martes, 9 de septiembre de 2008

Educación e impunidad

Impunidad y educación




Por Martín López Calva
lunes, 08 de septiembre de 2008
“Lo que haces habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices”Proverbio de una tribu india norteamericana
Las marchas y declaraciones en contra de la violencia que hemos vivido en las últimas semanas en México están mostrando el alto nivel de indignación ciudadana ante la escalada del crimen organizado. En la discusión sobre el tema han surgido propuestas en la línea de endurecer las penas –cadena perpetua e incluso pena de muerte- contra los secuestradores, narcotraficantes y personas que cometan otros delitos graves.
Sin embargo en estas mismas discusiones se ha dejado claro que el hecho de que las penas sean más duras contra los delincuentes no va a resolver el problema de la violencia, porque lo que está haciendo que esta ola de terror vaya incrementándose es la impunidad.
En efecto, la ola de violencia se incrementa cuando un delincuente encuentra que puede cometer cualquier tipo de ilícito sin que vaya a recibir la sanción correspondiente porque la autoridad es ineficiente en el mejor de los casos o corrupta y cómplice en el peor. Esto se vuelve un incentivo perverso que hace que el delito se multiplique.
Mientras no se solucione la impunidad en nuestro país, el problema de la descomposición social manifiesta en el delito y la violencia seguirá siendo una realidad terrible, a la que desgraciadamente –esto es más terrible aún- nos estamos acostumbrando.
Es evidente que este incremento de la violencia no es solamente causado por decisiones individuales –la existencia de personas sin escrúpulos que cometen delitos- sino por todo un sistema que muestra estructuras policíacas y gubernamentales en descomposición y lo más grave de todo, por una distorsión progresiva de la cultura nacional que hace que veamos como natural esta corrupción e impunidad y que pensemos que no hay modo de cambiar las cosas.
Esta descomposición de nuestra cultura ciudadana se muestra desde los detalles más simples de la vida cotidiana y va generando un deterioro progresivo de la situación social que transmitimos a las nuevas generaciones.
¿Cuántos de los que marchamos para decir ¡Ya basta de violencia e impunidad! somos los primeros que agredimos con el claxon, con insultos o aún con violencia física al conductor de un auto que se nos cerró? ¿Cuántos de los que gritamos que queremos que se aplique la ley somos los que nos estacionamos en los lugares reservados para las personas con discapacidad en el estacionamiento de un centro comercial? ¿Cuántos de nosotros transitamos impunemente en sentido contrario en la calle que sea, simplemente porque no queremos molestarnos en hacer las cosas correctamente? ¿Quiénes de los que estabamos marchando en las calles para pedir que se haga realidad el “estado de derecho” somos los que estacionamos nuestros autos en doble o triple fila al llevar o recoger a nuestros hijos en su escuela?
La educación tiene mucho que ver con la impunidad. Si mostramos a nuestros hijos que estamos en contra de que se viole la ley pero somos nosotros los primeros que la violamos con cualquier pretexto, estaremos educando en y para la impunidad. Poco efecto tendrán nuestros discursos sobre los valores si ellos nos ven actuar diariamente en sentido contrario a los principios de convivencia que decimos profesar.
Los que trabajamos en instituciones de educación formal hemos sido testigos seguramente de más de un caso en el que los padres de familia llegan indignados a defender a sus hijos ante una sanción que se les aplicó por romper con principios de convivencia, comportarse violentamente o con indisciplina o hacer trampa en un examen. ¿No estamos entonces defendiendo la impunidad y educando en la impunidad a nuestros hijos que se sentirán siempre protegidos actúen como actúen?
¿Cómo podemos los educadores hablar en contra de la impunidad si se muestran cotidianamente en los medios de comunicación a grupos de profesores cerrando calles, clausurando escuelas o incluso tomando casetas de cobro en autopistas o generando destrozos y violencia? ¿Cómo podemos desde el sistema educativo atacar la impunidad si son evidentes las manipulaciones, los excesos y la riqueza inexplicable de quienes dicen representar los intereses de los profesores y buscar una educación de calidad?
Mientras los adultos de este país, padres de familia, autoridades educativas o sindicales y maestros no hagamos conciencia de que para acabar con la impunidad tenemos que empezar por educar con el ejemplo, la descomposición social seguirá en aumento.
Porque en efecto: Lo que hacemos habla tan fuerte, que nuestros hijos y alumnos no pueden escuchar lo que decimos.

lunes, 21 de julio de 2008

Artículos




En esta entrada se irán depositando artículos periodísticos o académicos que tengan relación con el tema central del blog: "Educación personalizante".


