Notas sobre el bucle filosofía-educación ante los desafíos del cambio de época
(Ponencia presentada en el II Congreso Latinoamericano de Filosofía de la Educación en la Universidad de la República del Uruguay en marzo 2013. Las memorias completas se encuentran en: http://brendanlai.tempsite.ws/alfefilosofiadelaeducacion/files/ProgramaeConfer%C3%AAnciasIICongresso2013.pdf )
Resumen:
La ponencia aborda la relación dialógica, recursiva y retroactiva entre filosofía y educación. Su contenido se sustenta en el paradigma de complejidad aportado por Edgar Morin en su obra y se inspira en el planteamiento de John Dewey acerca de la relación entre el componente reflexivo (filosofía) y el componente práctico (educación) para la formación de las nuevas generaciones.
A partir de una contextualización de los desafíos que está planteando el cambio de época a la sociedad en lo antropológico, lo epistemológico, lo ético y lo social y las exigencias que estos desafíos implican para el sistema educativo, se fundamenta la necesidad de la filosofía de la educación “de siempre”, con sus preguntas permanentes y sus aportaciones históricas para la reflexión sobre la reforma educativa de hoy y al mismo tiempo la urgencia de una nueva filosofía –compleja- de la educación, una “filosofía de la educación de hoy” para orientar el proceso de desarrollo histórico de la educación.
Se enfatiza en el desarrollo del trabajo la aportación de la perspectiva filosófica de la complejidad –como una filosofía de hoy que aporta elementos a la reforma de la educación de siempre- y sus implicaciones en una nueva concepción de los sujetos de la educación, del conocimiento en la educación, de la ética en el proceso educativo y de las visiones sociales que sustentan el quehacer de los educadores y administradores educativos.
Palabras clave:
1.-Filosofía 2.-Educación 3.-Complejidad 4.-Relación dialógica 5.-Recursividad
1.-El bucle: la relación dialógica, recursiva y retroactiva entre filosofía y educación
La humanización es un desconocido-conocido (Lonergan, 1998), es decir, una noción de la que sabemos algo, pero que se nos presenta fundamentalmente como búsqueda, con preguntas eternas de las que nunca acabamos de tener respuesta completa y con preguntas siempre nuevas que nos invitan a seguir explorando. Por otra parte, la educación consiste fundamentalmente en una intervención planificada, sistemática e intencionada mediante la que los seres humanos adultos buscan enseñar –facilitar elaprendizaje de- en qué consiste ser humano (Savater, 1997) –los avances histórico-culturales sobre ese desconocido-conocido - a las nuevas generaciones.
Podemos entonces plantear que la educación –el contenido concreto de esta enseñanza de humanidad – es también un desconocido-conocido al que nos vamos aproximando históricamente y de manera simultánea a la aproximación que tenemos a la noción de humanización.
Los nuevos descubrimientos y elementos de comprensión y vivencia de lo que significa humanizarse van históricamente alimentando al sistema educativo y enriqueciendo la noción de educación, aportando nuevos elementos fundantes, nuevas teorías pedagógicas, psicológicas, sociológicas, etc. que se manifiestan en nuevos modos de organizar los conocimientos –curriculum- y el aprendizaje –didáctica, metodologías de enseñanza-aprendizaje, así como también las nuevas comprensiones acerca de la educación van enriqueciendo la visión de humanización que históricamente se va desarrollando.
Noción de educación
Para caracterizar esta visión de la educación como “desconocido-conocido” que se va buscando a lo largo de la historia y de cuyas aproximaciones van dando cuenta las distintas teorías y modelos pedagógicos formulamos la “noción heurística de educación personalizante”, que es evidentemente distinta a un concepto o definición de educación.
En un trabajo previo (López-Calva, 2006; p. 83) se define la educación personalizante en estos términos:
“Noción heurística porque, a diferencia de un “modelo didáctico” o “teoría pedagógica”, su pretensión no es la definición clara, cerrada y operativa de sus términos, contenidos y objetivos, y el establecimiento de métodos y técnicas adecuados para lograr estos objetivos, sino el planteamiento de
La humanización es un desconocido-conocido (Lonergan, 1998), es decir, una noción de la que sabemos algo, pero que se nos presenta fundamentalmente como búsqueda, con preguntas eternas de las que nunca acabamos de tener respuesta completa y con preguntas siempre nuevas que nos invitan a seguir explorando. Por otra parte, la educación consiste fundamentalmente en una intervención planificada, sistemática e intencionada mediante la que los seres humanos adultos buscan enseñar –facilitar elaprendizaje de- en qué consiste ser humano (Savater, 1997) –los avances histórico-culturales sobre ese desconocido-conocido - a las nuevas generaciones.
Podemos entonces plantear que la educación –el contenido concreto de esta enseñanza de humanidad – es también un desconocido-conocido al que nos vamos aproximando históricamente y de manera simultánea a la aproximación que tenemos a la noción de humanización.
Los nuevos descubrimientos y elementos de comprensión y vivencia de lo que significa humanizarse van históricamente alimentando al sistema educativo y enriqueciendo la noción de educación, aportando nuevos elementos fundantes, nuevas teorías pedagógicas, psicológicas, sociológicas, etc. que se manifiestan en nuevos modos de organizar los conocimientos –curriculum- y el aprendizaje –didáctica, metodologías de enseñanza-aprendizaje, así como también las nuevas comprensiones acerca de la educación van enriqueciendo la visión de humanización que históricamente se va desarrollando.
Noción de educación
Para caracterizar esta visión de la educación como “desconocido-conocido” que se va buscando a lo largo de la historia y de cuyas aproximaciones van dando cuenta las distintas teorías y modelos pedagógicos formulamos la “noción heurística de educación personalizante”, que es evidentemente distinta a un concepto o definición de educación.
