Hay
imágenes de nosotros mismos que no nos gustan, que rechazamos porque
pretendemos que ignorándolas vamos a hacer que no existan o quizá porque nos
incomodan en exceso dado que si las aceptamos tendríamos que hacer algo para
cambiarlas. Es el caso del documental De panzazo que se estrenó el 24 de
febrero en los cines del país.
Desde
que inició la publicidad de esta película dirigida por Juan Carlos Rulfo y
Carlos Loret de Mola se suscitó una gran
polémica y una campaña que llevó incluso a docentes afiliados al SNTE a colocar
mantas tratando de boicotearla, asumiendo que se trataba de una campaña de
desprestigio de los profesores por los pésimos resultados de nuestros educandos
en las diversas pruebas de rendimiento académico a nivel nacional e
internacional.
Sin
embargo para quien ha visto el documental resulta evidente que todo lo que se
muestra a lo largo de 76 minutos de proyección corresponde a la triste realidad
de las escuelas mexicanas –públicas y privadas, porque la película deja muy
claro que ambas están “igual de mal”- y de un sistema educativo urgido de
reformas estructurales profundas.
Si
bien como producto cinematográfico no es una obra que aporte mucho al espectador
porque claramente imperó la lógica
periodística de Loret y su visión afín a Televisa sobre la mirada
cinematográfica de Rulfo, De panzazo tiene un gran valor como reflejo de la
crítica situación en que se encuentra la educación en nuestro país y de la corresponsabilidad
de los docentes, estudiantes, padres de familia, autoridades, liderazgos
sindicales y sociedad en general sobre lo que ocurre cotidianamente en las
aulas y está condenando a las futuras generaciones a no poder enfrentar los
desafíos de la sociedad en que vivimos.
Poner
a la educación en el escenario, generar opinión pública y conciencia para
empezar a cambiar esta situación. Este es su aporte fundamental y estoy
convencido de que hay que agradecerlo.
Publicado en: Síntesis. 4 de marzo de 2012.
3 comentarios:
Considero que en la educación debe haber cambios estructurales ya que para empezar la educación debiera ser dirigida por maestros, y estamos de acuerdo que aun sea minoría existen docentes muy preparados y con capacidad de dirigir una secretaria de educación lamentablemente no cuentan con el contacto para llegar a ese puesto, siendo esta secretaria dirigida por profesionistas que a veces no tienen ni idea de lo que es una escuela y su contexto.
Coincido plenamente con la necesidad que planteas de cambios estructurales en la Educación. Sin estos cambios de fondo no podremos mejorar las cosas, aunque haya más dinero invertido o mejor tecnología o materiales. Saludos y gracias por tu comentario, Patricia.
Un maestro gallego, un escolante seguidor.
Dejar en manos de un profesorado que sólo demuestre conocimientos memorísticos para acceder, in aeternum, a la función docente es una cuestión a resolver de manera urgente. Me adhiero a las personas que opinan que la cerradura hay que abrirla con llaves que vayan más allá de unas pruebas de “sabiduría” específicas de área o materia. Ser docente implica algo más. La autodeterminación en este oficio, como en la mayoría de los trabajos, sobrepasa la libertad individual de hacer dependiente de cada quien, lo que se hace con un grupo de niños, jóvenes o adultos. Las personas en desarrollo conforman un bien del que depende un posible futuro de la especie humana como colectivo y, en algún momento, se ha cogido un rumbo equivocado en el que se prima una mal llamada individualidad. El mí no sirve, desde este punto de vista. Ese mi es una decisión propia, voluntaria, caprichosa... que no puede dejarse a la arbitrariedad del interés personal ya que repercute en terceros que conforman “un bien público”. El mundo afectivo es fundamental en nuestra labor docente, y de ahí que me adhiera a su propuesta, porque busca la humanización, porque siente la necesidad de la construcción humana y de la sociedad en su complejidad y creo que hay que valorar esa disposición más allá de pruebas específicas que abren accesos a una docencia, en general, que descuida elementos afectivos centrales de la persona llamada a ser educadora. Creo que ahí existe, para empezar, uno de los males del sistema educativo y es lo que hace, a las primeras de cambio, que surjan conflictos como los de los últimos niveles de primaria, en las aulas de secundaria o con las familias ya que hay una relación de afectos y desafectos que no se es capaz de manejar. Las emociones, los sentimientos y los estados de ánimo son, todos ellos, elementos fundamentales en la labor educativa.
Me agradaría poner a disposición una experiencia de "Educar la libertad" con familias comenzada a inicios de febrero.
De interés: Valoración PISA-España
http://www.expansion.com/2012/03/15/funcion-publica/1331803196.html
Mi correo
escolantedearteixo@gmail.com
Gracias, profesor.
José Luis
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