*Publicado en Síntesis. 31 de mayo de 2007.
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1.- Un escenario.
Una
de las más populares novelas entre las adolescentes es sin duda “Mujercitas” de
Louise May Alcott, de la que existen varias versiones cinematográficas de
distintas épocas que también han sido muy difundidas.
A
escasa media hora al norte de Boston, se encuentra la pequeña población de
Concord. Este pequeño pueblo es considerado por los estadounidenses como un símbolo
de dinamismo y libertad intelectual. En él vivió la mayor parte de su vida esta
escritora y en la casa que habitó allí, nació, a partir de la experiencia vital
de ella y sus hermanas, la novela que la haría famosa en el mundo.
Esta
casa hoy se ha convertido en museo. Durante la visita guiada, se destaca el
espacio donde la autora y sus hermanas realizaban pequeñas representaciones
teatrales y conciertos musicales motivadas por sus padres. En prácticamente
todas las habitaciones existen pinturas o dibujos –enmarcados o realizados
sobre las paredes directamente- hechos por las hijas del matrimonio de Abigail
May –una activista por los derechos de las mujeres, el voto femenino y la
abolición de la esclavitud- y Amos Bronson Alcott –profesor y reformador educativo,
miembro del movimiento filosófico transcendentalista-, que fueron dos personas
ubicadas en la vanguardia de la sociedad puritana del siglo XIX norteamericano.
Estos datos hablan de la importancia de la motivación y la libertad expresiva
que prevaleció en su educación.
2.-Una anécdota.
En
la recámara de los padres de la escritora, está colgado un cuadro con la “Orden
de las actividades domésticas de las niñas”. En él se detallan con toda
precisión las actividades de las hijas desde la mañana hasta la noche y una lista de los elementos a cuidar en el
desarrollo de estas actividades: “Vigilancia, puntualidad, perseverancia,
entusiasmo, no cuestionamiento, obediencia, control del temperamento, las manos
y la lengua; buenos modales, trabajo, estudios y juego, no intercambio de
labores”.
Una
visitante estadounidense cuestiona sobre esto a la guía. Ella responde que es
una lista que “causa risa a los visitantes, menos a los japoneses”. La
visitante dice que a ella le parece que se trata de una educación con
disciplina, que es algo necesario aún en la actualidad.
En
la plática posterior a la visita, la guía dice que el padre de Louisa tenía ideas muy opuestas a las de su tiempo,
en que se consideraba que había que golpear continuamente de los niños, que
eran considerados como una especie de seres salvajes. En la infaltable tienda
del museo, un imán con una frase del Sr. Alcott: “Enseña a través de la
motivación”, llama también la atención.
3.- Un personaje.
Rescatemos
de esta historia al personaje desconocido, olvidando por un momento que se
trata del “padre de Louisa May Alcott”.
Amos
Bronson Alcott (1799-1888), formó parte
de la intensa vida intelectual, crítica de su tiempo y del movimiento
filosófico llamado “transcendentalismo americano” –junto con Emerson, Thoreau y
Hawthorne, amigos cercanos- que se
caracteriza por ser un movimiento que cuestionaba los valores e ideas
tradicionales de la sociedad conservadora de su tiempo.
Alcott
tiene una gran influencia de las ideas de Pestalozzi acerca del aprendizaje
centrado en el niño y desarrolla a partir de ellas propuestas reformadoras para la educación de su tiempo.
Bronson Alcott cree en la centralidad del
diálogo entre profesor y estudiante y afirma que la conversación educativa
tiene que “fluir libremente” y en ella no cabe “el control de la lógica”. Por
ello es criticado a veces como demasiado permisivo en sus métodos.
Sin
embargo, los estudiosos de su pensamiento y acción educativa afirman que este
personaje no era de ninguna manera un educador sin orden o disciplina. Por el
contrario, tenía todos los momentos de clase planeados y si bien creía en esta libertad de la
conversación pedagógica y en la motivación como un eje de la enseñanza, creía
también, como lo vemos en la organización de actividades para sus propias
hijas, en la disciplina como otro eje fundamental.
Inteligencia,
naturaleza y sociedad articuladas armónicamente eran el signo de un verdadero
genio y esta articulación debería fomentarse en la educación.
3.- La
reforma educativa como movimiento histórico.
Se
vuelve a hablar hoy en México de la necesidad urgente de una reforma educativa
profunda. ¿Significa esto una ruptura total con el pasado?
El
ser humano, la naturaleza, la sociedad, la inteligencia, son elementos cambiantes
y por ello cualquier reforma educativa es siempre simultáneamente un momento de
ruptura y un punto de continuidad. La reforma educativa que tiene que venir en
México deberá ser entonces un proceso que retome los elementos más ricos de la
herencia educativa de la humanidad y que al mismo tiempo sea capaz de crear
elementos novedosos que pongan a nuestra educación “a la altura de los tiempos”
de crisis-cambio-globalización que hoy vivimos.
Retomar
el eje dialógico motivación-disciplina planteado por Alcott en el siglo XIX
encontrando las formas de operativizar estos dos elementos en las aulas del
siglo XXI, será sin duda una buena manera de entender la reforma educativa como
un dinamismo histórico en permanente realización.
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