Grandeza y miseria del vitalismo o ¿en qué se parecen
Javier Prado y Fernando Savater?
“Las condiciones de humanización
exigen el tomar
en cuenta la situación
deteriorada del otro y el
proyecto de liberación
necesario para superarla.”
Javier Prado Galán S.J. p. 239
1.-Prado y Savater: ¿Elección o destino?
El
libro “Fernando Savater: grandeza y miseria del vitalismo” que será analizado
en estas líneas, es una obra de ensayo que tiene como tema la obra de este
filósofo vasco contemporáneo y persigue develar su propuesta ética y política,
contrastándola con la perspectiva del
eudemonismo fundamentada sobre todo en la propuesta Xavier Zubiri. Este texto, es de algún modo una continuación
de una obra anterior de Javier Prado titulada : “Etica sin disfraces”, que
tomaba como pretexto el muy vendido y muy leído texto de Savater: “Etica para
Amador” y dos textos aparecidos como contraparte: “Etica para Pancho” y “Etica
para el bichorro”, para hacer un análisis sintético de la perspectiva ética
presentada por este autor donostiarra y presentar algunos elementos de una
propuesta ética “zubiriano-pradiana” o “pradiano-zubiriana”.
Esta
continuidad en la preocupación de Prado Galán por analizar la filosofía de
Savater me suscitó de entrada la pregunta: ¿decisión o destino? (es sabido que
a veces uno no escoge a un autor sino que parece que es el autor el que lo
elige a uno) ¿admiración u oposición? (parece ser que cuando hay insistencia en
abordar críticamente a un autor, puede ser porque hay admiración en el que lo
aborda, mas que oposición) ¿diferencias o similitudes? (muchas veces estudiar a
un autor con el que hay diferencias explícitas, revela algunas similitudes
implícitas o también explícitas).
De
la primera pregunta solamente Javier nos puede decir algo, sobre la segunda,
leyendo los dos libros mencionados, es evidente que aunque hay una postura
crítica frente al autor analizado, hay también un reconocimiento explícito de
su aporte. De la tercera quiero ocuparme en el resto del texto. Lo hago a
partir de algo que recordé al escribir este comentario. Hace muchos años ya,
Jacobo Zabludovzky , en una muy buena entrevista que le hizo al pintor catalán
Salvador Dalí, hizo una pregunta cuya respuesta muy sarcástica y real, se me
quedó muy grabada. Preguntó el periodista: ¿En qué se parecen Pablo Picasso y
ud., maestro? A lo que Dalí contestó de inmediato: Picasso es pintor, yo
también; Picasso es español, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco. ¿En
qué se parecen Javier Prado y Fernando Savater? Arriesgo algunas hipótesis.
2.-Un filósofo que escribe claro frente a otro
filósofo que escribe claro,
Si
algún estigma tiene Savater en el medio académico, es que es un “filósofo
light”, que es “demasiado sencillo”, que “no tiene el rigor necesario” para ser
considerado un verdadero filósofo. De hecho en el libro que se analiza se hace
mención de la autocomparación que hace Savater sobre su obra respecto a Borges
más que a Spinoza, definiéndola como “literatura sapiencial” mas que como
filosofía. Sin embargo, a pesar de estas críticas o descalificaciones que se
hacen a su extensa y muy rica obra (muchos de los que lo descalifican no tienen
por cierto, un solo libro publicado), desde mi
personal punto de vista y creo que es compartido por mucha gente, el que
un filósofo escriba de manera clara y accesible es algo que se tiene que
agradecer y que habla más de capacidad de síntesis y comunicación que de falta
de rigor o nivel intelectual. Por otra parte en Savater habría que distinguir
sus obras más filosóficas (Etica como amor propio, El contenido de la
felicidad, Apología del sofista) de sus obras de divulgación (Etica para Amador,
Política para Amador, Las preguntas de la vida), aunque en ambos casos , a
pesar de manejarse en distinto nivel, se trata de textos claros, amenos y aún
plagados de humor e ironía.