En un trabajo previo (López-Calva, 2006; p. 83) se define la educación personalizante en estos términos:
“Noción heurística porque, a diferencia de un “modelo didáctico” o “teoría pedagógica”, su pretensión no es la definición clara, cerrada y operativa de sus términos, contenidos y objetivos, y el establecimiento de métodos y técnicas adecuados para lograr estos objetivos, sino el planteamiento de
Noción de
humanización
un nuevo escenario y estructura aproximativa al fenómeno educativo, el planteamiento de los
fundamentos de este fenómeno de acuerdo a las exigencias progresivas de humanización y la apertura
de nuevos campos y elementos de investigación, reflexión y acción hacia la clarificación de esta
noción. Noción heurística porque pretende establecer un planteamiento abarcante y comprensivo de
cuyos contenidos precisos es más lo que ignoramos que lo que sabemos, y por ello, constituye no la
respuesta sino una nueva clave para el planteamiento de preguntas, no el camino, sino un campo
renovado donde trazar múltiples posibles caminos, no el modelo sino un escenario para la búsqueda de
nuevos modelos auténticamente educativos”.
A partir de este bucle entre noción de humanización y noción de educación del que se desprende la noción heurística de educación personalizante y fundados en el hecho de que la Filosofía es la disciplina que se ocupa de la búsqueda reflexiva de respuestas a las preguntas fundamentales por lo humano, es posible visualizar la relación, -también dialógica, recursiva y retroactiva- entre Educación y Filosofía. De manera que se puede establecer el bucle:
Filosofía
Educación
Ya Lonergan (1998) analizando la propuesta de Dewey planteaba esta relación indisoluble en la que la Filosofía es la parte reflexiva y la Educación la parte operativa, estableciendo que educar es hacer operativa una filosofía. Desde la perspectiva de la complejidad, el planteamiento de esta relación en un bucle implica la retroactividad y recursividad que nos permiten superar la causalidad lineal y asumir que la educación causa a la filosofía que la sustenta del mismo modo que la filosofía causa a la educación.
De manera que cuando la educación entra en crisis es posible inferir que hay una crisis en el terreno filosófico o bien que la educación ha pretendido dejar de lado su sustento filosófico y cuando hay una crisis filosófica también es posible deducir que existe una crisis en la educación.
Estamos viviendo hoy en día un contexto en el que se presentan múltiples desafíos a la educación, desafíos que tienen todos ellos profundas implicaciones filosóficas y deben ser resueltos desde la reflexión filosófica que trasciende las evaluaciones e investigaciones empíricas.
Hoy más que nunca resulta necesario magnificar la Filosofía y no sacrificarla, tal como afirma Edgar Morin (2001) que debe hacerse con las humanidades en la educación.
¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la educación contemporánea que requieren de estas profundas soluciones filosóficas? ¿Qué puede aportar la “filosofía de siempre” –la aportación histórica de la Filosofía- a la educación actual? ¿Qué puede aportar la filosofía actual –los marcos filosóficos humanistas complejos de hoy- a la educación de siempre –al proceso de comprensión sobre la
A partir de este bucle entre noción de humanización y noción de educación del que se desprende la noción heurística de educación personalizante y fundados en el hecho de que la Filosofía es la disciplina que se ocupa de la búsqueda reflexiva de respuestas a las preguntas fundamentales por lo humano, es posible visualizar la relación, -también dialógica, recursiva y retroactiva- entre Educación y Filosofía. De manera que se puede establecer el bucle:
Filosofía
Educación
Ya Lonergan (1998) analizando la propuesta de Dewey planteaba esta relación indisoluble en la que la Filosofía es la parte reflexiva y la Educación la parte operativa, estableciendo que educar es hacer operativa una filosofía. Desde la perspectiva de la complejidad, el planteamiento de esta relación en un bucle implica la retroactividad y recursividad que nos permiten superar la causalidad lineal y asumir que la educación causa a la filosofía que la sustenta del mismo modo que la filosofía causa a la educación.
De manera que cuando la educación entra en crisis es posible inferir que hay una crisis en el terreno filosófico o bien que la educación ha pretendido dejar de lado su sustento filosófico y cuando hay una crisis filosófica también es posible deducir que existe una crisis en la educación.
Estamos viviendo hoy en día un contexto en el que se presentan múltiples desafíos a la educación, desafíos que tienen todos ellos profundas implicaciones filosóficas y deben ser resueltos desde la reflexión filosófica que trasciende las evaluaciones e investigaciones empíricas.
Hoy más que nunca resulta necesario magnificar la Filosofía y no sacrificarla, tal como afirma Edgar Morin (2001) que debe hacerse con las humanidades en la educación.
¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la educación contemporánea que requieren de estas profundas soluciones filosóficas? ¿Qué puede aportar la “filosofía de siempre” –la aportación histórica de la Filosofía- a la educación actual? ¿Qué puede aportar la filosofía actual –los marcos filosóficos humanistas complejos de hoy- a la educación de siempre –al proceso de comprensión sobre la
naturaleza y finalidad del proceso educativo? De estas preguntas se ocupará este trabajo.
2.-Los desafíos del cambio de época a la educación.
“El futuro ya no es lo que era antes” dice una frase atribuida a Valéry. Este es un hecho indudable que puede ser leído de distintas maneras por los estudiosos de la sociedad y del ser humano. Por una parte, nos encontramos ante quienes ven este contexto como una crisis civilizatoria o crisis de futuro y por otra, con quienes desde una visión más optimista, explican la realidad actual como un cambio de época (Gorostiaga, 1995).
La idea de cambio de época explica estas crisis globales como una etapa de transición histórica entre dos momentos de la humanidad y por tanto, una etapa en la que la vieja época no acaba de morir y la nueva no termina de nacer. Los rasgos de este cambio de época están planteando desafíos muy radicales a la educación tal como se ha concebido hasta ahora, puesto que como afirma Robinson (http://www.youtube.com/watch?v=Z78aaeJR8no) el sistema educativo y la escuela actuales se originaron y siguen operando bajo la lógica de la Revolución Industrial y el movimiento cultural de la Ilustración.
2.1.-El desafío antropológico: Toda educación genera una idea de ser humano que la genera.
Tenemos entonces que a partir de la relación de influencias mutuas que surge de la interacción entre el desarrollo de la praxis y conceptualización del ser humano y la educación vista como subsistema dentro del sistema social, podemos afirmar que la educación genera una noción de ser humano que la genera.
