*Otro fragmento de mis memorias de la vida en Boston (1997-1998).
Joseph Francis es un bebé de dos
semanas de edad, nacido aquí en Boston donde su papá estudia la maestría en
filosofía. El y su mamá, Lisa, dos jóvenes americanos-americanos, sanos de
intenciones , inteligentes, críticos de su sociedad y de su tiempo, dos
personas “normales”, un matrimonio feliz, una familia con esperanzas.
“El pequeño Joe” está aquí, en la
casa de la vidriera abierta al mar en Cape Cod, un paisaje fabuloso en un día
frío y con niebla, está aquí en una reunión, quizá la primera de su vida,
siendo el centro de atención de muchos, festejado y mimado por todos, sobre
todo por las mujeres jóvenes que pensarán algún día estar en el lugar de Lisa y
tener un bebé como este y por las no tan jóvenes, que algún día estuvieron ya
en este lugar y lo recuerdan con ilusión.
En medio de las fiestas y los
quelindos, Lisa dice de pronto algo que hace reír a los que están alrededor
pero debería hacer pensar a todos: “Sí, todo el mundo me dice hoy: Qué dulce
angelito, pero dentro de dieciocho años voy a tener que ir a sacarlo de la
estación de policía...”
¿Chiste? puede ser...pero un chiste
que revela las muy reales expectativas de futuro de niños como Joe jr. ¿Cuál es
el futuro que les espera en este país “desarrollado y “primermundista”? ¿Qué
tanto pueden evitar dos jóvenes sanos y estudiosos y éticos como Joe y Lisa que
el ambiente de descomposición que se percibe del high school para arriba llegue
de verdad a envolver a su hijo y haga realidad este chiste?
País en que lo hay todo y por eso no
hay muchos desafíos para dar sentido a la vida de un joven. País de la
competencia que aliena o frustra a muchos que no ven un lugar para ocupar entre
las imágenes de oropel de la televisión y la triste realidad del homeless de Kenmore
square. ¿Pobre angelito?
No hay comentarios:
Publicar un comentario