Publicado en Puebla on line.
Jueves, 07 de Julio de 2011 22:21
"No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana” y “no hagas tú
lo que puedan hacer otros”. Estos dos principios se mencionan de modo
humorístico refiriéndose a la “cultura del menor esfuerzo” que parece
caracterizarnos a los mexicanos.
Una manifestación
moderna de esta cultura distorsionada en la que tratamos de evadir
nuestros compromisos es la del copiar y pegar en la realización de
tareas escolares y ensayos académicos encargados por los profesores.
En
mi experiencia como docente y en el trato cotidiano con los maestros
con quienes trabajo en cursos y talleres de formación, es cada vez más
frecuente encontrar y comentar los múltiples casos de estudiantes que
entregan trabajos plagiados de artículos que bajan de internet.
En
efecto, el copiar-pegar se ha convertido en toda una cultura que afecta
los procesos de aprendizaje en todos los niveles y modalidades
educativas como una plaga que pareciera imposible de detener. Cuando
digo “en todos los niveles y modalidades educativas” no estoy haciendo
una falsa generalización sino reflejando una realidad que por desgracia
es cada vez más común en la vida cotidiana de las escuelas y
universidades.
Como docente en activo he vivido en
carne propia este mal, al recibir trabajos copiados y pegados de
internet no solamente por alumnos de licenciatura sino incluso por
profesores en talleres y diplomados de formación docente, lo cual
resulta terrible si pensamos que son precisamente estos profesores los
que están educando a las nuevas generaciones. ¿Qué aprenderán los
alumnos de educación básica, media superior o superior de un profesor
que no es capaz de realizar un trabajo por sí mismo o que siendo capaz
no quiere hacer el esfuerzo de pensar y escribir sino que copia las
ideas de otros? ¿Cómo evitar que los alumnos cometan plagio si están
diariamente en el aula con “profesores pirata”?
Los
dos casos que creía más graves los viví recientemente con alumnos de
doctorado que plagiaron, en un caso, un gran porcentaje de un ensayo
final de una asignatura y en el otro, gran parte del borrador del marco
teórico de su proyecto de investigación.
Sin
embargo y para que no pensemos que este mal es exclusivo de nuestro
país, está el caso de un escándalo que está causando gran polémica en
Alemania. Se trata nada menos que del Ministro de defensa Karl-Theodor
Zu Guttenberg quien ha sido descubierto y acusado a principios de este
año 2011 de haber plagiado un gran porcentaje de su tesis doctoral.
El
ministro ha reconocido este plagio y ha renunciado “temporalmente” a su
grado de doctor por la Universidad de Bayreuth, pero no a su cargo.
“Sí.
Cometí errores, graves errores que lamento. Pero no incurrí en plagio,
ya que no hubo por mi parte, intención de engañar”, declaró el ministro
al reconocer el “corta y pega” realizado en su tesis doctoral que fue
denunciado por un periódico.
Esta declaración
llama poderosamente la atención porque parece ser el común denominador
de los que cometen este tipo de fraude intelectual. La constante tiene
siempre estos dos elementos: El primero, suavizar el hecho llamando
“error” a un acto inmoral y el segundo, exculparse apelando a que “no
hubo mala intención” en la acción cometida.
De
manera que por una parte, las acciones dolosas y el comportamiento no
ético ya no es considerado con toda la fuerza negativa que tienen, sino
como simples “errores” de quienes los cometen y por otra parte, siempre
hay una excusa –exceso de trabajo, combinación de muchas actividades,
falta de tiempo, etc. – que justifican el plagio y buscan negar o
reducir la responsabilidad y las consecuencias de estos hechos.
Algo
estamos haciendo mal en la formación ética de los niños y jóvenes de
hoy, no solamente los profesores y las escuelas sino los padres de
familia, los medios de comunicación, los políticos y la sociedad en
general donde estamos llegando a construir esta cultura distorsionada en
la que no solamente es cada vez más frecuente robar las ideas de otros
sino que se empieza a mirar este patrón de comportamiento como menos
grave y hasta “natural”.
Este es un gran desafío
para la educación en valores de nuestro tiempo. Formar la conciencia
sobre la gravedad de las acciones no éticas y la responsabilidad para
asumir las consecuencias de estas acciones, consecuencias que no pueden
atenuarse o borrarse diciendo como aquel personaje cómico de nuestra
infancia: “fue sin querer queriendo”.
**Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
Sus comentarios son bienvenidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario