivo y la justicia y la libertad para todos, es decir, una ética de la democracia. Una ética planetaria también y al mismo tiempo, será siempre una antropoética, es decir, una ética de la búsqueda de realización de la especie humana en el cosmos.
-Por último, la búsqueda de esta ética planetaria tiene que vivirse para los individuos y colectivos humanos en la dinámica compleja riesgo-precaución, que es la dinámica del acto moral: ¿Hasta dónde ser precavido y mantener lo que se tiene o se es, no arriesgando? ¿Hasta dónde tomar riesgos y poder sacrificar logros o estados de vida por buscar otros mejores? EL riesgo total puede llevar a ala autodestrucción, la precaución total, a la inanición.
3.-Reflexión: La educación de la libertad como medio.
“La libertad no necesita tanto de alas como de raíces”
Octavio Paz

La estructura moral que nos constituye como seres humanos no está sustentada en valores preestablecidos, inmutables y universales sino en un dinamismo constante de búsqueda de valor, para ir avanzando-retrocediendo-retrocediendo-avanzando hacia la construcción de nuestro propio proyecto de libertad, entendida como un incremento de nuestra capacidad de autodeterminación y no como un estado de indeterminación. Los seres humanos estamos siempre sujetos a condicionamientos de todo tipo, pero somos capaces y estamos “lanzados” por nuestra estructura moral a buscar una autodeterminación cada vez mayor, aunque siempre limitada, dentro de estos condicionamientos internos y externos.
El medio para buscar una ética planetaria es la búsqueda de una educación de la libertad que debe ir permeando los procesos educativos en todos los niveles. Necesitamos más que una enseñanza de valores entendida ya sea como inculcación o como clarificación (Escámez, s/f), una auténtica educación de la libertad en nuestras escuelas.
¿Qué significa o cómo se promueve esta educación de la libertad? Desde la aportación del filósofo canadiense Bernard Lonergan (1988) podemos decir que la estructura moral humana está constituida por una serie de operaciones que son recurrentes, están interrelacionadas como un sistema complejo y producen resultados acumulativos y progresivos.
Esta estructura es en primer lugar empírica o sensitiva. Requiere experiencia sensible de las realidades externas o internas. Para ello posee operaciones tales como ver, oir, oler, tocar, saborear. En segundo lugar, esta estructura es intelectual, en el sentido de que necesita además de datos empíricos, buscar inteligibilidad en ellos. Por esto pregunta, imagina, comprende, conceptualiza, formula ideas más o menos buenas sobre las cosas. Pero las ideas no bastan, el ser humano necesita además comprobar, verificar, conocer la realidad de las cosas que experimenta y entiende. De este modo es capaz de plantearse preguntas reflexivas, de buscar pruebas, ponderar evidencias y hacer juicios de hecho para afirmar las cosas como son o como probablemente son desde cierta perspectiva y no solamente como nos imaginamos que son. En cuarto lugar, la estructura constitutiva de lo humano es existencial, moral en el sentido en que no solamente afirma la realidad de las cosas sino que se pregunta por el valor de ellas y a partir de allí delibera, valora y toma decisiones.
Todo ser humano nace operando en estas cuatro dimensiones, pero todo ser humano es solamente “precariamente humano” es decir, tiene que esforzarse continuamente por realizar estas operaciones de manera más diferenciada, más integrada y más auténticamente humana. ¿Qué significa más auténticamente humana? Significa que las operaciones se realicen conforme a las exigencias que les son intrínsecamente propias, es decir, que el experimentar sea suficientemente atento, que el comprender sea suficientemente inteligente, que el juzgar sea suficientemente razonable y que el valorar y decidir sea suficientemente responsable.