Las exigencias del mercado laboral, las demandas de la sociedad centrada en el consumo, las visiones tecnocráticas y eficientistas del mundo con la consecuente aceleración del ritmo de vida, así como la emergencia de nuevas dimensiones de conciencia en la humanidad: la conciencia ecológica emergente, la conciencia de los derechos humanos, la creciente solidaridad internacional, la emergencia del enfoque de género o el surgimiento constatable bajo el indiferenciado nombre de “nueva era” (“new age”) de nuevas búsquedas espirituales de sentido y relación con la trascendencia están indudablemente afectando la visión de ser humano que produce y es producida por la educación en este cambio de época.
¿Cuál es la visión de ser humano que está siendo generada-generadora de educación en esta sociedad de la información? ¿Qué tan humana es esta visión de ser humano? ¿Cómo puede la educación aportar elementos para reforzar lo humano y resistir lo deshumanizante de esta visión dominante? Estas son las preguntas que pueden caracterizar el desafío antropológico del cambio de
época a la educación y en los que la filosofía tiene un papel fundamental.
2.2.-El desafío epistemológico: Toda educación produce una visión de conocimiento que la
produce.
“Pero conocer es comprender, y comprender es incompatible con el oscurantismo que excluye arbitrariamente ciertas preguntas...” (Lonergan, 1999; p. 32) Del mismo modo que con la visión de ser humano, en el campo epistemológico podemos afirmar que toda educación genera una visión del conocimiento que a su vez la genera.
En la base de todo proceso educativo está presente una visión sobre el conocimiento, pero también podemos decir que el proceso educativo genera una visión de conocimiento. De esta manera, las visiones epistemológicas que predominan en la sociedad van incidiendo en el sistema educativo a través de los medios de comunicación, de las exigencias formativas que plantean los distintos sectores sociales y los gremios científicos, de las teorías pedagógicas que van teniendo mayor influencia dentro del profesorado y las disciplinas que se van imponiendo como hegemónicas.
Al mismo tiempo la educación va incidiendo en las visiones de conocimiento que tienen aceptación social mediante la estructura y componentes del currículo operante, la forma en que los docentes trabajan los contenidos con los educandos –métodos didácticos- , los contenidos que se priorizan, los medios que se utilizan para trabajar el proceso de enseñanza-aprendizaje, las formas de evaluar el aprendizaje y los ambientes de aprendizaje como sistemas complejos que constituyen la “ecología del aprendizaje”.
El cambio de época, el mundo de la “modernidad líquida” como la llama acertadamente Bauman (2005) está poniendo en crisis los fundamentos del sistema educativo. Como afirma este autor, en la sociedad sólida se educaba para no olvidar porque el conocimiento era una posesión duradera. Se enviaba a la escuela a los hijos para aprender cosas que les duraran toda la vida. Sin embargo hoy han perdido valor las posesiones duraderas y el conocimiento se ha vuelto también una mercancía desechable que se usa y se olvida. La memoria, que en la educación tradicional y moderna jugaba un papel fundamental se ha vuelto prescindible ante los dispositivos electrónicos e informáticos que almacenan la información de manera virtual. La avalancha de información hace que a veces sea difícil distinguir el trigo de la paja.
¿Qué tan pertinente es la visión del conocimiento que está generando nuestra educación actual? ¿Qué tan pertinente y adecuada a los tiempos que se viven es la visión del conocimiento que está siendo generada por nuestros procesos educativos? Este es el gran desafío en el ámbito del conocimiento para la educación actual y en este desafío la filosofía juega también un papel fundamental.
“Pero conocer es comprender, y comprender es incompatible con el oscurantismo que excluye arbitrariamente ciertas preguntas...” (Lonergan, 1999; p. 32) Del mismo modo que con la visión de ser humano, en el campo epistemológico podemos afirmar que toda educación genera una visión del conocimiento que a su vez la genera.
En la base de todo proceso educativo está presente una visión sobre el conocimiento, pero también podemos decir que el proceso educativo genera una visión de conocimiento. De esta manera, las visiones epistemológicas que predominan en la sociedad van incidiendo en el sistema educativo a través de los medios de comunicación, de las exigencias formativas que plantean los distintos sectores sociales y los gremios científicos, de las teorías pedagógicas que van teniendo mayor influencia dentro del profesorado y las disciplinas que se van imponiendo como hegemónicas.
Al mismo tiempo la educación va incidiendo en las visiones de conocimiento que tienen aceptación social mediante la estructura y componentes del currículo operante, la forma en que los docentes trabajan los contenidos con los educandos –métodos didácticos- , los contenidos que se priorizan, los medios que se utilizan para trabajar el proceso de enseñanza-aprendizaje, las formas de evaluar el aprendizaje y los ambientes de aprendizaje como sistemas complejos que constituyen la “ecología del aprendizaje”.
El cambio de época, el mundo de la “modernidad líquida” como la llama acertadamente Bauman (2005) está poniendo en crisis los fundamentos del sistema educativo. Como afirma este autor, en la sociedad sólida se educaba para no olvidar porque el conocimiento era una posesión duradera. Se enviaba a la escuela a los hijos para aprender cosas que les duraran toda la vida. Sin embargo hoy han perdido valor las posesiones duraderas y el conocimiento se ha vuelto también una mercancía desechable que se usa y se olvida. La memoria, que en la educación tradicional y moderna jugaba un papel fundamental se ha vuelto prescindible ante los dispositivos electrónicos e informáticos que almacenan la información de manera virtual. La avalancha de información hace que a veces sea difícil distinguir el trigo de la paja.
¿Qué tan pertinente es la visión del conocimiento que está generando nuestra educación actual? ¿Qué tan pertinente y adecuada a los tiempos que se viven es la visión del conocimiento que está siendo generada por nuestros procesos educativos? Este es el gran desafío en el ámbito del conocimiento para la educación actual y en este desafío la filosofía juega también un papel fundamental.
2.3.-El desafío ético: Toda educación genera una visión ética que la genera.
En el terreno de la reflexión ética nos encontramos en una época caracterizada por una profunda crisis de fundamentos. Esta crisis se manifiesta en algunas dinámicas que caracterizan los grandes movimientos de nuestro tiempo. Por una parte, la dinámica de tensión entre la posmodernidad que plantea básicamente una visión relativista de la ética como reacción a la ·”dictadura del racionalismo” que se vivió en la modernidad y una tendencia a refugiarse en el pasado para “recuperar” o “rescatar” valores que se consideran eternos y que se afirma se han “perdido” en la crisis actual. En segundo lugar, la dinámica “pendular” que se origina a partir del rechazo al racionalismo moderno parece proclamar ahora la “dictadura de las emociones” y la estetización de la vida como remplazo a la vida sustentada en la ética.
