miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mañana será otro día…pero será otro año.


Reflexión de fin-inicio de año 2014-2015.

“Estás aquí, futuro
hay que ampararte
los emboscados en la amanecida
quieren acribillarte desde el miedo
dejarte sin enigmas…”
Mario Benedetti. Mañana.

“Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
... Mañana!
Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.”
Angel González. Porvenir.

            En cierta forma hoy pasa mucho y a la vez no pasa nada. Como dice Ángel González, el porvenir está siempre por venir y por lo mismo no llega nunca…o no acaba de llegar nunca. En ese sentido hoy no pasa gran cosa: cenamos, nos abrazamos, nos deseamos cosas buenas pero en el fondo es un miércoles como cualquier otro y mañana será un día como hoy, un jueves más en la larga sucesión de días que forman nuestra vida, en la larga sucesión de vidas que forman la historia.
            Cuando uno empieza a recordar la vida por décadas, los años se van volviendo cada vez más cortos y pasan cada vez más rápido, con velocidad de vértigo, de un vértigo que sin embargo no se siente como un salto en paracaídas sino como el lento y duro ascenso a una montaña a la que se le ve cada vez más cerca la cima, aunque con cada paso parezca alejarse también un paso o al menos uno intente alejarla para tratar de prolongar la travesía lo más posible.
            Pero al mismo tiempo los humanos vivimos en un mundo de significados y parte de nuestros significados tienen que ver con el espacio y con el tiempo, con dividir el infinito en lugares y escenarios, con medir la eternidad en segundos, minutos, días y años.
            En este otro sentido, en el mundo de nuestros significados que aportan sentido a nuestro caminar en el mundo, hoy pasa mucho, porque pasa todo un año.
            Dejamos atrás propósitos de cambio que hace apenas trescientos sesenta y cinco días eran nuevos y estaban frescos y fuertes en nuestro entusiasmo y que hoy son viejos y se han desgastado hasta volverse solamente recuerdo. Dejamos en la memoria momentos felices, logros, avances, encuentros y crecimiento del mismo modo que quedan en el pasado horas de tristeza, fracasos, frustraciones, retrocesos, desencuentros, baches existenciales y pérdidas, pérdidas que aunque suene a cliché son siempre irreparables porque aunque el porvenir no llega, el pasado tampoco puede volver ni nosotros somos capaces de desandar lo andado o traer de regreso a los que partieron.
            Con los pies puestos siempre en el hoy, nos situamos sin embargo –ojalá nos situemos- con esperanza frente al futuro que viene lento, pero viene y que como dice Benedetti es en parte producto de nosotros y en parte producto del azar.
            Estamos en un momento especialmente difícil, a veces incomprensible en el que la terca realidad que se regenera en el ciclo aparentemente indestructible de ambición-corrupción-violencia-impunidad parecen situar a los seres humanos de buena voluntad en la indefensión y la impotencia.
            Terminamos un año en el que –ojalá- esta realidad de decadencia personal, estructural, cultural parece haber tocado fondo. Terminamos un ciclo en el que la sociedad parece haber dicho ahora sí en serio: ¡Ya basta! Basta de violencia, basta de corrupción, basta de impunidad, basta de orientar la vida personal, familiar y colectiva desde la ínfima y miserable ambición de dinero, fama y poder.
            Ojalá iniciemos el siguiente año con la firme convicción de que tenemos que convertir este hartazgo en acción solidaria, inteligente y organizada hacia la construcción conjunta de un país más justo, pacífico, democrático y comprometido con la visión de un futuro en el que todos podamos vivir una vida realmente humana.
            Este es mi deseo de año nuevo para todos mis amigos y para todos los mexicanos que unidos en el hartazgo de la cultura de la muerte que nos invade tengamos la firme convicción de amparar al futuro contra los emboscados que quieren acribillarlo desde el miedo y dejarlo sin enigmas.
            El 2015 nos llama. Ojalá seamos capaces de responder con generosidad y altura de miras.
            Muchas felicidades para todos.

           


Dos breves balances.



Balance de las vacaciones en la ciudad de México (CDMX).
1.- Odio a la cdmx, me estresa demasiado, no puedo controlarlo.
2.- Estuve súper feliz en la graduación de Pau. Muy orgulloso de ella y contento a pesar del ambiente de mirreyes del que estuvimos rodeados (sobrino de Salinas incluído).
3.-Piso 14 de hotel: imposible descansar sin temores inconscientes por mis paranoias anti cdmx.
4.-Tuve momentos de felicidad profunda, de esos que no se cambian por nada: estar los cinco desayunando, comiendo, riendo por cualquier cosa en el cuarto del hotel.
5.-Tiempo de calidad con la familia, incluyendo dos mañanas de relax en la alberca con Daniela.
6.-Encuentro con amigos verdaderos...un rato muy agradable.
7.-Lectura intensa y deliciosa: la ridícula idea de no volver a verte. Lo leí completo y lo disfruté mucho,
8.-24 de diciembre lloviendo, manejar de regreso en el embotellamiento, con obras y accidente en la autopista incluido...tres horas y media de estrés al volante. Confirmado: odio a la cdmx.
9.-Los cinco de regreso en casa, juntos y contentos. Lo más valioso está aquí y ahora.


Balance de nochebuena:
1.-Por historia personal, siempre he sido bastante grinch. Desde que me casé y sobre todo desde que tengo hijas, hago acopio de espíritu navideño con bastante esfuerzo: diseño y posteo tarjetas de felicitación, soporto los villancicos, me dejo felicitar y felicito, hago como que me gusta el menú de comida que se repite hasta el hartazgo...
2.-Odio la lluvia.
3.-En toda mi vida no recuerdo una navidad con aguacero como el de hoy.
4.-Cada nochebuena, antes del festejo ampliado tenemos nuestra reunión familiar íntima, espiritual, gozosa, dando sentido en comunidad a lo que celebramos, es lo mejor de toda la temporada.
5.- Odio la lluvia y más en nochebuena, agota el débil espíritu navideño que me esfuerzo en reunir durante todo el año.
6.-Tengo una mamá que desde que llega a cualquier reunión, incluyendo la de nochebuena, ya tiene ganas de irse. Es algo que heredó de la abuela pero que no deja de incomodarme por más esfuerzos que hago.
7.- Tengo una esposa con un espíritu navideño a prueba de embates de mi grinch interior. Ella ha sabido inculcarlo en nuestras hijas y entre las cuatro me sirven de antídoto contra todas mis resistencias y traumas de la infancia.
8.-Odio la lluvia. Este año me hizo todo más difícil

Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...