Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Poema de Angel González (Poeta español / 1925-2008)
Durante estos días he ido haciendo un ejercicio de preparación anímica para disfrutar al máximo el festejo de este día, 27 de noviembre de 2011 en que celebraremos la primera comunión de Daniela, mi hija la menor que tiene diez años, junto con las bodas de plata que Gaby y yo cumplimos el 19 de julio de este año y mi cumpleaños número cincuenta.
La fiesta que compartiremos con familiares y amigos cercanos, ahora nuestros y también de nuestras hijas que han ido haciendo su propio círculo, coincide por cuestiones azarosas exactamente con el día de mi cumpleaños, que no es cualquier aniversario de mi nacimiento sino uno muy especial porque es el que conmemora ya, medio siglo de estar en este planeta.
Cualquier cumpleaños es especial para nosotros los humanos, no porque el universo marque estos ciclos sino porque nosotros, “animales simbólicos” como decía Cassirer, necesitamos de estos momentos y rituales para cerrar ciclos y abrir nuevos, para hacer balances y construir planes, para reflexionar y hacer propósitos de mejora, para simplemente agradecer a Dios por la vida, agradecer a la vida y a Dios por “tanto bien recibido”.
El ejercicio que menciono consistió simplemente en una cuenta regresiva que terminó hace cinco minutos en que inició el día de mi cumpleaños. Bajo el “hashtag” de #adiosaloscuarenta fui marcando los últimos días que faltaban para llegar a este medio siglo de existencia y recibí –¡gracias!- muchas respuestas a los tuits-entradas de FB que iba poniendo.
Me llamó la atención que muchas de estas respuestas asumían que yo estaba sufriendo o sintiéndome mal porque los cincuenta se aproximaban, cuando en realidad este ejercicio fue una especie de divertimento para ir sembrando-me emoción al cumpleaños.
Ciertamente los cincuenta no son cualquier aniversario. Como me decía mi amigo “lonergansito” Paco Galán, entro ahora al club del “nunca antes” y si como dice el poeta “para vivir un año es necesario, morirse muchas veces mucho”, para cumplir cincuenta hay que hacerlo muchísimas veces más.
Yo también “lo noto, como me voy volviendo menos cierto, confuso, disolviéndome en aire…” y eso no es algo sencillo de asimilar. Como si fuera una lección del destino, esta semana la vida me aportó una prueba de este volverme menos cierto y menos asertivo. Pero también sin duda, experimento una paz más profunda, un cierto sabor a madurez que aún tiene energía para planear y soñar con muchas cosas buenas, para seguir caminando y echándole ganas a la vida diaria, levántandome a diario con muchos pendientes que me agobian y recibiendo muchos más que –modestia aparte- me he ido ganando con el sudor de mi frente y de mis noches frente a la computadora.
De manera que mi sentir ahora, hace diecinueve minutos que soy cincuentón, es una mezcla de madura y creativa energía con incertidumbre y conocimiento de que ya nada será como antes. Y sin embargo mi más clara emoción es de gratitud por todo ese “bien recibido” que tiene rostros, nombres e historias concretas, empezando por mi familia de origen y formación inicial -López Calva- de la que me siento profundamente orgulloso a pesar de las huellas que me hacen sufrir riéndome de mí mismo y reírme de mí mismo cuando me veo sufriendo, continuando con mi familia elegida y regalada por Dios –López González- de la que me siento también muy orgulloso y en la que sigo encontrando cada día mi referente y mi fuerza para seguir adelante, y siguiendo con tantos y tantos amigos y amigas, compañeros y compañeras de trabajo que he ido tratando de cultivar y que me han ido sin duda cultivando en estos cincuenta años “moviendo el corazón casi cien veces por minuto”.
Es por esto que escribo ahora en vez de irme a dormir para estar más fresco mañana en la pachanga. Porque quiero que este texto sea un acto de acción de gracias: profundo, festivo, amoroso, lleno de paz y de esperanza a pesar de estos tiempos de desesperanza.
Gracias a mis papás, a mis hermanos y hermana, a mis suegros, cuñado, cuñada, concuño u concuña, cuñadas, sobrinos, amigos, compañeros, alumnos y exalumnos de veintiocho años de aula. Gracias sobre todo a Gaby, a Mariana, a Paulina y a Daniela que son mi inspiración y mi refugio, mi escudo de amor cercano e imprescindible, mis cómplices y conspiradoras en esta tarea de tratar de “vivir como Dios manda” , tratando de ser –como decía Machado- “en el buen sentido de la palabra, buenos”.
El miércoles pasado antes de una junta, platicando con Maru Sánchez de cosas de la vida, me decía de una persona humilde, un campesino que ha sufrido mucho y con quien ella está trabajando su biografía y me compartía una frase muy sabia que él le dijo: “A una vida no le sobra nada” por más sufrimientos y problemas que se puedan tener.
Hoy creo que entiendo esa frase aunque haya partes de mi vida que han sido y sigan siendo dolorosas y terriblemente difíciles: a mi vida, estoy seguro, no le sobra nada, aunque quizá hoy no pueda entenderlo del todo.
En efecto y para no alargar más este sentir en palabras ya muy extenso, quiero cerrar diciendo que mi convicción en este día es que a mi vida aún le falta mucho –aunque no sé cuánto tiempo vaya a durar ese mucho- pero sin duda puedo afirmar que no le sobra nada.
27-11-2011
2 comentarios:
Amigo sabinesco, que gusto leerte, te percibo contento, alegre, feliz y con toda la razón, tienes una hermosa familia que son tu aliciente para enfrentar todas las adversidades que la vida nos presenta, a veces muy duros, dolorosos. Que buena frase...a una vida no le sobra nada...me encantó, aunque en el momento no entendamos las partes difíciles de la vida por "algo" se presentan y no queda más que vivirla.
Feliz cumpleaños >> 50 >> que padre!! vivirlos y con tantos motivos como su aniversario de bodas y la Primera Comunión de Daniela...a disfrutar que hay mucho que festejar amigo sabinesco!!!!!!!
Igual si Angel González se hubiera preocupado por mantener su corazón latiendo 60 o 70 veces por minuto, en lugar de casi cien, habría llegado a viejo sintiéndose menos confuso y deshilachado... digo yo ;)
Ya en serio, felicidades otra vez, abrazos a todos por allá!
Gabo
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