En el campo específico de la educación, estas tendencias se están manifestando principalmente en una especie de “vuelta a la ética”, es decir, de revaloración creciente de la cuestión moral en lo educativo. Esta tendencia es muy positiva y se está manifestando en el creciente número de investigaciones y publicaciones que se realizan al respecto, la existencia de redes de investigación en diversos ángulos de esta dimensión de lo educativo, el trabajo curricular y el diseño y operación de programas de “formación en valores” o de cursos de ética profesional.
Sin embargo, en esta dialógica en la que la educación genera una visión ética que la genera cabe preguntarse: ¿Cuál es la visión ética que está siendo generadora de la educación actual? ¿Qué tanto esta visión ética está permeada por criterios pragmáticos y economicistas que sustentan la doctrina del éxito y la fama como modelos de lo humano? ¿Cómo es la visión ética que está siendo generada por la educación a partir de esta vuelta de la moral a la escuela y qué tanto puede esta visión contribuir a regenerar procesos de humanización en una sociedad altamente deshumanizada?
Este es el desafío ético a la educación de nuestro cambio de época que no puede enfrentarse con éxito sin otorgar un rol relevante a la reflexión filosófica.
2.4.-El desafío social: Toda educación genera un tipo de sociedad que la genera.
“Por más que nos pese, pertenecemos a nuestro siglo”. Augusto Comte (En Morin, 2001: 15) Por más que nos pese, pertenecemos a nuestro siglo y por más que pueda pesarnos, pertenecemos también a nuestra sociedad. Nuestro tiempo y nuestra sociedad nos marcan de una manera indeleble aunque no determinen de manera definitiva nuestro destino.
La educación –entendida en su sentido amplio- es el mediador fundamental entre nuestro siglo, nuestra sociedad y nuestra vida como individuos. La educación formal, escolarizada o
En el terreno de la reflexión ética nos encontramos en una época caracterizada por una profunda crisis de fundamentos. Esta crisis se manifiesta en algunas dinámicas que caracterizan los grandes movimientos de nuestro tiempo. Por una parte, la dinámica de tensión entre la posmodernidad que plantea básicamente una visión relativista de la ética como reacción a la ·”dictadura del racionalismo” que se vivió en la modernidad y una tendencia a refugiarse en el pasado para “recuperar” o “rescatar” valores que se consideran eternos y que se afirma se han “perdido” en la crisis actual. En segundo lugar, la dinámica “pendular” que se origina a partir del rechazo al racionalismo moderno parece proclamar ahora la “dictadura de las emociones” y la estetización de la vida como remplazo a la vida sustentada en la ética.
En el campo específico de la educación, estas tendencias se están manifestando principalmente en una especie de “vuelta a la ética”, es decir, de revaloración creciente de la cuestión moral en lo educativo. Esta tendencia es muy positiva y se está manifestando en el creciente número de investigaciones y publicaciones que se realizan al respecto, la existencia de redes de investigación en diversos ángulos de esta dimensión de lo educativo, el trabajo curricular y el diseño y operación de programas de “formación en valores” o de cursos de ética profesional.
Sin embargo, en esta dialógica en la que la educación genera una visión ética que la genera cabe preguntarse: ¿Cuál es la visión ética que está siendo generadora de la educación actual? ¿Qué tanto esta visión ética está permeada por criterios pragmáticos y economicistas que sustentan la doctrina del éxito y la fama como modelos de lo humano? ¿Cómo es la visión ética que está siendo generada por la educación a partir de esta vuelta de la moral a la escuela y qué tanto puede esta visión contribuir a regenerar procesos de humanización en una sociedad altamente deshumanizada?
Este es el desafío ético a la educación de nuestro cambio de época que no puede enfrentarse con éxito sin otorgar un rol relevante a la reflexión filosófica.
2.4.-El desafío social: Toda educación genera un tipo de sociedad que la genera.
“Por más que nos pese, pertenecemos a nuestro siglo”. Augusto Comte (En Morin, 2001: 15) Por más que nos pese, pertenecemos a nuestro siglo y por más que pueda pesarnos, pertenecemos también a nuestra sociedad. Nuestro tiempo y nuestra sociedad nos marcan de una manera indeleble aunque no determinen de manera definitiva nuestro destino.
La educación –entendida en su sentido amplio- es el mediador fundamental entre nuestro siglo, nuestra sociedad y nuestra vida como individuos. La educación formal, escolarizada o
institucionalizada sigue siendo una de las mediaciones más poderosas –junto con los medios de
comunicación y las tecnologías de información- entre esta visión social y los sujetos que constituyen la
colectividad.
Podemos asumir que existe una relación dialógica y recursiva entre la visión social y la educación. Es una relación dialógica puesto que no se trata de una lógica causa-efecto lineal sino que ambos elementos están unidos circularmente y se influyen mutuamente. Es una relación recursiva puesto que cada uno de los términos resulta se causa y efecto respecto al término con el que está vinculado en esta relación. De esta manera podemos decir que la educación genera una visión social que va a transformar la praxis e incluso las teorías sociales, pero que al mismo tiempo, la praxis social y las teorías sociales en ciclo, inciden en la educación de manera que la generan y la transforman continuamente.
Nos encontramos en el cambio de época con una sociedad fragmentada, en la que cada vez se abre más la distancia y la incomunicación entre los distintos sectores sociales, una sociedad marcada profundamente por la desigualdad –de recursos, de oportunidades, de capacidades- en la que existe una inversión de la pirámide de ingresos respecto a la pirámide poblacional.
Tenemos una sociedad pragmática e inmediatista que presiona cada vez más a la educación para excluir todos los conocimientos que no son “útiles” y “prácticos” o “aplicables” en el sentido economicista, con lo que las humanidades, la filosofía y el arte, quedan automáticamente excluidos.