En
el caso de Javier Prado y del libro que nos ocupa, es también muy agradecible
encontrarse con un ensayo que contiene una muy amplia y suficientemente
rigurosa revisión y presentación de diversos autores y corrientes filosóficas,
escrita de una manera clara, fluida y muy didáctica. Leyendo el texto resulta
evidente el excelente conocimiento filosófico del autor y su enorme capacidad
para presentar en unas cuantas páginas o incluso líneas, las principales ideas
que conforman el pensamiento de autores tan complejos como Nietzche o Spinoza, las principales características del
pensamiento moderno y el posmoderno, las líneas conductoras de la obra de
Savater y sus principales cambios o “corrimientos”, etc.
3.-un filósofo con varios antecesores frente a un filósofo
con un antecesor predominante,
Tres
son los principales filósofos que según Prado, han influido en Savater:
Nietzche, Spinoza y Cioran. Dos más son
los filósofos españoles que de manera no explícita tienen también influencia en
su obra: Unamuno y Ortega.
Con
una capacidad didáctica magistral, este libro nos introduce en los elementos
principales de la obra de estos filósofos y nos va indicando los principales
elementos que han sido tomados e interpretados por Savater a lo largo de su
obra. De Nietzche, la definición fundamental del vitalismo, la muerte de Dios y
la voluntad de poder a la que el autor vasco llama “voluntad de valor”. De
Spinoza la identificación de Dios con la naturaleza, la convicción de que el
fin último del hombre es la alegría y la valoración del cuerpo y de los
sentimientos como elementos centrales en la ética. De Cioran su idea de lucidez
como experiencia que descubre la ausencia de fundamentos (la inanidad del ser,
que produce vértigo), aunque contradictoriamente dado que Savater habla del
amor propio como fundamento último. De
Unamuno la idea de la búsqueda o deseo de inmortalidad en el ser humano y de
Ortega el planteamiento pindárico: “Llega a ser lo que eres”.
Uno
es el filósofo con el que Javier Prado afirma identificarse más como fundamento
para los planteamientos éticos que contrastan el pensamiento savateriano:
Xavier Zubiri. Sin embargo, como en su obra anterior: “Etica sin disfraces”, se
extraña un planteamiento introductorio más amplio y explícito del pensamiento
Zubiriano, al menos en la parte que corresponde a la ética. Hay en el texto un
apartado donde se plantean algunas ideas de la antropología Zubiriana y el
concepto de hombre como autoposesión o de la idea de felicidad como
autorrealización o “sentirse realmente bien”. Se exponen además, algunos
planteamientos de Aranguren que desarrolla más ampliamente el pensamiento de
Zubiri en la ética. Sin embargo, la complejidad del pensamiento de este
filósofo español, del que Savater ha estado alejado en su obra y la pretensión
explícita de proponerlo como el elemento de
contraste para analizar críticamente el vitalismo savateriano, hacen que un lector no identificado con esta
filosofía no encuentre suficientemente planteados los elementos básicos que
sirven a dicho contraste. Esta insuficiencia es notable también en el capítulo
final del libro. La expectativa que va creando la excelente contextualización
histórica de la ética y la no menos sólida presentación descriptiva y analítica
de la obra del autor donostiarra, no se satisface con la muy breve reflexión
crítica que se hace de esta obra en el capítulo de cierre, donde quedan sin
responder muchas de las muy pertinentes e iluminadoras preguntas que Javier
Prado ha ido planteando al describir la obra de Savater. Aunque quizá esta sea una virtud del libro:
que nos deja con mucho más elementos para pensar a partir de estos
cuestionamientos no resueltos con la amplitud esperada.
4.-Un filósofo moderno frente a otro filósofo moderno.
Prado
insiste en el carácter moderno e ilustrado del pensamiento de Savater. Destaca
en esto su oposición a Cioran que afirmaba que la historia es indefendible y su
creencia en las promesas de la modernidad reflejadas en su apuesta a la razón,
en su defensa del individualismo (no individualísimo), en su creencia en el
progreso, la civilización y la democracia representativa.
Es
indudable lo la veracidad de este juicio: “Savater es un moderno que escribe en
un mundo posmoderno”. Lo es incluso por sus planteamientos lógicos racionales
en el que se plantean disyuntivas totalmente excluyentes y alejadas de lo que
hoy se empieza a difundir más ampliamente como “pensamiento complejo”. Bien
analiza Prado en este libro, el planteamiento contradictorio savateriano
respecto del amor propio y el egoísmo como fundamento de toda actuación ética y
por otro lado el concepto de la posibilidad de la ética en la política como
“reconocimiento en el otro”, o la dificultad para conciliar esta posición
individualista, este “egoísmo ilustrado” con la construcción de una sociedad
democrática.
