domingo, 14 de febrero de 2016

XLI.-Ivy league I: ¿Cuántos puntos en el ranking vale cada suicidio?




*Fragmento de un texto que recoge algunas memorias de mi estancia en Boston en el año académico de 1997-1998.

            Lo vimos Mario y yo sorprendidos al caminar por el MIT, el prestigiado instituto tecnológico donde han estudiado y dado clases eminencias mundiales y muchos premios Nobel: en un poste de alumbrado de la plaza central, justo al lado de una hermosa escultura monumental de Alexander Calder, una especie de altar u ofrenda de muertos como las que ponemos en México en Noviembre. Sobre el poste y en el piso se encontraban pegados un muñequito de peluche, unos cigarros Camel, hojas con reflexiones y una semblanza con la fotografía de este joven, excelente en computación y en música, integrado a la “cienciología” -unas de esas religiones nuevas y extrañas- y buen amigo, joven, veinte años o algo así. La descripción era escalofriante: contaba como, la noche era espléndida en Boston y este alumno entró al piso quince de la torre, vió por la ventana las estrellas y el río y decidió que su vida había de terminar, acto seguido se lanzó por la ventana y cayó justo en esta plaza donde ahora vemos este tributo en el que se refiere que este es el tercer suicidio en este año en el MIT -y estamos empezando abril-.
            Visitando Cornell otro día, preguntábamos a Mari insistentemente cuál era el puente que da a ese río con cascada dentro del campus que es famoso por ser el lugar del que se avientan los que se quieren suicidar. Cada año hay varios y existe en los servicios de salud de la universidad folletería an donde se previene este asunto y se dan terapias cada vez que esto sucede a los amigos cercanos del que se quitó la vida.
            ¿Es este el precio de la “excelencia académica”? ¿es esto realmente “excelencia”? ¿la supervivencia de los más fuertes? ¿cuánto vale en puntos para el ranking de las mejores universidades cada suicidio, cada vida que se pierde?
            Pruebas palpables de que algo anda mal en el sistema de educación superior norteamericano, de que hay supuestos y nociones torcidas en su manera de entender la calidad académica. Sin embargo este asunto no está a debate: la conclusión parece ser que la universidad está bien y que los que están mal son estos alumnos que no resisten la presión para llegar a ser triunfadores...la suposición implícita en estas terapias y programas de atención a los amigos de los suicidados es que el sistema no cambiará porque está correcto y lo que hay que atender es los efectos -seguramente los considerarán marginales y “secundarios” porque estadísticamente no son un alto porcentaje- de esta búsqueda por la excelencia.
            Muchos no llegan al suicidio. Simplemente se van antes de concluir y sintiéndose unos perdedores, simplemente se vuelven insensibles competidores y destrozan a los que están junto con tal de triunfar y destacar ellos porque en esto está cifrado el sentido de su vida, simplemente acatan las reglas del sistema y juegan este juego aún a costa de su vida personal y su salud emocional, simplemente alaban este sistema de ganadores y perdedores y saben, que aunque sientan dolor por las vidas perdidas, esa es parte del sistema, es el precio que algunos pagan para que los demás lleguen a ser exitosos: “maldito sistema educativo que produce profesionistas exitosos para sociedades desintegradas”. Qué sabio suena Gorostiaga en este contexto.

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Tres imágenes para el día del maestro.

*De mi columna Educación personalizante. Lado B. Mayo de 2012. 1.-Preparar el futuro, “Qué lindo era el futuro...