¿Cómo es la visión social que está generando la educación actual? ¿Qué tan humanizante y generadora de justicia es esta visión social? ¿Cómo es la visión social que está siendo generada por la educación? ¿Qué tanto puede la educación generar elementos de refuerzo de las dinámicas de transformación social y elementos de resistencia colectiva a las tendencias de decadencia social imperantes? Este es el desafío social para la educación actual y en este desafío la reflexión filosófica juega también un papel fundamental.
3.- De la filosofía de siempre a la educación de hoy: la necesidad de filosofía de la educación para enfrentar los desafíos del cambio de época.
“Proseguir el esfuerzo cósmico desesperado que, en el humano toma forma de una resistencia a la crueldad del mundo es lo que yo denominaría esperanza”. (Morin, 1995: 291)
En la Apología, Platón hace decir a Sócrates que una vida que no se examina no merece ser vivida y la vida humana en la sociedad del cambio de época es una vida carente de examen, de reflexión, de análisis y por lo tanto de un sentido libremente elegido.
De la misma forma podríamos extrapolar la frase al ámbito educativo y decir que una educación que no se examina –que no se reflexiona continuamente, que no revisa y define
Podemos asumir que existe una relación dialógica y recursiva entre la visión social y la educación. Es una relación dialógica puesto que no se trata de una lógica causa-efecto lineal sino que ambos elementos están unidos circularmente y se influyen mutuamente. Es una relación recursiva puesto que cada uno de los términos resulta se causa y efecto respecto al término con el que está vinculado en esta relación. De esta manera podemos decir que la educación genera una visión social que va a transformar la praxis e incluso las teorías sociales, pero que al mismo tiempo, la praxis social y las teorías sociales en ciclo, inciden en la educación de manera que la generan y la transforman continuamente.
Nos encontramos en el cambio de época con una sociedad fragmentada, en la que cada vez se abre más la distancia y la incomunicación entre los distintos sectores sociales, una sociedad marcada profundamente por la desigualdad –de recursos, de oportunidades, de capacidades- en la que existe una inversión de la pirámide de ingresos respecto a la pirámide poblacional.
Tenemos una sociedad pragmática e inmediatista que presiona cada vez más a la educación para excluir todos los conocimientos que no son “útiles” y “prácticos” o “aplicables” en el sentido economicista, con lo que las humanidades, la filosofía y el arte, quedan automáticamente excluidos.
¿Cómo es la visión social que está generando la educación actual? ¿Qué tan humanizante y generadora de justicia es esta visión social? ¿Cómo es la visión social que está siendo generada por la educación? ¿Qué tanto puede la educación generar elementos de refuerzo de las dinámicas de transformación social y elementos de resistencia colectiva a las tendencias de decadencia social imperantes? Este es el desafío social para la educación actual y en este desafío la reflexión filosófica juega también un papel fundamental.
3.- De la filosofía de siempre a la educación de hoy: la necesidad de filosofía de la educación para enfrentar los desafíos del cambio de época.
“Proseguir el esfuerzo cósmico desesperado que, en el humano toma forma de una resistencia a la crueldad del mundo es lo que yo denominaría esperanza”. (Morin, 1995: 291)
En la Apología, Platón hace decir a Sócrates que una vida que no se examina no merece ser vivida y la vida humana en la sociedad del cambio de época es una vida carente de examen, de reflexión, de análisis y por lo tanto de un sentido libremente elegido.
De la misma forma podríamos extrapolar la frase al ámbito educativo y decir que una educación que no se examina –que no se reflexiona continuamente, que no revisa y define
explícitamente sus fundamentos y sentido- no merece ser vivida, no merece ser llamada con pleno
significado educación.
La educación del cambio de época, como la vida humana del cambio de época es una educación muy preocupada por los medios, muy centrada en las preguntas por los cómos, por los medios, métodos e instrumentos pero muy poco ocupada en un serio y profundo autoexamen por sus fundamentos, su sentido y sus finalidades hacia los individuos, la sociedad y la especie humana.
Este es el principal aporte de la filosofía, el aporte urgente que puede y debe hacer la filosofía de siempre –la reflexión y las preguntas filosóficas de nuestro acervo histórico-a la educación: el establecimiento sistemático y estructural de un autoexamen que haga que el proceso educativo sea no solamente eficiente y eficaz sino pertinente y valioso, que merezca la pena ser vivido por las nuevas generaciones de seres humanos.
En ese sentido, tal como afirmaba el padre de la investigación educativa en México, don Pablo Latapí Sarre (1927-2009), el ministerio de educación debería ser el ministerio del futuro y estar conformado principalmente por filósofos y no solamente por administradores. Un ministerio que revise y diseñe futuros humanos alcanzables a partir de la educación y no solamente respuestas técnicas más o menos eficaces al mercado laboral y a la sociedad tecnocrática que se vive.
Para ir construyendo esta aportación que ayude al sistema educativo a responder a los desafíos antropológico, epistemológico, ético y social del cambio de época, sería indispensable la vuelta a las preguntas filosóficas siempre presentes, siempre sin responder que se ha hecho el ser humano a lo largo de la historia.
De manera que las preguntas filosóficas fundamentales planteadas por Kant: 1a ¿Qué puedo saber? → Metafísica, 2a ¿Qué puedo esperar? → Sentido, 3a ¿Qué debo de hacer? → Moral, 4a ¿Qué es el hombre? → Antropología (González, s/f) deberían estar en el fondo del planteamiento de todo modelo educativo y en el centro de todo currículo. ¿Qué es lo que el ser humano puede saber hoy en el mundo de las tecnologías de información y comunicación y las realidades virtuales? ¿Qué puede esperar hoy el ser humano en un mundo cambiante, marcado por la incertidumbre y la pluralidad? ¿Qué debe hacer hoy un ser humano, cómo debe comportarse para construir una convivencia humanizante que ayude a cada persona, a las sociedades y a la especie humana a vivir para vivir y no solamente a sobrevivir? ¿Qué es hoy el ser humano, cómo podemos llegar a comprender su permanentemente no resuelto misterio?
