1.-Conocimiento
en Educación.
“Hoy en día,
el edificio del saber contemporáneo se eleva como una torre de Babel que nos
domina en lugar de dominarla nosotros a ella”.[2]
Si miramos con
perspectiva histórica, la evolución del conocimiento en Educación como
disciplina independiente de la Filosofía, es decir, el paso fundamental de la
Pedagogía –como reflexión teórico-filosófica de carácter prescriptivo acerca de
la formación del ser humano- a las
llamadas “ciencias de la Educación” –con la aspiración de Dewey de construir
una “ciencia de la educación” autónoma- empíricas y con pretensiones de
cientificidad es un evento relativamente reciente.
En efecto, estamos
hablando de la segunda mitad del siglo XIX con la emergencia del positivismo y
el llamado “método científico” –tan presente aún en la conciencia de los
investigadores como EL método único para construir conocimiento válido-, de la
distinción fundamental de Dilthey entre “Ciencias de la naturaleza” y “Ciencias
del Espíritu” con sus consecuentes finalidades distintas –respectivamente:
explicar y comprender- y su consecuente diferenciación metodológica entre lo
experimental y quasiexperimental y lo hermenéutico-interpretativo.
De ahí que si
mantenemos esta mirada histórica, fue apenas ayer -y todavía se estudia en los
programas de Educación de las universidades- que en los sesentas y setentas se
vivía el debate sobre lo que era realmente construir conocimiento empírico
sobre el fenómeno educativo. Emblemático debate el de Schulman y seguidores que
defendían la visión de “proceso-producto” para mirar lo educativo y la de Gage
y otros que sustentaban la necesidad de mirar lo que pasa en las aulas como
algo más complejo que esa caja negra en la que pasa algo con los insumos que
genera ciertos productos distintos, llamados “sujetos educados”.
En este marco de una
disciplina en etapa de formación nos encontramos que en México la historia es
aún más reciente. La construcción de conocimiento empírico de la Educación, al
menos de una manera sistemática y más autónoma, se remonta a los años sesenta
en que Pablo Latapí funda el Centro de Estudios Educativos.
No se trata aquí de hacer una historia detallada del
proceso de nacimiento de este campo de la investigación educativa en nuestro
país, que se encuentra ya muy bien documentado y magistralmente sintetizado por
el mismo Latapí en su conferencia de clausura del IX Congreso Nacional de
Investigación Educativa del COMIE en Mérida: ¿Recuperar la esperanza?[3] Se trata solamente de
señalar dos elementos que contextualizan el trabajo que aquí se presenta y
permiten hacer una adecuada valoración del mismo:
-Por un lado, que la construcción de conocimiento en
Educación en México tiene una historia que se remonta a algo más de cuatro
décadas y que responde sin duda a las condiciones de un país fuertemente
centralizado en sus procesos y estructuras.
-Por otro, que esta construcción de conocimiento en
educación, que la historia de la investigación educativa nacional está marcada
por este debate histórico entre dos concepciones de ciencia: La concepción
positivista que exige al conocimiento
educativo ceñirse al modelo de las ciencias naturales y usar “EL método
científico” frente a la concepción hermenéutico-interpretativa que plantea el
conocimiento educativo como descriptivo y comprensivo y excluye la posibilidad
de experimentar y medir los fenómenos educativos.
2.-Conocimiento
sobre el conocimiento en Educación.