El cumplimiento de estos preceptos es siempre parcial y muchas veces sesgado por intereses egoístas, procesos psicológicos de bloqueo, intereses de grupo o clase, cegueras de la humanidad completa en un momento histórico determinado.
De manera que educar la libertad tiene que ver con educar a los sujetos para que sus valoraciones y decisiones sean cada vez más atentos, inteligentes , razonables y responsables, es decir, sea cada vez menos caprichoso, tonto, irracional e irresponsable. Este proceso tiene mucho que ver con el de la educación emocional, dado que el acto de intelección moral, según Vertin (1995), “es un acto de cognición –fundamentalmente- afectivo”. La educación de la libertad es la educación que capacita al sujeto individual y colectivo para valorar y decidir cada vez más centrado en sentimientos que responden a la aprehensión de valor y cada vez menos a sus sentimientos espontáneos o caprichosos.
Desde esta perspectiva como ya se mencionó, el valor no es un concepto abstracto sino un dinamismo, un desconocido-conocido que buscamos continuamente. “Valor es lo que tendemos a alcanzar en las preguntas para la deliberación que nos planteamos” dice Lonergan en el capítulo 2 de “Método en Teología”.
En conclusión entonces, la educación de la libertad tiene que ver con el crecimiento progresivo y siempre parcial de la capacidad de autodeterminación del sujeto humano y del sujeto humanidad. Haciendo una analogía diríamos que educar la libertad es educar para el autoconocimiento y la autoapropiación de algo que es más una brújula que un mapa y que constituye la consciencia intencional humana.
4.-Acción: hacia una nueva eticidad en la educación.
Para construir una nueva eticidad en la educación orientada desde la educación de la libertad hacia la búsqueda de una ética planetaria, es necesario cambiar la triple dimensión o la “triunidad” del proceso educativo. Esta triple dimensión consiste en las prácticas educativas –necesitamos construir prácticas educativas renovadas y renovadoras en lo ético y no rígidas como las actuales que se sustentan en valores predefinidos-, en las estructuras organizativas de lo educativo –necesitamos reconstruir el sistema educativo en su dimensión estructural organizacional construyendo una nueva SEP y un nuevo SNTE y nuevas escuelas, sectores, etc, desde una visión de alta complejidad que supere la organización piramidal y controladora actual- y por último, la cultura de lo educativo –necesitamos construir nuevas valoraciones y significados que orienten nuevos modos concretos de vivir el hecho educativo cotidianamente y en esto intervienen necesariamente los padres de familia, los empresarios, los medios de comunicación, las organizaciones civiles, la sociedad toda-. Este es el reto fundamental para construir una nueva eticidad desde la educación de la libertad y para una ética planetaria.
Para ello es necesario que como planteaba Heidegger, “el cuerpo docente se sitúe en los lugares más avanzados dentro del peligro que constituye la incertidumbre permanente del mundo” (En Morin, 2000; p. 71), es decir, se requiere toda una transformación docente más que simples programas de capacitación de los docentes.
Esta tarea supone ” la fe en la cultura y en las posibilidades del espíritu humano" (Morin, 2000: p. 133), porque la educación es la profesión de la esperanza.
Terminamos con una síntesis que hace Morin de la misión educadora para construir la ética planetaria tan urgente en estos tiempos de crisis-cambio-globalización:
} “Recapitulemos los rasgos esenciales de la misión educadora:
◦ Proporcionar una cultura que permita distinguir, contextualizar, globalizar…
◦ Preparar los espíritus para responder a los desafíos que plantea al conocimiento humano la complejidad creciente de los problemas…
◦ Preparar a los espíritus para hacer frente a las incertidumbres…
◦ Educar para la comprensión humana…
◦ Enseñar la afiliación…a su historia, a su cultura…
◦ Enseñar la ciudadanía terrestre…” (Morin, 2000; p. 133)