Pero
es también evidente el pensamiento moderno del autor de este libro que hoy
presentamos. Su planteamiento de la ética de la responsabilidad o de la
compasión a partir de Victoria Camps - sin duda sugerente y muy pertinente para
nuestro tiempo y nuestro continente- como excluyente u opuesto radicalmente al
fundamento del amor propio planteado por Savater, la idea de que la ética y la
política aunque tengan relación tienen que respetar la “independencia de sus
campos”, su reiterada defensa del valor de las identidades nacionales y los
estados nacionales y su oposición a las propuestas de elementos de autoridad o
justicia supranacionales o mundializados (a pesar de que es cierto lo que se
plantea como riesgos), resultan sin duda planteamientos plenamente modernos e
ilustrados frente a la realidad nueva y desconcertante de la globalización que
está exigiendo pensamiento complejo, integración de los campos del saber y
conciencia de esa “tierra-patria” que menciona Morin.
5.- Un filósofo vitalista contra un filósofo eudemonista.
Al
vitalismo de Savater, opone el autor de este libro el eudemonismo
aristotélico-zubiriano, es decir, al planteamiento de los últimos tiempos de
Savater en el sentido de que el fin último del ser humano es la alegría (ya no
la felicidad) ligada al placer o a la mera complacencia o impunidad (ausencia
de sanción en lo moral), se opone como propuesta en el libro la cuestión de la
felicidad entendida como realización e integradora o al menos no opuesta al
deber e incluso al placer, aunque plantea la primacía de la contemplación y la
importancia de la compasión ante los sufrimientos de los demás.
Con
excelente tino se cuestiona la noción savateriana de que el mal moral está en
los condicionamientos culturales, sociales y económicos que ponen obstáculos a
nuestra personalidad. El eudemonismo plantea que el mal tiene que ver
necesariamente con el uso de la libertad y el mero condicionamiento no implica
libertad sino que es un simple elemento de contexto para el uso de ella. Se
critica con acierto también , el soslayo que se hace de la importancia de la
situación o circunstancia en el discernimiento de los valores y la poca
valoración que se hace del discernimiento mismo.
No
queda suficientemente claro sin embargo, cómo plantea la propuesta eudemonista
de Zubiri la cuestión del fundamento. Se plantea que no es el amor propio y que
la meta es la felicidad entendida como realización, se sabe que se está
hablando de la necesidad de criterios anteriores que orienten el querer al que
Savater concede la primacía sobre el deber, se infiere que se acepta la
existencia de valores universales o valores no individuales sino del hombre en
genérico aunque no queda claro este planteamiento ni cuáles son esos criterios
anteriores.
¿Será
que esa autoposesión que está en juego o realizándose en la realidad concreta
de cada persona o de la humanidad como colectivo tiene “impresos” esos
criterios anteriores? ¿será que ese querer puede ser aceptado si se entiende
como un querer no caprichoso y espontáneo sino como un querer responsable y
verdadero? ¿Será que la humanización es la finalidad y que la felicidad o la
alegría son solamente componentes? ¿será que este querer no es solamente
individual sino que tiene características comunes a todos los seres humanos y
eso es lo que le falta a la ética savateriana? ¿será que las normas o valores
objetivos son construcciones históricas y culturales o son realmente
universales?
6.- un filósofo inmanentista frente a un filósofo
con visión trascendente,
Un
filósofo inmanentista es analizado en este libro por un filósofo con visión de
trascendencia. Esto queda claramente planteado en el libro y con mucha
suficiencia argumentativa. Un ejemplo es la descalificación que hace Savater de
las filosofías teológicas por afirmar que estarán siempre condicionadas por los
dogmas de la religión que se profese. El cuestionamiento de Prado acerca de la
posibilidad de construir una filosofía a favor de la vida desde una actitud
creyente es una muestra de este debate.
