*Artículo publicado en: La primera de Puebla. 280911.
"El hecho inevitable es que estamos continuamente
haciendo juicios de valor, o sea, conociendo valores
y viviendo nuestras vidas sobre las bases de estos
valores. Distinguimos entre buenas y malas escuelas,
buenas y malas políticas, políticos honestos y deshonestos,
buenas y malas acciones. Funcionamos en sociedad
con base en estos valores…"
(Cronin, 2006; p. 5)
Desde hace algunas semanas varios analistas de la realidad nacional han
dedicado sus columnas periodísticas al tema de la crisis moral que subyace a la
situación de violencia que está apoderándose de gran parte de nuestro país.
El tema es polémico puesto que el hablar de moral parece para algunos –con
visión científica positivista- cuestión de simple "literatura" y para
otros –con perspectiva sociológica de izquierda- puede convertirse en una
manera de justificar el estado de cosas y relevar de su responsabilidad a las
autoridades encargadas de proporcionarnos seguridad.
Sin embargo considero necesario que los ciudadanos y los actores de la
educación reflexionemos sobre esta dimensión de la realidad en que vivimos,
porque me parece que es la raíz más profunda y difícil de revertir de esta
espiral de muerte que azota al país de manera creciente.
Porque como afirma la cita que aparece al inicio de este artículo, es un hecho
inevitable que los seres humanos hacemos juicios de valor y esto implica que
conocemos ciertos valores y vivimos conforme a ellos nuestra existencia
individual y social.
"…Distinguimos entre buenas y malas acciones…" menciona la cita y el
problema en que estamos involucrados los mexicanos de esta segunda década del
siglo XXI; tiene que ver con que nuestra sociedad parece estar perdiendo la
capacidad de distinguir estas cuestiones que son fundamentales para vivir una
vida y construir una sociedad que puedan calificarse como humanas.
En efecto, si bien resulta innegable que en la situación actual, la violencia y
el crimen tienen que ver con acciones particulares de individuos que podríamos
considerar como "malas personas", es evidente que no puede explicarse
únicamente desde esta perspectiva particular o estadística.
También es cierto que la situación actual que vive México tiene que ver con una
severa crisis institucional que ha deformado las dinámicas de interacción
social, las estructuras policíacas, el sistema de justicia, la forma de
legislar y aplicar las leyes, las políticas públicas y su forma de operar y
todo el sistema social en el que predominan la impunidad, la corrupción y los
intereses particulares y de grupo o partido por encima del bienestar de la
sociedad.
Esta crisis institucional es una explicación más amplia y pertinente pero no
agota los elementos o niveles de análisis para comprender en toda su
complejidad la situación que estamos viviendo.
Es necesario también caer en la cuenta de que como afirma el intelectual
francés Edgar Morin entre muchos otros autores, estamos viviendo además de una
crisis institucional una profunda crisis moral que exige una reforma ética de
largo aliento.
Esto no significa que como dicen algunos, "se hayan perdido los
valores", porque los valores no están en la realidad externa, no son algo
que podamos perder y "recuperar" o "rescatar" del pasado o
de algún lugar misterioso en el que están depositados. Los valores se construyen
en las interacciones que realizamos con el mundo natural, con los objetos
construidos, con los demás seres humanos, con la sociedad toda y con la especie
humana a partir de los juicios de valor que hacemos.
Hay muchos signos de que estas interacciones se han distorsionado y de que
nuestra sociedad ha perdido la capacidad de distinguir entre "buenas y
malas acciones…" pues incluso empieza a percibir como "natural"
o lógica la resolución violenta –verbal o física- de los conflictos y
diferencias.
El sistema educativo tendría que asumir su responsabilidad en esta crisis moral
y empezar a establecer políticas que comiencen a crear una nueva conciencia
moral en los estudiantes. Una conciencia capaz de distinguir entre "lo
humano y lo inhumano" en nuestro contexto de cambio de época, una
conciencia capacitada para hacer buenos juicios de valor que resuelvan las
diferencias a través del diálogo y el respecto activo. Una conciencia capaz de
conmoverse con el sufrimiento que genera la violencia y de manifestarse
pacíficamente a favor de la paz.
Solamente así podremos reformar las instituciones y lograr que la crisis
estructural que reproduce la violencia pueda ser revertida.
Este blog fue creado para compartir algunos elementos sintéticos del trabajo de investigación reflexiva sobre "educación personalizante", término creado para invitar a pensar la educación como dinamismo histórico-socio-cultural complejo, desde una perspectiva fundada en el pensador jesuita Bernard Lonergan S.J. (1904-1984)y el intelectual francés Edgar Morin (1921- )que alimentan mi propia búsqueda de una educación que contribuya a la humanización,
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