REFERENCIAS

Arendt, H. (1984). La Vida del Espíritu. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid:
Aranguren, J. L. (1995). La ética. Ed. Alianza. Madrid
Escámez, J. (s/f). La enseñanza de actitudes y valores. Nau Libres. Barcelona.
Lonergan, B. (1988). Método en Teología. Salamanca. Ed. sígueme.
Lonergan, B. (1998). Filosofía de la educación. Ed. Universidad Iberoamericana. México.
Lonergan, B. (1999). Insight. Estudio sobre la comprensión humana. Ed. Sígueme-Universidad Iberoamericana. Salamanca.
López-Calva, M. (2001-3). Educar la libertad. Más allá de la educación en valores. Ed. Trillas. México.
López-Calva, M. (2006). Una filosofía humanista de la Educación. México. Ed. Trillas. Segunda edición.
Melchin, K. (1993). “Moral decision making and the role of the moral question.” In Method. Journal of Lonergan studies. Vol. 11 no. 2. Boston College. Boston.
Morin, E. (2000). La mente bien ordenada. Barcelona. Ed. Seix Barral.
Morin, E. (2003). El Método V. La humanidad de la humanidad. La identidad humana. Madrid. Ediciones Cátedra.
Morin, E. (2005). O Método VI. Ética. Brazil. Editora Sulina.
Morin, E., E. Roger y R. Motta. (2006). Educar en la era planetaria. Barcelona. Ed. GEDISA. Primera reimpresión.
Vertin, M. (1995). “Judgments of value for the later Lonergan.”. In Method. Journal of Lonergan studies. Vol. 13 no. 2. Boston College. Boston.
*Nota: Este texto fue presentado en una mesa de trabajo en el Simposio Homenaje a la Dra. Teresa Yurén Camarena, organizado por la UAEM en Cuernavaca en Junio de 2009.

lunes, 13 de julio de 2009

Hacia una nueva noción de conocimiento en la educación

Planteamiento del problema.

La visión tradicional del conocimiento y la objetividad que se refleja en el modo en que se entiende y se vive el proceso educativo es una visión simplificadora que separa al sujeto humano del conocimiento que él mismo produce y por ende, lo enajena de las realidades en las que vive.

Desde esta perspectiva el abordaje del problema del aprendizaje de contenidos en la escuela y el abordaje de la formación en valores tales como la libertad o la justicia son asuntos totalmente separados y sin mayor articulación. La educación para la justicia y la libertad se concibe como una formación conceptual en la que se incluyen estos valores esenciales de toda sociedad democrática entre los contenidos a enseñar –sea a través de materias específicas de “educación en valores” o a manera de conceptos transversales en el currículo- o bien se asume como elemento accesorio y paralelo a la formación científica o profesionalizante.

El problema principal de la simplificación del conocimiento está, según Lonergan (1999)[1], en la consideración del conocimiento como una actividad y no como un proceso complejo, y en el planteamiento de que esta actividad simple es equiparable a la visión, es decir, que conocer es como “ver lo que está ahí, afuera, ahora”. Edgar Morin (1999)[2] coincide en esta visión crítica al señalar que no es posible sostener que el ser humano puede conocer haciendo un “retrato fiel y exacto” del exterior sino que todo conocimiento “es una traducción” de la realidad externa.

De este problema esencial de concepción del conocimiento se desprende una visión errónea de objetividad entendida como “ver correctamente, lo que está “ahí, afuera, ahora”, dejando de lado o despojándose de la propia subjetividad que distorsiona ese mirar correctamente, lo cual quiere decir, llevado al extremo, que conocer consiste en mirar y conocer objetivamente es mirar correctamente sin la “interferencia” de los significados y valores del sujeto que mira.

Esta concepción simplificadora hace que el problema de la dimensión moral, donde se contempla la educación para la libertad y la justicia sea visto como un campo totalmente independiente y separado del proceso de conocimiento que se promueve en la escuela y la universidad, y como un problema de la “subjetividad” humana, es decir, un asunto en el que no puede haber objetividad, dado que los valores no son algo que se pueda ver, algo que esté situado “ahí, afuera, ahora”. Lo anterior conlleva una visión educativa caracterizada por la separación o el paralelismo entre la dimensión cognoscitiva y la dimensión moral de los educandos.

Sin embargo, el conocimiento no es una actividad simple sino un proceso complejo que además está, en la unidad compleja que constituye la consciencia intencional humana, inseparablemente ligado a la dimensión moral o existencial (Lonergan, op. cit.) y la objetividad no consiste en “mirar lo que está allí, afuera, ahora” de manera “correcta” sino en el ejercicio atento, inteligente y razonable del sujeto que conoce, es decir, en un ejercicio auténtico de la subjetividad, por lo que es imprescindible reconstruir la visión del conocimiento y de la objetividad que produce y es producida por la educación, “reinsertando al sujeto cognoscente en su propio conocimiento” (Morin, 2006)[3].