Sin
embargo la diferencia más notable no está allí sino en la propuesta ética
misma. Savater parte de la “muerte de Dios” proclamada por Nietzche (que afirma
no lleva necesariamente al ateísmo) y de la visión inmanentista de Spinoza
sobre el ser humano que lo lleva a
proponer una visión del presente, una visión que no considera la cuestión de un
proyecto futuro de vida o de un horizonte utópico y optimista y que habla de
priorizar el presente y su afirmación vital, así como la importancia del
disfrute corporal o del ideal ético del “conatus” spinoziano, el esfuerzo de
toda cosa por perseverar en el ser, que se ve colmado en la alegría.
La
visión eudemonista que se plantea tiene sin duda un punto de partida
trascendente y por ello considera la posibilidad de realización a partir de un
proyecto personal de futuro o de un proyecto de “liberación” colectivo. Parte
además de una complementación entre el querer personal y la responsabilidad a
partir de la compasión por el otro que son sin dudas parte de una perspectiva
totalmente distinta a la planteada por Savater.
7.- un filósofo de izquierda frente a un filósofo de
izquierda.
Prado
critica la autodefinición de Savater como filósofo de izquierda por
considerarlo demasiado europeo y preocupado excesivamente por la problemática
política o de la paz pero sin tomar en cuenta la necesidad del cambio de
estructuras económicas, la resolución del problema de la pobreza como el que
enfrentamos en Latinoamérica y la perspectiva de relación entre la paz y la
justicia.
El
énfasis de Savater en la libertad sobre la igualdad es cuestionado también por
el autor de este libro como poco consistente con una postura de izquierda, ya
que la izquierda tradicionalmente se ha ocupado por el problema de la igualdad
priorizándolo sobre el de la libertad.
Dos
visiones de izquierda, una ligada más bien al concepto de izquierda democrática
europea de corte político y antitotalitario, la otra ligada más a la
perspectiva de cambio de estructuras económicas y a la lucha por la justicia
que ha sido más enfática en el tercer mundo y en particular en Latinoamérica.
Nuevamente surge la necesidad de una visión de complejidad y de adecuación o
resignificación de lo que el término izquierda significa o puede significar hoy
para ser pertinente tanto en europa como en Latinoamérica. Sorprende por
ejemplo la afirmación: “No cabe duda de que para Savater, ser de izquierda es
ser demócrata”, que expresada de esa forma y en el contexto de la crítica a la
postura del filósofo vasco, pareciera ser descalificadora cuando parece ser que
hoy en día, no habría quien concibiera una izquierda no democrática.
8.- Un Filósofo europeo frente a un filósofo
latinoamericano.
Estas
dos visiones de la izquierda tienen que ver sin duda con el contexto del que
ambos filósofos (Savater y Prado) provienen. El primero ha vivido en un
contexto europeo, sido víctima de la
dictadura franquista y ha padecido los problemas de violencia derivados del
nacionalismo radical vasco expresado en la ETA. El segundo es producto de un
contexto latinoamericano cuya problemática fundamental y acuciante es la de la
desigualdad social, la pobreza y la explotación de las mayorías, la falta de
justicia.
Sin
embargo estas visiones en un mundo globalizado deben llegar a tocarse y a
complementarse. No cabe duda que los europeos tienen que tomar conciencia del
acuciante fenómeno de la pobreza y la injusticia en el tercer mundo dado que
empiezan a vivir sus efectos en el enorme número de inmigrantes del tercer
mundo que llegan en busca de trabajo y de condiciones humanas de existencia. Es
también muy cierto que en Latinoamérica es necesario también cobrar conciencia
de la importancia que tiene, aún para la solución de los problemas sociales o
de pobreza, la generación de una cultura democrática, de un modo participativo
de vida social y de un estado de derecho con instituciones sólidas y que rindan
cuentas a la sociedad.
Es
aquí donde podría hacerse un símil con la respuesta de Dalí, en el sentido de
que podría, al menos como impresión general de este lector, afirmarse: Savater
es político, Javier Prado tampoco...
Sin
conocer de manera exhaustiva la obra del filósofo vasco, me parece que la
dimensión política no es la parte más sólida de su obra y de algún modo la
presentación y el análisis de Prado lo demuestran. La ética savateriana del
amor propio sufre y tiene que hacer bastantes concesiones o “corrimientos” para
traducirse al ámbito político.