“Se puede comer sin conocer las leyes de la
digestión, respirar sin conocer las leyes de la respiración, se puede pensar
sin conocer las leyes ni la naturaleza del pensamiento, se puede conocer sin
conocer el conocimiento. Pero, mientras que la asfixia y la intoxicación se
dejan sentir inmediatamente como tales en la respiración y en la digestión, lo
propio del error y de la ilusión es no manifestarse como error o ilusión”.[4]
El libro que hoy se
presenta es el resultado de un intento colaborativo por construir “conocimiento
del conocimiento” de la Educación en Puebla. Es por ello que está marcado
fuertemente por esta historia de una disciplina naciente y de un país
centralizado y centralista. De esta búsqueda y de esta lucha da cuenta el
trabajo de Laura Helena Porras que en sus “Reflexiones sobre la investigación
educativa en Puebla” plantea justamente que el camino recorrido en nuestro
estado en el campo de la investigación educativa es breve y ha implicado un
trabajo para ganar reconocimiento de las instancias que legitiman la
construcción de conocimiento educativo a nivel nacional. En este trabajo se
plantea que Puebla vive un momento “fundamental para el despegue de la investigación
educativa”…(p. 22), debido a que empieza a haber una masa crítica suficiente de
investigadores en el campo, que se están concursando proyectos para obtener
financiamientos nacionales y que las autoridades están buscando hacer de
nuestra ciudad y estado un “punto de referencia” en educación superior. Para
aprovechar este momento, se plantea la necesidad de seguir trabajando
fuertemente por desconcentrar del DF los recursos humanos y formar
investigadores jóvenes que “puedan tomar la estafeta del camino ya andado por
los pioneros” de este campo.
Del esfuerzo por
integrar los procesos aislados de avance en la investigación educativa en
Puebla para hacer sinergia en la construcción de conocimiento en Educación a
partir de lo que en este trabajo de conocimiento del conocimiento educativo se
detecta como necesario se habla en la introducción de Isabel Royo así como en
el trabajo de Alma Yolanda Castillo que hace un “recuento de una experiencia
para tejer redes” en el campo de la investigación educativa, compartiendo y
debatiendo los temas, los sustentos teóricos, las metodologías diversas que se
utilizan en los trabajos que se están realizando en el momento de la
construcción del libro. La estrategia que se intenta es la de la organización
de coloquios estatales de investigación educativa que se alternan en las sedes
de las coordinadoras de este trabajo y la meta es la construcción de una red de
investigación educativa en el estado de Puebla, objetivo que según registra el
libro, está aún en proceso de consolidación.
3.-Un
horizonte abierto
“Pero la
aptitud del conocimiento para tratarse como objeto y la aptitud del espíritu
para considerarse a sí mismo permiten instaurar un sistema de metapuntos de
vista sobre el conocimiento”.[5]
La brevedad de esta historia
en nuestro estado y la necesidad de construir redes que hagan sinergia y que
puedan consolidar esta historia formando cuadros para el futuro de la
investigación educativa en la región, así como la oportunidad histórica de la
visión de Puebla como una ciudad referente en la educación universitaria hacen
de la realidad de este campo, tal como lo señala el título del libro, un
horizonte abierto, un horizonte en construcción y expansión que requiere del
esfuerzo de todos los que trabajamos en la disciplina y concretamente en la
construcción de conocimiento sobre lo educativo. Pero este esfuerzo, plantean
las autoras y se ve a lo largo de todo el libro, no puede ser un trabajo que
siga caminando en la dispersión y la desarticulación sino que tiene que generar
redes, proyectos colaborativos, espacios para compartir y debatir, programas
conjuntos, pasos colectivos.
4.-Un
mosaico de posibilidades
“Difícilmente
nos damos cuenta de que nuestras ganancias inauditas de conocimiento se pagan
con inauditas ganancias de ignorancia”.[6]
La segunda parte del libro muestra que este horizonte
abierto es todo un mosaico de posibilidades de construcción de conocimiento en
líneas que se abren pero necesitan continuidad y consolidación pues no pueden,
no deberían quedar como proyectos únicos que nacen de la mente de un
investigador o de un equipo de investigadores, se realizan en este mismo núcleo
cerrado y culminan con un reporte de investigación –artículo, libro- que se
socializa más o menos en el ámbito regional o nacional y termina ahí para
reiniciar en otro proyecto con otra lógica, desde otro equipo o investigador
que multiplica los temas, los campos, las teorías, los métodos, los campos o
instituciones a conocer.