Solamente a partir de esta reconstrucción de la visión del conocimiento que produce y es producida por el sistema educativo, será posible una verdadera educación para la libertad y la justicia porque la libertad y la justicia serán entendidas en la articulación irrenunciable entre conocimiento y vida humana que debe ser el sustento de una nueva educación que responda a los desafíos del cambio de época que hoy se vive.

Hacia una nueva visión del conocimiento y la objetividad

“¿No debemos volver a cuestionar todo lo que
nos parecía evidencia y reconsiderar todo lo que
fundamentaba nuestras verdades?
Tenemos una necesidad vital de situar, reflexionar,
reinterrogar nuestro conocimiento, es decir, conocer
las condiciones, las posibilidades y límites de sus aptitudes
para alcanzar la verdad a la que tiende”.
(Morin, 1999; p. 18)

El conocimiento es un elemento central en el proceso educativo. Detrás de toda educación hay una visión sobre el conocimiento que define las prácticas, los currículos, los contenidos de las asignaturas, los métodos de trabajo, etc. Pero también el proceso educativo genera una visión de conocimiento que es adoptada gradualmente por la sociedad. Sin temor a equivocarnos podemos decir entonces que toda educación genera una visión del conocimiento que la genera.

Por ello podríamos afirmar que la visión de conocimiento imperante en nuestra sociedad y en nuestro sistema educativo es una de las principales responsables de la crisis en que nos encontramos en la actualidad. Es indudable que los grandes avances de la ciencia moderna y los impresionantes desarrollos tecnológicos que rodean hoy la vida cotidiana de millones de seres humanos –los millones que tienen acceso al desarrollo y no se encuentran excluídos del proceso humano- no podrían ser posibles sin el avance enorme que ha tenido el conocimiento en todos los campos en los últimos siglos. Sin embargo, también parece hoy en día indiscutible, que la gran crisis ecológica, la crisis de empobrecimiento y el riesgo de autodestrucción de nuestra especie, son igualmente responsabilidad del modo en que se ha concebido el conocimiento y de la manera en que se está construyendo y distribuyendo el conocimiento en el mundo.

De manera que el saber, es un elemento que hoy en día se articula con el tener y el poder –conocimiento, capital económico e influencia política- y regenera constantemente la crisis que envuelve a nuestro mundo en esta “era de hierro planetaria”, limitando u obstaculizando una auténtica educación para la libertad y la justicia.

“La estructura de las actividades cognitivas es dinámica.
Aquí es donde las metáforas que la comparan con un edificio
o un automóvil, quedan superadas. Las partes de la estructura
cognitiva son ellas mismas no ladrillos o ruedas, sino actividades.
Actividades que están en movimiento; ellas no son estáticas, se
mueven hacia otras actividades; son dinámicas. El todo es además
también dinámico en cuanto que el conocimiento no está nunca
satisfecho. Nuestro deseo de conocer es irrestricto. Nosotros
podemos preguntar acerca de cada cosa y de todas las cosas, y
de hecho, lo hacemos. Tan pronto como hemos resuelto un problema
nos movemos hacia otro; estamos por siempre cavando más hondo;
no existe un final para este proceso. Nosotros estamos siempre, ya sea
progresando o decayendo.[4]
(Cita de Lonergan en Cronin, 1999; p. 261)

Dinamismo, búsqueda, tensión, tendencia, movimiento, proceso, todos estos son términos que se usan para hablar del conocimiento puesto que este proceso no es estático, no se encuentra detenido ni en las peores épocas de decadencia o estabilidad de las sociedades humanas. El proceso de conocimiento es incesante, tanto en el sentido de que es un sistema siempre en marcha en cada uno de los sujetos, que nunca puede estar en reposo total, como en el sentido de que es una búsqueda que no termina con el descubrimiento de una respuesta o un juicio que responda a las preguntas que se hicieron sobre determinado problema.

