a.-Nada.
“Nada. No se puede decir nada.
Déjenme hablar ahora; no es posible.
Quiero decir que eso, que lo otro, que todo
Aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando.
Porque nos pasa a veces, nos sucede que el mundo
-no sólo el mundo- se complica, se amarga,
se vuelve de repente un niño sin cabeza,
idiota, idiota, idiota.
Y el café ya no sirve, ni el cigarro,
Ni hablar de soledad, de insomnio, de locura,
Ni el lamentar a voces el corazón de rana que uno
tiene
En el pecho
Ni el sollozar tan largo que nadie nos escuche…”
Jaime
Sabines.
Tiempos de cambio y a la vez,
tiempos de nada. Tiempos en que los cambios parecen no significar nada, no
decirnos nada, no ofrecernos nada, no hacernos abrigar ni una leve esperanza.
Cambios que no son cambios, cambios
que parecen nada, que nos tienen medio muertos, llorando por dentro o por
fuera, porque el mundo –y no solamente el mundo- se complica y se amarga,
parece de pronto quedarse sin pies ni cabeza y no tener sentido, ni remedio…ni
nada…
No se puede decir nada de estos
tiempos de cambio, como no sea que la desilusión se apodera de nosotros y que
parece que estamos en un momento en que no sirven ni el café, ni el cigarro, ni
hablar del corazón que uno tiene en el pecho, no sollozar tan largo que nadie
nos escuche. No se puede decir nada en estos tiempos de cambio donde parece que
no importan las palabras, que todas son iguales, que han perdido su fondo y su
significado, que no producen ningún efecto más que el ruido y la confusión
generalizada. Queremos decir que eso, que lo otro, que todo, pero no podemos, o
no queremos pronunciar nuestra palabra, porque hay tanto oído sordo en este
mundo de cambio, porque hay tanto cambio hueco en este tiempo de sordos.
b.-Pero no descansa.
“He mirado a estas horas muchas cosas sobre la tierra
y sólo me ha dolido el corazón del hombre.
Sueña y no descansa.
No tiene casa sobre el mundo.
Es solo.
Se apoya en Dios o cae sobre la muerte
Pero no descansa…”
Jaime
Sabines.
Pero el corazón del hombre no
descansa, no tiene casa sobre el mundo porque está permanentemente de viaje
hacia algún sitio desconocido, aventurado, a veces, como en estos tiempos de
cambio, confuso y oscuro como nuestra ceguera colectiva. Pero no descansa, el
corazón humano sueña y no descansa, se apoya en Dios o cae sobre la muerte,
pero no descansa.
El corazón del hombre no descansa y
sigue firme construyendo sueños o tratando de reconstruir los sueños destruidos
por esta realidad absurda que cambia hacia ninguna parte y parece empeñada en
romper todos los sueños humanos. Sigue empeñado en edificar sueños humanos,
sueños de “ríos buscando su cauce” (Paz), el cauce de la humanización y la
justicia, tan lejano en apariencia pero al mismo tiempo tan presente y urgente.
Y sin embargo, a pesar de que estos
tiempos de cambios mundiales, de cambios de gobierno locales, de cambios en el
mundo de la universidad y las universidades, de cambios que parecen ser
solamente parte de la misma rutina, “más de lo mismo” en este ciclo de
sinsentidos, el corazón del hombre. El corazón del hombre y la mujer del mundo,
de México, de Puebla, de los universitarios, sigue empeñado en soñar y no
descansa…a pesar del cansancio acumulado, a pesar de los sueños rotos, a pesar
de la desesperanza que a veces asoma por todas las ventanas.
c.-El día que vendrá.
“Entreteneos aquí con la esperanza.
El júbilo del día que vendrá
Os germina en los ojos como una luz reciente.
Pero ese día que vendrá no ha de venir: es este.
Jaime
Sabines.
La universidad y los universitarios
somos quienes menos debemos descansar en este empeño de soñar en construir y
organizar la esperanza social y personal. La crisis de futuro nos invita a la
desilusión y al inmovilismo, pero la universidad debe ser una incanzable
regeneradora del corazón del hombre, del corazón humano que no descansa, que
ahora menos que nunca debe sentarse a descansar.
No descansar y seguir soñando, pero
soñando con los pies en la tierra y con la conciencia clara de que la esperanza
no es algo que sirve para entretenernos aguardando un día que quizá no vendrá,
sino una manera de enfrentar el presente con la convicción profunda de que la
vida tiene sentido, la humanidad tiene futuro, la sociedad tiene remedio.
Seguir soñando no en el júbilo del
día que vendrá sino en la posibilidad real de este día, de cada día, presente,
como oportunidad de construir, con inteligencia, reflexión y decisión
comprometida y comunitaria, un sueño que sea probable de ser vivido por todos. Hoy, en el momento inminente de arranque de
las campañas presidenciales para el 2006, sería bueno tener esto en cuenta y
reforzar la esperanza activa que se requiere, hoy igual que siempre, quizá hoy
más que nunca.
*Publicado en el diario Síntesis en Noviembre de 2005.
*Publicado en el diario Síntesis en Noviembre de 2005.
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