*Texto compartido en este blog el 31 de diciembre de 2010, ligeramente modificado.
“Mi esperanza se funda en lo
improbable”
Edgar Morin[i].
Este archivo,
conteniendo simplemente el título y el epígrafe de Morin que me ha parecido
siempre una frase muy contundente e inspiradora para estos tiempos difíciles
que nos ha tocado vivir, lleva meses, alrededor de seis, en una carpeta de
pendientes en el escritorio de mi computadora. Lo escribí al fin, el 31 de diciembre de 2010 para compartirlo aquí en el blog.
Lo rescato hoy, cerca del fin de año del 2014 porque me parece que esta frase viene muy bien para describir
un poco de lo que deseo para mí y para todos y todas, para México y para el
mundo hacia el inicio de un nuevo año que parece empezar con el pie izquierdo,
con poco ánimo colectivo por las evidencias de violencia, injusticia, crisis,
desgobierno, etc. que han caracterizado los últimos tiempos no solamente en
nuestro país sino en el mundo entero. En México en concreto se percibe un
ambiente de desmoralización general y de polarización creciente debida a los acontecimientos de violencia que detonaron una ola generalizada de reclamo a partir del asesinato y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, aún sin resolver y a la publicación de las noticias sobre la "Casa blanca" de la esposa del presidente y de la residencia del Secretario de Hacienda, adquiridas por el mismo mecanismo aparentemente legal pero a todas luces inmoral que hacen renacer la evidencia de un gobierno corrupto e impune.
La desmoralización general
proviene sin duda del sentimiento generalizado de inseguridad, de
vulnerabilidad creciente ante la violencia, de incertidumbre acerca del futuro de nuestra economía a partir del nulo crecimiento de este año y la caída del peso mexicano y del precio del petróleo y lo más grave, la sensación de que la débil transición a la democracia está teniendo una grave regresión y de que por las evidencias que aparecen todos los días, el viejo sistema está de regreso y goza de cabal salud.
El año nuevo es sin
embargo una época de “renovación de la esperanza” a pesar de que hoy en día se
haya convertido en un pretexto más para el consumo, las compras y las frases
hechas: “Que todos tus deseos se cumplan” –¿el año nuevo como lámpara de
Aladino?- y otras cosas por el estilo nos decimos unos a otros sin siquiera
imaginar que quizá el imposible cumplimiento de todos nuestros deseos se
volvería un infierno para nosotros mismos y para el mundo.
Mi querido amigo Paco
Galán se preguntaba recientemente -esto está escrito originalmente en 2010- en su muro de facebook: ¿Qué es lo que
realmente deberíamos decirnos en año nuevo? Esto realmente me ha puesto a
pensar y me hizo regresar a la frase de Morin porque creo que lo que deberíamos
decirnos –no sé en qué términos exactamente ni tendría que haber una fórmula
precisa aplicable a todos- es algo que nos haga recuperar la esperanza, esa
esperanza fundada en lo improbable.
Recuerdo que un
profesor me dijo una vez que usé esta frase en una presentación, que eso era
“absurdo”, que “uno no podía fundar su esperanza en lo improbable” porque lo
”improbable es algo que difícilmente va a suceder y por ello no podemos esperar
en eso”.
Creo que esta reacción
refleja bien la degradación que ha sufrido la idea misma de esperanza en estos
tiempos pragmáticos y economicistas que vivimos. Porque la esperanza consiste
precisamente en desear y trabajar porque ocurra lo que soñamos y lo que vemos
como lejano y poco factible, pero nuestro horizonte nos ha hecho pensar que
podemos controlarlo todo y que no debemos buscar el logro de lo que deseamos
sino solamente desear lo que en términos lógicos es posible de lograr.
Desde esta perspectiva,
no podemos desear o esperar para México la reversión de esta cultura de la
violencia donde José Alfredo Jiménez se ha vuelto una especie de profeta y
llegamos a una cultura en que “la vida no vale nada”. No podemos esperar que
haya justicia porque es algo poco probable si miramos el egoísmo y el ansia de
tener, de poder y de oprimir a otros que está presente en la naturaleza humana
y pareciera que no es posible de controlar o revertir. No podemos esperar la
humanización de la humanidad si basta con echar un vistazo a todos los
noticiarios y periódicos para darnos cuenta de que eso es “prácticamente
imposible” porque lo que predomina hoy es que el hombre es el lobo del hombre.
Sin embargo, la
esperanza se funda en lo improbable y como dice Morin en sus “principio de
esperanza en la desesperanza”, si analizamos el proceso del universo, de la
vida y de la historia de la humanidad podemos constatar que existe un principio de lo inconcebible (donde
lo que nadie preveía o podía entender emergió de los procesos de
orden-desorden-organización, como fruto de las decisiones y del azar), un
principio de lo improbable (donde lo que menos se pensaba que podría suceder ha
ocurrido en procesos naturales y sociales también a partir de la combinación de
lo buscado y lo aleatorio), existe un principio del “topo” (que plantea el
hecho de que lo que va transformando radicalmente las cosas es algo que inicia
y se desarrolla normalmente de modo “subterráneo”, sin ser visto ni ocupar las
primeras planas de los diarios) y existe un principio de “salvataje” que
postula que “donde existe mayor riesgo, emergen mayores probabilidades de
salvación y transformación –“donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia”, se
diría en términos cristianos-).
Como “profesional de la
esperanza” (educador y educólogo), considero imprescindible que lo que nos
digamos este fin de año tenga que ver con “remoralizarnos”, con recuperar y hacer
crecer “nuestro deseo de vivir más humanamente”, es decir, nuestra moral
colectiva, con volver a hacer que la esperanza se llame esperanza y no “metas”,
“escenarios futuribles” o “futuros estratéticamente planeados”.
Les deseo a todos mis
lectores y a todos mis amigos –que sospecho que son los
mismos- que en este año nuevo volvamos a fundar nuestra esperanza en lo
improbable y que esperemos (es decir, que creamos firmemente y luchemos
consistentemente) que esto improbable que es hoy la paz, la democracia, la
justicia, la fraternidad humana que puedan “salvar a la humanidad
realizándola”, se vuelva el fundamento de la esperanza colectiva y el motor de
la acción cooperativa desde todos los frentes y en todos los campos.
Sólo así podremos hacer
que, como dice Morin en sus “mandamientos”, podamos “resistir a la crueldad del
mundo y al a barbarie humana”, pensando en “aumentar la vida de nuestros días
más que los días de nuestra vida”.
[i] Las ideas de Morin aquí
citadas, están tomadas de dos libros fundamentalmente: “Educar en la era
planetaria” y “Edgar Morin: Mi camino”.
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