En primer lugar, el conocimiento es dinámico porque está constituido por operaciones o actividades. En ese sentido es cierto lo que afirma Lonergan en la cita de Cronin respecto a que no podemos compararlo con un edificio o un automóvil. El automóvil está en movimiento pero muchas de sus piezas o componentes están estáticas, pero el conocimiento está compuesto por múltiples elementos que están, todos ellos, en permanente movimiento además de hacer que el todo esté en movimiento. Cada parte que compone el proceso cognitivo está siempre en movimiento y el todo que constituye la estructura cognoscitiva está también permanentemente en movimiento.

En segundo lugar, el proceso no termina al llegar a la solución de un problema o a la respuesta a determinadas preguntas planteadas. El conocimiento inicia con datos o experiencias sensibles de la realidad externa o interna que impactan al sujeto y hacen surgir preguntas en él. Las preguntas generan una tensión de búsqueda que se verá resuelta o concluida al llegar las respuestas a estas preguntas. Sin embargo, las respuestas a una serie de preguntas, la solución de un problema, la determinación de una ley o teoría explicativa sobre determinado fenómeno constituyen solamente una pausa en el proceso del conocimiento. En efecto, una vez que se ha arribado a la respuesta a determinadas preguntas, surgen casi de inmediato nuevas preguntas sobre el mismo asunto o nuevos asuntos que inquietan al sujeto cognoscente, de manera que se inicia una nueva tensión de búsqueda que será resuelta parcialmente con el arribo a la solución de esta nueva búsqueda, pero que generará nuevamente, búsquedas ulteriores. Esto sucede en un sujeto individual pero también sucede en una sociedad y en la humanidad en general. El deseo de conocer nunca está satisfecho y eso es lo que hace moverse a la inteligencia y la razón humanas a lo largo de la historia.

Sin embargo, este proceso es dinámico pero no es un movimiento automático hacia el progreso. Como dice la cita que presentamos: “nosotros estamos siempre, ya sea progresando o decayendo”. El dinamismo del conocimiento no cesa, pero no tiene garantizadas las respuestas correctas ni es inmune, como afirma Morin, al error y la ilusión.

Además de lo anterior, el conocimiento no es nunca moralmente neutral. Un juicio de hecho –que es el producto final de un proceso de conocimiento- implica siempre una responsabilidad, una posición del sujeto que afirma ese juicio y esta posición está ligada a lo que Lonergan (1988, cap.1) llama el “cuarto nivel de consciencia”, el nivel existencial que inicia con preguntas para la deliberación (¿esto que conozco es bueno para mí y para mi comunidad o para el género humano? ¿es justo? ¿vale la pena?) y pasando por procesos dinámicos de deliberación y valoración, llega a la afirmación de juicios de valor y a decisiones.

Desde esta nueva perspectiva compleja del proceso de conocimiento humano sustentada en la unidad compleja de la consciencia intencional humana que como afirma Lonergan (1999) constituye el “método empírico generalizado”, es imposible la separación del conocimiento respecto a la libertad y la justicia, porque la dimensión moral es una parte constitutiva e inseparable del método que cada ser humano es.

Complejidad: Primera dimensión para la trans-formación de la visión del conocimiento en Educación.

El primer gran paso necesario a partir de esta situación prevaleciente respecto al conocimiento en la educación, es el paso de la visión simplificadora a la visión de complejidad. Este primer gran paso tiene varios componentes que es necesario tener claros para poder construir una estrategia integral que ayude a lograr esta reforma profunda del conocimiento que genera/es generado por la educación contemporánea. Algunos de los componentes para este cambio son: la transición de una visión simplificadora a una noción operativa compleja, el cambio hacia una visión diálogica-dialéctica del conocimiento, el paso hacia la reintegración del sujeto cognoscente en su propio conocimiento y, finalmente, la comprensión del polimorfismo del conocimiento y la articulación de los distintos tipos de conocimiento en el proceso educativo.

El paso de la visión simple a la de complejidad, requiere en primer lugar de una transición que nos lleve a considerar al conocimiento no como una actividad simple similar al ver, sino como un proceso complejo al que Lonergan (1988, p. 9) entiende como un “esquema normativo de operaciones recurrentes y relacionadas entre sí que producen resultados acumulativos y progresivos” y que Morin concibe como una organización sistémica que comprende desde la computación unicelular, la computación animal de la estructura humana, la computación cerebral y el proceso de cogitación único en el cerebro humano que es bihemisférico y triúnico.