En el campo del conocimiento, las preguntas de Lonergan en Insight (1999): ¿Qué hago cuando conozco? Gnoseología, ¿Qué obtengo cuando hago esto? Metafísica y ¿Por qué a esto se le puede llamar conocimiento y no de otra forma? Epistemología resultan básicas para superar el relativismo, la indiferenciación y la confusión en que nos tiene la perspectiva de realismo ingenuo imperante en que se equipara el conocer con el acto de ver lo que está ahí, afuera, ahora, sin pretender regresar al
La educación del cambio de época, como la vida humana del cambio de época es una educación muy preocupada por los medios, muy centrada en las preguntas por los cómos, por los medios, métodos e instrumentos pero muy poco ocupada en un serio y profundo autoexamen por sus fundamentos, su sentido y sus finalidades hacia los individuos, la sociedad y la especie humana.
Este es el principal aporte de la filosofía, el aporte urgente que puede y debe hacer la filosofía de siempre –la reflexión y las preguntas filosóficas de nuestro acervo histórico-a la educación: el establecimiento sistemático y estructural de un autoexamen que haga que el proceso educativo sea no solamente eficiente y eficaz sino pertinente y valioso, que merezca la pena ser vivido por las nuevas generaciones de seres humanos.
En ese sentido, tal como afirmaba el padre de la investigación educativa en México, don Pablo Latapí Sarre (1927-2009), el ministerio de educación debería ser el ministerio del futuro y estar conformado principalmente por filósofos y no solamente por administradores. Un ministerio que revise y diseñe futuros humanos alcanzables a partir de la educación y no solamente respuestas técnicas más o menos eficaces al mercado laboral y a la sociedad tecnocrática que se vive.
Para ir construyendo esta aportación que ayude al sistema educativo a responder a los desafíos antropológico, epistemológico, ético y social del cambio de época, sería indispensable la vuelta a las preguntas filosóficas siempre presentes, siempre sin responder que se ha hecho el ser humano a lo largo de la historia.
De manera que las preguntas filosóficas fundamentales planteadas por Kant: 1a ¿Qué puedo saber? → Metafísica, 2a ¿Qué puedo esperar? → Sentido, 3a ¿Qué debo de hacer? → Moral, 4a ¿Qué es el hombre? → Antropología (González, s/f) deberían estar en el fondo del planteamiento de todo modelo educativo y en el centro de todo currículo. ¿Qué es lo que el ser humano puede saber hoy en el mundo de las tecnologías de información y comunicación y las realidades virtuales? ¿Qué puede esperar hoy el ser humano en un mundo cambiante, marcado por la incertidumbre y la pluralidad? ¿Qué debe hacer hoy un ser humano, cómo debe comportarse para construir una convivencia humanizante que ayude a cada persona, a las sociedades y a la especie humana a vivir para vivir y no solamente a sobrevivir? ¿Qué es hoy el ser humano, cómo podemos llegar a comprender su permanentemente no resuelto misterio?
En el campo del conocimiento, las preguntas de Lonergan en Insight (1999): ¿Qué hago cuando conozco? Gnoseología, ¿Qué obtengo cuando hago esto? Metafísica y ¿Por qué a esto se le puede llamar conocimiento y no de otra forma? Epistemología resultan básicas para superar el relativismo, la indiferenciación y la confusión en que nos tiene la perspectiva de realismo ingenuo imperante en que se equipara el conocer con el acto de ver lo que está ahí, afuera, ahora, sin pretender regresar al
dogmatismo de las verdades únicas y eternas.
O en el terreno de la ética las dos preguntas que plantea Zubiri (En: Tarín, 2005) como más
profundas en la existencia humana: ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué voy a hacer de mí? resultan
indispensables para una educación moral que esté a la altura de nuestros tiempos.
Estos son solamente algunos ejemplos de preguntas filosóficas esenciales para aportar a la educación el autoexamen necesario para que valga la pena y para que sea verdaderamente el campo de la esperanza, es decir, el campo donde se construye esa resistencia a la crueldad del mundo que es la manifestación humana del esfuerzo cósmico desesperado por mantener la vida, por regenerar continuamente la vida para evitar que la vida degenere.
4.-De la filosofía de hoy a la educación de siempre: aportes de la filosofía humanista compleja para la transformación educativa.
“Educar en el pensamiento complejo debe ayudarnos a salir del estado de desarticulación y fragmentación del saber contemporáneo y de un pensamiento social y político, cuyos modos simplificadores han producido un efecto de sobra conocido y sufrido por la humanidad presente y pasada” (Morin, 2006: 44-45 )
Por otra parte, existe una creciente necesidad de encontrar nuevos paradigmas filosóficos para contribuir a la “Reforma del espíritu” que debe encabezar el sistema educativo según Edgar Morin (2005) con la finalidad de salvar a la humanidad, realizándola que es la única forma de evitar la catástrofe que se vislumbra hoy en esta sociedad en crisis generalizada.
La propuesta de este trabajo plantea que una de las perspectivas filosóficas renovadoras que pueden contribuir a esta reforma de la educación es la del paradigma de la complejidad con visión humanizante, sustentada principalmente en el pensamiento de Edgar Morin (2001, 2005) y Bernard Lonergan (1988, 1999). Esta sería una aportación muy relevante de la filosofía de hoy hacia la transformación de la educación de siempre.
Porque la visión educativa dominante es una visión de simplificación que trata de reducir los fenómenos complejos a principios simples para abordarlos y resolverlos. Es una visión de separación en la que la escuela y la universidad enseñan a enfrentar los problemas complejos de la realidad mediante su separación en disciplinas y asignaturas. Es también una visión de disyunción porque predomina en ella la racionalidad dialéctica de la razón moderna en la que se abordan los problemas mediante las opciones cerradas que llevan a elegir entre “esta hipótesis o aquella”, “esta perspectiva o esa otra”, “lo verdadero o lo falso”, “lo bueno o lo malo”, “lo científico o lo mitológico –incluido aquí lo religioso-“, “lo teórico o lo práctico”, “lo nacional o lo global”, etc.
Estos son solamente algunos ejemplos de preguntas filosóficas esenciales para aportar a la educación el autoexamen necesario para que valga la pena y para que sea verdaderamente el campo de la esperanza, es decir, el campo donde se construye esa resistencia a la crueldad del mundo que es la manifestación humana del esfuerzo cósmico desesperado por mantener la vida, por regenerar continuamente la vida para evitar que la vida degenere.
