domingo, 3 de noviembre de 2013

La SEP y la alta complejidad.



Autor: Juan Martín López Calva.
Publicado: Puebla on Line, 12 de octubre de 2011
     La semana pasada se cumplieron noventa años de la fundación de la Secretaría de Educación Pública entre celebraciones oficiales y notas y artículos críticos por el estado en que se encuentra nuestro sistema educativo en la actualidad y los pobres resultados en la calidad del aprendizaje de nuestros niños y jóvenes. 
     “Ministerio del futuro” decía don Pablo Latapí que debería ser la SEP porque en ella tendría que plantearse el rumbo hacia el que queremos todos los ciudadanos conducir a nuestra patria. Para convertirse en este espacio estructural que defina la visión del país que queremos y el perfil de ciudadano del futuro que necesitamos se requeriría, decía el mismo Latapí, que en ella hubiera menos burócratas y administradores y más intelectuales y filósofos.
     Sería injusto negar todos los aspectos positivos que la SEP ha traído al país desde su fundación hasta nuestros días. Es indudable que desde las “misiones culturales” de Vasconcelos hasta los intentos de reformas curriculares integrales del presente pasando por etapas como “el plan de once años” de Torres Bodet y gestiones de funcionarios muy prestigiados como el mismo Vasconcelos, Agustín Yáñez, Fernando Solana, Miguel Limón y otros, la secretaría ha sido la instancia que ha logrado institucionalizar la educación pública que marca el artículo tercero constitucional y regular a la educación privada..
     Sin embargo también resulta innegable que la SEP tiene muchísimos problemas estructurales que más allá de las personas que ocupen los diversos puestos de dirección en un sexenio u otro, con un partido político en el poder a nivel federal o en los estados u otro, tienen que reflexionarse y atenderse con seriedad y urgencia.
     Porque a noventa años de su creación la SEP que tenemos resulta ya inoperante y demasiado pesada –el “mastodonte educativo” la llamó Manuel Gil Antón en su columna de hace unos días en El Universal- y tiene una organización de muy baja complejidad que ya no responde a los retos del presente.
     En efecto, la creación, organización y desarrollo de la secretaría se produjo en la lógica del régimen postrevolucionario que derivó en un sistema de carácter corporativo y partido único en el poder, lo cual requería de una fuerte centralización de las decisiones, de una estructura piramidal que no deja margen de maniobra autónoma a las escuelas y a los docentes y de un sindicato construido en la misma lógica y con injerencia inadecuada en los niveles de gestión de las instituciones educativas, en las zonas y sectores escolares y más recientemente en el gobierno educativo a nivel nacional.
     Este tipo de organización se ha mantenido a pesar de la alternancia de partidos en el poder ejecutivo federal y en muchos de los estados y es cada día más evidente que ya no responde a lo que una sociedad con participación social y exigencias democráticas crecientes está necesitando.
     Las organizaciones con jerarquías muy verticales y centradas en el control, que permiten mínimas interacciones entre individuos y grupos, que no dan autonomía a sus miembros y se conducen conforme a un programa rígido más que de acuerdo a una estrategia flexible son denominadas por el pensador francés Edgar Morin, organizaciones de “baja complejidad” y tienden a irse anquilosando y muriendo por su falta de vitalidad e innovación. Esta definición corresponde al tipo de estructura de funcionamiento que sigue teniendo la SEP hasta nuestros días.
     Por el contrario, las organizaciones de alta complejidad, son organizaciones mucho más horizontales, policéntricas –con muchos centros de decisión distribuidos y no concentrados en un mando único-, con múltiples interacciones entre individuos y grupos que las conforman, abiertas a la creatividad, con gran autonomía de sus miembros y un funcionamiento orientado por estrategias flexibles y adaptables a diversos contextos y situaciones. Este tipo de organizaciones son las que requieren las sociedades democráticas y tienden a ser más difíciles de dirigir pero mucho más vivas y productivas.
     El mejor regalo que podría hacerse a la SEP en este aniversario y con miras a su próximo centenario es una reforma estructural profunda que la llevara de ser una organización de baja complejidad a una de alta complejidad que responda a las necesidades de nuestra sociedad en transición hacia la democracia y urgida de calidad educativa como palanca hacia el desarrollo.

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Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...