La introducción simultánea de la visión del cerebro como entidad “triúnica” en la que la razón, la emoción y la pulsión están interactuando de manera concurrente, complementaria y en ocasiones antagonista en el educando y el educador, sería otro requisito para cambiar la perspectiva del conocimiento en la educación y empezar a hablar de un conocimiento verdaderamente humano. El conocimiento se construye con razón, pero también con pasión y emoción, también incluso con una dosis de pulsión irracional. Incorporar la dimensión emocional y la dimensión pulsional-animal del ser humano al conocimiento, sería reencarnar el conocimiento y darle nuevamente forma humana, contenido humano, ayudándonos a reintegrar y comprender en su complejidad la cuestión de la libertad y de la justicia en la escuela y la universidad.

Esta transición se reflejará indudablemente en el aula donde se trascenderá el conceptualismo y se buscarán procesos en los que el educando aprenda mediante la experiencia que le aporte datos suficientes y relevantes sobre un fenómeno, que sea capaz de formular preguntas adecuadas, de generar o recibir del docente imágenes pertinentes, que llegue a comprender y a conceptualizar para generar formulaciones inteligentes del problema, que pueda hacer preguntas para la reflexión crítica, que sea capaz de reunir pruebas, de ponderar la evidencia, de abrirse a la intelección refleja y de llegar a un juicio de hecho, cuando ya no existan más preguntas relevantes que hacerle al problema en cuestión.

Humanización: Segunda dimensión para la trans-formación de la visión del conocimiento en Educación.

La segunda dimensión para trans-formar la visión del conocimiento en la educación es la de la humanización del conocimiento. Nunca como en este inicio del siglo XXI se habían dicho y escrito tantas cosas acerca de la paradójica condición del conocimiento humano que se ha convertido en un conocimiento deshumanizado y constructor de procesos de deshumanización en lugar de contribuir al desarrollo pleno del ser humano y de la humanidad. Es así que cada día admiramos nuevos desarrollos, descubrimientos y teorías que se acumulan y desplazan a los viejos modos de concebir y explicar la realidad pero que sin embargo, no hacen la vida humana más vivible, más justa, más feliz, sino por el contrario, contribuyen muchas veces a ahondar la injusticia, la infelicidad o incluso ponen en riesgo la viabilidad de los seres humanos sobre el planeta.

¿Por qué este proceso de conocimiento deshumanizado y deshumanizante? ¿Por qué hoy, en la llamada sociedad del conocimiento se plantean estos problemas acerca de la necesidad de devolver humanidad al conocimiento humano?

La razón parece encontrarse en lo que ya hemos dicho acerca de la incorrecta concepción del conocimiento que desde una perspectiva simplificadora se entiende como conceptos acabados y cerrados que pueden ser fácilmente transformados en mercancía en esta sociedad de consumo en la que se vive hoy. La razón sin duda se encuentra también en que la visión tradicional del conocimiento ha separado al sujeto humano de su propio conocimiento y por ello el ser humano ya no se reconoce en este cúmulo de “conocimiento” almacenado hoy, se siente ajeno a él, se encuentra enajenado por el conocimiento.

La humanización del conocimiento pasa por la reintegración del sujeto cognoscente a su propio conocimiento y esto puede lograrse si concebimos la “estructura dinámica del conocimiento humano” dentro de la gran “estructura dinámica de la consciencia humana”, es decir, dentro del complejo “Método empírico generalizado” que Lonergan (1988,1999) explicita en su obra.

Este movimiento de reintegración es doble: puesto que al reintegrar al sujeto humano al conocimiento, estaremos de manera directa incidiendo en la reintegración del conocimiento en el ser humano. La reintegración del sujeto humano en su conocimiento, hará que todos los seres humanos vuelvan a reconocerse en el conocimiento, vuelvan a sentir que “dice algo de ellos” mismos, de su condición y de su historia, de su contingencia, de sus errores y de sus sueños.

