*Esta fue mi Reflexión de fin-inicio de año 2014-2015. Aquí se las dejo cambiando la fehca, aunque espero que me dé tiempo de hacer y compartir una nueva antes de terminar el año.
“Estás aquí, futuro
hay que ampararte
los emboscados en la amanecida
quieren acribillarte desde el miedo
dejarte sin enigmas…”
Mario
Benedetti. Mañana.
“Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
... Mañana!
Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.”
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
... Mañana!
Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.”
Angel González. Porvenir.
En cierta forma
hoy pasa mucho y a la vez no pasa nada. Como dice Ángel González, el porvenir
está siempre por venir y por lo mismo no llega nunca…o no acaba de llegar
nunca. En ese sentido hoy no pasa gran cosa: cenamos, nos abrazamos, nos
deseamos cosas buenas pero en el fondo es un miércoles como cualquier otro y
mañana será un día como hoy, un jueves más en la larga sucesión de días que
forman nuestra vida, en la larga sucesión de vidas que forman la historia.
Cuando uno
empieza a recordar la vida por décadas, los años se van volviendo cada vez más
cortos y pasan cada vez más rápido, con velocidad de vértigo, de un vértigo que
sin embargo no se siente como un salto en paracaídas sino como el lento y duro
ascenso a una montaña a la que se le ve cada vez más cerca la cima, aunque con
cada paso parezca alejarse también un paso o al menos uno intente alejarla para
tratar de prolongar la travesía lo más posible.
Pero al mismo
tiempo los humanos vivimos en un mundo de significados y parte de nuestros
significados tienen que ver con el espacio y con el tiempo, con dividir el
infinito en lugares y escenarios, con medir la eternidad en segundos, minutos,
días y años.
En este otro
sentido, en el mundo de nuestros significados que aportan sentido a nuestro
caminar en el mundo, hoy pasa mucho, porque pasa todo un año.
Dejamos atrás
propósitos de cambio que hace apenas trescientos sesenta y cinco días eran
nuevos y estaban frescos y fuertes en nuestro entusiasmo y que hoy son viejos y
se han desgastado hasta volverse solamente recuerdo. Dejamos en la memoria
momentos felices, logros, avances, encuentros y crecimiento del mismo modo que
quedan en el pasado horas de tristeza, fracasos, frustraciones, retrocesos,
desencuentros, baches existenciales y pérdidas, pérdidas que aunque suene a
cliché son siempre irreparables porque aunque el porvenir no llega, el pasado
tampoco puede volver ni nosotros somos capaces de desandar lo andado o traer de
regreso a los que partieron.
Con los pies puestos siempre en el hoy, nos situamos sin
embargo –ojalá nos situemos- con esperanza frente al futuro que viene lento,
pero viene y que como dice Benedetti es en parte producto de nosotros y en
parte producto del azar.
Estamos en
un momento especialmente difícil, a veces incomprensible en el que la terca
realidad que se regenera en el ciclo aparentemente indestructible de
ambición-corrupción-violencia-impunidad parecen situar a los seres humanos de
buena voluntad en la indefensión y la impotencia.
Terminamos
un año en el que –ojalá- esta realidad de decadencia personal, estructural,
cultural parece haber tocado fondo. Terminamos un ciclo en el que la sociedad
parece haber dicho ahora sí en serio: ¡Ya basta! Basta de violencia, basta de
corrupción, basta de impunidad, basta de orientar la vida personal, familiar y
colectiva desde la ínfima y miserable ambición de dinero, fama y poder.
Ojalá
iniciemos el siguiente año con la firme convicción de que tenemos que convertir
este hartazgo en acción solidaria, inteligente y organizada hacia la
construcción conjunta de un país más justo, pacífico, democrático y
comprometido con la visión de un futuro en el que todos podamos vivir una vida
realmente humana.
Este es mi
deseo de año nuevo para todos mis amigos y para todos los mexicanos que unidos
en el hartazgo de la cultura de la muerte que nos invade tengamos la firme
convicción de amparar al futuro contra los emboscados que quieren acribillarlo
desde el miedo y dejarlo sin enigmas.
El 2016 nos
llama. Ojalá seamos capaces de responder con generosidad y altura de miras.
Muchas
felicidades para todos.