“El
aleteo de una mariposa en mi jardín puede
producir
una tempestad en el Pentágono. Es decir, todo
es
interdependiente. A veces, el eslabón aparentemente
más
insignificante es el responsable de la irrupción de
lo
nuevo.”
Leonardo Boff.
La fuerza de la terrible realidad de la guerra, de la
invasión y destrucción del débil por el poderoso, presente en toda la historia
de la humanidad, puede ser desmoralizante y llevarnos a la desesperanza, a la
desmovilización, a la impotencia ante unos hechos de los que nacen preguntas como: ¿Qué puede hacer una serie de
movilizaciones de la sociedad civil protestando contra la guerra y otras formas
de violencia? ¿Hasta dónde es inútil manifestarse ante un poder avasallante,
totalmente ciego y sordo ante los reclamos de las mayorías que protestan?
Es difícil sin duda, tratar de responder estas preguntas
ante el terror de las bombas, de las muertes o mutilaciones de personas inocentes
cuyos rostros conocemos todos los días a través de la prensa o la televisión.
Sin embargo, a pesar de todas estas evidencias en contra, es preciso continuar
en la búsqueda de una transformación de la cultura de la muerte y la imposición
a la cultura de la vida y de la participación, del mundo de la injusticia y el
poder al mundo de la equidad y la fraternidad.
Para ello, resulta iluminadora la reflexión de Leonardo
Boff, acerca de las dos condiciones para hacer posible la paz: por un lado, la
aceptación de la polaridad amor-odio, opresión-liberación, caos-cosmos, que
constituye la condición humana; por otra parte, la lucha comprometida por
fortalecer el lado luminoso de esta contradicción haciendo que se limite e
integre el polo tenebroso.
Este es el camino que, dice el mismo Boff, parece haber sido abierto por la sociedad
civil mundial que se ha unido en la protesta sim-bólica (lo que une), que
denuncia el proceso dia-bólico (lo que desune) de las diversas formas de violencia
y exclusión que caracterizan esta era de hierro planetaria (Morin). La conciencia
humana que se empieza a manifestar en este mundo de las redes sociales a favor
de lo luminoso de la humanidad y se avergüenza con lo tenebroso del odio y la
muerte que adquiere formas cada vez más sofisticadas que nos muestran la
irracionalidad y la irresponsabilidad de un sector poderoso de la humanidad
guiado fundamentalmente por la ambición y los intereses de grupo.
Es el camino de la solidaridad activa planetaria que, aún
incipiente empieza a expresarse, como un símbolo más, como un esfuerz que
persigue aportar elementos para organizar la esperanza y darle cauces a la
búsqueda de un mundo más humano y más justo. Un camino humilde pero confiado en
este “efecto mariposa” que constata la profunda e indisoluble interconexión de
todos los procesos del universo y de la historia humana y que cree en que “a
veces, el eslabón aparentemente más insignificante es el responsable de la
irrupción de lo nuevo”. Sumemos pues, el
sencillo pero significativo y profundo eslabón de nuestro esfuerzo y testimonio
cotidiano, a la cadena de pequeños eslabones que pueden ir haciendo que surja
este nuevo mundo posible en el que venga, de lo pequeño, la fuerza secreta de
la paz.
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