Resulta conveniente para iniciar, plantear los elementos esenciales para comprender lo que es "Educación personalizante":




Educación personalizante: una Noción Heurística para entender integralmente el proceso educativo

“Treat people as if they were what they ought to be,
and you help them to become what they are capable
of being.”
Goethe.

Educar es, desde las nociones de hombre, de sociedad y de humanidad planteadas en el capítulo anterior, facilitar la emergencia de probabilidades por las que cada “tú” y cada “yo”, cada alumno concreto llegue a ser lo que es capaz de ser, lo qu
está auténticamente queriendo llegar a ser. Educar es facilitar la emergencia de vida comunitaria en cada grupo académico particular y propiciar la reflexión y el compromiso de acción paa que la sociedad vaya construyéndose en escenario cada vez más adecuado para la humanización progresiva de la humanidad en la historia.
Porque la educación auténtica, desde la perspectiva-invitación a la autoapropiación personal, social e histórica, es un proceso complejo constituido en diversas proporciones y cualidades, de experiencia, inteligencia, razonabilidad y responsabilidad hacia el desarrollo humano integral, es decir, hacia la decisión sostenida y permanente de cada sujeto individual por “convertir su peripecia personal y social en una aventura irrepetible”, en la aventura irrepetible de llegar a ser uno mismo; hacia la decisión comunitaria de construir esquemas de recurrencia que contribuyan a un auténtico bien de orden humanizante, para llegar a ser grupal y socialmente “lo que se es”; hacia la decisión histórica que nos trasciende por aportar milímetros consistentes e insustituibles de humanización al drama general de la humanidad, a través de actores individuales comprometidos responsablemente y de opciones organizativas comunitarias construidas en base a la auténtica cooperación.
Pero este desafío de la auténtica educación, es un reto permanente y complicado tanto en su proceso de comprensión, reflexión, formulación y comunicación teórica, como en sus procesos cotidianos de vivencia en el aula y en la institución educativa.
El proceso de atención, comprensión, reflexión crítica y deliberación responsable sobre la complejidad de esta intervención planificada que facilite “aventura irrepetible de llegar a ser uno mismo” que es la educación en su vertiente formal-institucional o escolarizada, con sus diversas dialécticas personales, grupales, sociales e históricas es un proceso inagotable, retador y lleno de misterios y cuestionamientos. Supone un trabajo teórico que trasciende a una persona, un grupo o “programa de investigación” (Lakatos, 1970 ) y aún a una época o paradigma (Kuhn, 1970).
Los procesos de comunicación sobre estas sucesivas aproximaciones teóricas poseen también una complejidad difícil de vencer que los hace ser procesos de muy largo plazo y exige un esfuerzo sostenido y constante a todos los interesados en ir construyendo “el campo de la educación” como especialidad del conocimiento.
Asimismo, la vivencia cotidiana en las aulas e instituciones con sus costumbres, “rituales” y tradiciones, la organización de los sistemas educativos con sus virtudes y sus vicios, y las nociones de educación que, a nivel de creencias están inmersas en la conciencia colectiva por haberse ido forjando en la fragua de la historia, son elementos que se van transformando solamente como producto de un trabajo sostenido a partir de la reflexión inteligente y razonable y del compromiso responsable auténtico en un trabajo de larga duración.
De hecho, el conflicto entre tradición y cambio, como afirma Crowe (1985) está siempre presente en la educación, constituyendo una dialéctica que va permitiendo desarrollos graduales y solamente en determinados momentos en los que las condiciones sociales e históricas lo permiten, la “emergencia” de probabilidades innovadoras suficientemente fuertes y consistentes como para producir reorientaciones más radicales en el mundo de la educación formal.
