1.-¿Qué he
vivido como interioridad?
A mí no me suena extraño ese ¿qué hay ahí? Me suena extraña la pregunta que pone en cuestión la existencia de algo ahí dentro que llamemos interioridad.
Me explico: es una cuestión casi
genética, de temperamento. Crecí azotado por la culpa de ser introvertido,
callado, metido en mi propio mundo…y sin embargo ese caminar cargando conmigo,
a pesar de esa culpa creada desde fuera y molesta siempre, me ha dado la
vivencia de la interioridad como algo muy natural, connatural, desde mi modo de
ser…interioridad digo, no necesariamente espiritualidad aunque sí bastante
marcada a veces por una religiosidad aprendida de raíz , en la familia que
testimonia contradictoriamente y que siempre “discursea” y discurre desde una
fe medio rara, muy ortodoxa y culposa, muy de “cargar con la cruz”, el deber
sufrido y el dolor callado de la abuela…
Interioridad viene en mí de
introversión y me ha hecho introspectivo, es decir, alguien que está siempre
vigilando sus propios modos de ir viviendo la vida…sintiendo sus sentires,
pensando sus pensares hasta límites a veces obsesivos y dañinos.
Quizá es algo como la inteligencia
intrapersonal de Gardner, lo he pensado ya mucho después, recientemente, soy más
o menos hábil e inteligente en lo intrapersonal pero muy poco, muy torpe en lo
interpersonal…
Silencio
Por eso para mí interioridad tiene
que ver necesariamente con el silencio, con vivir el silencio, necesitar el
silencio, sumirme a veces en el silencio, disfrutar el silencio y padecer el silencio…
Diálogo
conmigo…si eso es posible
Interioridad es también un diálogo
constante conmigo mismo, parece imposible porque diálogo implica a dos y yo no
soy dos, soy uno, aunque a lo mejor soy más de dos y esos son los que dialogan…
Es diálogo conmigo que incluso se
verbaliza a veces: “qué güey eres, Martín”, “la regaste”, “parece que ahora sí
le atinaste a esto”, “vamos, hay que dar algo que valga la pena a estas
personas “, etc…
Diálogo constante en el que muchas
veces me peleo aunque últimamente y no por mí sino más bien por otras
presencias amorosas y cercanas , he ido reconciliándome conmigo…
Relación
contradictoria con mis propios sueños y temores
Interioridad es también una
incansable, permanente, a veces extenuante actividad imaginativa , ¿soñativa?
Llena de imágenes de mí mismo y de mis seres cercanos, de imágenes de mi mundo
como un mejor mundo, de imágenes ideales o idealistas que a veces, en cierta
proporción, se vuelven realidad a cachitos y por instantes…
Pero también es mi relación con
profundos temores, temor a traicionarme a mí mismo o a la imagen que tengo de
mi mismo o a lo que otros esperan de mi mismo (esa terrible preocupación por no
estar a la altura de lo que otros esperan). Mi relación con los caminos que me
llevan a la muerte y ese temor fundamental del que no salgo aún, aunque vaya
asentándose un poco, pero siempre presente, a partir de esa experiencia que es
una imagen de infancia, muchos años presente, ahora por fortuna, solamente viva
cuando es convocada intencionalmente. Mis temores profundos incluso el que se
expresa en la pregunta: ¿y si no hay nada más? ¿ y si todo lo que creo es sólo
eso, una creencia?
Una
presencia extraña pero profunda de misterio
Y sin embargo, como decía Paz:
“Alguien me deletrea”. Esta es una experiencia que sigo viviendo, con mucha
intensidad, ¿ideología? ¿temor inculcado? ¿fe aprendida? No lo sé , lo que sé
es que es viva y fuerte sensación de una presencia…una presencia más allá de mí
o más acá de mí, de mis temores y de mis sueños…
Una presencia extraña que fue la
imagen del viejo de barba blanca, luego la de cristo crucificado, ahora una
imagen borrosa e indefinida pero igual de intensa en experiencia…
Alguien me deletrea, soy miserable e
impotente para ser en “el buen sentido de la palabra: bueno” (Machado) y por
eso siento, percibo, me refugio, etc. etc.
Una
convicción o conjunto de convicciones: aprendidas pero desaprendidas con culpa
y sin embargo presentes y sostenidas en otra forma:
Finalmente, interioridad es una
convicción o conjunto de convicciones, en principio aprendidas como dogmas para
ganar unas galletas de animalitos con la abuela “joroba”…reforzadas después
como culpa, chantaje sentimental, generosidad desbordada de los padres pero tan
desbordada que nos pasaba a traer a los hijos (¿por qué atender tanto a tantos
y descuidarnos a nosotros?), convicciones curtidas luego, de joven e idealista
afín a la teología de la liberación, encontrándose con otros de su edad y de
sus sueños, siendo después el “guía” de algunos, el que convoca y provoca esos
procesos en otros, pero que se vacía y se va quedando con un conjunto de
convicciones intelectuales, conceptuales, vacías….