4.-De la filosofía de hoy a la educación de siempre: aportes de la filosofía humanista compleja para la transformación educativa.
“Educar en el pensamiento complejo debe ayudarnos a salir del estado de desarticulación y fragmentación del saber contemporáneo y de un pensamiento social y político, cuyos modos simplificadores han producido un efecto de sobra conocido y sufrido por la humanidad presente y pasada” (Morin, 2006: 44-45 )
Por otra parte, existe una creciente necesidad de encontrar nuevos paradigmas filosóficos para contribuir a la “Reforma del espíritu” que debe encabezar el sistema educativo según Edgar Morin (2005) con la finalidad de salvar a la humanidad, realizándola que es la única forma de evitar la catástrofe que se vislumbra hoy en esta sociedad en crisis generalizada.
La propuesta de este trabajo plantea que una de las perspectivas filosóficas renovadoras que pueden contribuir a esta reforma de la educación es la del paradigma de la complejidad con visión humanizante, sustentada principalmente en el pensamiento de Edgar Morin (2001, 2005) y Bernard Lonergan (1988, 1999). Esta sería una aportación muy relevante de la filosofía de hoy hacia la transformación de la educación de siempre.
Porque la visión educativa dominante es una visión de simplificación que trata de reducir los fenómenos complejos a principios simples para abordarlos y resolverlos. Es una visión de separación en la que la escuela y la universidad enseñan a enfrentar los problemas complejos de la realidad mediante su separación en disciplinas y asignaturas. Es también una visión de disyunción porque predomina en ella la racionalidad dialéctica de la razón moderna en la que se abordan los problemas mediante las opciones cerradas que llevan a elegir entre “esta hipótesis o aquella”, “esta perspectiva o esa otra”, “lo verdadero o lo falso”, “lo bueno o lo malo”, “lo científico o lo mitológico –incluido aquí lo religioso-“, “lo teórico o lo práctico”, “lo nacional o lo global”, etc.
Además de lo anterior, la visión educativa dominante parte de la visión de falsa objetividad
presente en el paradigma de las ciencias en el que se compara el conocimiento con la visión de lo que
está “ahí, afuera, ahora” como si el conocimiento fuera asunto de percepción visual y reflejo fiel de los
objetos externos; parte también de la exclusión del cognoscente del proceso de conocimiento pues se
afirma que “el observador no debe intervenir en la realidad observada”, que un conocimiento es
objetivo en la medida en que el sujeto que conoce esté al margen, desde una mirada superpuesta y
lejana, de la realidad por conocer.
En el aspecto ético, nuestra educación de siempre es predominantemente una educación basada en la “ética de la ley”, en la enseñanza de normas externas previamente definidas que deben ser cumplidas “porque son las correctas”, las que corresponden a los “valores universales” que son válidos para toda cultura, en todo momento histórico y en cualquier contexto o situación. En un mundo crecientemente globalizado y plural, el problema de qué valores son los universales es un asunto de creciente importancia que mueve más que a reflexión a confusión y lleva o a una mayor cerrazón en las propias certezas morales o a un relativismo cultural extremo que considera como valioso lo que cada cultura defina, sin plantear ningún criterio de discernimiento o análisis.
De este modo, el cambio de mirada que implica la visión de complejidad, representa un reto ineludible para la educación. Una nueva concepción de la realidad y del ser humano, una nueva visión del conocimiento y de la ética que tienen que ser revisados e incorporados seriamente en el ámbito educativo si la educación quiere seguir siendo pertinente para los tiempos que corren, si quiere de verdad enseñar lo que significa ser hombre en este cambio de época.
Dos cuestiones iniciales –entre muchas otras- se plantean a la educación a partir de la visión de complejidad: El problema de que la educación del mundo actual, el proyecto de aprendizaje en que insertamos a nuestras nuevas generaciones ya no puede, después de las experiencias de las ciencias y la filosofía en el siglo XX, seguir sustentándose en un conocimiento definitivamente verificado y edificado sobre la certidumbre; y el reto de enfrentar la realidad compleja de manera que ya no es sostenible una educación organizada en base a enseñanzas separadas y completamente independientes sino que se requiere una pedagogía conjunta que trate de integrar las distintas disciplinas y asignaturas para generar aprendizajes complejos. El reto de la incertidumbre y el reto de la integración. Dos cuestiones que de entrada deben hacernos reflexionar sobre la necesidad de comprender la complejidad de la educación, la urgencia de complejizar la educación y de educar para la complejidad.
Para responder a los tiempos de complejidad y para adecuar la educación a la nueva mirada compleja que se requiere para comprender el mundo, es necesario, en primer lugar que todos los actores del proceso educación empecemos por comprender la complejidad del fenómeno educativo –la complejidad de la educación- como sistema multidimensional, trascendiendo las visiones simplificadoras tradicionales. En segundo lugar, es preciso el esfuerzo colectivo para complejizar la
En el aspecto ético, nuestra educación de siempre es predominantemente una educación basada en la “ética de la ley”, en la enseñanza de normas externas previamente definidas que deben ser cumplidas “porque son las correctas”, las que corresponden a los “valores universales” que son válidos para toda cultura, en todo momento histórico y en cualquier contexto o situación. En un mundo crecientemente globalizado y plural, el problema de qué valores son los universales es un asunto de creciente importancia que mueve más que a reflexión a confusión y lleva o a una mayor cerrazón en las propias certezas morales o a un relativismo cultural extremo que considera como valioso lo que cada cultura defina, sin plantear ningún criterio de discernimiento o análisis.
De este modo, el cambio de mirada que implica la visión de complejidad, representa un reto ineludible para la educación. Una nueva concepción de la realidad y del ser humano, una nueva visión del conocimiento y de la ética que tienen que ser revisados e incorporados seriamente en el ámbito educativo si la educación quiere seguir siendo pertinente para los tiempos que corren, si quiere de verdad enseñar lo que significa ser hombre en este cambio de época.