Es evidente hoy en día que el reclamo por el cambio de una educación cuyos rituales parecen haberla convertido en un rutinario requisito para la obtención de acreditaciones sociales pero vacío de retos intelectuales y de significados humanos reales, parece incrementarse día a día. Voces como la de Rugarcía (op. cit.), Kohn (1986), Cochran Smith (1990 y 1993), Gardner (1993) y muchos otros, parecen hablar de la necesidad de un cambio radical en la educación contemporánea. El cambio por el que la mayoría parece estar luchando, tiene que ver fundamentalmente con dos aspectos: la búsqueda de un auténtico desarrollo intelectual en el aula y el trabajo hacia un auténtico desarrollo humano integral en los alumnos que conlleve además una visión de compromiso hacia el cambio social.
Desde múltiples trincheras las voces del cambio se hacen oír, desde las propias aulas, alumnos y maestros parecen estarlo exigiendo, y sin embargo, las inercias, los rituales, las tradiciones, los vicios que la educación va arrastrando desde el pasado y los que se han ido originando de manera reciente parecen tener un peso que imposibilita todo movimiento. ¿Dónde ubicar una propuesta como la presente en este contexto? ¿qué significa o que pretende un trabajo académico de reflexión al hacer el planteamiento de la necesidad de una “educación personalizante”? ¿no se trata de un concepto más, de una etiqueta teórica adicional a las tantas que ya existen? ¿será “aplicable en la práctica”?
En primer lugar es fundamental señalar que el planteamiento de una “educación personalizante” no es la definición de un CONCEPTO o el planteamiento de una TEORÍA EDUCATIVA más sino la formulación descriptiva y reflexiva de una “noción heurística” que puede aportar elementos importantes hacia el discernimiento de los fundamentos auténticos de un cambio en la educación desde la perspectiva del desarrollo y autoapropiación de la consciencia intencional humana que plantea Bernard J.F. Lonergan en su obra.
Noción, dado que no se trata de un concepto perfectamente definido y cerrado en su estructura, contenidos y metas, sino de una imagen, de una intuición abierta, pre-conceptual y dinámica, que se encuentra de algún modo implícita o explícitamente presente en muchísimas de las teorías pedagógicas que a lo largo de la historia de la educación han ido develando, de manera parcial, el contenido de lo que debemos entender por educar y lo que podemos hacer para lograrlo, y que debería sustentar los actuales y futuros desarrollos teóricos, si lo que se persigue al educar es el auténtico desarrollo humano, social e histórico.
Heurística, dado que es una noción abierta en su estructura y elementos, que pretende ayudar en la búsqueda teórica y práctica para el desarrollo de la educación, mediante la anticipación de algunos de los campos, elementos y exigencias que fundamentarían las búsquedas posteriores.
Noción heurística porque, a diferencia de un “modelo didáctico” o “teoría pedagógica”, su pretensión no es la definición clara, cerrada y operativa de sus términos, contenidos y objetivos, y el establecimiento de métodos y técnicas adecuados para lograr estos objetivos, sino el planteamiento de un nuevo escenario y estructura aproximativa al fenómeno educativo, el planteamiento de los fundamentos de este fenómeno de acuerdo a las exigencias progresivas de humanización y la apertura de nuevos campos y elementos de investigación, reflexión y acción hacia la clarificación de esta noción.Noción heurística porque pretende establecer un planteamiento abarcante y comprensivo de cuyos contenidos precisos es más lo que ignoramos que lo que sabemos, y por ello, constituye no la respuesta sino una nueva clave para el planteamiento de preguntas, no el camino, sino un campo renovado donde trazar múltiples posibles caminos, no el modelo sino un escenario para la búsqueda de nuevos modelos auténticamente educativos.
La propuesta de esta noción heurística pretende entonces contribuir a la emergencia de un “punto de vista superior” que ayude a visualizar desde otra perspectiva los elementos del problema educativo actual aportando un horizonte amplio de búsqueda en el cual ubicar lo valioso de la tradición y el reto permanente del descubrimiento para encontrar fundamentos más sólidos para el cambio profundo que se está exigiendo a nuestra educación actual.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...