Los recuentos sobre la
investigación que se realiza en la UPN o en las normales poblanas (Pérez Vélez;
Domínguez) y los informes de investigación que se publican muestran una amplia
gama de temáticas, marcos teóricos y metodologías que van desde estudios sobre
cultura política (Royo-Motolinia) o migración (Aguilera-Rodríguez) hasta
patrones de interacción en el aula (Castillo) o estudio de telecentros –medios
en educación- (Santos-Porras).
El mismo mosaico se
presenta en las reseñas de tesis de la parte IV: Una muy rica e interesante
recopilación sistemática de trabajos de investigadores en formación en el
momento de la elaboración del libro que muestra también un mosaico amplio y
variado de temas, objetos de estudio y metodologías diversas.
Encontramos ahí
trabajos de corte administrativo como el de Villegas (simulador para el
desarrollo del potencial directivo), centrados en procesos de aprendizaje como
el de Neve (procesos de autorregulación en estudiantes de diseño gráfico),
expectativas o motivación de estudiantes (como los de Huesca y Motolinia) o de
corte sociológico (posibilidades de ingreso a la universidad de bachilleres con
base en su capital cultural de Sarmiento) o curricular (Experiencias
extracurriculum, de Blanco).
Todas estas temáticas
se enmarcan en líneas de investigación pertinente y necesaria para comprender
lo que pasa en las instituciones educativas de Puebla. Sin embargo, cabe la
pregunta si hay realmente una consistencia y una estructura académica
institucional (en las diversas universidades y normales estudiadas) que acoja e
integre estos proyectos en un marco más amplio que construya conocimiento
consistente, amplio y sostenido sobre estos campos para contribuir a la mejora
de la calidad educativa en el estado o si se trata de proyectos de
investigación aislados que no tienen la continuidad deseable.
Un trabajo de seguimiento
en un siguiente proyecto de investigación sobre la investigación educativa –la
construcción de los estados del conocimiento 2010 del COMIE es sin duda una
oportunidad de oro para esta tarea- podrá ir dando respuestas respecto a qué
tanto este mosaico temático, metodológico, teórico, está perfilando un conjunto
de líneas de investigación que caractericen y representen a la construcción del
conocimiento sobre la Educación en nuestro estado o seguimos estando ante un
horizonte abierto que hay que seguir buscando consolidar.
Desde la mera
percepción superficial, daría la impresión de que no es mucho lo que se ha
caminado en la construcción de redes y líneas de investigación institucionales
e interinstitucionales en el campo educativo a pesar de la multiplicación de
los programas de posgrado en Educación en Puebla. Un estudio más profundo y
sistemático puede contestar con mayor pertinencia esta cuestión.
5.-Especializaciones
funcionales y conocimiento del conocimiento en Educación.
“La unidad de
un tema en proceso de desarrollo es dinámica….El desarrollo parece partir pues,
de un estado inicial de indiferenciación y evolucionar, por medio de un proceso
de diferenciación y especialización, hacia una meta final en la que las
funciones diferenciadas se ejercerán en el interior de una unidad integrada…”[7]
En su libro: “Método en
Teología” (1988)[8],
Bernard Lonergan aporta lo que llama “Especializaciones funcionales” que
caracterizan la construcción de conocimiento aplicable a todas las ciencias
humanas. Este marco heurístico puede ser de utilidad para evitar caer en la
“torre de Babel” que señala Morin en la cita anterior.
Sin pretender explicar
estas especialidades, creo que el libro que presentamos tiene la virtud de
incluir a varias de ellas y mostrar la complementariedad y la cooperación
necesaria entre todas para la construcción progresiva del campo de la Educación.
Explicitar la especialidad en la que se encuentra cada parte presentada puede
ser de gran utilidad para una mejor comprensión de los lectores sobre el
contenido del libro.
Una primera
especialización es propiamente la de “investigación de los datos”. En este
campo podemos ubicar la segunda y cuarta partes del libro, es decir la que
presenta informes de investigación y tesis recopiladas.