De este modo, la reintegración del sujeto al conocimiento, hará que se reintegre el conocimiento a lo humano, es decir, promoverá la construcción de conocimiento que aporte elementos al proceso de humanización ligado de manera intrínseca con la construcción colectiva de libertad y justicia.

La libertad y la justicia como sentido del conocimiento: ciencia con conciencia…

“Una segunda paradoja aparece bajo el doble imperativo,
aparentemente contradictorio, conservar/revolucionar;
es la paradoja pregresar/resistir”
(Morin, 1993; p. 122)

La reintegración del sujeto al conocimiento de algún modo contribuirá a la reintegración del conocimiento a la humanidad como señalábamos líneas arriba, sin embargo, es necesario un esfuerzo adicional en todos los ámbitos –y por supuesto en el proceso educativo con mucha intensidad- para devolver al conocimiento su sentido humanizador, para colaborar en la construcción de una “ciencia con consciencia” para usar un término moriniano, una ciencia que construya libertad y aporte elementos para la justicia.

La visión errónea del conocimiento que deriva en una noción equivocada de objetividad produce también una escisión en los objetivos y estrategias de la educación que por concentrarse en la enseñanza de “conocimiento objetivo” descuida, olvida o deseña intencionalmente la formación de la totalidad de la persona del educando, contribuyendo con esto a reforzar la idea de un conocimiento desarraigado de lo humano. La educación tendrá que esforzarse entonces por cambiar sus objetivos y estrategias a partir del cambio en la visión del conocimiento. Una humanización del conocimiento tiene que contribuir a una visión de la educación con un sentido de liberación y justicia, no mediante el añadido de asignaturas de formación humana, moral, física, emocional, sino a través del cambio de perspectiva en todas las asignaturas o espacios curriculares, para que el conocimiento que se enseña-aprende en las aulas sea un conocimiento con pleno sentido humano.
Se trata, mediante este cambio en los objetivos y estrategias de la educación, de producir una educación que contribuya a esta doble tarea paradójica de conservar/revolucionar y de progresar/resistir.
El conocimiento que se construya en las aulas tiene que ser un conocimiento que aporte elementos reflexivos reales a los educandos para volverlos capaces de contribuir a conservar el medio ambiente natural, la vida de la especie humana amenazada , la diversidad cultural en riesgo por las tendencias homogeneizantes de la globalización de mercado, etc. Pero también tiene que ser, al mismo tiempo, un conocimiento que brinde herramientas a los educandos para poder colaborar en procesos revolucionantes de las relaciones entre humanos, entre grupos, entre naciones y culturas, para promover la continuación del proceso de hominización mediante la humanización.









Bibliografía

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Cronin, B. (2006). Value ethics. A Lonergan perspective. Consolata Institute of Philosophy. Nairobi.
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Lonergan, B. (1988). Método en Teología. Salamanca. Ed. sígueme.
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Morin, E., E. Roger y R. Motta. (2006). Educar en la era planetaria. Barcelona. Ed. GEDISA. Primera reimpresión.


[1] Lonergan, B. (1999). Insight. Estudio sobre la comprensión humana. Ed. Sígueme-Universidad Iberoamericana. Salamanca.
[2] Morin, E. (1999). El Método III. El conocimiento del conocimiento. Madrid. Ediciones Cátedra.
[3] Morin, E., E. Roger y R. Motta. (2006). Educar en la era planetaria. Barcelona. Ed. GEDISA. Primera reimpresión.

[4] Traducción libre del autor del texto publicado en inglés que dice: “The structure of cognitional activities is dynamic. This is where the metaphors of a building or an automobile really limp. The parts of cognitional structure are themselves not bricks or wheels, they are activities. Activities are in motion; they are not static; they move on to other activities; they are dynamic. The whole is also dynamic in that knowing is never satisfied. Our desire to know is unrestricted. We can ask about anything and everything, and we do. As soon as we have solved one problem we move on to another; we are forever [262] digging deeper; there is no end to it. We are always either progressing or declining”.

[5] Este libro está disponible en versión on line en el site del Lonergan Institute de Boston College: http://www.lonergan.org/online_books/cronin/table_of_contents.htm. Muchas de las citas en este libro fueron tomadas de esta versión on line.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...