Pero
también por la profundidad del análisis da la impresión de que esta dimensión
tampoco es el ángulo más fuerte de trabajo de Javier Prado. La parte de la
política al describir la obra de Savater es la que tiene las preguntas menos
interesantes y carece por ejemplo de cuadros comparativos que presenten
sintéticamente la evolución del pensamiento del autor como los excelentes
esquemas que se presentan en el capítulo anterior cuando se habla de su ética.
El análisis de lo político queda al final en el libro de Javier y tampoco es la
parte más sólida o profunda del texto, además de que contiene elementos
cuestionables como lo ya señalado al hablar de la postura de izquierda o la
negación de este estado mundial que hará que se respeten los derechos humanos o
la crítica a la propuesta de reorientar a la ONU, que no están suficientemente
explicadas y parecen no corresponder a la realidad de la globalización, a la
necesidad de pensar globalmente los derechos humanos, a la idea emergente de la
internacionalización de la justicia y el surgimiento de la corte penal
internacional, etc. Savater es político, yo tampoco.
9.-Un filósofo reconocido frente a un filósofo por
conocer.
Con
sus virtudes y sus defectos o limitaciones muy bien señalados en el libro que
se presenta, con Fernando Savater estamos frente a un filósofo reconocido
internacionalmente por sus aportes filosófico-literarios o
literario-filosóficos. Con un gran dominio y facilidad de comunicación, Javier
Prado hace un muy justo (en el sentido de hacer justicia y en el sentido de
precisión) recorrido por la obra de este pensador español. Lo hace mostrando
que es un muy buen filósofo que cuenta con un rico bagaje de conocimientos,
lecturas, manejo de autores, síntesis trabajadas, corrientes de pensamiento
asimiladas, dominio y pasión por el tema de la ética y la antropología
filosófica y pasión por transmitir todo esto de manera muy didáctica y humilde.
Esto nos habla ya de un muy buen autor y hace muy recomendable este libro que
podría titularse, como dice la reseña: “Savater sin disfraces”, parafraseando
el título del libro anterior de Javier. En efecto, este libro “desenmascara”
las virtudes y las limitaciones, las verdades y las apariencias (como eso del
pesimismo savateriano que en realidad es optimismo), de la obra de este autor
tan leído en México en los últimos años.
Sin
embargo, yo desearía, que a partir de este libro, pudiéramos ir encontrando a
“Javier Prado sin disfraces” en sus próximas (espero que no solamente en el
sentido de siguientes sino de cercanas en el tiempo) obras. Me refiero a que lo
leído en sus dos libros anteriores nos revela a un filósofo que se antoja leer
con planteamientos originales que no partan de análisis de las obras de otros
sino que revelen la comprensión y reflexión del autor y su interpretación y
adecuación de la filosofía Zubiriana a los campos de la ética y la antropología
que parecen ser los que más le apasionan.
10.- Un filósofo polémico frente a un filósofo que
polemiza.
Muy
recomendable es en síntesis la lectura de este nuevo libro de Javier Prado.
Quien guste y conozca algo de la obra de Savater podrá reafirmar ideas ya
leídas, corregir o confrontar otras, descubrir muchas nuevas y tener un
panorama muy completo de la ética de este autor.
Quien
no guste pero haya leído a Savater, podrá reafirmar quizá el por qué no
comparte sus ideas sobre la ética.
Los
que gusten o no de Savater sin haberlo leído –que seguramente serán muchos más-
podrán entender con mucha claridad de qué hablan cada vez que lo mencionan para
alabarlo o para criticarlo.
Los
que no estén en ninguno de los casos anteriores –lo cual es difícil pero
posible-podrán encontrar mucha riqueza en aprender de los diversos enfoques de
la ética, de los principales problemas que hoy se plantean en este campo y del
contexto histórico en el que los tenemos que plantear y entender y la realidad
a la que tienen que responder. Podrán además conocer un poco de uno de sus más polémicos
representantes en lengua española analizado por un filósofo mexicano que sabe
polemizar con él de una manera muy clara, didáctica y “sabrosa”. Que lo
disfruten.
Comentarios
en la presentación del libro:
Prado
Galán, J. (2002) . Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo.
Universidad Iberoamericana Ciudad de México. México.
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