Una segunda
especialización es la “sistematización”: Aquí podemos ubicar los trabajos de la
primera parte del libro, exceptuando el de Octavi Fullat, puesto que hacen un
análisis que relaciona todos los trabajos de investigación recopilados en el
trabajo de investigación sobre la investigación educativa y le da un sentido y
significado en el contexto de Puebla.
Una tercera
especialización es la “explicitación de fundamentos”, donde se pude ubicar
precisamente el muy rico y erudito trabajo del Dr. Fullat titulado: Método y
ciencias humanas. En este trabajo se hace un esbozo de los fundamentos
epistemológicos de la investigación educativa, que plantea elementos para
sustentar la sistematización que implica el trabajo de construcción de
conocimiento sobre el conocimiento de la Educación.
Por último, la
entrevista con una investigadora del prestigio y solidez de la Dra. Frida Díaz-
Barriga Arceo, representa la especialización: “Comunicación”. En esta
entrevista la Dra. Díaz-Barriga comparte un poco de sus motivaciones para hacer
trabajos desde la Psicología de la Educación y da cuenta de sus posiciones
acerca del conocimiento en este campo de las llamadas “Ciencias de la
Educación” y de los temas que ella ha investigado, incluyendo la línea del
constructivismo socio-cultural en el que ha desarrollado trabajos que son
referente a nivel nacional.
Quedan fuera algunas
otras especializaciones (la mitad) tales como: Interpretación, Historia,
Dialécticas, Doctrinas, que son dimensiones adicionales que complementan el desarrollo
progresivo de la unidad integrada de cualquier campo en las ciencias humanas y
en este caso, de la Educación. Sería imposible que un libro incluyera todas las
especialidades. Existen trabajos que se enfocan a las que aquí están ausentes.
6.-Concluyendo.
“El conocimiento del conocimiento debe llegar a ser, con toda legitimidad,
científico al ciento por ciento, al objetivizar al máximo todos los fenómenos
cognitivos. Pero al mismo tiempo debe y puede seguir siendo filosófico al
ciento por ciento”.[9]
El conocimiento del
conocimiento, en el caso de este libro, el conocimiento del conocimiento de la
Educación, debe llegar a ser científico con toda legitimidad. Este libro es una
aproximación en la construcción de este conocimiento científico del conocimiento
educativo. Pero el conocimiento del conocimiento debe también ser al mismo
tiempo filosófico y este trabajo no olvida esta dimensión al incluir el trabajo
de Fullat ya mencionado.
La construcción de un
conocimiento del conocimiento de la Educación es una tarea permanentemente
desafiante que requiere de esta doble mirada científica y filosófica tejidas en
su complementariedad y en sus contradicciones. El trabajo realizado por las Dras.
Royo, Castillo y Porras es una muestra de que con buena voluntad,
profesionalismo y colaboración, es posible enfrentar este desafío y construir
progresivamente un mejor conocimiento del conocimiento educativo para mejorar
los procesos de generación de conocimiento de la Educación y contribuir desde
allí a la transformación profunda de las prácticas, las estructuras y las
culturas educativas, tan necesarias en estos tiempos de
crisis-cambio-globalización en que nos ha tocado vivir.
Royo, I.;
Alma Y. Castillo y Laura H. Porras. (2010). La investigación educativa: un
horizonte abierto. BUAP-UIA Puebla-UPAEP-UDLAP-Contracorriente-U. Pedagógica
Nacional.
[1] Doctor en Educación. Coordinador del Doctorado
Interinstitucional en Educación de la Universidad Iberoamericana Puebla.
[3] Pablo Latapí. ¿Recuperar la
esperanza? La investigación educativa entre pasado y futuro. Conferencia de
clausura. IX Congreso Nacional de Investigación Educativa. Mérida, Yuc., 5-9 de
noviembre de 2007.
[4] Op. cit. P. 17
[5] Op. cit. P. 26
[6] Op. cit. P. 21
[8] Op.cit.
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