Dos cuestiones iniciales –entre muchas otras- se plantean a la educación a partir de la visión de complejidad: El problema de que la educación del mundo actual, el proyecto de aprendizaje en que insertamos a nuestras nuevas generaciones ya no puede, después de las experiencias de las ciencias y la filosofía en el siglo XX, seguir sustentándose en un conocimiento definitivamente verificado y edificado sobre la certidumbre; y el reto de enfrentar la realidad compleja de manera que ya no es sostenible una educación organizada en base a enseñanzas separadas y completamente independientes sino que se requiere una pedagogía conjunta que trate de integrar las distintas disciplinas y asignaturas para generar aprendizajes complejos. El reto de la incertidumbre y el reto de la integración. Dos cuestiones que de entrada deben hacernos reflexionar sobre la necesidad de comprender la complejidad de la educación, la urgencia de complejizar la educación y de educar para la complejidad.
Para responder a los tiempos de complejidad y para adecuar la educación a la nueva mirada compleja que se requiere para comprender el mundo, es necesario, en primer lugar que todos los actores del proceso educación empecemos por comprender la complejidad del fenómeno educativo –la complejidad de la educación- como sistema multidimensional, trascendiendo las visiones simplificadoras tradicionales. En segundo lugar, es preciso el esfuerzo colectivo para complejizar la
educación, es decir, transformar internamente la organización educativa tanto en el aula como en el
nivel de las instituciones y del sistema educativo en general, para poder educar en la complejidad, es
decir, educar en una organización y en unas prácticas educativas complejas; este segundo eje implica
el reto de hacer presente la complejidad en la educación. Por último, es necesario también educar para
la complejidad, es decir, asumir la realidad compleja en que vivimos y educar personas capaces de
moverse en la incertidumbre, en el mundo global, en la sobreabundancia de información, etc. para
construir humanización, para salvar a la humanidad realizándola. Este tercer eje implica transformar la
orientación de los contenidos, los métodos, las estructuras y mapas curriculares, la formación de los
maestros, para orientarla hacia la formación de personas capaces de vivir en la complejidad
comprometiéndose con la transformación humanizante de la realidad que les toca vivir en este tiempo
marcado por la dinámica crisis-cambio-globalización.
Esta es, en una apretada síntesis, la aportación que puede hacer la filosofía de hoy – postulada aquí como una filosofía compleja con visión de humanización- a la educación de siempre que se resiste en sus sólidas y centenarias estructuras a ser reformada pero que tiene que serlo para continuar siendo pertinente para los seres humanos de hoy. Un nuevo sistema educativo basado en esta mirada compleja y con horizontehumanista puede y debe ser construido en el mundo para continuar con la tarea de humanización siempre inacabada y siempre distinta en sus desafíos. Porque “podemos ser hombres hoy y fracasar mañana. Ser hombre es algo que, si lo realizamos, lo realizamos sólo precariamente. Es un continuo reto” (Lonergan, 1998; p. 128).
Referencias.
Bauman, Z. (2005). Los retos de la educación en la modernidad líquida. Barcelona Gedisa. Gonzalez, L. A. (s/f ). Los fundamentos de la filosofía idealista alemana. Kant, Fichte, Schelling. UCA. Nicaragua. En: http://www.uca.edu.sv/revistarealidad/archivo/4dd14036e7159losfundamentos.pdf Gorostiaga, X. (1995). “La universidad preparando el siglo XXI”. En Magistralis 8. Puebla. Universidad Iberoamericana golfo centro.
Gorostiaga, X. (2000). “En busca del eslabón perdido entre educación y desarrollo”. En
Revista latinoamericana de estudios educativos Vol. XXX no. 001. Primer semestre. México. Centro de Estudios Educativos.
Lonergan, B. (1988). Método en Teología. Salamanca. Ed. sígueme.
Lonergan, B. (1996). “The notion of structure”. In Method vol. 14 n. 2 (Fall).Boston, MA. The Lonergan Institute/ Boston College.
Lonergan, B. (1998). Filosofía de la educación. Ed. Universidad Iberoamericana. México. Lonergan,
Esta es, en una apretada síntesis, la aportación que puede hacer la filosofía de hoy – postulada aquí como una filosofía compleja con visión de humanización- a la educación de siempre que se resiste en sus sólidas y centenarias estructuras a ser reformada pero que tiene que serlo para continuar siendo pertinente para los seres humanos de hoy. Un nuevo sistema educativo basado en esta mirada compleja y con horizontehumanista puede y debe ser construido en el mundo para continuar con la tarea de humanización siempre inacabada y siempre distinta en sus desafíos. Porque “podemos ser hombres hoy y fracasar mañana. Ser hombre es algo que, si lo realizamos, lo realizamos sólo precariamente. Es un continuo reto” (Lonergan, 1998; p. 128).
Referencias.
Bauman, Z. (2005). Los retos de la educación en la modernidad líquida. Barcelona Gedisa. Gonzalez, L. A. (s/f ). Los fundamentos de la filosofía idealista alemana. Kant, Fichte, Schelling. UCA. Nicaragua. En: http://www.uca.edu.sv/revistarealidad/archivo/4dd14036e7159losfundamentos.pdf Gorostiaga, X. (1995). “La universidad preparando el siglo XXI”. En Magistralis 8. Puebla. Universidad Iberoamericana golfo centro.
Gorostiaga, X. (2000). “En busca del eslabón perdido entre educación y desarrollo”. En
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B. (1999). Insight. Estudio sobre la comprensión humana. Ed. Sígueme-Universidad Iberoamericana.
Salamanca.
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Morin, E. (1995). Mis demonios. Barcelona. Ed. Kairós.
Morin, E. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Buenos Aires. Ed. Nueva visión.
Morin, E. (2003). El Método V. La humanidad de la humanidad. La identidad humana. Madrid. Ediciones Cátedra.
Morin, E., E. Roger y R. Motta. (2006). Educar en la era planetaria. Barcelona. Ed. GEDISA. Primera reimpresión.
Savater, F. (1997). El valor de educar. México. Ed. Ariel.
Tarín Cervera, V. (2005). Religación y Libertad en Xavier Zubiri. Tesis doctoral. Universidad de Valencia. Valencia.
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Savater, F. (1997). El valor de educar. México. Ed. Ariel.
Tarín Cervera, V. (2005). Religación y Libertad en Xavier Zubiri. Tesis doctoral. Universidad de Valencia. Valencia.
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