*Publicado en: La primera de Puebla el 30 de noviembre de 2009.
“Tiempos violentos” fue
el título que le asignaron en la traducción al español a “Pulp Fiction”, uno de
los primeros films que fueron construyendo la fama del director Quentin
Tarantino.
El “estilo Tarantino”
se caracteriza por exponer escenas y situaciones de extrema violencia con un
tono desmitificador e irónico, incluso cómico que hace al espectador, reír o
aplaudir situaciones de extrema crueldad por la manera en que son presentadas.
Es una especie de “tratamiento light” de la violencia que le quita su impacto
afectivo negativo y la vuelve prácticamente indolora.
Algo semejante está
sucediendo con todos nosotros, ciudadanos del México del siglo XXI, del mundo
del tercer milenio, que asistimos diariamente a escenarios de extrema crueldad
y violencia a través de las pantallas de la televisión o la computadora, en las
páginas de los periódicos y los noticiarios de radio, sin sentir ya ninguna
indignación o dolor frente al dolor humano.
Tiempos violentos son los
que vive nuestro mundo y se pasean por la vida cotidiana de nuestra nación sin
que como ciudadanos sepamos qué hacer más allá del comentario con la familia,
los amigos o el vecino. La impotencia provoca que vayamos construyendo una
especie de “escudo blindado” frente a la violencia que crece en frecuencia e
intensidad a nuestro alrededor.
¿Qué hacer frente a una
situación de “tiempos violentos” que llega inevitablemente a nuestras escuelas
y universidades y se manifiesta en el “bullying”, el acoso, la construcción
microsocial de un espejo de la sociedad en que vivimos?
Indudablemente una de
las respuestas es el retorno de la preocupación por la llamada “Educación en
valores” en el campo educativo. Por ello este tema se ha posicionado entre los
profesores, directivos, investigadores de la educación como uno de los ejes
prioritarios para la educación actual. “Aprender a ser” y “aprender a convivir”
son dos pilares básicos de la educación para este siglo, según señala el famoso
“informe Delors”[1]
para la UNESCO.
Uno de las dimensiones
principales de la “Educación en valores” en nuestros tiempos violentos es sin
duda alguna la de la “Educación para la paz”. Si queremos revertir el proceso
de violencia creciente y cada vez más irracional de nuestra sociedad actual es
urgente que vayamos invirtiendo recursos, tiempo, reflexión y creatividad en
una auténtica educación para la paz.
La educación para la
paz tiene como objetivo “…plantear y promover, entre la gente, la convicción de
que es necesario un cambio del sistema para poder resolver los conflictos
existentes, así como conseguir un compromiso por parte de esta misma gente de
trabajar a favor de la paz y por la abolición o reducción de las diferentes
manifestaciones existentes de violencia…”[2]
Porque la paz no es la
simple ausencia de guerra o de violencia, porque la guerra o la violencia no
son solamente físicas sino también psicológicas, sociales, culturales, incluso
religiosas es necesario que nuestro sistema educativo se ocupe eficazmente de
la educación para la paz, es decir, de una educación que genere el compromiso
activo por la erradicación de la violencia y la construcción de la paz.
La paz es una
construcción social frágil y siempre inestable pero necesaria para que el ser
humano se haga más humano y para que la humanidad se humanice. Se requiere
entonces una educación para el trabajo activo por la construcción cotidiana de
la paz, por el mantenimiento de la paz alcanzada y por el continuo desmontaje
de los posibles gérmenes de violencia a nivel micro o macro.
La construcción y
sostenimiento de la paz requiere de una educación capaz de generar respeto,
tolerancia, empatía y solidaridad. En estos aspectos deberían fijarse los
padres de familia cuando elijen una escuela para sus hijos, más que en el nivel
académico –que es también importante- o los cursos de computación e inglés. En
la educación de hoy nos estamos jugando el futuro, el tipo de sociedad humana
que podemos construir entre todos o incluso, si fracasamos, la destrucción de
la especie humana.
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