Conjunto de convicciones que se
vuelven otra vez vivencia, allá lejos, en Boston, en St. Mathew Parish, cruzando
la calle en medio de la nieve o el frío o la lluvia…en el encuentro con mi
familia, solos, a miles de kilómetros…
Interioridad es un conjunto de
convicciones vividas, vívidas, presentes aún pero sin cauce para expresarse
comunitariamente , viviendo a caballo entre ambientes que me parecen muy dogmáticos
y otros que me parecen vacíos y carentes de sentido y esperanza…conjunto de
convicciones que quieren encontrar cauces de expresión y de vivencia
comunitaria, de comunidad cristiana del siglo XXI, de la globalización, del
internet, de la vida light….
10-06-04
2.-LAS MORADAS
SÉPTIMAS.
-Impresión:
De entrada: oscuridad, lenguaje
críptico, demasiado lejano a mi tiempo, imágenes muy lejanas a mis imágenes,
desierto a angustia por no conmoverme por las moradas.
Ambiente no propicio, demasiado
ruido interno, ruido exterior, clima demasiado racional, dando vueltas a ideas
(entre consejo académico del SEUIA y código Da Vinci), de pronto la serie de
Fibonacci trastocada, diávole no se qué, etc. parecen estar más claros que
“muestra al alma en visión imaginaria la sacratísima humanidad de Cristo…”, sin
embargo algo va quedando, la segunda lectura va siendo menos confusa, van
saltando frases, párrafos pequeños, partes…
-Experiencia:
Como algo que resuena profundo en
medio de muchas cosas urgentes pero superficiales, como algo que a pesar de
decirse en “otro idioma” me describe, me refleja, de algún modo…
Luces y sombras, experiencia de
rebeldía frente a la recurrencia de ese “deseo de sufrir, de vivir el dolor,
etc.” tanto me remite al destino-estigma familiar : “el deber cumplido, el
dolor callado”…la culpa como religión, la necesidad de buscar algo con que
angustiarse para justificar la vida…experiencia de rebeldía frente a esa
invitación al dolor, pero experiencia dulce, como de invitación a relativizar
todas las estupideces en que se sustenta a veces la vida diaria, los sueños de
plástico que soñamos o nos imponen a soñar…experiencia en resumen de paz, el
balance es paz, aunque sea a cuentagotas, a ratitos, a probaditas…
-Puntos que me hicieron detener:
¿No que los místicos viven en su
mundo aparte, fuera de la realidad, orando? Esa insistencia, dos o tres veces
de no salir del mundo, no se trata solo de rezar sino de cultivar las virtudes,
de servir al prójimo, de estar, finalmente, en el mundo, con los pies en la
tierra…¿contemplativos en la acción? Me resonó esa definición jesuita que usé
la semana pasada en mi rollo en León…orar pero sobre todo amar, con un amor que
crece y no se queda estático…ese si es un reto y resuena hondo con mi
experiencia intelectual lonerganiana, el amor como aprehensión continua y
dinámica de ese desconocido conocido que llamamos valor, el amor como decisión
que tiene que irse sosteniendo con la vida, el amor que sigue y encuentra
distintas formas de experimentarse, de vivirse, de pensarse e imaginarse….
Una pregunta que ya no exploré: la
distinción entre alma y espíritu…no sé, me dejó pensando, no entiendo…tengo que
pensar…aunque sobre el alma, algo me agradó mucho: no pensar que el alma es
oscura solo porque no la vemos…porque el alma es una experiencia luminosa,
experiencia de vivir, el alma en el fondo es inseparable de mí…
Algunas veces el señor deja a las
almas con sus fuerzas naturales…vaya que si nos pasa…¿uno o dos días? Pues
conmigo a veces se pasa, o será que estos días de hoy son mucho más cortos que
los de Teresa y por eso son más días….lo hace para fortalecer nuestra
debilidad. ..fortalecer nuestra debilidad…¿es decir, que nuestra debilidad sea
más debilidad y mejor debilidad? ¿o que tengamos fuerza en nuestra debilidad?
De ambos lados hace sentido: hacerme sentir con mayor fuerza mi debilidad es
algo que me acerca a Dios sin duda, esa experiencia de indigencia…de
impotencia…pero también, darme fuerzas dentro de mi debilidad, fuerzas para
asumir mi debilidad y vivir con ella, aceptándola y tratando de hacer algo con
ella o a pesar de ella….
No les falta pues, la cruz, pero
nada les inquieta ni les hace perder la paz…en pocas palabras: entrarle a la
vida como viene y con todo lo que tiene de dolor y confusión e incomprensión,
no nos faltará la cruz (pero obviamente eso implica que no se trata de
buscarla), no nos faltará la cruz pero siempre en paz…siempre en paz…con la
convicción de que ahí está, de que se sabe que hay presencia aunque no haya
gran luz en la experiencia de todos los días…
Esto es el máximo anhelo creo yo,
para todo creyente: asumir la cruz pero siempre con la paz que hace que sigamos
caminando…caminando en la oración y la acción…con el servicio…
17-06-04
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