domingo, 2 de marzo de 2014

AL BUEN ENTENDEDOR...MUCHAS MATERIAS.


 
            El problema de la interpretación como el de casi toda la educación es principalmente un problema de apertura intelectual: de apertura a la comprensión por encima y antes que toda conceptualización.
            En el capítulo 3 de Método en Teología de Lonergan, se señalan tres operaciones exegéticas básicas: comprender el texto, juzgar la exactitud de la propia comprensión del texto y establecer lo que uno juzga que es la comprensión correcta del texto. Por desgracia, estas tres operaciones se dan por hecho en nuestra práctica docente cotidiana, es decir, cada profesor parte del hecho que comprende el texto (tema, materia, alumno) y que su comprensión es correcta y que esa es la única comprensión correcta.
            Cuántas cosas cambiarían en la educación si simplemente los profesores pudiésemos tener la actitud de apertura intelectual suficiente como para ejercitarnos en estas tres operaciones respecto a los diversos “textos” que nos toca revisar en clase: el texto de la materia que nos toca comunicar, el texto de la profesión en la que se está formando el estudiante, el texto personificado que es la persona del estudiante y el grupo de estudiantes.
            Entender esos textos: no memorizar o “saber” la materia sino entenderla, no dar por hecho el contexto profesional sino comprenderlo dinámicamente en toda su complejidad, no asumir al alumno como rol abstracto sin rostro sino comprenderlo cabalmente de acuerdo a su historia y momento.
            Juzgar si nuestra propia comprensión es correcta en estas tres líneas o si está fundada en prejuicios, si ya fue rebasada por nuevos avances, si no tenemos los datros suficientes, si nuestra fuente de datos es confiable, etc. Atrevernos a cuestionar nuestras comprensiones que se vuelven certezas y hábitos sin previa crítica.
            A partir de esas dos operaciones, establecer lo que uno considera que es la comprensión correcta de la materia, de la profesión, del alumno y su mundo, para poder entonces intentar una comunicación significativa sustentada en la realidad y no en fantasmas, apariencias o aún prejuicios personales, grupales, sociales o históricos.
            Ejercitando estas comprensiones básicas podremos llegar a una cabal comprensión del contenido y de cómo transmitirlo o comunicarlo a los estudiantes.
            Entender el objeto significa entonces establecer la comprensión correcta de la materia que impartimos y llegar a entender que el estudiante va a aprender algo acerca de algo que aún no conoce y que tenemos entonces que saber la manera en que podemos partir de los objetos que ya conoce para conectarlos con este nuevo aprendizaje. Tanto el estudiante como el profesor son intérpretes del conocimiento de una materia : el estudiante hace una interpretación desde su marco de referencia personal de lo que va aprendiendo y el profesor, si quiere ser buen profesor y comunicar insights debe concentrarse en hacer su propia interpretación de la materia y no contentarse simplemente con “saberla” o “dominarla” en el sentido tradicional.
            Toda materia nos enfrenta a un mundo de objetos y de signos que debemos interpretar desde una perspectiva educativa: el conocimiento que se enseña no es el conocimiento científico como tal sino un conocimiento “didáctico” o educativo, transformado para ser aprendido.
            Esto pasa por entender las palabras –las de los libros de la materia, las del alumno concreto- pero tiene que llegar también a entender al autor –al autor del libro, al autor de las palabras-estudiante – porque el “proceso autocorrectivo del aprendizaje no es solamente el modo como adquirimos nuestro propio sentido común sino  también el modo como adquirimos una intelección del sentido común de los demás”. (op.cit. p. 155)
            El proceso de una interpretación correcta en el aprendizaje es un camino que nos lleva a entendernos a nosotros mismos a través de lo que aprendemos y a través del proceso por el cual lo aprendemos si estos procesos se desarrollan de manera genuinamente conciente.
            En estos procesos de interpretación en el aula es muy importante el papel que juegan las preguntas. Habría que comenzar por hacernos las preguntas necesarias y relevantes para poder ir accediendo a la comprensión del texto y continuar preguntando hasta que ya no haya más preguntas relevantes que hacerle al tema, al texto, al estudiante, es decir, hasta el momento en que podamos afirmar con certeza la interpretación correcta del texto o los textos en cuestión.
            Habría que luchar por recuperar el papel reflexivo y de intérprete del docente en el sistema educativo que a partir del nacimiento de los especialistas, de los diseñadores curriculares, de los planificadores de la enseñanza, se ha ido convirtiendo en un simple técnico operador de un plan de estudios previamente fijado y dosificado al que no hay nada que aportarle sino simplemente "transmitirlo"”
            El profesor es un intérprete, el camino de una planeación de curso debe partir de esta convicción y hacer que cada profesor de “su materia”, haga suyo el contenido a partir de comprenderlo, juzgarlo, afirmar la correcta interpretación y crear o recrear la manera significativa que ese contenido debe comunicarse a los estudiantes para que ellos también lo interpreten y lo apropien a partir de la propia comprensión, de la reflexión sobre la propia comprensión y del establecimiento de la comprensión correcta de esa materia en concreto en el contexto de su propia circunstancia y especialidad profesional.
            Al buen entendedor, muchas materias, porque podrá realmente recrear los contenidos y hacer una obra comunicativa auténtica de su clase. Al buen entendedor muchas materias porque será capaz de vivir la docencia como “comunicación de actos de entender” y no como transmisión de conceptos.

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...